La creación en el laboratorio de la primera «célula sintética» es el pistoletazo de salida para la fabricación de microorganismos «a la carta». Bacterias diseñadas para acelerar la producción de vacunas, fabricar nuevos biocombustibles y formas de energía alternativas o, quizá, pensadas para comerse vertidos tan peligrosos como el del Golfo de México.
Pero esa tecnología que permite domesticar organismos vivos a nuestro antojo también plantea dudas inquietantes, sobre todo en cuanto a la modificación del propio genoma humano o la creación de nuevas armas bacteriológicas.
El equipo de Craig Venter acaba de abrir una puerta inquietante: la posibilidad de diseñar bacterias y otros microorganismos con la misma fiabilidad con la que un ingeniero aeronáutico diseña un Airbus.
Craig Venter, el 'padre' de la nueva célula creada en el laboratorio, lo sabe. Y, por ello, se ha apresurado a pedir que se regule «esta tecnología tan poderosa». Al premio Príncipe de Asturias de Investigación no le preocupa tanto el paso que él acaba de dar como lo que vendrá en los próximos años.
«Prevenir abusos»
«Creo que las regulaciones existentes no bastan y como inventores y responsables de su desarrollo queremos ver que se hace todo lo posible para prevenir abusos», afirmaba ayer Venter al diario británico 'The Independent'. Su propio grupo, antes de acometer sus experimentos puso en marcha un estudio bioético.
Sobre su hazaña, Venter afirma que se trata de un «nuevo paradigma». «Partimos de una célula viva, pero el cromosoma sintético la transforma en una nueva célula artificial». La nueva célula ha experimentado «más de mil millones de replicaciones» y el único ADN que contiene es el sintético. «No hacemos las proteínas ni las células sintéticamente, sino que es el cromosoma el que determina el proceso», argumenta Venter que ha recibido críticas de otros investigadores por exagerar su avance.
Preguntado si trata de jugar a ser Dios, replica que eso se dice cada vez que se produce un importante descubrimiento en las ciencias, sobre todo en la biología.
«La ciencia consiste en comprender la vida e intentar utilizar ese conocimiento para la mejora de la humanidad».
La primera aplicación que el científico estadounidense tiene en mente es obtener algas limpiadoras, que capturen el dióxido de carbono y con las que se puedan fabricar nuevos hidrocarburos. Para este propósito trabaja con la petrolera ExxonMobil. Venter también tiene un proyecto con el Instituto Nacional de la Salud de Estados Unidos y el gigante farmacéutico Novartis para agilizar la fabricación de vacunas. «La primera aplicación práctica en el mundo se podrá ver muy pronto, quizá el próximo año», aseguró.
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