Dulcísimo Jesús, Redentor del género humano,
miradnos humildemente postrados delante de vuestro altar.
Vuestros somos y vuestros queremos ser;
y a fin, de poder vivir más estrechamente unidos a Vos,
todos, y cada uno de nosotros,
espontáneamente nos consagramos en este día
a vuestro Sacratísimo Corazón.
Muchos por desgracia, jamás os han conocido;
otros, despreciando vuestros mandamientos,
os han desechado.
Oh, Jesús benignísimo,
compadeceos de los unos y de los otros,
y atraedlos a todos a vuestro Corazón Sacratísimo.
Oh Señor, sed Rey,
no sólo de los hijos que jamás se han alejado de Vos,
sino también de los pródigos que os han abandonado;
haced que vuelvan pronto a la casa paterna,
para que no perezcan de hambre y de miseria.
Sed Rey de aquellos que,
por seducción del error o por espíritu de discordia,
viven separados de Vos;
devolvedlos al puerto de la verdad y a la unidad de la fe,
para que en breve,
se forme un solo rebaño bajo un solo Pastor.
Conceded, oh Señor,
incolumidad y libertad segura a vuestra Iglesia;
otorgad a todos los pueblos la tranquilidad en el orden;
haced que del uno al otro confín de la tierra
no resuene sino esta voz:
Alabado sea el Corazón Divino causa de nuestra salud;
a Él se entonen cánticos de honor y de gloria
por los siglos de los siglos.
Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario