Y el sexto derramó su tazón sobre el gran río Éufrates, y su agua se secó, para que se preparara el camino para los reyes procedentes del nacimiento del sol. (Revelación 16:12.)
La noticia aparece en The New York Times
A través de las ciénagas, los recolectores de junco, parados en tierra sobre la que alguna vez flotaron, les gritan a los visitantes que pasan por ahí en una lancha.
Dicen: “¡Maaku mai!”, elevando al aire sus oxidadas voces. ¡No hay agua!
Sofocado por las políticas del agua de los vecinos de Irak, Turquía y Siria; una sequía de dos años; aunado a varios años de mal uso por parte de Irak y sus agricultores, el río es considerablemente menor de lo que era apenas unos pocos años atrás.
La reducción del Éufrates, río de tanta importancia para el nacimiento de la civilización y que el Libro de las Revelaciones profetizó que se iba a secar como una señal del final de los tiempos, ha diezmado granjas a lo largo de sus márgenes, dejando en la pobreza a pescadores y ha provocado el abandono de pueblos ribereños, a medida que los agricultores huyen a las ciudades en busca de empleo.
Los pobres sufren con mayor intensidad, pero todos los estratos de la sociedad están sintiendo los efectos: jeques, diplomáticos e incluso integrantes del Parlamento que se retiran a sus granjas tras haber pasado varias semanas en Bagdad.
A lo largo de cauce, los arrozales y trigales se han convertido en tierra cocida. Los canales han menguado hasta terminar como someros arroyos, y las embarcaciones pesqueras yacen en tierra seca.
“Los viejos dicen que esto es lo peor que recuerdan”, destacó Sayid Diyia, pescador de 34 años de edad en Hindiya, sentado en un café junto al río, repleto de sus ociosos colegas.
Fuente:
NYTIMES
Hola. Hemos creado un blog que, además de abordar temas litúrgicos, ha tocado el tema de nuestro flamante pontífice. Invitamos a verlo y, si nos hacen el favor, difundirlo. Gracias y que estén bien en Nuestro Señor.
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