Mariana, la primogénita de D. Diego Torres Cádiz y de Doña María Berriochoa Álvaro, nació en el año 1563 en la Provincia de Vizcaya, España. Tubo dos hermanos más.
A sus siete años, sus padres perdieron todos sus bienes en un incendio, causa por la cual se trasladaron a Santiago de Galicia.
Rumbo a las Américas
En 1556, las piadosas mujeres de Quito, en comunión de ideales con su primer obispo, Don García Díaz Arias, habían elevado ferviente petición al Rey de España, Don Felipe II, para la fundación de un Monasterio de la Limpia Concepción.Pasados algunos años, el Rey escogió personalmente en la provincia de Galicia, a cinco monjas Concepcionistas, que bajo la dirección de la Madre María de Jesús Taboada, llevasen a Quito el espíritu de la Orden de la Inmaculada Concepción.
Marianita contaba tan solo 8 años cuando lo supo. Creyó llegada la hora para dar expansión a sus ansias de amor sacrificado, correspondiendo a su Divino Esposo. Rogó y obtuvo de su tía, la Madre Taboada, que la llevara consigo como aspirante a la vida religiosa.
Los razonamientos de su madre, peticiones de su padre y hermanos no fueron capaces para dar marcha atrás. La precoz niña veía ser esa su vocación y le hacia mucha ilusión. Se bien que, grande era el dolor de la separación de sus padres y de su patria, más grande era el fuego del amor Divino.
Después de pasar por grandes vicisitudes, al fin, al clarear el 30 de Diciembre de 1576, los clarines y tambores de la banda alegraban al pueblo por la llegada de las religiosas fundadoras.
Marianita, cuya entereza de ánimo no había flaqueado en la extremadamente dura prueba de la travesía; se convirtió en un núcleo de admiración y respeto.
Consagración al Señor
El 13 de enero de 1577, fue una fecha muy importante para la comunidad, que veía realizada la fundación. Por entonces Marianita estaba de Postulante. El 8 de septiembre de 1579 cumplidos todos los requisitos y casi cumplidos los 16 años, en una sencilla ceremonia tomó el Santo hábito. Sobresaliendo en la oración y la penitencia, se decía de ella, que "era una monja en miniatura".
El 4 de Octubre de 1581, Marianita, emite sus Votos entregándose por entero al Señor en un Místico Desposório: "Dios Esposo y dueño del alma ". Acabado de pronunciar los votos de Pobreza, Castidad y Obediencia, Marianita es sacada de sus sentidos y entra en un gozo estático por la aparición del Señor, quien amorosamente le acepta como Mística Esposa y le da a conocer profecías que se irán cumpliendo en el transcurso de los siglos, llegando hasta el siglo XIX.
Estos y otras gracias místicas quedaron de relieve cuando fue agraciada también con una serie de apariciones marianas, bajo la advocación de María del Buen Suceso, desde el año de 1594 hasta su muerte.
En los Oficios del Monasterio
Fue muy probada por su propia tía, y en todo sobresalía con la virtud y humildad.
Se distinguía en todos los oficios que le tocaba. Hay constancia de hechos con matices extraordinarios, como el multiplicar panes, porque no llegaban a toda la comunidad, siendo 'provisora'. Curar a una joven que se dedicaba a los menesteres de la cocina y que un día se quemó la cara y el brazo; viendo que el facultativo no daba esperanzas por haberse formado ya una gangrena, ella se ofreció a atenderla y en un mes, hizo que todo desapareciera, sin dejar huellas.
Su alma se recreaba y gozaba con los detalles para los actos litúrgicos y sobretodo la Eucaristía, cuando era sacristana; también como vicaria de coro formó jóvenes en el canto, y armoniun para la solenmización de la liturgia.
La ciudad de Quito le llegó a conocer por sus consejos y ayudas que hacía con las personas que se acercaban al Monasterio, como la Madre.
Como Abadesa
A la muerte de su tía, la Madre María de Jesús, el año 1593, que había llevado 16 años en el cargo de abadesa y fundadora; la Madre Marianita fue proclamada por unanimidad Abadesa del Monasterio, contaba con 30 años. Llega el término de su primer trienio, es reelegida por segunda vez, pero donde el Divino sembrador había regado, abonado y fecundado el dorado trigo, había crecido la cizaña. Una monjita criolla, a quien los cronistas de su tiempo denominan "la capitana", apoyada por un eclesiástico, pariente suyo, provocó la desunión monacal.
Por aquellos tiempos la diócesis de Quito estaba bajo la dirección del Obispo Franciscano, Fray Luis López de Solís. Su vicario general, dejándose llevar por las palabras de la "monja capitana" destituyó de su cargo a la Madre Marianita y fue encarcelada en el mismo monasterio. Sólo la sacaban al refectorio para recibir de la comunidad improperios, insultos, desprecios, etc. mas ella, todo lo recibía con gran humildad y obediencia. Este ejemplo de sumisión, de no defenderse y solo confiar en su amado que todo lo sabe y lo permite para el bien del alma, sirvió para que otras hermanas se unieran a ella, llegando a 25 que pasaron por los mismos castigos, porque comprendieron que la cosa iba mal en la comunidad.
Por fin llega a los oídos del Obispo lo que estaban pasando en el Monasterio de la Limpia Concepción. Con dolor escuchaba las quejas del pueblo. Acudió pues al Monasterio para informarse personalmente y poner las cosas en su sitio y la normalidad se fue restableciendo poco a poco gracias también a la bondad de la Madre Mariana de Jesús.
Aliento y consuelo de los demás
Uno de los muchos casos es el siguiente: Una madre que temía perder a la niña que esperaba con mucha ilusión, corrió al monasterio a pedir oraciones a la 'madre Marianita' y ésta le retornó a la hermana portera el obsequio de "agüita de anís del país" para que la tomara con confianza de que su parto iría bien y daría a luz una hermosa niña, sana, robusta, destinada por Dios para el Monasterio.
Pasado el tiempo, la niña ingresó en el convento. Se preparó para recibir el hábito y profesión religiosa y emprender el camino de la perfección, esforzándose siempre por pisar en las mismas huellas de santidad de su maestra; y así fue.
Cuando desempeñaba el oficio de enfermera, le preguntó a la madre si deseaba recibir los últimos sacramentos, esta le contestó que todavía no había llegado su hora, que los recibiría gozosamente el 16 último de su vida. Apenada la joven religiosa la dice: Madre le ruego me lleve y no me deje ya que no tengo fuerzas físicas para resistir la dura prueba, a lo que la madre le respondió: pide al Señor esta gracia, si le place concedértela, prepárate para irnos. Y así sucedió, ella pide permiso a su madre abadesa para morir, pide que se le conceda el hábito más viejo para su mortaja, pide que venga su confesor, pide un hoyito en la huerta para su entierro, pide perdón a toda la comunidad y llena de alegría va a los pies de Jesús y se deshace en lágrimas de felicidad.
Cuando la madre Mariana murió, ayudó a preparar las cosas en la sacristía y ya colocado el cadáver en el coro para la ceremonia que se celebra al día siguiente, pidió a la Madre abadesa que le dejara pasar junto a su madre el último momento.
Se le concedió y se colocó a los pies con la frente y las manos sobre ella y no se movió de allí hasta que a la una de la madrugada vino la madre trayéndole una taza de caldo para que tomara y al llamarle no respondió; le llamó mucho la atención porque era una hermana dócil, la tomó del hombro para verla y cual fue el susto verla muerta con sangre en sus manos, boca y los pies de la difunta. La llevan a la celda y solo pueden confirmar su muerte. Así pues, la hermana Zoila Blanca Rosa de Mariana voló al cielo junto a su madre y maestra.
Era vista en Quito, como la 'madrecita' que arreglaba los problemas y conflictos familiares.
También se da fe del don de bilocación en Madre Mariana, para ayudar a los que se encomendaban a ella cuando hacían viajes en mulos ya que los caminos estaban llenos de ladrones.
Últimos días
La Navidad de 1534 fue una fiesta inolvidable para toda la comunidad, porque sabían que sus días se acortaban y todas querían unas palabras de la madre querida, que les decía entre otras cosas: "Mirad hijas mías, que mi destierro se ha prolongado mucho, todas mis hermanas fundadoras gozan ya de la visión de Dios, dentro de un mes y medio también yo os dejaré, como nos han dejado ellas".
La llama su biógrafo la "Monja que muere tres veces" porque se comprueba histórica y documentalmente que esta bendita monja, murió realmente en el año 1582; luego sigue viviendo y muere por segunda vez el 17 de septiembre de 1588, para resucitar y volver a morir definitivamente el 16 de enero de 1635 a la edad de 72 años. A las tres de la tarde dejó de latir el corazón de Madre Marianita.
Después de la muerte
Todo el pueblo de Quito se volcó para ver por última vez a la "madrecita buena". Entre el gentío había una pobre mujer, llamada Petra Martínez que deseaba llegar a las rejas del coro y suplicar curase a su niña ciega de nacimiento, que contaba con cinco años. No cesaba de repetir:
"Madre Marianita, duélete de nosotras! ¿Qué será de esta niña, después de mi vida? ¿Quién le acariciará como lo hacía vuestra merced? Insistía la madre, deje que la mire por primera y última vez mi niña, luego la madre metía la mano por las rejas con solo el deseo de coger una rosa que adornaba las andas y al no conseguir lo deseado salió corriendo y trajo un palo y así obtuvo lo deseado y con gran alegría cogiendo a la niña le frotaba los ojos pidiéndole a la madre Marianita le curase. Y así entre llanto y súplicas se quedaron dormidas por un buen rato. Al cabo, la madre se despertó y comenzó nuevamente con sus rezos que despertó a la niña, la cual se incorporó poco a poco en las faldas de su madre y luego dando un salto a las rejas exclamando:
"Madre Marianita qué bonita ha sido, pero no duerma ya más, despiértese y levántese, otra madrecita tan bonita también está durmiendo"
a estas voces la madre no cabe en su asombro y el milagro se cumplía.
Son muchos los prodigios obrados por la intercesión de esta sierva de Dios.
Revelaciones
Consideremos algunos de las revelaciones que la Madre Mariana fue bendecida a recibir de Nuestro Señor y La Virgen Santísima.
“ las lámparas del santuario que quema ante Nuestro Señor en el tabernáculo y en que usted vio extinguirse tiene muchos significativos ”
Cinco significados:
Debido a la propagación de varias herejías
“la preciosa luz de fe será extinguida en almas por la corrupción casi total de la costumbres.”
“Las comunidades Religiosas serán reducidas en tamaño…”
“El Espíritu de impureza que penetra la atmósfera durante estos tiempos…casi no habrá almas vírgenes”
“Amada hija de mi corazón, Yo soy María del Buen Suceso, vuestra madre y protectora” y así comenzó una serie de predicciones que llenaron de angustia a Mariana de Jesús. Grandes herejías se abatirían sobre la Tierra a fines del siglo XIX y todo el XX. “La luz de la Fe se extinguirá en las almas debido a la casi total corrupción de las costumbres. En esos tiempos estará la atmósfera repleta del espíritu de impureza (...) habrá grandes calamidades, físicas y morales, públicas y privadas. El corto número de almas en las cuales se conservará el culto de la Fe y de las buenas costumbres sufrirá un cruel e indecible padecer ...”.
Continuó diciendo la Santa Madre que serían considerados mártires aquellos que se sacrificaran a sí mismos por la Iglesia y las naciones y que vendrían momentos en los que todo parecería perdido y paralizado, pero ese “.. será el feliz principio de la restauración completa”. También anunció la emancipación de España y el martirio del presidente D. Gabriel García Moreno el 6 de agosto de 1875.
Anuncio de esperanzaLas predicciones hechas por Nuestra Señora a sor Mariana fueron terribles. "Cataclismos, pestes, hambrunas, guerras sangrientas, invasiones y blasfemias;...habrá una guerra formidable y espantosa en la que fluirá sangre de propios y ajenos, de sacerdotes seculares y regulares y también de religiosas”.
Sin embargo, sobre el final, palabras de esperanza inflamaron el ánimo de la religiosa: “...entonces es llegada mi hora, en la que Yo, de una manera asombrosa destronaré al soberbio Satanás, poniéndolo bajo mi planta y encadenándolo en el abismo infernal, dejando por fin libre a la Iglesia y a la Patria de su cruel tiranía”.
Lo que la Madre de Dios anunció, al igual que en Fátima siglos más tarde aunque con otras palabras, fue el triunfo de su Inmaculado Corazón: “Recen con insistencia pidiendo a nuestro Padre Celestial que ponga fin a tan malvados tiempos, por el amor del Corazón Eucarístico de mi Santísimo Hijo...”.
La corrupción de niños.
Debido a la corrupción de costumbres en todas clases sociales y estas sutilmente enseñanzas corromperían a los niños.
La indiferencia del rico y la apatía de la gente.
“La laxitud y negligencia de los que poseen grandes riquezas quienes indiferentemente están presentes sin intervenir cuando ven la Iglesia ser oprimida, la virtud siendo perseguida, y el triunfo del demonio, sin piadosamente emplear su riqueza para la destrucción de este mal y la restauración de la Fe. Y es también debido a la indiferencia de la gente permitiendo el Nombre de Dios ser extinguido gradualmente y entregándose al espíritu de mal, los vicios y pasiones.
“Infortunio al mundo si hay pocos monasterios y conventos! ...nadie sabe de donde viene la salvación de almas, la conversión de grandes pecadores, el fin de grandes plagas, la fecundidad de la tierra, el fin de pestilencia y guerras, y de la armonía entre naciones. Todo esto es debido a las oraciones que suben arriba de los monasterios y conventos.
Nuestro Señor aseguro a la Madre Mariana que El esta contento con almas que toman sobre sí mismos la tarea sublima de sufrir por la santificación del Clero por medio de sus oraciones, sacrificios y penitencias, y prometió dar una gloria especial en el Cielo a esas almas.
En 1610 Nuestra Señora pidió a la abadesa, la Madre Mariana:
“pido y ordeno que una estatua de mí sea hecha para el consuelo y el apoyo de mi monasterio y los fieles de ese tiempo (el siglo xx). El obispo le debe dar el nombre de María del Buen Suceso de la Purificación o de Candelaria.
Mariana de Jesús Torres recibió muchas visiones durante su vida, incluso Cristo le dijo que el dogma de la Inmaculada Concepción se proclamaría en un tiempo de grande crisis en la Iglesia. Ella recibió las advertencias de Jesús que hombres, sobre todo, los sacerdotes y las almas religiosas, deben darse cuenta cuán mucho El era herido por la frialdad, falta de confianza, imperfecciones, y de la indiferencia. Las medidas medias, fue dicho, no complacían a El mientras El vive en el tabernáculo exponiéndose a tantas profanaciones y sacrilegios odiosos.”
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