sábado, 15 de mayo de 2010

Italia desactiva un plan de marroquíes para asesinar al Papa

ROMA (Notimex) — Dos marroquíes expulsados el mes pasado de Italia planeaban asesinar al papa Benedicto XVI, reportó este viernes el semanario Panorama.
El gobierno italiano sacó del país a Mohamed Hlal, de 26 años, y Ahmed Errahmouni, de 22 años, estudiantes en la Universidad de Perugia, debido al supuesto atentado que diseñaban contra el pontífice. Sin embargo, el Ministerio del Interior no reveló el plan para evitar la alarma, según la revista.
La expulsión fue anunciada el 29 de abril. En el decreto que la ordenaba, firmado por el ministro del Interior, Roberto Maroni, las autoridades establecieron el 21 de abril que Hlal había emprendido un “proceso de radicalización religiosa” en el que planeaba el asesinato de Benedicto XVI “para garantizarse el paraíso”.
Según Panorama, desde hace al menos un año agentes de la Dirección de Investigaciones Generales y Operaciones Especiales (Digos), un cuerpo especial de la policía italiana, vigilaban al marroquí, quien fue detenido después de revelar su intención de comprar explosivos.
El segundo hombre, Errahmouni, es un experto en informática que tenía en su poder un mapa de Turín, la ciudad que el Papa visitó recientemente para participar en la exposición del Santo Sudario, de acuerdo con el semanario.
También le fueron confiscadas fotos de iglesias, incluida la basílica de San Pedro, y se detectaron sus vínculos con movimientos del extremismo islámico.
Benedicto XVI, cuyo nombre de pila es Josehp Ratzinger, inició su papado en abril de 2005, tras la muerte del polaco Juan Pablo II. De 83 años, el pontífice alemán ha sido tenido choques con el mundo del islam.
En septiembre de 2006, en la Universidad de Ratisbona, pronunció un discurso en el que citaba una frase de emperador bizantino Manuel II Paleólogo: “Muéstrame también aquello que Mahoma ha traído de nuevo, y encontrarás solamente cosas malvadas e inhumanas, como su directiva de difundir por medio de la espada la fe que él predicaba”. Su mensaje causó polémica y molestia entre los musulmanes.

Parte del discurso que generó polémica:

"En el séptimo coloquio editado por el profesor Khoury, el emperador toca el tema de la 'yihad' (...) de manera sorprendentemente brusca se dirige a su interlocutor simplemente con la pregunta central sobre la relación entre religión y violencia, en general, diciendo: 'Muéstrame también aquello que Mahoma ha traído de nuevo, y encontrarás solamente cosas malvadas e inhumanas, como su directiva de difundir por medio de la espada la fe que él predicaba'. El emperador explica así minuciosamente las razones por las cuales la difusión de la fe mediante la violencia es algo irracional. La violencia está en contraste con la naturaleza de Dios y la naturaleza del alma. 'Dios no goza con la sangre; no actuar según la razón es contrario a la naturaleza de Dios. La fe es fruto del alma, no del cuerpo. Por lo tanto, quien quiere llevar a otra persona a la fe necesita la capacidad de hablar bien y de razonar correctamente, y no recurrir a la violencia ni a las amenazas... Para convencer a un alma razonable no hay que recurrir a los músculos ni a instrumentos para golpear ni de ningún otro medio con el que se pueda amenazar a una persona de muerte...'"
(...)
"La afirmación decisiva en esta argumentación contra la conversión mediante la violencia es: no actuar según la razón es contrario a la naturaleza de Dios. El editor Theodore Khoury, comenta que para el emperador, como buen bizantino educado en la filosofía griega, esta afirmación es evidente. Para la doctrina musulmana, en cambio, Dios es absolutamente trascendente. Su voluntad no está ligada a ninguna de nuestras categorías, incluso a la de la racionalidad. En este contexto, Khoury cita una obra del conocido islamista francés R. Arnaldez, quien revela que Ibh Hazn llega a decir que Dios no estaría condicionado ni siquiera por su misma palabra y que nada lo obligaría a revelarnos la verdad. Si fuese su voluntad, el hombre debería practicar incluso la idolatría".
(...)
"Mi intención no es el reduccionismo o la crítica negativa, sino ampliar nuestro concepto de razón y su aplicación (...) Sólo lo lograremos si la razón y la fe avanzan juntas de un modo nuevo, si superamos la limitación impuesta por la razón misma a lo que es empíricamente verificable, y si una vez más generamos nuevos horizontes (...) Sólo así podemos lograr ese diálogo genuino de culturas y religiones que necesitamos con urgencia hoy. En el mundo occidental se sostiene ampliamente que sólo la razón positivista y las formas de la filosofía basadas en ella son universalmente válidas. Incluso las culturas profundamente religiosas ven esta exclusión de lo divino de la universalidad de la razón como un ataque a sus más profundas convicciones. Una razón que es sorda a lo divino y que relega la religión al espectro de las subculturas es incapaz de entrar al diálogo con las culturas (...) En el diálogo de las culturas invitamos a nuestros interlocutores a encontrar este gran 'logos', esta amplitud de la razón".


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