martes, 17 de mayo de 2011

NO QUIERO TURBARME, DIOS MIO: ¡ CONFÍO EN TI!

Jesús al alma:


¿Por qué os llenáis de turbación y os dais cuidado? Dejad a mí la gestión de vuestros asuntos y todo se calmará. En verdad os digo que cada acto de real, ciego y completo abandono en mí, produce el efecto que deseáis y resuelve los problemas más espinosos.


Abandonarse en mí no significa atormentarse, trastornarse o desesperarse, volviendo luego a una oración llena de inquietud para que yo os ayude, y cambiar así la inquietud en la oración. Abandonarse significa cerrar plácidamente los ojos del alma, apartarse del pensamiento de la tribulación, y confiarse a mí para que sólo yo obre, diciéndome: ocúpate Tú de ello. La preocupación, la turbación, el querer pensar en las consecuencias de un hecho son cosas contrarias al abandono, contrarias por naturaleza.


Es como la confusión que traen los niños que pretenden que la mamá piense en sus necesidades, y quieren pensarlas ellos, obstaculizando con sus ideas y sus fijaciones infantiles, su trabajo. Cerrad los ojos y dejaos llevar por la corriente de mi gracia, cerrad los ojos y no pensad en el momento presente, transfiriendo el pensamiento del futuro como de una tentación, reposad en mi creyendo en mi bondad, y os juro por mi amor que, diciéndome con estas disposiciones: ocúpate tú de ello, yo lo haré por entero, os consolaré, os libraré, os guiaré.


Y cuando tenga que llevaros por un camino diferente de aquel que veis vosotros, yo os adiestraré, os llevaré en mis brazos, haré que os encontréis en la otra orilla, como niños dormidos en los brazos maternos. Lo que os turba y os hace daño inmenso son vuestros pensamientos, vuestras preocupaciones, vuestros afanes, y el querer a toda costa ser vosotros quienes remediéis aquello que os aflige.


¡Cuantas cosas yo realizo cuando el alma, tanto en sus necesidades espirituales como en aquellas materiales, se vuelve a mí, me mira y diciéndome: "ocúpate Tú de ello", cierra los ojos y reposa. Obtenéis pocas gracias cuando os atormentáis por producirlas, pero tenéis muchísimas cuando la oración es abandono pleno en mí. Vosotros en el dolor oráis para que yo obre, pero para que yo obre como vosotros creéis que debo obrar.


No os dirigís a mí, si queréis que yo me adapte a vuestras ideas; no sois enfermos que piden al médico que te cure, sino que le sugieres la cura. No obréis así, sino orad como os he enseñado en el Padrenuestro: 


"Santificado sea tu nombre", esto es, sed glorificado en esta necesidad mía.
"Venga a nos el tu reino", esto es, todo contribuya a tu reinado, en nosotros y en el mundo.
"Hágase tu voluntad así en la tierra, como en el cielo", esto es, dispón tú en esta necesidad como mejor te parezca tocante a nuestra vida temporal y eterna.


Si me decís de verdad: "hágase tu voluntad", que es lo mismo que decir: "ocúpate Tú de ello", yo intervendré con toda mi omnipotencia y venceré las mayores dificultades. Mira, ¿Tú ves que la enfermedad apremia en vez de menguar?, no te turbes, cierra los ojos y dime con confianza: Hágase tu voluntad, "ocúpate Tú de ello".


Te digo que yo así lo haré y que intervendré como médico, y que hasta obraré un milagro cuando fuere menester. ¿Ves que el enfermo empeora?. No te desanimes, sino cierra los ojos y di: "ocúpate Tú de ello". Te digo que así lo haré, y que no hay medicina más poderosa que una intervención mía de amor. Me ocuparé de ello sólo cuando cerréis los ojos.


No dormís nunca, vosotros queréis valorar todo, escudriñar todo, pensar en todo, y os abandonáis así a las fuerzas humanas, o peor, a los hombres, confiando en su intervención. Es esto lo que obstaculiza, impide mis palabras y mis cálculos. ¡Oh, como yo deseo de vosotros este abandono para beneficiaros!, ¡Y cuanto me aflijo al veros turbados!. Satanás tiende precisamente a esto: a turbaros para apartaros de mi acción y arrojaros como una presa de las iniciativas humanas.


Confiad por eso sólo en mí, reposad en mí, abandonaos a mí en todo. Yo obro milagros en proporción del pleno abandono en mí, y a la ausencia de preocupaciones vuestras; ¡Yo derramo tesoros de gracia cuando vosotros estáis en la plena pobreza!


Si apreciáis vuestros recursos, por pocos que sean, o si los buscáis, os halláis en el campo natural de las cosas, que es a menudo frecuentemente obstaculizado por Satanás.


Ningún razonador o ponderador ha hecho milagros, ni siquiera entre los Santos; obra  divinamente quien se abandona a Dios.


Cuando veas que las cosas se complican, di con los ojos del alma cerrados: Jesús, ocúpate Tú de ello. Y distráete, apártate de ti porque tu mente es penetrante... y para ti es difícil ver el mal y tener confianza en mí. Haz así para con todas tus necesidades, obrad así todos, y veréis grandes, continuos y silenciosos milagros. Os lo juro por mi amor. Y yo me ocuparé de ello, os lo aseguro.


Rogad siempre con esta disposición de abandono y tendréis gran paz y gran fruto, incluso cuando yo os concedo la gracia de la inmolación de reparación y de amor, que importa el sufrimiento. ¿Te parece imposible?. Cierra los ojos y di con toda el alma: Jesús, ocúpate Tú de ello. No temas, me ocuparé de ello y bendecirás mi nombre humillándote.


Mil plegarias no valen lo que un solo acto de abandono: recordadlo bien. No hay novena más eficaz que esta:


¡Oh Jesús me abandono en Ti, OCÚPATE TÚ DE ELLO!


Sacerdote Don Dolindo Ruotolo

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