Ciudad del Vaticano.- El Papa Benedicto XVI reprobó este día las leyes que aceptan las llamadas “familias alternativas” y las uniones entre personas del mismo sexo porque, dijo, se trata de normativas que provocan confusión sobre los valores de la sociedad.
Las declaraciones formaron parte de un mensaje dirigido a Walter Jurgen Schmid, nuevo embajador de Alemania ante El Vaticano, quien presentó sus cartas credenciales al pontífice en una audiencia privada en la residencia de verano de la Sede Apostólica en Castelgandolfo, al sur de Roma.
“La Iglesia ve con preocupación el creciente intento por eliminar el concepto cristiano del matrimonio y familia de la conciencia de la sociedad”, afirmó.
Insistió en que el matrimonio se manifiesta como la unión duradera entre un hombre y una mujer, que tiende siempre a la transmisión de la vida humana y que permite a los compañeros relacionarse mutuamente para siempre.
“Para esto es necesaria una cierta madurez de la persona y una fundamental actitud existencial y social. Debemos ser conscientes que el éxito de los matrimonios depende de todos nosotros y de la cultura personal de los individuos”, estableció.
“En este sentido –agregó- la Iglesia no puede aprobar iniciativas legislativas que impliquen una reconsideración de modelos alternativos de la vida de pareja y de la familia”.
Según el líder católico, las uniones legales entre personas del mismo sexo contribuyen al debilitamiento de los principios del derecho natural y relativizan toda la legislación, provocando una confusión sobre los valores de la sociedad.
En su mensaje se mostró preocupado también por el desapego hacia la religión mostrado por los seres humanos del tiempo actual, quienes –sostuvo- han marginado al Dios del cristianismo hecho persona y lo han sustituido por un ser superior, misterioso e indeterminado.
Lamentó que incluso los cristianos muestren una inclinación hacia concepciones religiosas permisivas y advirtió que el actuar social está cada vez más dominado por el interés privado y por el cálculo del poder, en daño de la sociedad.
Ponderó que si el ser humano abandona la fe en un Dios personal, surge la alternativa de un dios que no conoce, no escucha y no habla pero, sobre todo, que no tiene una voluntad.
“Si Dios no tiene una propia voluntad el bien y el mal finalmente no son más distinguibles, el bien y el mal no están más en contradicción entre ellos, sino que están en oposición donde uno sería el complementario del otro”, indicó.
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