TIEMPOS APOCALIPTICOS

Pbro. Basilio Méramo






Los Tiempos Apocalípticos están caracterizados por: la Crisis de Fe y la Gran Apostasía, la Abominación de la desolación en lugar santo, el Anticristo (en su doble versión) la Bestia del Mar, versión política, y la Bestia de la tierra o pseudoprofeta, versión religiosa o carismática, como es lo religioso en el mundo moderno.

Todo esto no es más que la Religión (y por ende los dogmas de la fe) adulterada, falsificada, falseada, falsa, se trata de un cristianismo adulterado por el comercio (trato carnal y mundano) con el mundo, es la relación sacrílega y adultera por la conjunción o compenetración de Iglesia y Mundo, tal como el Ecumenismo sacrílego y adultero propicia, he aquí el famoso «aggiornamento» (puesta al día) de la Iglesia, de lo Sacro, a lo vil y mundano; he aquí la relación adultera de la connivencia y maridaje entre el Mundo y la Iglesia, y el resultado no puede ser que un fruto bastardo, como lo es todo el culto de la Nueva Iglesia Modernista. De aquí que Monseñor Lafebvre calificó a la Nueva Misa, de Misa bastarda. Y ahora lo terrible y lo tremendo por si fuera poco con lo ya dicho, todo esto no es más que la obra de un gran falsificador y un gran adultero, de un gran infame y sacrílego como pide, exige y reclama, la realidad de las cosas y de los hechos. Todo efecto tiene su causa, y sus instrumentos. Ahora bien, todo esto no es obra del azar, ni por generación espontánea, nada de eso, hay una causa y esta es la del Anticristo el cual en concreto se personifica en un impostor de carácter religioso y que mejor que en un antipapa . El anticristo en su versión religiosa, bestia de la tierra es un mitrado un obispo de la jerarquía de la Iglesia, está suficientemente señalado para identificarlo, pues tiene cuernos como de cordero o sea la mitra, los dos cuernos de Moisés que simbolizan el Antiguo y Nuevo Testamento.
 





Un obispo que tenga o pueda tener un poder universal para arrastrar a todos tras la religión falsificada, no puede ser sino la obra del único obispo con poder universal en la Iglesia, y este es el obispo de Roma, el Papa. De aquí lo terrible, pues Satanás se valdrá del Papado para prostituir como la Gran Ramera la Iglesia Santa de Dios. De aquí que necesariamente tiene que ser un falso Papa, un impostor un antipapa, pues un Papa verdadero no puede ejercer y llevar a cabo tan tremenda acción.

Luego la abominación de la desolación en lugar santo, la adulteración de la religión, la profanación de la Iglesia, la falsificación de la fe y de los dogmas de fe, son la obra del pseudo profeta, la bestia de la tierra al servicio del mundo y de su poder político la sinarquia judaica, representada en la bestia del mar, formado entre ambos el Anticristo completo, que representan estas dos Bestias o Fieras apocalípticas.

Esta es la esencia del contenido (poco mas, poco menos) del 3er. Secreto o mensaje de Fátima. Y es lo único que justifica o explica el porque tanto misterio con su revelación.

Textos en los cuales nos valemos para afirmar lo dicho.

Culto antropoteista del Anticristo: «la adoración sacrílega del hombre por el hombre, que será la herejía del Anticristo» (Castellani, El Apokalypsis, ed. Paulinas, Buenos Aires 1963, p.38).

La religión del hombre, el humanismo ateo, es la característica de la nueva religión antropocéntrica, del actual Ecumenismo.

«En el Anticristo habrá dos cosas, un sacrilegio y una herejía (“Segunda Bestia”). Se hará adorar como Dios, lo cual es un sacrilegio, y por cierto el máximo, y para ello se servirá como de instrumento de un culto religioso derivado espúreamente del mismo Cristianismo: Es decir, de una herejía cristiana que pareciera ha nacido ya en el mundo. (...) y así el poder político deificado y encarnado en un “plebeyo genial” y apoyado por un sacerdocio, será la abominación de la desolación y el reinado del Anticristo.» (Ibid. p. 38-39).

La abominación de la desolación se identifica con el reinado del Anticristo.



«La primera herejía, por lo que sabemos de ella, se parece a la última herejía. Quiero decir, a la de nuestros tiempos; y se puede decir que transcurre transversalmente toda la historia de la Iglesia, y es como el fondo de todas las herejías históricas. Era una especie de gnosticismo dogmático y laxismo moral, un “sincretismo”, como dicen hoy los teohistorigrafos. Era una falsificación de los dogmas cristianos, adaptándolos a los mitos paganos, sin tocar su forma externa por un lado; y concordantemente, una promiscuación con las costumbres relajadas de los gentiles; nominalmente, en la lujuria y en la idolantria (...) comían de las carnes sacrificadas a los dioses, en los banquetes rituales que celebraban los diversos “gremios”, lo cual era una especie de acto religioso idolátrico o sea, de “comunión”; y se entregaban fácilmente a la fornicación, que entre los paganos no era falta mayor ni vicio alguno, incluso, según parece, después y como apéndice de los dichos banquetes religiosos.» (Ibid. p.32).
Por esto las virgenes en el Apocalipsis son los incontaminados: «“Vírgenes” significa que no se manchan con la “Fornicación” ( o sea idolatría) de la religión falsificada; la cual fornicación o apostasía propaga la mujer Ramera de la visión 16.» (Ibid. p.96).

«“Fornicar con los reyes de la tierra” significa la religión ponerse al servicio de la política.» (Ibid. p.97).

«La Medición del Templo significa la reducción de la Iglesia fiel a un pequeño grupo perseverante y la vasta adulteración de la verdad religiosa en todos los restantes; y en esto están unánimes todos los Santos Padres.» (Ibid. p. 94-95.). Es el famoso pusillus grex, pequeño rebaño Luc.12-32. Se comprenden así las palabras que inician el 3er Secreto de Fátima: En Portugal se conservará siempre el dogma de la Fe.

«Solo el Tabernáculo (o Sancta Sanctorum) será preservado: un grupo pequeño de cristianos fieles y perseguidos; el Atrio, que comprende también las Naves (no las había en el Templo de Jerusalén) será pisoteado. Y esa es “la abominación de la desolación”, que dijo Daniel y repitió Cristo». (Ibid. p.154).

«Todos los Santos Padres han visto en esta visión (Medición del Templo) el estado de la Iglesia en el tiempo de la Gran Apostasía: reducida a un grupo de fieles que resisten a los prestigios y poderes del Anticristo (mártires de los últimos tiempos) mientras la religión en general es pisoteada durante 42 meses o 3 años y medio. Pisotear no es eliminar: el “Cristianismo será adulterado.» (Ibid. p.152).

«El mismo Templo y la Ciudad Santa serán profanados, ni serán ya santos. No serán destruidos. La religión será adulterada, sus dogmas vaciados y rellenados de sustancia idolátrica; no eliminada, pues en alguna parte debe estar el templo en que se sentará el Anticristo “haciéndose adorar como Dios”, que dice San Pablo. La Gran Apostasía será a la vez una grande, la más grande Herejía» (Ibid. p.153). «Cristo dice en su sermòn Esjatológico que la Gran Apostasía haría caer si fuera posible incluso a los elegidos.» (Ibid. p.125).

«Ni el culto de Satán tiene la sutil malicia y total falsificación de la verdad que tiene esta herejía adulterada de todo el cristianismo. Otros elementos del ejercito anticristico (como la Masonería, la magia y el Satanismo) no se niegan con esto.» (Ibid. p.188).

«Con retener todo el aparato externo y la fraseología cristiana, falsifica el cristianismo, transformándolo en una adoración del hombre; o sea, sentando al hombre en el templo de Dios, como si fuese Dios. Exalta al hombre como si sus fuerzas fuesen infinitas. Promete al hombre el reino de Dios y el paraíso en la tiera por sus propias fuerzas. La adoración de la Ciencia, la esperanza en el Progreso y la desaforada Religión de la Democracia, no son sino idolatría del hombre; o sea, el fondo satánico de todas las herejías, ahora en estado puro.» (Cristo ¿Vuelve o no vuelve? ed. Dictio, Buenos Aires 1976 p.18).

«La fiera del Mar (therion significa fiera y no simplemente “Bestia” como traen nuestras Biblias traducidas) es simplemente el Anticristo (...) La fiera de la tierra es una religión falsa (falsificada) o herejía máxima, con su jefe y conductor: quizás un Obispo apóstata que es también un mago (Solovief).» (Apokalypsis p. 95).

La unificación mundial propiciada por el poder oculto judío (con sus organizaciones satélites, ONU; OEA; etc) y la finanza internacional también judía, es la meta del Anticristo: «Hoy día es “un fin político lícito” y muy vigente por cierto, la organización y unificación de las comarcas del mundo en un solo reino – que por ende se parecerá al Imperio Romano. Esta empresa pertenece a Cristo; y es en el fondo la secuela aspiración de la Humanidad; pero será anticipada malamente y abortada por el Contra -cristo ayudado del poder de Satán. En el Boletín de “Canadian Intelligence Service (enero 1963) podemos ver el poder que tienen actualmente, en E.E.U.U. e Inglaterra sobre todo, los “One-Worlders” o partidarios de la unificación del mundo bajo un solo Imperio. Propician la amalgama del Capitalismo y el Comunismo, que será justamente la hazaña del Anticristo» (Ibid. p.p. 188-189). «La última herejía será optimista y eufórica “mesiánica”. El bolchevismo se incorporará, será integrado en ella.» (Ibid. p. 201).

«El Capitalismo y el Comunismo, tan diversos como parecen, coinciden en su fondo, digamos, en su núcleo “místico”: ambos buscan el Paraíso Terrenal por medio de la Técnica; y su “mística” es un mecanismo tecnólatra y antropólatra, cuya difusión vemos hoy día por todos lados, y cuya dirección es la edificación del hombre; la cual un día se encarnará en un hombre» (Ibid. p. 347).

«El Anticristo no será un demonio, sino un hombre “demoniaco”, tendrá “ojos como de hombre”, levantados con la plenitud de la ciencia humana, y hará gala de humanidad y “humanismo”, aplastará a los santos y abatirá la ley, tanto la de Cristo como la de Moisés; triunfará tres años y medio hasta ser muerto “ sine manu”, no por mano de hombre; hará imperar “la abominación de la desolación.” O sea, el sacrilegio máximo; será soberbio mentiroso y cruel, aunque se fingirá virtuoso (...) será ateo y pretenderá el mismo recibir honores divinos; en que forma, no lo sabemos: como Hijo del Hombre, como verdadero Mesías, como encarnación perfecta y flor de lo humano soberbiamente divinizado, como Fuehrer, Duce, Caudillo y salvador de los hombres; como Resucitado de entre los muertos. (...) Reducirá a la Iglesia a su extrema tribulación, al mismo tiempo que fomentará una falsa Iglesia. Matará a los profetas y tendrá de su lado una manga de profetoides, de vaticinadores y cantores del progresismo y de la euforia de la salud del hombre por el hombre, hierofantes que proclamarán la plenitud de los tiempos y una felicicdad nefanda. Perseguirá sobre todo la predicación y la interpretación del Apocalipsis; y odiará con furor aun la mención de la Parusía. En su tiempo habrá verdaderos monstruos que ocuparan cátedras y sedes, y pasarán por varones píos, religiosos y aun santos; porque el hombre de pecado tolerará y aprovechará un cristianismo adulterado. Abolirá de modo completo la Santa Misa y el culto público durante 42 meses o sea 1260 días – que serán largos de pasar» (Ibid. p.p. 198-199).

«La mujer ramera y blasfema es la religión adulterada, ya formulada en Pseudoiglesia en el fin del siglo, prostituída a los poderes de este mundo, y asentada sobre el formidable poder político anticristiano.» (Ibid. p 261).

«Cuando vino Cristo eran tiempos confusos y tristes. La religión estaba pervertida en sus jefes, y consiguientemente en parte del pueblo. (...) Cuando Cristo vuelva la situación será parecida. Solamente el fariseísmo, el pecado contra el Espíritu Santo, es capaz de producir esa magna apostasía que el predijo: “La mayor tribulación desde el Diluvio acá”, será producida por la peor corrupción, la corrupción de lo óptimo. (...) por eso San Juan vio en la frente de la ramera la palabra Misterio, y dice se asombró sobremanera; y el Angel le dice: “Ven, y te explicaré el misterio de la Bestia”. Es el misterio de iniquidad, la abominación de la desolación: La parte carnal de la Religión ocultando, adulterando y aun persiguiendo la verdad. “Sinagoga Sátanae.» (Ibid. p.257).

Se comprende así la persecución violenta y silenciosa contra toda la Tradición de la Iglesia, dogma, culto y moral.

«La esposa comete adulterio: cuando su legítimo Señor y Esposo Cristo no es ya su alma y su todo; cuando los gozos de su casa no son ya toda su vida; cuando codicia lo transitorio del mundo en sus diversas manifestaciones; cuando mira sus grandezas, riquezas y honores con ojos golosos (...) Esto es lo que llama el profeta “fornicar con los Reyes de la tierra”. Primero se fornica en el corazón desfalleciendo en la fe; después en los hechos, faltando a la caridad. El error fundamental de nuestra práctica actual y -aun teoría a veces- es que amalgamamos el reino y el mundo, lo cual es exactamente lo que la Biblia llama “prostitución”.» (Ibid. p.258).

Esto fue lo que instituyo desgraciadamente el Concilio Vaticano II con su «aggiornamento» y su ecumenismo, y no es má s que una prostitución. Al pan, pan y al vino, vino. Las cosas son lo que son o dejan de ser. Pero resulta que el Concilio Vaticano II único Concilio Ecumenico en toda la historia de la Iglesia que no fue (no quizo ser) infalible, se impone con dogmatismo doctrinal, y es más respetado que el mismo Dogma de la Fe, que el mismo Deposito de la Fe, que la misma Revelación Divina. ¡habrase visto mayor confusión y error! Solo cabe una palabra prostitución de la religión, prostitución de la jerarquía de la Iglesia, parte carnal, humana como hombres que son, que fornican con los Reyes de la tierra, amalgamando Iglesia y Mundo.

Aquí está representada la Bestia de la tierra, el Pseudoprofeta, semajante al cordero pero que propaga un culto sacrílego, una religión fornicaria al servicio Anticristo, la otra bestia del mar: «El otro seductor y tirano del mundo que más tarde Juan llamará “el Pseudoprofeta”, tiene un carácter religioso: “semejante al Cordero” y surge de la Tierra firme, la Religión; no como la otra, del mar del mundo mundano. Y esta fiera es la que hizo que todo el mundo adorara la otra.» (Ibid. p.209).

«Esta historia de una religión falsa, falseada, falsificada, falluta (de “fallo- Fallere”, caer) la veremos recurrir de nuevo en la visión 16, la Gran Ramera; y la tal religión “fornicaría” es necesaria para que pueda surgir el culto sacrílego, del Anticristo, “que sederá en el Templo de Dios, haciéndose como si fuese Dios”, según predice San Pablo. Lo cual llama Daniel “la abominación de la desolación” – y repite Jesucristo.» (Ibid. p.211).

«No hay en la Escritura mención de otro delito del Anticristo que este de la blasfemia y el sacrilegio máximo (“la abominación de la desolación”) y la iniquidad y tirania contra los cristianos, que es su consecuencia...» (Ibid. p.344).

«La desolación abominable o la desolación, la palabra de Daniel ya aplicada a la tiranía de Antíoco varios siglos antes. También se verificó ahora, el año 70, aunque es dudoso cual fue. Ahora en el fin de los tiempos sabemos por San Pablo que el Anticristo profanará el Templo de Dios, entronizándose él como Dios; y eso es realmente una horrible profanación.» (Castellani Catecismo para adultos, ed. Patria Grande, Buenos Aires 1979 p.159).
El modernismo es la religión del Anticristo: «El “enciclopedismo” de los sedicentes “filosofos” del siglo XVIII, o sea el “naturalismo religioso” que empezó por el “deismo” y se prolonga en el actual “modernismo”: la peor herejía que ha existido, pues encierra en su fino fondo la adoración del hombre en lugar de Dios, la religión del Anticristo.»(Apokalypsis p.136).

Es importante retener que las dos bestia la del mar (Anticristo) y la de la Tierra (Pseudoprofeta) forman el Anticristo completo, ya que las dos bestias son complementarias entre sí, y se enriquece la visión que podría ser un poco parcial de otro modo, ayudando además a ver mejor, pues podría darse que la bestia del mar se consolida en un poder oculto mundial, y la bestia de la tierra por un Antipapa, al servicio de la otra bestia: «El Anticristo será, pues un Imperio Universal Laico unido a una Nueva Religión Herética; encarnados ambos en un hombre o quizá en dos hombres, el Tirano y el Pseudoprofeta.» (Cristo ¿vuelve pp 47 - 48).

San Juan identifica al Anticristo con el espíritu que disuelve o que divide a Jesús «spiritus qui solvit Jesum» (I Jn 4,3), esto es, el espíritu de apostasía.

Todo esto implica una falsa Iglesia, pues donde la religión se pervirtió, los que representan una Iglesia falsa, hasta con un falso Papa o Antipapa, que la dirige, eclipsando la verdadera Iglesia, la de siempre, la siempre fiel a la tradición apostólica romana, por esto la Salette habla del eclipse de la Iglesia y que Roma perderá la fe y será la sede del Anticristo; una falsa Iglesia requiere un falso Papa (Antipapa).

«San Victorino Mártir netamente asevera que la Iglesia será quitada” (“de medio fiet”); pero eso no significa que será extinguida del todo y absolutamente como lee Domingo Soto, O.P.; sino su desaparición de la sobre haz de la tierra. Y su vuelta a unas más oscuras y hórridas catacumbas.» (Ibid.p204).

Si se mira bien esto es en cierto modo un hecho, el culto verdadero a quedado sepultado, la misa de siempre ha sido relegada de los templos e iglesias; se cumple lo que San Jerónimo dice, comentando a Daniel 12,11 donde se refiere a la abolición del sacrifico perpetuo y a la abominación de la desolación: «por sacrifico perpetuo entienden aquí los Padres con San Jerónimo, el de la Eucaristía, y todo el culto solemne, que ninguno osará ofrecer públicamente.» (Scio).

Tal como hoy acontece, nadie se atreve a decir la Santa Misa de siempre salvo unos poquísimos sacerdotes fieles a la Tradición de la Iglesia.

La Iglesia quitada, es decir, eclipsada, en el sentido como explica el P. Castellani al referirse a la vuelta de Cristo y a la perdida de la fe: «porque fe habrá aunque sean pocos y perseguidos en los últimos tiempos. Pero la fe en este sentido, significa la fe organizada, es decir la Iglesia. La iglesia dice el teólogo Domingo Soto será quitada del medio.» (Catecismo para adultos, ed. Patria Grande, Buenos Aires 1979 p.36)

«En todas las naciones hay grandes catedráticos de la AntiIglesia, voceros potentes de la impiedad.» (Castellani, Los Papeles de Benjamín Benavides, ed. Dictio Buenos Aires 1978, p. 266).

La AntiIglesia es la que persigue y eclipsa a la Iglesia, pues no la puede totalmente destruir, gracias a la promesa las puertas del infierno no prevalecerán, ya que siempre habrá un pequeño rebaño.

La posibilidad de un antipapa o falso Papa por haber perdido la fe en connivencia con el hombre y el mundo no es algo absurdo, ni contra la fe, como algunos equivocadamente piensan o creen. Claro está que un anitpapa no es algo nuevo en la historia de la Iglesia, ha habido al menos unos cuarenta y el primer antipapa terminó muriendo mártir, y fue San Hipólito Mártir. Además en nada afecta a la fe ni a la institución divina de la Iglesia un antipapa, pues queda siempre a salvo la institución del Papado, pues los Papas nacen y mueren, pero el Papado y la Iglesia nacen pero no mueren a lo largo de la historia. El error de Lutero fue aplicarle al Papado lo que las Escrituras decían del Anticristo, otra cosa es que un Papa por un misterio de iniquidad claudique en la fe convierta a Roma en sede del Anticristo y se haga un anticristo, como la Bestia de la tierra o pseudoprofeta: «La segunda bestia, una fiera que surge de la tierra como la otra surgió del mar, es decir, de la Iglesia en contraposición al mundo; la cual aunque habla como dragón “tiene dos cuernos semejantes al Cordero”. Esta bestia es la que “actúa” y reduce a la práctica, es decir, ritualiza todo el poder de la otra, dice el Profeta. (...) Esta bestia es pues evidentemente un movimiento religioso, una herejía parecida al Cristianismo, la última herejía, la más nefanda y sutil de todas, la adoración del hombre; en carnada en un genio religioso, una especie de inmenso lutero, focio, o Mahoma. Quizá sea un antipapa y los dos cuernos signifiquen la mitra episcopal no lo sabemos.» (Ibid. p.297).

«¿Será el reinado de un Antipapa, o Papa falso?» se pregunta nuevamente el P. Castellani (Cristo ¿vuelve o no vuelve? (ed. Dictio Buenos Aires 1976 p.29).

Nada más judaizante como señala el P. Castellani, que esperar un triunfo de la Iglesia sin la Parusia y lamentablemente es la opinión de muchos hoy en día: « pero ¿qué cosa más judaizante que esperar un gran triunfo terreno de la Iglesia antes de la segunda venida de Cristo?» (Apokalypsis. p.87).

Igualmente de judaizante es el Ecumenismo: «El punto focal (...) no es otro que esa unificación triunfal del universo (...) la gran fusión de los pueblos en uno y del advenimiento natural de la Restauración Ecuménica. (...) Todo lo que es internacional es de esencia religiosa. (...) Decir esto es decir que todo lo que hoy día es internacional, o es católico o es judaico. Son las dos únicas religiones universales. La masonería es una invención judaica, el islaismo es una herejía judaica» (Cristo ¿vuelve... p .289)

«Hoy día, todo lo que es internacional, si no es católico es judio, incluso la francmasonería.» (Ibid. p150). «Si admitimos que la pacificación de la Humanidad en una gran familia es un asunto religioso, no quedan para realizarlo sino dos religiones que son internacionales: la Iglesia Católica y la Anti-Iglesia, o sea la Sinagoga. La Iglesia es internacional por divina vocación. La Sinagoga es internacional por divina maldición. La Iglesia y la Sinagoga representan las dos concreciones más fuertes y focales del sentimiento religioso que existen en el mundo. (...) Todas las demás religiones jerárquicas existentes son herejías de estas dos: el mahometismo es una herejía judaica, el protestantismo es una herejía cristiana. Las religiones panteístas del oriente son formas del paganismo, constituyen el sentimiento religioso informe que no ha llegado a realizarse en sociedad religiosa. (...) El bolchevismo tiene raíz judaica, es mesiánico, anticristiano y profetal, y por tanto está en el plano religioso. El ateísmo ruso está informado de un oscuro soplo religioso. Es una forma provisional, representa una etapa, la etapa de la lucha contra las religiones trascendentes. El mismo es una religión inmanente, la religión del hombre divinizado, el reverso del misterio de la encarnación, el Misterio de Iniquidad de que hablo San Pablo...» (Ibid. p.p. 151-152).

«La naturaleza del comunismo es religiosa y no solamente política. Es una herejía cristiano judaica. Del cristianismo descompuesto en protestantismo tomó Marx la idea obsesiva de justicia social, que no es sino la primera bien aventuranza vuelta loca, vaciada de su contenido sobrenatural: los pobres deben reinar aquí, reinar políticamente por el mero hecho de ser pobres, como los santos de Oliver Cromwell. Pero el elemento formal de la herejía es judaico: es el mesianismo exasperado y temporal que constituye el fondo amargo de la inmensa alma del Israel deicida a través de los siglos: Construiremos con la fuerza, con la astucia y con la religiosidad unidas un Reino Temporal del Proletariado, que será el Paraíso en la Tierra. Para eso destruiremos primero todo el orden existente, incurablemente inficionado por el mal.» (Ibid. p. 205).

«El comunismo no es un partido; el comunismo es una herejía. Es una de las tres Ranas expelidas por la boca del diablo en los últimos tiempos, que no son otros que los nuestros. Las otras dos ranas, herejías palabreras que repiten siempre la misma canturria y se han convertido en guías de los reyes, es decir, en poderes políticos, son el catolicismo liberal y el modernismo. Estas tres herejías se van a unir por las colas, (cosa admirable, dado que las ranas no tienen cola) contra lo que va quedando de la Iglesia de Cristo, un día que quizá no está lejano.» (Ibid. p.204).

«El cuá-cuá del liberalismo es “libertad, libertad , libertad”; el cuá – cuá del comunismo es “Justicia social”; el cuá-cuá del modernismo, de donde nacieron los otros y los reunirá un día, podríamos asignarle éste: “Paraíso en Tierra; Dios es el Hombre; el hombre es dios”. ¿Y la “democracia”? Es el coro de las tres juntas: democracia política, democracia social y democracia religiosa: Demó –cantaba la rana, craciá- debajo del río.» (Los Papeles p46).

«Y las tres ranas son tres herejías: nominatim, el liberalismo, el comunismo y el modernismo o naturalismo religioso.» (El Apokalypsis p. 97).

El fin o final en resumidas cuentas ¿cuál es? Pues bien como será una derrota temporal y será un triunfo sobrenatural. Sobrenatural porque exige la intervención divina, la manifestación de la Parusia del Señor en gloria y majestad, y no como el progresismo judaizante sin esta intervención de Dios. Triunfo sobrenatural del bien sobre el mal, al igual que el de la Cruz o como dice el P. Castellani: «El término de la historia será una catástrofe, pero el objetivo divino de la historia será alcanzada en una metahistoria, que no será una nueva creación sino una “trasposición”, pues “nuevos cielos y nueva tierra” significa “renovadas todas las cosas” de acuerdo a su prístino patrón divinal.» (El Apokalypsis p. 149).

«El mundo va a una catástrofe intrahistórica que condicione un triunfo extrahistórico; o sea una “trasposición” de la vida del mundo en un transmundo; y del Tiempo en un Supertiempo; en el cual nuestras vidas no van a ser aniquiladas y luego creadas de nuevo, sino (como es digno de Dios) transfiguradas ellas todas por entero, sin perder uno solo de sus elementos.» (Ibid. p.152).

«O sea el fin catastrófico intrahistórico de la humanidad junto con el fin triunfal extrahistórico. Pues de sus dos elementos contrarios se compone la esjatología cristiana.» (Ibid. p. 175).

El fin triunfal extrahistórico o metahistórico es el Reino de Cristo Rey, de los Sagrados Corazones de Jesús y María, es el Milenio de la exegisis Patrística y la doctrina común de la Iglesia primitiva, es el Milenio del Apocalipsis, del cual citaremos algunos autores para tener una idea de sus rasgos esenciales.

El P. José Rovira S.J. autor del artículo Parusía de la Enciclopedia Espasa expone: «La Parusía no es otra cosa, según dijimos, sino la segunda venida de Cristo. Vendrá Cristo Jesús del cielo a donde subió en su gloriosa ascensión (Act. 1,9-11), más no vendrá como vino la primera vez cuando el verbo se hizo carne (...) antes vendrá y aparecerá con gloria, con gloria y esplendor (...) después que el sol se obscurecerá y la luna no dará su luz y las estrellas caerán, entonces aparecerá la señal del Hijo del hombre (probablemente la cruz), y entonces lamentarán todas las tribus de la tiera y verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria (Mt.24,30; Mc. 13,26; Luc.21,27), (...) pero entre todas campea la descripción que de esta venida nos hace el apóstol San Juan en el capítulo 19 del Apocalipsis, en donde lo describe como rey guerrero que va a pelear contra al Anticristo (...) Cristo no vendrá solo como rey que es, vendrá acompañado de su corte (...) con sus ángeles (Mt.26,27) (...), con sus santos.. (Jud. 14,25) (...) Seguirase después la resurrección de los santos. Verdad es que acerca de este punto no están de acuerdo los teólogos e interpretes, pues comúnmente dicen que la resurrección ha de ser de todos juntos y aun mismo tiempo, pero esto ha de entenderse de la resurrección general. Mas esta resurrección particular de los santos será como un privilegio y así como resucitó Cristo y con Cristo resucitaron también otros santos, como dice San Mateo (27,52-53), los cuales probablemente, como asiente Santo Tomas (S.Th. Sup. Q.77,a1,ad3), no volvieron a morir, así también puede admitirse que cuando aparecerá Cristo en su segunda venida para destruir al Anticristo, resucitarán por privilegio, no todos los santos, sino solamente algunos. (...) Según esto, distingue San Pablo claramente a la venida de Cristo dos clases o suertes de justos que se le juntaran. Los unos serán los muertos que resucitarán primeramente, resucitarán incorruptos; los otros serán los vivos, los cuales no morirán sino que serán transformados de mortales y corruptibles en incorruptibles e inmortales y juntamente con los otros serán arrebatados por el aire sobre las nubes del cielo al encuentro de Cristo. (...) Los otros muertos no vivieron hasta que se cumplan los mil años. San Juan parece indicar dos clases o suertes de escogidos, los unos son los degollados por el testimonio de Jesús, esto es, los mártires, o todos o algunos, y en primer lugar los Apóstoles a los cuales prometió en mismo Cristo que en la regeneración se sentarían sobre 12 tronos para jugar a las 12 tribus de Israel; los otros son los que no adoraron a la bestia ni recibieron su señal, aunque no hayan sido martirizados sino que estén vivos, pues de lo contrario no había que distinguirlos de los mártires. (...) Efecto de la venida de Cristo será también la destrucción del Anticristo. (...) Entonces, pues, vendrá Cristo a destruirle y a salvar y liberar a los suyos. (...) se manifestará aquel inicuo, al cual el señor matará (propiamente quitará de en medio) con el soplo de su rostro y lo destruirá con el resplandor de su venida (2Tes 2,8). Y San Juan en el Apocalipsis dice lo mismo (Ap. 19,11-21) (...) Destruidas las potestades antiteocráticas y encadenado y encarcelado el demonio, siguiráse luego el reino de Cristo y de los santos. Este reino predícelo el profeta Daniel en el capitulo séptimo de su profecía[1] (...) En este texto se predice claramente que a la destrucción del Anticristo y de las otras potestades antiteocráticas le seguirá no sólo un triunfo, sino un reino de Cristo y de los Santos, un reino que será sobre la tierra o debajo del cielo, como dice Daniel, un reino en que el poder será del pueblo de los santos altísimos, al cual (pueblo) todos los reyes le servirán y obedecerán. (...) Véase por ejemplo, lo que dice Cornelio a Lapide: “Entonces, destruido el reino del Anticristo la Iglesia reinará en toda la tierra y de los judíos y de los gentiles se hará un solo redil con un solo pastor”. Seguiráse después la sublevación o rebelión de Goy y Magog contra la ciudad de los santos, que es probablemente según veremos diversa de la persecución del Anticristo. Luego, mas tarde, el fuego de la conflagración (...) y por fin terminará todo con la resurrección última y el juicio final (...) Y San Pablo (1Cor.15,24-28) dice también que Cristo reinará hasta que ponga bajo sus pies a todos sus enemigos, y la última de todas será destruida la muerte: después de esto Cristo entregará su reino al Padre y entonces será Dios todas las cosas en todos.»

«Hemos visto que según la predicción de Daniel (7,26-27) inmediatamente después de la muerte del Anticristo no se acabará el mundo, sino que seguirá la Iglesia compuesta de judíos y gentiles y extendida por toda la tierra, y los santos ejercerán el poder y la soberanía y a ellos servirán y obedecerán todos los reyes del orbe. (...) aunque Daniel dice que su reino será sempiterno, es porque nos presenta este reino de los santos en la tierra continuándose con el del después del juicio. Más ahora hablamos solamente del reino de los santos en la tierra, del reino de los santos anterior al juicio final y este claro está que no ha de ser eterno (...). Algunos interpretes, aun de los que admiten el reino de los santos en la tierra, dicen como Tirini, a Lapide que este reino ha de durar breve tiempo; otros no hablan de su duración, otros suponen o afirman que durará largo tiempo (...) En este punto los milenaristas fundándose en el Apocalipsis (20,1-9) admitieron después de la muerte del Anticristo un reino de Cristo y de los santos en la tierra que había de durar mil años.»

El P. Benjamín Martín Sánchez resume así en el Nuevo Testamento Explicado, ed, Apostolado Mariano, Sevilla 1988, nota al capítulo 20 del Apocalipsis: «El milenarismo es la creencia de los que han dicho que Jesucristo reinará sobre la tierra con sus santos en una nueva Jerusalén por el tiempo de mil años antes del día del juicio. (...) Yo creo firmemente (después de un detenido estudio de la Biblia) en un milenarismo en la tierra y si alguno no le agrada la palabra “milenarismo”, dígase “época maravillosa de paz” de mil o miles de años, que tendrá lugar después de la muerte del Anticristo y a raíz del juicio universal de naciones y a ello contribuirá el estar encadenado o reprimida la acción de Satanás. Entonces los judíos convertidos usufructuarán su conversión, se multiplicará la fe, tendrá un triunfo definitivo la Iglesia de Cristo y se cumplirá la profecía de “un solo rebaño bajo un solo pastor”. Y a su vez tendrán cumplimiento las siguientes profecías, que aun no se han realizado: “Dominará de mar a mar, del río hasta los cabos de la tierra... Se postrarán ante El todos los reyes y le servirán todas las gentes». (Sal 72,8 y 11).

«Se acordarán y se convertirán a Yahvé todos los confines de la tierra y se postrarán delante de el todas las familias de las gentes. Porque de Yahvé es el reino y el dominará a las gentes» (Sal 22,28-29).

«Al fin de los días (v,1)...Yo reuniré, dice el Señor, a la dispersa (esto es, a la extraviada o dispersos de Israel)... y la haré un pueblo poderoso, y Yahvé reinará sobre ellos en el monte Sión desde ahora y para siempre.» (Miq 4,6ss).

«Y reinará Yahvé sobre la tierra toda, y Yahvé será único y único su nombre». (Zac. 14,19)

«Entonces (después del gran juicio de las naciones) Yo devolveré a los pueblos los labios puros, para que todos invoquen el nombre del Señor» (Sof. 3,9).

«Y la nueva alianza que empezó a cumplirse en la Nueva Ley, anunciada por Jeremías (31,31-34) llegará a su plenitud con la conversión de Israel. Entonces dice el Señor: “pondré mi ley en sus corazones... y no tendrán ya que enseñarse unos a otros... todos me conocerán”. Y “entonces toda la tierra estará llena del conocimiento de Yahvé” (Is. 11,9). Cuando Israel se convierta y sea purificado de sus pecados, los desiertos florecerán, se convertirán en vergeles y tendrán cosechas de frutos y producción de ganados como jamás se ha conocido (Ez. 36,33-35). A estos textos habría que añadir muchísimos más de Isaías, Miqueas, Zacarias y otros profetas que nos hablan de la gran paz de esta época, del bienestar temporal, de Jerusalén como capital del mundo cristiano, etc. (...) Algunos han querido entender la “resurrección primera” espiritualmente del nacimiento a la vida de la gracia, pero no convencen porque se habla de mártires que murieron por la fe. Pirot dice: “Algunos críticos católicos contemporáneos, por ejemplo Calmes, admiten la interpretación literal del pasaje que estudiamos. El milenio sería inaugurado, por una resurrección de los mártires solamente, en de trimento de los otros muertos”. También ya San Ireneo señaló como primera resurrección la de los justos. Bien creo la podemos confirmar con estos dos textos: 1 Cor. 15,23, donde San Pablo habla del orden en la resurrección: “Primero Cristo, luego los de Cristo cuando El venga, después será el fin...”, y además por Tes 4,14-16: “Los que murieron en Cristo resucitarán primero... El escriturista Cornelio a Lápide también interpreta literalmente el texto 1 Cor. 15,23. Los restantes muertos no vivieron hasta pasados los mil años. (...) Y entonces será la resurrección universal y el juicio final.»

«Pasados mil años, será soltado Satanás y se irá a seducir a las gentes (...) el demonio irá pervirtiendo a las gentes y las fuerzas del mal, o sea Gog y Magog atacarán a los santos y la ciudad santa, pero Dios hará que sean devorados por el fuego que hará descienda sobre ellos.»

Sobre el capitulo 21 del Apocalipsis el mismo autor comenta sobre la restauración universal de todas las cosas, lo cual nos hace recordar el lema de San Pio X omnia instaurare in Christo todo instaurarlo en Cristo y que Monseñor Lefebvre traduce a modo explicativo todo recapitularlo en Cristo. Así expresa el P. Martín Sánchez sobre el cielo nuevo y tierra nueva: «De la transfiguración de las cosas creadas se nos habla aquí y además en Isaías 65,17ss, en 2 Ped 3,13, y en Rom 8,19ss. (...) tenemos que este mundo no será aniquilado, sino renovado, y cambiando en mejor, pues como dice San Jerónimo: “pasa la figura, no la sustancia. No veremos otros cielos y otra tierra, sino los viejos y los antiguos cambiados en mejores”. Todo hace presagiar que esto se refiere también a la época maravillosa de paz, por cuanto según las Escrituras, el universo una vez renovado ha de servir de escenario a la vida humana, porque la creación entera tomará parte en la felicidad del hombre (Rom. 8,19-22) y porque vendrán nuevos cielos y nueva tierra en los que habitará la justicia (2Ped. 3,10-18). Entonces la tierra será como un cielo nuevo anticipado (...) Es una renovación de este mundo donde vivió la humanidad caída, el cual, desembarazado al fin de toda mancha, será restablecido por Dios en un estado igual y aún superior a aquel en que fue creado: renovación que la escritura llama en otros lugares la “palingenesia”, la regeneración Mt. 19,28, “la restitución de todas las cosas” en su estado primitivo (Hech. 3,21) (Crampon).»
Y en la explicación al capitulo 22 dice nuestro autor refiriéndose a las palabras finales del Apocalipsis, Ven señor Jesús: «Con esta expresión que se refiere a la segunda venida de Jesucristo termina el Apocalipsis después de hablarnos de la gran felicidad reservada a los santos repite: “Venga Pronto”, y con este aviso quiere que no nos durmamos, que vivamos vigilantes, que anhelamos su venida para gozar de la dicha anunciada.»

Sobre el milenarismo el P. Castellani a su vez precisa: «El milenarismo real no enseña otra cosa sino que Apokalypsis XX y I Corintios XV, pueden ser interpretados literalmente sin quiebra de la fe ni inconveniente alguno, que así lo entendieron los padres apostólicos y después de ellos, en el curso de la historia, innumerables doctores y santos; que de ello se sigue la probabilidad de dos resurrecciones, una parcial y otra general, con un período místicamente glorioso de la Iglesia Viante entre ellos, y que esta inteligencia resuelve fácilmente muchos lugares oscuros de la Escritura y es honrosa a la grandeza, veracidad y omnipotencia del creador.» (Los Papeles ... p,418).

«Toda la tradición antigua en masa durante los cuatro primeros siglos de la Iglesia entendió en este capítulo simplemente que habría un largo periodo de paz y prosperidad en el mundo (mil años o bien mucho tiempo) después del retorno de Cristo y refulgir de su Parusía, que habría dos resurrecciones, una parcial de los mártires y santos últimos, otra universal al fin de buenos y malos lo cual también San Pablo dice, que todo este largo tiempo es quizás lo que designamos con el nombre de Juicio Final, el cual se describe metafóricamente al final del capítulo, es decir se describe su término y finiquito. El “Día del Juicio Final” no puede ser ciertamente un día solar.» (Apokalypsis pp.295-296).

Sobre esto último el mismo San Agustín admite que el día del juicio final no sea un día solar: «Lo que confiesa y aprueba toda la Iglesia del verdadero Dios: que Cristo ha de descender de los cielos a juzgar a los vivos y a los muertos, éste decimos será el último día del divino juicio, es decir, el último tiempo. Porque aunque no es cierto cuantos días durará este juicio, ninguno ignora, por más ligeramente que haya leído la Sagrada Escritura que en ella se suele poner el día por el tiempo.» ( La Ciudad de Dios, libro 20, capitulo1). «En suma, milenarismo consiste en creer al Dios del juicio, que es un dogma de fe, no un día material y un lugar geográfico sino un período y un estado, un ciclo enteramente sobrenatural; y eso no por racionalismo o fantasía, sino por encontrarlo así escrito a la letra, en las dos grandes profecías postrimeras, Daniel y Juan, con dos textos coincidentes del apóstol Pablo.» (Los Papeles p. 412).

Aunque la interpretación alegórica es la que predomina actualmente, no siempre fue así, al menos para los primeros 4 siglos de la Iglesia primitiva, además el mismo San Agustín que tomó la interpretación alegórica del hereje donatista Tyconius, quien fue su autor en el siglo IV, como hace ver el P. Castellani (Apok. p. 294), reconoce que su nueva interpretación (antes fue milenarista) no es segura, pues: «San Agustín advierte que no sabe si esta interpretación es buena o no, cosa en que no es imitado por ninguno de los actuales “alegoristas”, muchos de los cuales además incriminan de “heréticos” (y de ridículos, y de judaizantes, y de zotes, y de groseros, y de perturbadores) a aquellos que no gustas de ella.» (Apok. pp. 294-295).

«Pero milenarismo y antimilenarismo representan en la realidad histórica hodierna dos espíritus, dos modos de leer la escritura, y de ver en consecuencia la Iglesia y el Mundo. De ahí la lucha.» (Los Papeles p. 412).

Esta es la razón por la que muchos inconscientemente no aceptan el Milenarismo Patrístico, hoy en día. Esperemos que esta recopilación sirva de luz para abatir los prejuicios y estar mas expectantes que nunca de la Parusía y del Reino de Cristo, y el triunfo del Inmaculado Corazón de María.

P. Basilio Méramo
Nuestra Señora Refugio de los Pecadores
Julio 4 de 2000
Santa Fe de Bogotá






LA SALETTE Y FATIMA PROFECIAS APOCALIPTICAS DE LOS ULTIMOS TIEMPOS 

Introducción.
Contenido Profético de las Apariciones.
La Salette Profecía Apocalíptica.
Grandes Apostasías.
La Gran Tribulación.
Apóstoles de los Ultimos Tiempos.
Fátima Profecía Apocalíptica.
Declaraciones y actitudes de quienes leyeron el Tercer Secreto.
Testimonio de los Peritos.
Defección de la Jerarquía de la Iglesia.
Conclusión.




La Salette y Fátima 
Profecías Apocalípticas de los Ultimos Tiempos 


Introducción

Podrá sorprender a primera vista que relacionemos las apariciones de La Salette y de Fátima con profecías de carácter apocalíptico, con sucesos relativos a los últimos tiempos. Pues bien éste será nuestro cometido, mostrar como las apariciones de la Salette y de Fátima (reconocidas por la Iglesia) son eminentemente apocalípticas y cobran su pleno significado y valor dentro del contexto apocalíptico al cual se refieren. De otro modo quedan como relegadas, o mal enfocadas perdiendo la luz que nos vienen a dar para tiempos difíciles y decisivos como el nuestro, tiempos realmente apocalípticos, pero llenos de esperanza al saber que el retorno glorioso de Cristo Rey está próximo.

Hablar del apocalipsis no es fácil, sobre todo cuando este tema ha sido desgraciadamente mal llevado por exégesis que oscurecen el camino para llegar a luz de la verdad, a la luz de la Revelación, que el Apocalipsis encierra hasta en su misma terminología pues no otra cosa significa su nombre que el de revelación, o sea afloración de algo oculto, velado. En definitiva el término Apocalipsis encierra el sentido de una verdad velada que ha sido revelada a los hombres, revelación que consiste en la manifestación (aparición o parusía) de Cristo Jesús en gloria y majestad al fin de los tiempos cuando venga a juzgar a los vivos y a los muertos por su aparición y por su reino, tal como confiesa San Pablo en su segunda epístola a Timoteo 4,1 cuyo texto en latín (para mayor precisión) dice así: «Testificor coram Deo, et Iesu Christo, qui judicaturus est vivos et mortuos, per advéntum ipsíus, et regnum eius».

El tema central del Apocalipsis como Revelación gira sobre la Parusía de Jesucristo al fin de los tiempos, o sea la gloriosa venida de Jesús al mundo, tal como finaliza el Apocalipsis implorando: «Ven Señor Jesús».


Contenido Profético de las Apariciones 

En primer lugar mostraremos que las dos apariciones; la de la Salette y la de la Fátima son proféticas, es decir que son una visión por revelación sobrenatural de Dios, a través de la Virgen Santísima, y encierran una predicción o anuncio futuro.
La profecía (procul = distante - phanos = aparición) es una visión de algo distante (oculto) a los sentidos relacionado por lo general con algo futuro (por venir). Es un conocimiento (visión) sobrenatural de cosas distantes o futuras.

En segundo lugar la profecía (porro = a lo lejos - fantur = decir) es una locución dando a conocer las cosas que se saben por revelación de Dios .

Santo Tomás dice: «La profecía consiste primero y principalmente, en el conocimiento, pues los profetas se llaman así porque conocen las cosas que están lejos del conocimiento natural de los hombres. Pudiera decirse que ‘profeta’ viene de ‘phanos’ que significa aparición, por cuanto se aparecen al profeta cosas que están lejos.(...) la profecía consiste, en segundo lugar, en la locución por cuanto los profetas dan a conocer las cosas que por revelación de Dios conocen, para edificación de otros» (S. Th. II-II, q.171, a1).

De tal modo que «los profetas son como proferidores, que hablan de lejos, es decir, de las cosas lejanas, y predican la verdad de los acontecimientos futuros» (S. Th. II-II, q. 171, a1). O como señala el P. Castellani «la profecía es un conocimiento del futuro contingente». (El Apokalipsis, Ed. Paulinas, Buenos Aires, 1963, p.78).

Como se puede observar la profecía encierra varios elementos que la caracterizan y ellos se encuentran en ambas apariciones. Basta que analicemos el contenido de cada una de ellas, para darnos cuenta de ello.

Además no debemos desechar ni despreciar las profecías, ello constituye una impiedad y orgullo inimaginable. El Apocalipsis advierte muy claramente: «Bienaventurado el que lee y los que escuchan las palabras de esta profecía y guardan las cosas en ella escritas, pues el tiempo está cerca.» (Ap. 1,3).


La Salette Profecía Apocalíptica 

Por revelación de la Virgen del cielo en el año 1846, se predijeron cosas relativas a la Iglesia y la Fe en un futuro, no muy lejano, que son una verdadera y real profecía, para nuestra edificación.

El contenido de lo que dice y anuncia la Santísima Virgen en La Salette es no sólo sorprendente en cuanto a la gravedad de lo que dice, sino también inimaginable desde el punto de vista doctrinal como imposible a primera vista; nos referimos a las palabras tremendas, que dicen «Roma perderá la fe y será la sede del Anticristo».

No se puede decir en verdad nada más grave y trágico para la Iglesia y el fiel católico, lo cual hace pensar en acontecimientos de orden apocalíptico y no solo en una simple profecía más, sino en una profecía sobre el fin de de los tiempos. Pero no nos adelantemos, vayamos poco a poco.

No vamos a citar todo el mensaje de La Salette, solo tomaremos los pasajes más relevantes y decisivos, para que resalte su contenido eminentemente profético y apocalíptico.

Recordemos que toda profecía contiene una visión (o conocimiento) de un suceso de algo oculto para los hombres que encierra una predicción o anuncio de cosas futuras, para su edificación.

«Acercaos hijos míos, no tengáis miedo. Yo estoy aquí para anunciaros una gran noticia(...) Si mi pueblo no quiere someterse, me veré obligada a dejar caer el brazo de mi Hijo. Es tan fuerte y tan pesado que no puedo sostenerlo más» (Abate Gouin, Profecías de Nuestra Señora de La Salette, Madrid, 1977, p. 70).

En cuanto al secreto tenemos: «Melania, esto que yo te voy a decir ahora no será siempre un secreto; puedes publicarlo en 1858.»(Ibid. p. 71).

La corrupción clerical es espantosa y abominable haciéndose eminente un gran castigo: «Los sacerdotes, ministros de mi Hijo, los sacerdotes, por su mala vida, por sus irreverencias y su impiedad al celebrar los santos misterios; por su amor al dinero, a los honores y a los placeres, se han convertido en cloacas de impurezas(...) Dios va a castigar al mundo de una manera sin precedentes» (Ibid p. 71).


El pez se pudre por la cabeza, el mal viene de la cúspide, de la jerarquía misma de la Iglesia: «los jefes, los guías del pueblo de Dios, han descuidado la oración y la penitencia, y el demonio ha ofuscado sus inteligencias; se han convertido en estrellas errantes que la antigua serpiente arrastrará con su cola para hacerlos perecer.(...) La sociedad está en vísperas de la más terrible calamidad y de los más grandes acontecimientos» (Ibid p. 71).

La fe se perderá. Es otro de los sucesos profetizados por La Salette: «En el año 1864 (que nosotros debemos desplazar unos 100 años más, por el plazo que se le concedió a Satanás, según la visión del Papa León XIII, como más adelante veremos; dandonos así la fecha de 1964, es decir en pleno Concilio Vaticano II), Lucifer con un grannúmero de demonios, serán desatados del infierno. Abolirán la fe poco a poco, aún entre personas consagradas a Dios; las cegarán de tal manera que, a menos de una gracia particular, esas personas tomarán el espíritu de esos malos ángeles. Muchas casas religiosas perderán completamente la fe y se perderán muchísimas almas.» (Ibid. p. 72).

Y lo más grave y difícil de creer, pero es la Santísima Virgen quien lo dice, para que estemos alertas y vigilantes: «Roma perderá la fe y se convertirá en la sede del Anticristo.» (Ibid. p.75). Jamás se oyó decir algo semejante, ni se pudo imaginar algo parecido. Que la fe se pierda al extremo inimaginable de afectar hasta la misma Roma, Cátedra de Pedro, Sede del Vicario de Cristo en la tierra, para convertirse en la sede del Anticristo, en Cátedra de Satanás; convertida de cátedra de la Verdad en cátedra del error y de las tinieblas, obscureciéndose la luz de la fe que debe irradiar para iluminar el mundo entero; es algo que humanamente no cabe en la cabeza de ningún fiel católico. Pero siendo la Virgen quien lo dice y profetiza, estamos obligados a creerlo y admitirlo, salvo que neguemos de plano la aparición de La Salette, cosa que solo puede hacerlo un ignorante o un impío.

Por dramático e imposible que parezca a nuestro frágil pensamiento, estamos obligados a admitir y a creer en que los anuncios de La Salette son proféticos y como tales superan el entendimiento humano, requiriéndose así la luz sobrenatural de la fe para aceptarlos.

La Salette exige, como todas las cosas de Dios, un acto de fe, so pena de nada comprender o peor aún de mal entender, con explicaciones mediocres que, en resumidas cuentas, nada dicen; y que no hacen más que obstaculizar la verdad.

Nuestra tierna y dulce Madre del Cielo, con infinita misericordia y compasión, por nosotros sus hijos más queridos, más que las pupilas de sus vírginales ojos, nos advierte para que no perezcamos envueltos en la mayor y más espantosa Apostasía, que jamás se haya y habrá visto.

Por esto, por amor a nosotros, todos sus hijos, nos anuncia lo impensable para un fiel católico, hijo de la Santa Madre Iglesia, única arca de Salvación; algo tremendo pero desgraciadamente muy cierto:«La Iglesia será oscurecida, el mundo quedará consternado». (Ibid p.76). Más aún: «Roma pagana desaparecerá» (Ibid. p.76). Sí, es tremendo, verdaderamente apocalíptico, una cosa así.

La antigua Roma pagana era la capital y centro universal del Imperio Romano de la cual San León Magno decía como leemos en el Breviario en la Fiesta de San Pedro y San Pablo (29 de Junio):«Pero esta ciudad (Roma) ignoraba la altura de su elevación; gobernando casi todas las naciones, era la esclava de todas las naciones, era la esclava de todos los errores de todas esas naciones; y le parecía poderse atribuir muchas religiones, porque no rechazaba ninguna, pero entre más la tenía fuertemente encadenada el demonio, más maravillosamente ha sido librada por Cristo» (Maitines Lect. VI).

Sí, la Roma Imperial y Pagana, que dominaba el mundo, cobijaba en su seno todas las falsas religiones de los pueblos que gobernaba. Se vanagloriaba de poseer en su fabuloso Panteón el culto y las divinidades de todos los pueblos paganos; lo cual la convirtió en una segunda y más abyecta Babilonia, como la llega a llamar el mismo San Pedro: «Os saluda la Iglesia que está en Babilonia» (1 Pet. 5,13).

Tanto Scio como Straubinger comentan al respecto diciendo el primero: «Los padres entienden aquí a Roma bajo el nombre de Babilonia a causa de la inmensa población de aquella ciudad; y así mismo por la multitud y confusión de sus ídolos. También S. Juan en el Apocalipsis XVII. 5, XVIII. 10, comprende a Roma gentil bajo la misma palabra.» Y el segundo: «Por Babilonia se entiende Roma, que constituía el centro del paganismo. La Roma pagana significaba para los cristianos el mismo peligro que antes Babilonia para los judíos. También S. Juan usa el mismo término para designar a Roma y predice su destrucción (Ap. 14,8; 17,5; 18,2 y 10).»



La Roma pagana (grande por su idolatría), convertida en Roma Cristiana por la fe, volverá al fin de los tiempos, según lo anunciado por La Salette, a ser el centro de la fornicación y de la idolatría. Esto es lo que las profecías de La Salette predicen, en plena concordancia con las Sagradas Escrituras como veremos más adelante.
La caída apocalíptica de Roma bajo el nombre de Babilonia está profetizada para los últimos tiempos por las Sagradas Escrituras, en plena concordancia con las profecías de La Salette: «Ha caído, ha caído Babilonia, la grande, la cual abrevó a todas las naciones con el vino de su enardecida fornicación»(Ap. 14,8). Y leemos en la nota 8 de Straubinger correspondiente a este versículo: «Babilonia, nombre simbólico de Roma, como se ve en los caps. 17 - 18 y en 1 Ped. 5,13.El nombre de Babilonia simboliza el reino anticristiano, así como el de Sión o Jerusalén el reino de Dios».

Scio comenta al respecto: «El segundo ángel anuncia, que está por el suelo aquella soberbia Babilonia que había hecho idolatrar a todas las naciones, moviendo contra sí la cólera de Dios por semejante prostitución y apostasía.» (Ap. 14,8 nota 1).

Roma cristiana paganizada, vuelta a su antigua prostitución e idolatría, cobijando en su seno todos los falsos cultos y religiones, cae como la antigua Babilonia por abrevar a todas las naciones que fueron católicas (la Cristiandad) con el vino de su enardecida fornicación, es decir la falsa caridad ecuménica, su ardor frenético en aunar a los hombres sin distinción de credos ni dogmas, consumando su adulterio.


Babilonia como dice San Jerónimo es la Roma adulterada: «La gran ramera Babilonia es representante del mundo anticristiano (S. Agustín), en particular la ciudad de Roma (S. Jerónimo) , levantada sobre siete montes (v.9) como la bestia sobre la cual se asienta la ramera grande (v.3). En tiempo de S. Juan ella era la capital del mundo y centro de la corrupción pagana» (Straubinger Ap. 17-1 nota 1).

Fornicación en lenguaje bíblico significa precisamente la unión adúltera de la verdadera religión y de su culto con las falsas religiones, con sus respectivos cultos idolátricos.

En este sentido señala Mons. Straubinger en varias ocasiones en sus notas y comentarios sobre la fornicación y el adulterio empleados en la Biblia: «En el lenguaje de la Biblia la apostasía se llama adulterio, porque la unión del alma con Dios es como un matrimonio, y el esposo que ama de veras es necesariamente celoso» (Nota 4, Stgo 4,4).

El culto idolátrico y sus vicios son según las Escrituras las abominaciones; pues «abominaciones -indica Staubinger- en la Sagrada Escritura, es el término para señalar la idolatría y los vicios que proceden del culto a los ídolos» (Nota 3, Apoc. 17,4).

Scio dice lo mismo al referirse a la fornicación: «del mismo modo debe entenderse figurativamente de la idolatría, lo que aquí se llama prostitución o fornicación. Esta es una expresión, que usan frecuentemente los profetas, para explicar la apostasía o abandono, que se hace del Dios verdadero, para convertirse a los dioses falsos o a los ídolos. Muchos intérpretes antiguos , con San Jerónimo, han entendido por esta mujer a Roma pagana e idólatra, perseguidora del verdadero Dios y de su Cristo» (Nota 2 Ap. 17,1).


Grandes Apostasías

La Salette nos previene de la Apostasía de Roma, pues no significa otra cosa el decir que: «Roma perderá la fe y será la sede del Anticristo». Esta es la triste realidad pero es la verdad.

Toda la historia del hombre, desde la creación, con el pecado de Adán, es una continua y desgraciada Apostasía, que muestra la miseria humana y la infidelidad de amor a su Dios.

Podemos remontarnos a la Apostasía de los ángeles, que fue definitiva y sin posibilidad de redención, dada su naturaleza angélica (espíritus puros) donde no cabe ni la ignorancia, ni el error de parte de la inteligencia, y donde el querer de la voluntad es para siempre fijo en la elección que ha hecho con plena libertad. El ángel una vez que elige el objeto de su amor, no puede ya cambiar, su libertad queda fija en aquello que eligió con todas las consecuencias.


Este es el drama de la irredención angelical, dada la excelencia y superioridad de su naturaleza. El hombre en cambio, por ser más débil, sujeto a una luz inferior (grado de inteligencia) puede mientras vive cambiar su elección, no fijándose de una vez por siempre en aquello que hizo el objeto de su amor.

El hombre es así susceptible de Redención y de Misericordia, por la misma condición de inferioridad de su naturaleza con relación a los ángeles. Gracias a esta miseria pudo decir con razón San Agustín «Oh feliz culpa», cosa que un ángel jamás podría decir.

Con la creación del primer hombre Dios hace su primera revelación al hombre (Revelación Primitiva). Adán peca y toda su descendencia cae en la mancha del pecado original. Con la infidelidad de los pueblos primitivos a la Revelación Primitiva, surge el Paganismo, primera y gran apostasía.

Dios escoge un pueblo para volverlo suyo como testimonio y testigo de Sí. Se produce la segunda revelación hecha a Moisés.Pero la infidelidad del pueblo judío en su tenacidad y dureza de corazón rechazó la Ley, y como consecuencia de su apostasía a esta segunda Revelación, hecha a los hombres, surge el judaísmo.

Dios hace su tercera y última Revelación, a través de su verbo Encarnado, Revelación de la Gracia, del Amor, su Evangelio, y comienzan una serie de contínuas apostasías dentro de la misma Iglesia fundada por Cristo Nuestro Señor.

Tenemos, así, la triste historia de las herejías y cismas dentro de los fieles. Vemos caer uno por uno los distintos Patriarcados que constituían la Iglesia por todo el mundo. Todos los Patriarcados de Oriente fueron cayendo uno tras otro en la herejía y el cisma.

Prueba de ello nos la da el Padre Nicolás Liesel en su estudio sobre «Las Liturgias de la Iglesia Oriental,» Ed. Espasa- Calpe, Madrid, 1959: «Cuando en el siglo V se declaró la herejía monofisista (=en Cristo una sola naturaleza), cayeron en ella los dos patriarcados de Antioquía y Alejandría, tanto que desde entonces quedaron sólo restos lamentables. El monofisismo había triunfado en estos países, con excepción del patriarcado de Jerusalén, fundándose así la Iglesia jacobita Siria y la copta en Egipto. Los cristianos, que permanecieron fieles a la fe tradicional, recibieron de los monofisistas el despectivo apodo de ‘melquitas’ o sea, ‘cesareos’, porque, en calidad de griegos y grecófilos, se mantuvieron junto al emperador (en sirio = malka). (...) En el Líbano se separaron los maronitas. Y para colmo de males, los melquitas, fieles a Bizancio, fueron arrastrados en el siglo XI al cisma de la Iglesia griega. Así subsisten hoy tres patriarcados cismáticos: Alejandría, Antioquía y Jerusalén, que se llaman no ‘Melquitas’ según el antiguo nombre, sino ‘ortodoxos’,esto es, los ‘auténticos creyentes’, como antiguamente se llamaban las Iglesias Católicas del Oriente desde el siglo XI para contradistinguirse de las Iglesias caídas en el monofisismo.(...) La actividad unionista de los católicos entre los melquitas empezó en el siglo XVII. Sobre todo en Alepo y Damasco tornaron muchos a la unidad católica. También en Egipto se formaron comunidades católicas entre melquitas emigrados de Siria. En el año 1701 se hicieron católicos dos obispos en secreto. Los católicos melquitas de Damasco eligieron en 1724 como patriarca, con el nombre de Cirilo VI, al obispo Serafín Tomas (...) El patriarca melquita católico tiene su sede en Damasco y ostenta el título de ‘patriarca de Antioquía, Alejandría, Jerusalén y todo Oriente’». (Cap. La Liturgia Melquita).

Se ve entonces como el oriente católico cayó en la herejía y el cisma con sus Patriarcados, si bien siempre hubo una minoría perseguida y oprimida que permaneció fiel a la Iglesia, y últimamente volvieron algunos del error como los melquitas católicos, quedando los ortodoxos aún en su error.

Solo quedó en pie Occidente, Roma, aunque flagelados por las herejías y el cisma, pero Roma, y todo el Patriarcado Occidental que del Papa depende, se mantuvo firme en la fe. Pero tenía que caer, por un misterio de verdadera iniquidad. Esto es lo que La Salette nos viene a señalar, junto con Fátima.






La Apostasía de Roma, que de pagana paso a cristiana por la fe, volverá a su antigua condición por la pérdida de la fe convirtiéndose en la Sede del Anticristo; ésta es la esencia de la profecía de La Salette. Por esto «Roma pagana desaparecerá» tal como dice Nuestra Señora de La Salette. San Roberto Belarmino viene a confirmar lo mismo: «Varios autores entre ellos San Roberto Belarmino, -dice Straubinger en su comentario- creen que en los últimos tiempos Roma volverá a desempeñar el mismo papel que en los tiempos de los emperadores» (Nota 1, Ap. 17,1).

Todo lo dicho sobre la Gran Ramera en el capítulo 17 del Apocalipsis concuerda con lo profetizado en La Salette sobre Roma: «Ven acá, te mostraré el juicio de la Ramera grande, la que está sentada sobre muchas aguas; con las que han fornicado los reyes de la tierra, embriagándose los moradores de la tierra con el vino de su prostitución. Y me llevó a un desierto en espíritu; y ví a una mujer sentada sobre una bestia purpúrea repleta de nombres de blasfemias, que tenía siete cabezas y diez cuernos. La mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y cubierta de oro y piedras preciosas y perlas, y llevaba en su mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de las inmundicias de su fornicación. Escrito sobre su frente tenía un nombre, un misterio: Babilonia la grande, la madre de los fornicarios y de las abominaciones de la tierra. Y ví a la mujer, ebria de la sangre de los santos y de la sangre de los testigos de Jesús; y al verla me sorprendí con sumo estupor» (Ap. 17,1-6).

Roma prostituida, fornicaria y adúltera, al igual que la antigua Babilonia la grande, por ser madre de los fornicarios y de las abominaciones, ebria de la sangre de los santos con la cual cubre el cáliz (culto) de su abominación, es la que está señalada.

Todo esto indica la decadencia espiritual y religiosa, la entronización de un falso culto (cáliz lleno de abominaciones), la usurpación de «los méritos de los mártires y santos revistiéndose hipócritamente de ellos» (Straubinger Ap. 17.6 nota 6). Esto señala el fariseismo que con apariencias de piedad corrompe a la Iglesia, y a la fornicación espiritual con los reyes de la tierra, «es decir, a la que vive en infiel maridaje con el mundo (Sg. 4,4), olvidando su destino celestial y la fugacidad de su tránsito por la peregrinación de este siglo» (Straubinger Ap. 2-14 nota 14). «La apostasía de Babilonia (Ap. 17,2) consistirá precisamente en esa actitud mundana (Juan 14, 30 y nota 3) de poner a Dios principalmente como agente de bienes temporales, convirtiendo la ‘vida eterna’ traída por Jesús en programa de puros valores humanos, sea con carácter de cultura o de bienestar económico o de influencia política, etc.» (1 Tim. 6,3 nota). Aquí queda condenado y como radiografiado todo el afán del progresismo actual de los que ocupan la Iglesia.

«Las armas del Anticristo son las falsas ideologías y doctrinas que Satanás, ‘el príncipe de este mundo’ va introduciendo desde ahora bajo etiquetas de cultura, progreso y aun de virtudes humanas que matan la fe, y gracias a los medios que la técnica moderna le da para monopolizar la opinión pública». (Straubinger 2 Tes 2,6 nota 6), esto le cae al milímetro al modernismo que invade la Iglesia.

El tema de la apostasía es hoy más real que nunca y es además como el culmen del misterio de iniquidad: «Es decir que la apostasía ha de preceder al hombre de iniquidad, como culminación del ‘misterio de iniquidad’ (v.6) y clima favorable a la desembozada aparición del v.8 (S. Tomás, Estio, C. a Lapide, S. Belarmino, Suárez, etc.). Nadie niega que la apostasía (Luc. 18,8) ha comenzado ya (cf v.7), no sólo en los ambientes intelectuales, sino también en los populares, lo que Pío XI caracterizaba como el gran escándalo de nuestro tiempo. Lo peor es que los apóstatas en gran parte se quedan dentro de la Iglesia (2 Tim 3,15; 1 Juan 2,18s.) e infectan a otros»(Straubinger 2 Tes 2,3 Nota 3).

Verdaderos lobos con piel de oveja, es decir con apariencia de piedad: «Guardaos de los falsos profetas los cuales vienen a vosotros disfrazados de ovejas, más por dentro son lobos rapaces. Los conocerás por sus frutos» (Mt. 7,15). «Jesús como buen pastor -comenta Mons. Straubinger- nos previene aquí bondadosamente contra los lobos robadores, cuya peligrosidad, estriba principalmente en que no se presentan como antirreligiosos, sino al contrario ‘con piel de oveja’ es decir ‘la apariencia de piedad’ disfrazados de servidores de Cristo.

«El Evangelio no debe ser acomodado al siglo so pretexto de adaptación (aggiornamento). La verdad no es condescendiente sino intransigente. El mismo Señor nos previene contra los falsos Cristos (Mat. 24,24), los lobos con piel de oveja (Mat. 7,15) y también S. Pablo nos advierte contra los falsos apóstoles de Cristo (2 Cor. 11,13) y los falsos doctores con apariencia de piedad (2 Tim. 3,15).» Straubinger Gal. 1,8 nota 8). Es más, existe el permanente peligro de invertir la palabra de Dios, pues: «El orador sagrado, agrega S. Jerónimo , está expuesto cada día al grave peligro de convertir, por interpretación defectuosa, el Evangelio de Cristo, en el Evangelio del Hombre» (Ibid. nota 11). Esto es precisamente lo que hoy acontece, desgraciadamente.

La Gran Tribulación



La pérdida de la fe llevará a Roma a su antiguo paganismo convirtiéndose en Panteón de todas las falsas religiones, esto es lo que La Salette profetiza y así nos advierte que: «el sol oscurece; sólo la fe vivirá» (Ibid. p.76).

Esto es ni más ni menos que, La Gran tribulación (Tribulatio Magna), del Evangelio: «Porque habrá, entonces, grande tribulación, cual no la hubo desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá más.»(Mt. 24,21).

Santo Tomás comentando este pasaje dice: «Habrá, entonces, una gran tribulación, porque habrá una perversión de la doctrina católica, a causa de la propagación de una falsa doctrina. Y si no fuesen abreviados aquellos días, a saber, por el testimonio de la doctrina, a causa del refuerzo de la verdadera doctrina, nadie se salvaría, pues, todos abrazarán la falsa doctrina» (In. Mat. c.24 Ed. Marietti, Taurini 1925 p. 318). Además, señala Santo Tomás refiriéndose al sol oscurecido, que: «por el sol se designa la Iglesia; pues la Iglesia por causa de las tribulaciones no se la verá relucir» (Ibid. p. 312).

Es claro y evidente que para el Doctor Angélico la Gran Tribulación de que hablan las Escrituras, consistirá en una cuestión de doctrina, que sacudirá hasta los cimientos mismos de la Iglesia Católica Apostólica Romana, reducida prácticamente a unos pocos que permanecerán por gracia de Dios firmes en la fe y conservando la verdadera doctrina católica.

Y tal como expone Orígenes citado por Santo Tomás unos renglones más arriba con relación a los días acortados: «Así pueden referirse al advenimiento de Cristo a causa de su Iglesia, y así decía Orígenes que tal como la palabra del Evangelio se divulgó para su venida, así la falsa doctrina se divulgará para la venida del Anticristo».

En plena concordancía con las Escrituras y Santo Tomás, La Salette advierte: «Se predicará una falsa doctrina, un anti-Evangelio ...predicarán otro Evangelio contrario al del verdadero Cristo Jesús» (p.72).

La confusión y el error llegará a grados inimaginables y el culto de Dios quedará relajado tal como acontece hoy con la nueva Misa: «Los libros malos abundarán en la tierra, y los espíritus de las tinieblas extenderán por todas partes un relajamiento universal en todo lo relativo al servicio de Dios, obtendrán un poder extraordinario sobre la naturaleza» (Ibid. p.72). Y esto por pérdida de la Fe: «Y se verán por doquier prodigios extraordinarios, porque la verdadera fe se ha extinguido y la falsa luz alumbra al mundo» (Ibid. p.72-73).

Ay de la jerarquía que farisaicamente se preocupa por su autoridad y prestigio y deja envenenar los manantiales puros de la doctrina y de la fe; a ella están dirigidas estas palabras: «¡Ay de los príncipes de la Iglesia que se hayan dedicado únicamente a atesorar riquezas sobre riquezas, a poner a salvo su autoridad y a dominar con orgullo!» (Ibid. p. 73), mientras ofrecen un culto abominable (nueva misa), el cáliz lleno de abominaciones, sumergiendo la Iglesia en la abominación de la desolación, más grande e inimaginable, de un culto prostituido bajo las apariencias de piedad, mientras excomulgan al verdadero y único culto de Dios: la Santa Misa de siempre,cumpliéndose al pie de la letra las profecías de Daniel, para estos últimos tiempos.



Daniel anuncia profética y apocalípticamente la abolición del culto verdadero a Dios, es decir: del Sacrosanto Sacrificio de la Misa y la implantación de un falso culto en su lugar, es decir la Nueva Misa o abominación en lugar santo.

Veámoslo: «Y a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la oblación; y sobre el santuario vendrá una abominación desoladora, hasta que la consumación decretada se derrame sobre el devastador» (Dan. 9,27). «Sus tropas vendrán y profanarán el santuario de la Fortaleza; harán cesar el sacrificio perpetuo y pondrán allí la abominación del devastador» (Dan. 11,31). «Desde el tiempo que será quitado el sacrificio perpetuo y entronizada la abominación desoladora, pasarán mil doscientos noventa días» (Dan. 12,11).

Scio reconoce al citar a San Jerónimo que será abolida la Santa Misa: «Por sacrificio, perpetuo entienden aquí los padres con San Jerónimo, el de la Eucaristía, y todo el culto solemne, que ninguno osará ofrecer públicamente» (Dan. 1, 11 nota 17). Lo cual ocurre hoy al pie de la letra, pues los únicos que osan decir la Misa tridentina son perseguidos, ultrajados y hasta excomulgados.

Mons. Straubinger comenta en sus notas estos tres pasajes: «Las palabras abominación desoladora (Vulgata: abominación de la desolación) se refieren según los intérpretes antiguos al ídolo de Júpiter que erigió Antíoco Epífanes (cf. I Mac. 1,57) o a la imagen del Cesar con que Pilato profanó el templo o a una profanación semejante. A este pasaje alude Jesús en su gran discurso escatológico (Mt. 24,15), enseñando que volverá a cumplirse en los tiempos que El anuncia. De ahí que no todos los Padres apliquen esta profecía a la destrucción de Jerusalén, sino más bien a los tiempos del fin. El mismo doctor máximo admite que puede tratarse del Anticristo, lo que entre otros, sostiene San Hipólito (en un fragmento cóptico, publicado en ‘Sefard’, 1946, p. 356), San Cirilo de Jerusalén y San Atanasio.» (Dan. 9,27 nota 27). «La abominación es el culto idolátrico, pues Antíoco erigió en el templo una estatua de Júpiter» (Dan. 11,31 nota 31). Y por último en concordancia con Scio expresa: «Por sacrificio perpetuo entiende aquí San Jerónimo con otros Padres el culto de la Eucaristía y todo el culto solemne de la Iglesia, que en los tiempos del Anticristo será obstaculizado. Abominación desoladora: se refiere al Anticristo» (Dan. 12, 11 nota 11).

Monseñor Lefebvre actualiza la profecía de La Salette cuando afirma que: «Roma ha perdido la fe, Roma está en la Apostasía. Estas no son palabras en el aire, es verdad: Roma está en la Apostasía» (Conferencia Retiro Sacerdotal 14 Sept. 1987, Ecône).

La concordancia entre esta afirmación de Mons. Lefebvre y la profecía de Nuestra Señora de La Salette sobre la Apostasía de Roma, no puede ser mayor. Mons. Lefebvre es sin duda junto con Mons. de Castro Mayer, uno de los más grandes Apóstoles de los últimos tiempos, tal como San Luis María Grignion de Montfort de algún modo señaló.

La Iglesia obscurecida (eclipsada) tal como lo indica la divisa, de San Malaquías, que corresponde al actual Pontificado, De labore solis (el eclipse del sol). El sol que según el mismo Santo Tomás designa a la Iglesia: «Por el sol se designa a la Iglesia; por lo cual, a causa de las tribulaciones la Iglesia no se la verá brillar» (In Mat. c.24, v29)

Si, «el sol se oscurece, solo la fe vivirá», la Iglesia quedará eclipsada oscurecida, según La Salette. Y es más, Dom Gaspar Lefebvre, en su comentario al tiempo de pentecostes, dice en su Misal, trayendo una frase del gran San Agustín que da una gran luz, para el tema que nos trae: «... y la Iglesia, lo mismo que su divina Cabeza, se verá entonces vencida y clavada en cruz aunque ella ganará la victoria decisiva. ‘El cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, lo mismo que el cuerpo humano, fue en un tiempo joven, aunque al fin del mundo tendrá una apariencia de caducidad’ (S. Agustín)» (Misal Diario, Ed. Desclée De Brouwer, Brujas - Bélgica, 1938, p.714).

«¿Quién podrá triunfar, si Dios no disminuye el tiempo de la prueba? (La Salette p.76).

La Iglesia será desolada; «La Iglesia tendrá una crisis espantosa (Ibid p.73). Y esto por causa de la pérdida de la fe y de la doctrina: «Dado el olvido de la Santa fe de Dios...» (Ibid. p.73).

«En el año 1865 (léase 1965 por el desface de 100 años del tiempo acordado a Satanás en la visión de León XIII), se verá la abominación en los lugares santos. En los conventos, las flores de la Iglesia estarán corrompidas y el demonio se convertirá en rey de los corazones» (Ibid. p.73)

El verdadero culto de Dios, la Santa Misa que es su centro, será fuertemente combatido: «Un precursor del Anticristo,... pretenderá aniquilar el culto del Creador para que se le considere a él como Dios» (Ibid p.74).

Habrá una falsa paz antes de que el mundo sea castigado por su crímenes y pecados: «La tierra será castigada... Antes de que esto suceda habrá una especie de falsa paz en el mundo.» (Ibid. p.74).

En verdad no puede haber un designio más profético y apocalíptico que todo esto que ha sido vaticinado por La Salette.


Apóstoles de los Ultimos Tiempos

La profecía de La Salette, habla de los Apóstoles de los últimos tiempos, que como un reducto preservado conservará la fidelidad a Jesucristo; al igual que un pequeño rebaño: «...finalmente, llamo a los apóstoles de los últimos tiempos, a los fieles discípulos de Jesucristo,...» (Ibid. p.75).

San Luis María Grignion de Monfort, programa una congregación de sacerdotes Misioneros de la Compañía de María, pero que nunca pudo concretar por sí mismo, pero que un discípulo de su ideal y espíritu realizó. Tal es la obra de Monseñor Marcel Lefebvre.[1] quien fuera Superior de la Congregación del Espíritu Santo, cuyo fundador el P. Poullart des Places fue amigo de San Luis Grignion. Ellos llegaron a un acuerdo: «Un encuentro con Poullart des Places en la primavera de 1703 finalizó en un cordial acuerdo: ‘Si Dios, decía Poullart, me hace la gracia de lograrlo, podréis contar con misioneros. Yo los prepararé y vos los pondréis en ejercicios’. Poullart murió en 1709. Pero el acuerdo permaneció entre Montfort y el Seminario del Espíritu Santo. Por esto en junio 1713 se dirige a uno de los sucesores de Poullart de Places y le comunica su plan dando lectura del reglamento que había hecho para aquellos de sus alumnos y otros que querían reunírsele con el mismo propósito. Así pues, en esta fecha, las reglas fueron redactadas» (Oeuvres Complètes de Saint Louis-Marie Grignion da Montfort, Ed du Seuil, Paris, 1966, p. 674).

Es más, el tratado sobre el Amor de la Sabiduría Eterna fue el acopio de conferencias que San Luis Grignion dió a los seminaristas del Espíritu Santo: «...Montfort se interesó en la iniciativa de su amigo Poullart des Places que organizó el seminario del Espíritu Santo. El misionero fue invitado a dirigir la palabra a los seminaristas de esta comunidad pobre. (...) Parece, en consecuencia, que el Amor de la sabiduría fue el fruto de conferencias dadas por Montfort a los seminaristas de Poullart des Places durante su estadía en París, en 1703-1704. En estos ‘escolares’ veía eventuales colaboradores en la obra de las misiones, se comprende la preocupación que tenía para darles una formación espiritual sólida y adecuada» (Ibid. p. 86-87).

Pues bien, Monseñor Lefebvre es un discípulo de Poullart des Places fundador de la Congregación del Espíritu Santo y gran amigo de San Luis María Grignion de Montfort.

Es sorprendente la concordancia entre la Salette y San Luis Grignion. Ambos hablan de los Apóstoles de los últimos tiempos, por esto con intuición e inspiración profundamente profética y apocalíptica San Luis quiso dar las Reglas de una legión de Sacerdotes fieles en medio de la apostasía, bajo la protección y el ideal de María Santísima, llamándola Misioneros de la Compañía de María. Pero la divina providencia quizo que fuera un sucesor del fundador de los padres del Espíritu Santo (Poullard des places gran amigo de San Luis Grignion). Dicho sucesor es Mons. Lefebvre quien realizará tal empresa al fundar la Fraternidad de los Apóstoles de Jesús y María o según su título público Fraternidad Sacerdotal San Pío X.

La coincidencia no puede se mayor y no es meramente casual, hay una continuidad y afinidad directa entre San Luis Grignion de Montfort y Poullart des Places fundador de los Misioneros del Espíritu Santo de donde procede Monseñor Lefebvre llegando a ser su Superior General durante los años 1962 a 1968.
El pensamiento de San Luis Grignion era además apocalíptico; en sus escritos se deja traslucir. Por ejemplo en la oración abrasada dice: «Es tiempo de hacer lo que habéis prometido. Vuestra divina Ley es quebrantada; vuestro Evangelio, abandonado; torrentes de iniquidad inundan toda la tierra y arrastran a vuestros mismos siervos; toda la tierra está desolada; la impiedad está sobre tu trono; hasta en lugar santo. (...) ¿No es menester que vuestra voluntad se haga en la tierra como en el cielo y que venga vuestro reino[2]? ¿No habéis mostrado de antemano a alguno de vuestros amigos una renovación futura de vuestra Iglesia? ¿No han de convertirse a la verdad los judíos? ¿No es esto lo que espera vuestra Iglesia? ¿No os piden a gritos todos los santos del cielo justicia: ¿Vindica? ¿No os dicen todos los justos de la tierra: Amen, veni, Domine? Las creaturas todas aún las más insensibles, gimen bajo el peso de los pecados innumerables de Babilonia y piden vuestra venida para restaurar todas las cosas». (Ibid. p. 676-677).

Nos recuerda la Parusia, la Segunda venida de Nuestro Señor en Gloria y Majestad, su reino en la tierra, una vez que todo haya sido restaurado (recapitulado) en Cristo, tal como dice la divisa de San Pío X: omnia instaurare in Christo, todo restaurarlo en Cristo; es asombroso, pero es así.

Los apóstoles de los últimos tiempos serán según San Luis Grignion verdaderos servidores de la Santa Virgen, libres con la libertad de Dios, desasidos de todo, esclavos del amor y de la voluntad de Jesús y María, de la raza de María en oposición a la raza de Satanás, conscientes que la persecución que los hijos y la raza de Belial librarán contra los hijos de la raza de la Virgen María. Tal como se afirma en la oración Abrasada, para terminar exclamando: «Señor, levantaos, ¿Por qué parecéis dormir? Levantaos en vuestra omnipotencia, vuestra misericordia y vuestra justicia, para formaros una compañía escogida de guardaespaldas, que guarden vuestra casa, defiendan vuestra gloria y salven vuestras almas, a fin de que no haya sino un solo rebaño y un pastor y que todos os rindan gloria en vuestro templo: Et in templo euis omnes dicent gloriam. Amen». (Ibid. p. 687-688).

El Tratado de la Verdadera Devoción, es eminentemente apocalíptico. Para San Luis Grignion, el carácter apocalíptico de la verdadera devoción se evidencia por la mayor necesidad en los últimos tiempos: «Necesidad de la devoción a María particularmente en los últimos tiempos» (Ibid. p. 514). Precisando el por qué de su importancia: «Por medio de María se comenzó la salvación del mundo, por medio de María se debe consumar» (Ibid. p. 514).

Es más, para San Luis Grignion, no falta mucho para el final del mundo: «He dicho que lo anteriormente expuesto sucederá particularmente al final del mundo y bien pronto...» (Ibid. p.512).

Los últimos tiempos no son para San Luis algo distante y tan remoto como muchos piensan, sino algo que está a la puerta.

Dada la proximidad de los últimos tiempos la Devoción Verdadera a la Santísima Virgen urge y se impone: «Dios quiere, pues, revelar y descubrir a María, la obra maestra de sus manos, en estos últimos tiempos» (Ibid. p.515).

La Santísima Virgen, «Habiendo sido el camino por donde Jesucristo ha venido a nosotros la primera vez, lo será también cuando Este venga la segunda, aunque de diferente manera» (Ibid. p. 515).

La insistencia de San Luis sobre los últimos tiempos es asombrosa y más que nunca actual: «En fin, María ha de ser terrible al demonio y a sus secuaces como un ejército colocado en orden de batalla, principalmente en estos últimos tiempos, porque el diablo, sabiendo que tiene poco tiempo y mucho menos que nunca para perder las almas, redobla todos los días sus esfuerzos y sus ataques;...» (Ibid. p.516).

San Luis Grignion no puede ser más apocalíptico y actual al ver que estamos y vivimos en esos crueles y últimos ataques de los últimos tiempos, que irán creciendo hasta la aparición del Anticristo: «De estas últimas y crueles persecuciones del diablo, que irán aumentando de día en día hasta que venga el reinado del Anticristo, es de las que principalmente se ha de entender aquella primera y célebre predicción y maldición de Dios, fulminada en el paraíso terrenal contra la serpiente» (Ibid p. 517).

Pues en verdad y como hace ver el Santo sabemos que: «En fin, María ha de ser terrible al demonio y a sus secuaces como un ejército colocado en orden de batalla, principalmente en estos últimos tiempos, porque el diablo, sabiendo que tiene poco tiempo y mucho menos que nunca para perder las almas, redobla todos los días sus esfuerzos y ataques; suscitará en breve nuevas persecuciones y armará terribles emboscadas a los servidores fieles y a los hijos de María, a quienes les cuesta vencer mucho más que a los otros» (Ibid p. 516).

Dicho sea de paso, estas últimas palabras explican, las lamentables pérdidas dentro de la Fraternidad San Pío X, sin que abatan o escandalicen a los pocos fieles a la tradición de la Iglesia Católica.

Todo el Tratado de la Verdadera Devoción gira en torno a la Parusía, con la cual cobra vigor y se consolida esta idea apocalíptica: «Jesucristo vino al mundo por medio de la Santísima Virgen María, y por Ella debe también reinar en el mundo. María ha estado muy oculta en su vida; por esto el Espíritu Santo y la Iglesia la llaman Alma Mater: Madre oculta y escondida». (Ibid p. 487). Y en la nota 1 al pie de la página dice: «Monfort había escrito primero: ‘por medio de la Santísima Virgen, Jesucristo vino al mundo la primera vez, y es también por medio de Ella que El debe venir la segunda. María fué muy poco conocida en el primer advenimiento de su hijo, pero debe serlo mucho más en el segundo. Si estuvo oculta en el primer advenimiento fue por una economía admirable, con el fin de que su Hijo Jesús fuese conocido; pero María será revelada en el segundo , a fin de que el reino de su Hijo, su conocimiento perfecto y su reinado total, venga a la tierra.’» (Ibid. p. 487-488).

Como se ve, no se puede ser más apocalíptico y milenarista (reinado de Cristo en la tierra) con estas consideraciones del Santo. Ni tampoco se puede estar más acorde con la invocación del Padre Nuestro: venga a nosotros tu reino (adveniat regnum tuum).

Para aquellos que por ignorancia o por la confusión espantosa acerca del difícil tema del Milenarismo puedan desconfiar sobre esta afirmación referente al milenarismo de San Luis Grignion, citaremos para su información, la importante nota aparecida al pie de la página de la Edición española de las obras de San Luis María Grignion de Montfort de la BAC, Madrid 1954 p. 466, en la cual se reconoce lo siguiente : «Sabiendo que los escritos de San Luis de Montfort están especialmente aprobados y recomendados por la Iglesia, nadie habrá que piense que se encuentre en ellos un error por ella condenado, como es el milenarismo carnal. Pudiera, sin embargo pensarse que participa el piadosísimo autor del milenarismo espiritual admitido por algunos Santos Padres y seguido aún por varios escritores modernos pero desechado generalmente por los teólogos». Esto es una desgracia, pues el milenarismo patrístico (o espiritual) fue doctrina común de la Iglesia durante los primeros 5 siglos del cristianismo, viniéndose a obscurecer por las desfiguraciones grotescas y hasta heréticas, lo cual hizo que se fuera relegando insensiblemente en el olvido, al igual que sucedió con las profecías sobre la primera venida de Nuestro Señor Jesucristo solo conservadas en su verdad y pureza por muy pocos entre el pueblo elegido que sumido prácticamente en la apostasía culmina en el Deicidio.

Respecto al milenarismo, Crampon en su comentario del Nuevo Testamento (Ap. XX nota 6), reconoce: «Según lo que precede, podemos figurarnos este reino de mil años, preludio de la gloria definitiva, como una realización más completa del adveniat regnum tuum de la Oración Dominical. La Iglesia ha obtenido una gran victoria sobre Satanás y sobre el mundo, no pudiendo el Príncipe de las Tinieblas hacer de él, el instrumento de sus seducciones. Sin duda, la lucha entre el espíritu y la carne no ha cesado, los hijos de Dios marchan todavía en la fe, no en la clara visión: son todavía, peregrinos aquí abajo; la muerte exige aún su tributo. Pero una efusión más abundante de los dones del Espíritu Santo es derramada en las almas; los combates de la virtud son menos rudos, con frecuencia más victoriosos. Durante esta era de paz, el cristianismo extiende por todas partes su acción, penetra su espíritu en las artes, las ciencias, todas las relaciones sociales. Muchos aplican a este período de bendición los halagüeños cuadros de Isaías (11, 6-9; 30,6; 65,20) y de Daniel (2, 35-44; 7,13s). Durante los primeros siglos de la Iglesia, el milenarismo fue concebido como el retorno glorioso de Jesucristo viniendo a reinar sobre la tierra con sus santos durante mil años antes del juicio general. Esta espera fué común, podríamos decir popular entre los primeros fieles (S. Papias, S. Justino, S. Irineo, Tertuliano, etc.); ella los sostiene y los consuela bajo el fuego de la persecución».

Menéndez Pelayo, ante quienes descalifican y condenan el milenarismo, puntualiza: «Pero todos sabemos que la cuestión del milenarismo (del espíritual se entiende) es opinable...» (Hist. de la Heterodoxia Ed. BAC, Madrid, 1987, t.II.p. 668).

Otra alma misionera como Santa Teresita, Patrona de las Misiones, también fue apocalíptica y milenarista; en uno de sus libros preferidos, «Fin de monde presente et Mysteres de la Vie Future» del Abbé Arminjon, se lee: «El reino de Dios se inaugura, crece y se completa en el tiempo; no será perfecto y consumado sino en los siglos venideros.» (p.7). «El sentir más acreditado y que parece el más conforme a las Santas Escrituras es que después de la caída del Anticristo, la Iglesia Católica entrará todavía una vez mas en una era de prosperidad y de triunfo» (p.60). Este sería el reino de los Corazones de Jesús y María, el triunfo de Cristo Rey, pues como manifiesta el P. Arminjon: «En lugar de dar entonces a nuestro libro el título: El Fin del Mundo Presente y los Misterios de la Vida Futura, hubieramos podido llamarlo con no menos justeza: El Triunfo de Jesucristo y de su Iglesia en la Vida Futura.» (p.7). Y esto en plena conformidad con los padres de la Iglesia ya que: «Hemos buscado, bebiendo en las fuentes puras de la Tradición y de los Padres, y esclareciéndonos bajo la luz de las Santas Escrituras, satisfacer las almas inquietas y turbadas de nuestro tiempo, y ofrecerles, tal como el cristianismo nos enseña, la verdadera solución de los misterios de la vida». ( p.8).


La regla que elabora San Luis Grignion es para los Apóstoles de María de estos últimos tiempos que él quizo fundar pero que la divina providencia dispuso que fuera Monseñor Marcel Lefebvre fruto de los misioneros del Espíritu Santo salidos de Poullard des Places quien tenía estrecha amistad con San Luis Grignion de Montfort, y quien decía: «Serán los apóstoles verdaderos de los últimos tiempos, a quienes el Señor de las virtudes dará la palabra y la fuerza para obrar maravillas y obtener gloriosos trofeos sobre sus enemigos, dormirán sin oro ni plata, y lo que es más, sin cuidados en medio de los otros sacerdotes, eclesiásticos y clérigos, inter medios cleros, y, sin embargo, tendrán las alas plateadas de la paloma para ir con la pura intención de la gloria de Dios y de la salvación de las almas a donde los llame el Espíritu Santo, y nos dejarán detrás de ellos, en los lugares donde prediquen, más que el oro de la caridad, que es el cumplimiento de toda ley.» (Op. Cit p. 521).

Era una auténtica idea apocalíptica la necesidad de la verdadera devoción a María y la formación de una compañía de Sacerdotes Misioneros de María, como se deja ver en la Oración abrazada donde justamente pide San Luis Grignion a Dios sacerdotes para su compañía de María: «Señor Jesús, memento Congregationis tuae. Acordaos de dar a vuesta Madre una nueva compañía para renovar por ella todas las cosas y para acabar por María los años de la gracia, como los habéis comenzado por ella.» (Ibid p. 677).

Los Apóstoles de los últimos tiempos de La Salette y de San Luis Grignion de Montfort, convergen en la obra de Monseñor Lefebvre; son los sacerdotes fieles a la Tradición de la Iglesia que deberán enfrentar las tinieblas del error y la gran apostasía cumpliendo lo anunciado en La Salette: «...llamo a mis hijos, a mis verdaderos devotos, a los que ya se me han consagrado, a fin de que los conduzca a mi divino hijo, a los que llevo, por decirlo así, en mis brazos; a los que han vivido de mi espíritu, finalmente, llamo a los apóstoles de los últimos tiempos, a los fieles discípulos de Jesucristo. (...) Ya es hora de que salgan y vengan a iluminar la tierra.(...) Pelead, hijos de la luz, vosotros, pequeño número que ahí veis; pues he aquí el tiempo de los tiempos, el fin de los fines. La Iglesia será oscurecida, el mundo quedará consternado» (La Salette p. 75-76).

Los Apóstoles de los últimos tiempos están en plena consonancia con las apariciones de la Santísima Virgen del Buen Suceso en Quito (Ecuador), a la cual hizo referencia Mons. Lefebvre en las consagraciones de Ecône en su sermón del 29 de Junio de 1988, y en la que se hace una clara referencia a su persona.

La profecía del 2 de febrero de 1634 manifiesta una clara alusión a Mons. Lefebvre por la correspondencia abismal con lo que este santo obispo hizo por la Iglesia. «La lámpara que arde delante del Amor Prisionero y que viste apagarse, tiene muchos significados:

«El primero, que en el siglo XIX, al concluirse, y seguirá gran parte del siglo XX, cundirán en estas tierras, entonces ya república libre, varias herejías; y reinando ellas, se apagará la luz preciosa de la Fe en las almas por la casi total corrupción de costumbres. En este tiempo habrá grandes calamidades físicas y morales, públicas y privadas.(...)»



«El cuarto significado es el reconocimiento del poder de las sectas y de su habilidad para introducirse en los hogares, apagando la luz de la inocencia en los corazones de los niños; y, por este medio, escaseando las vocaciones sacerdotales. Si bien en el clero regular, con el brillo de la observancia y la práctica de las virtudes no faltarán santos sacerdotes; no así en el clero secular que querrá afianzarse, más que en su vocación, en el apego al dinero; y como por desgracia para esta Iglesia está viviendo en la noche obscura de la falta de un Prelado y Padre que vele con amor paterno, con suavidad, fortaleza, tino y prudencia, muchos de ellos perderán su espíritu poniendo en gran peligro (la salvación de) su alma. Ora con instancia, clama sin cansarte y llora con lágrimas amargas en el secreto de tu corazón, pidiendo a nuestro Padre Celestial, que por amor al Corazón Eucarístico de mi Hijo Santísimo ponga cuanto antes fin a tan aciagos tiempos enviando a esta Iglesia al Prelado que deberá restaurar el espíritu de sus sacerdotes. A ese hijo mío muy querido lo dotaremos de una capacidad rara, de humildad de corazón, de docilidad a las divinas inspiraciones, de fortaleza para defender los derechos de la Iglesia y de un corazón tierno y compasivo, para que cual otro Cristo atienda al grande y al pequeño, sin despreciar al más infeliz...»
«En su mano será puesta la balanza del Santuario, para que todo se haga con peso y medida y Dios sea glorificado; para poseer pronto este Prelado y Padre, harán contrapeso la tibieza de todas las almas a Dios consagradas siendo esta misma la causa de apoderarse de estas tierras el maldito Satanás quien todo lo conseguirá por medio de tanta gente extranjera sin Fe que cual nube negra obscurece el límpido cielo de la ya entonces república consagrada al Corazón Santísimo de mi Hijo Divino, entrando con ella todos los vicios y viniendo por ellos toda clase de castigos, entre ellos la peste, el hambre, la pendencia entre propios y ajenos, la apostasía, perdiendo a un número considerable de almas.»

«Habrá una guerra formidable y espantosa en la que correrá sangre de propios y ajenos, de sacerdotes seculares y regulares y también de religiosas. Esta noche será la horrorísima, porque al parecer humano será triunfante la maldad. Entonces es llegada mi hora en la que Yo, de una manera asombrosa destronaré al soberbio y maldito Satanás, poniéndole bajo mi planta y encadenándole en el abismo infernal, dejando por fin libres la Iglesia y la Patria de su cruel tiranía. (Madera para Esculpir la Imagen de una Santa, Mons. Luis Cadena y Almeida, Ed. Foundation for a Christian Civilitation, Inc. Bedford, New York, 1987, p. 117-118-119).

Es asombrosa la coincidencia con las profecías de La Salette cuyo carácter apocaliptico es indudable. Recordemos simplemente algunas expresiones que se refieren a un precursor del Anticristo que pretenderá aniquilar el culto del Creador, al nacimiento del Anticristo, a Roma convertida en sede del Anticristo, a los apóstoles de los últimos tiempos, al pequeño número (rebaño) de fieles, al tiempo de los tiempos, al fin de los fines, el sol se oscurece, agua y fuego purificarán la tierra. ¿Más apocalíptico que esto qué se puede esperar en una profecía?

Claro está, que nuestra esperanza, se encuentra, al igual que para Santa Teresita del Niño Jesús, en lo expuesto en el libro de cabecera que tanto la reconfortaba: «El objetivo que nos proponemos en este primer discurso, es recordar los testimonios de las Santas Escrituras y especialmente aquel del Evangelio de este día, el cual nos afirma que después de un espacio más o menos extenso de siglos, el orden de las cosas visibles aquí abajo dará lugar a un orden nuevo y permanente y que a la era combatiente del tiempo sucederá la era de la estabilidad y del reposo» (Fin du Monde Presente et Mysteres de le Vie Future» p. 12). Y si la Iglesia pasara su pasión, saldrá mas robustecida y triunfante, aunque pase, por la noche más oscura, pues: «Cuando la tempestad será más violenta, cuando la Iglesia estará sin piloto[3], cuando el sacrificio no sangrante habrá cesado en todas partes, cuando todo parecerá humanamente perdido, se verá surgir, dice San Juan, dos testigos» (Ibid p.54); todo esto será el preludio del Reinado de Cristo en la tierra, cumpliéndose la gran profecía, aún no realizada sobre la tierra: «Y habrá un sólo rebaño y un sólo pastor» (Jn 10,16), realizándose así la gran unidad tan anhelada y desgraciadamente tergiversada por el falso Ecumenismo del Concilio Vaticano II: «ut unum sint» (Jn. 17, 21), a fin que todos sean uno.

Todas las fuerzas del mal y sus instrumentos, no harán más que acelerar la Parusía, y «sin quererlo habrán cooperado en fundar el reino de la unidad anunciado por el profeta: erit unum ovile et unus pastor» (Ibid p. 76).

«Mas si es permitido admitir que después del Anticristo, el fin del mundo será todavía prolongado por varios siglos, no se podría decir lo mismo de la crisis suprema que deberá llevar a la realización de la gran unidad.» (Ibid p.61).

Sobre este libro del P. Arminjon, Santa Teresita dijo que fue al igual que la Imitación, el alimento de su alma. (Cf. Ibid p. III).

Comenta Santa Teresita sobre el gran bien que obró en su alma la lectura del libro del P. Arminjon: «Cuando a los catorce años desarrolló en mi la aficción a los estudios científicos, juzgó Dios necesario añadir ‘a la harina más pura, miel y aceite en abundancia’, haciéndomelos gustar en las conferencias del Rdo. Sr. Arminjon sobre el fin del mundo presente y los misterios de la vida futura. Esta lectura sumergió mi alma en una felicidad que no es de la tierra;...» (Historia de un Alma. Ed. Paulinas, Bogotá, 1950, p. 65). Si esto dijo la Santa, nadie puede condenar el milenarismo contenido en el libro que tanta dicha proporcionó a un alma sedienta de verdad, y que se complace en los misterios divinos reservados para la Parusía de Cristo, volviendo al mundo en Gloria y Majestad.

Retengamos la sabia exhortación de San Pablo: «No apaguéis el Espíritu. No menospreciéis las profecías. Examinadlo todo y quedaos con lo bueno» (1 Tes, 19-20). De tal modo que «vivamos sobria, justa y piadosamente en este siglo actual, aguardando la dichosa esperanza y la aparición de la gloria del gran Dios y salvador nuestro Jesucristo» (Tit. 2,12-13).

Que el tiempo se aproxima, mucho más de lo que nos imaginamos baste para convecernos de ello, lo que el último Papa Santo, San Pío X dijo en su primera encíclica E supremi apostolatus de 1903, al ver la deplorable situación de los tiempos en que le tocó regir la Iglesia: «Es indudable que quien considere todo esto tendrá que admitir de plano, que esta perversión de las almas es como muestra, como prólogo de los males que debemos esperar en el fin de los tiempos; o incluso pensará que ya habita en este mundo el Hijo de la Perdición de quién habla el Apóstol.» Y que también proféticamente percibía que la hora de Cristo, de aquel gran día debía llegar: «Por una especie de moción oculta, nos parece apreciar que están a punto de cumplirse aquellas esperanzas que impulsaron prudentemente a Nuestro antecesor Pío y a todos los obispos del mundo a proclamar solemnemente la concepción inmaculada de la Madre de Dios.» ¿Y cuáles fueron esas esperanzas de Pío IX al promulgar el dogma de la Inmaculada Concepción? Veámos a continuación con lo que San Pío X dice al respecto y que es como el inicio de la manifestación de las Glorias y Misterios de María, quien según la doctrina Monfortiana debe ser más particularmente conocida en los últimos tiempos: «No son pocos -continua San Pío X- los que se aquejan de que hasta el día de hoy esas esperanzas no se han colmado y utilizan las palabras de Jeremías: Esperabamos la paz y no hubo bien alguno: el tiempo de consuelo y he aquí el temor(...) ¿Como no vamos a tener la esperanza de que nuestra salvación está más cercana que cuando creímos? quizá más, porque por experiencia sabemos que es propio de la divina providencia no distanciar demasiado los males peores de la liberación de los mismos. Esta a punto de llegar su hora y sus días no se harán esperar.» (Encíclica Ad Diem illum laetissimum 2,II,1904). Es decir cuando llegue el día y la hora de la realización de la gran profecía que anuncia San Juan 10,16 «un solo pastor y un solo rebaño.», la cual motivó a Pío IX a proclamar el dogma de la Inmaculada: «Mas sentimos firmísima esperanza y confianza absoluta de que la misma santísima Virgen, que toda hermosa e Inmaculada trituró la venenosa cabeza de la cruelísima serpiente... hará con su valiosísimo patrocinio que la Santa Madre Católica Iglesia, removidas las dificultades, y vencidos todos los errores, ...disfrute de toda paz, tranquilidad y libertad ...y se forme un solo redil y un solo pastor» (Bula Ineffabilis Deus 8, Dic, 1984).

Las palabras de San Pío X no pueden ser más proféticas y apocalípticas en espera de ese día, el día del Señor, de la Parusía, especialmente cuando afirma con profunda esperanza: «Está a punto de llegar su hora y sus días no se harán esperar», es decir su Parusía (su hora) y su Reino (sus días).

Esto también fue expresado por otro Papa, Pio XI, tal como hace ver el P. Alcañiz, en su libro La Devoción al Sagrado Corazón de Jesús, Granada 1958, donde identifica el Reino de Cristo, con el Reino del Sagrado Corazón, y que viene a ser la misma cosa con el Reino de los Sagrados Corazones de Jesús y María, cumpliéndose así la profecía de Fátima: «Al fin mi Inmaculado Corazón triunfará.»

Estas son las palabras proféticas de Pío XI en su encíclica Miserentissimus de 8,V,1928 sobre el Reino de Cristo que el P. Alcañiz comenta: «Después de afirmar el Papa que con la fiesta de Cristo Rey completaba la consagración del género humano, continúa: ‘‘Y al hacer esto-al instituir dicha solemnidad -no solamente pusimos en plena luz el supremo imperio de Cristo sobre todas las cosas: sobre la sociedad civil y doméstica y sobre cada uno de los hombres, sino que también ya entonces saboreamos el que todo el orbe, de voluntad y con gusto, se someterá obediente al imperio suavísimo de Cristo Rey[4] (...)’’. En el párrafo citado el Vicario de Jesucristo rotundamente asegura que ha de llegar un día: saboreamos de antemano las alegrías de aquel día en que todo el orbe, de voluntad y con gusto se someterá obediente al imperio suavísimo de Cristo Rey, un día, pues, en que se halle realizado el reinado universal de Jesucristo en la tierra. Si pues, el reino de que habla el Papa fuese el del Corazón de Jesús, tendríamos afirmado por el Romano Pontifice el reinado universal del Sagrado Corazón. Ahora añadimos que ese reino es, en efecto, el del Corazón Divino. En primer lugar, al final del párrafo, tornando otra vez el Pontífice a hablar del reino universal futuro, lo describe con estas palabras: aunar todos los pueblos en el Corazón del Rey de reyes y Señor de los señores; por donde se ve bien claro que ese reino universal no es otro que el del Corazón Divino. Además hemos visto en toda la Encíclica cómo para el R. Pontífice el reino de Cristo que pedimos, que deseamos, que esperamos, es idéntico al del Corazón de Jesús, o que Cristo ha de reinar por su Corazón; luego de este mismo se ha de entender igualmente lo que dice en el último pasaje.» (Ibid. p. 142).

Pío XII en su Mensaje Pascual de 1957 anuncia proféticamente la era de paz y de prosperidad en la tierra fruto del Reino de Cristo que se iniciará con la Parusia: «Los proyectiles surcan los ámbitos de los cielos y los satélites artificiales se preparan a asombrar al espacio con su presencia. La agricultura multiplica con la química nuclear las posibilidades de alimentar una humanidad bastante más grande que la actual, mientras la biología gana de día en día terreno en la batalla contra las más terribles enfermedades. Sin embargo, todo esto es todavía noche. Noche, llena, si se quiere, de ansias y esperanzas, pero noche. Noche que aún podría de repente hacerse tempestuosa si aparecieran acá y allá los fulgores de los relámpagos y se oyera el estruendo de los truenos. ¿Acaso no es verdad que la ciencia, la técnica y la organización se han convertido muchas veces en fuentes de terror para los hombres? Por eso no están ya seguros como en otro tiempo. Ven con suficiente claridad que ningún progreso por si solo, puede lograr que el mundo renazca. Muchos entreven ya -y lo confiesan- que se ha llegado a esta noche del mundo porque Jesús ha sido apresado, porque se le ha querido desterrar de la vida familiar, cultural y social; porque se ha sublevado el pueblo contra El, porque le han crucificado y le han dejado mudo e inerte. (...) Es necesario quitar la piedra sepulcral con la cual han querido encerrar en el sepulcro a la verdad y al bien; es preciso conseguir que Jesús resucite con una verdadera resurrección, que no admite ya ningún dominio de la muerte: Surrexit Dominus vere, mors illi ultra non dominabitur. Jesús debe destruir en los individuos la noche de la culpa mortal con el alba de la gracia recobrada. En las familias, a la noche de la indiferencia y de la frialdad debe suceder el sol del amor. En los campos de trabajo, en las ciudades, en las naciones, en las tierras de la incomprensión y del odio, la noche debe iluminarse como el día, nox sicut dies illuminabitur; y cesará la lucha, brillará la paz. ¡Ven, Señor Jesús! La humanidad no tiene fuerza para quitar la piedra que ella misma ha fabricado, intentando impedir tu vuelta. Envía tu ángel oh Señor , y has que nuestra noche se ilumine como el día. ¡Cuántos corazones oh Señor, te esperan! ¡Cuántas almas se consumen por apresurar el día en que Tú sólo vivirás y reinarás en los corazones¡ ¡Ven, oh Señor, Jesús! ¡Hay tantos indicios de que tu vuelta no está lejana¡.» (Colección de Encíclicas y Documentos Pontificios Pub. de la Junta Nacional Madrid, 1962, p.518)

Por esto San Pedro nos exhorta diciéndonos: «Poned toda vuestra esperanza en la gracia que os traerá cuando aparezca Jesucristo» (1 Ped 1,13).





Fátima Profecía Apocalíptica

Las apariciones de Fátima (en Portugal) son una indicación concreta de lo anunciado en La Salette, es decir que señalan con el dedo, la Apostasía de Roma. El tercer secreto, en realidad tercera parte de una misma profecía, indica la pérdida de la Fe de Roma (del Vaticano mismo) y la consiguiente apostasía que esto implica. De aquí que no se lo ha querido revelar, estando condenado prácticamente en el index, que sólo funciona para la verdad mientras el error y las herejías tienen libre difusión.


La jerarquía de la Iglesia no quiere publicar el 3er Secreto, es ella (esta jerarquía) la destinataria del mensaje, es ella quien debe publicarlo, no Sor Lucía (pues de lo contrario sería la primera responsable de no hacerlo) quien es sólo una mensajera, una intermediaria entre el cielo y la jerarquía de la Iglesia a quien va destinado el mensaje y su contenido, y sobre quien recae toda la responsabilidad.

El contenido del 3er Secreto apunta a la pérdida de la Fe (Apostasía) general por culpa y obra de la Jerarquía de la Iglesia, desde el mismo Vaticano. En primer lugar, Fátima es una profecía apocalíptica, como tal es un vaticinio sobre algo futuro, es una predicción, un anuncio que revela (da a conocer) cosas distantes (futuras). Profecía recordamos con Santo Tomás es una visión (conocimiento) de cosas distantes (ocultas) a los sentidos, de aquí que profecía viene de procul = distante y de phanos = aparición, es decir que la profecía es una visión o conocimiento de algo oculto a los sentidos. Trata de cosas futuras conocidas o sabidas por revelación de Dios. Así tenemos la segunda acepción del término profecía que viene de porro = a lo lejos y de fantur = decir, con lo cual la profecía es una locución dando a conocer las cosas que por revelación de Dios se saben, como ya vimos.

Profecía apocalíptica, decimos que es Fátima, pues al igual que el Apocalipsis (revelación) es una profecía del fin de los tiempos. Que el Apocalipsis sea lo que afirmamos bástenos citar lo que dice el Padre Joseph Maitre: «El apocalipsis es esencialmente una profecía o una revelación del futuro». «El futuro que predice el profeta (S. Juan) concierne al tiempo que debe transcurrir desde su época hasta el fin de los tiempos». «El profeta apunta antes que todo a los últimos tiempos» (La Prophétie des Papes. Paris - Beaune, 1904 p. 311, 313, 318 respectivamente).

También Scio en su Advertencia sobre el Apocalipsis dice: «En una palabra, comprende este libro una profecía de los sucesos considerables de la Iglesia, desde la primera hasta la segunda venida de Jesucristo, en que vencidos, postrados, y abatidos todos sus enemigos, entrará triunfante, y acompañado de sus escogidos en la eterna y quieta posesión de su reino,» y además tenemos que «el común sentir de los mismos padres, fundado en las Escrituras, es que muchos lugares del Apocalipsis solamente deben referirse a aquel tiempo, en que el mundo tendrá fin.» La Sagrada Biblia N. Testamento tomo II, p. 361-362).

Y para que no quede lugar a duda de la armonía y de la concordancia entre Fátima y el Apocalipsis nos remitimos a las siguientes palabras del P. Joseph Maitre: «Esta profecía es, en efecto, como lo demostraremos, la historia anticipada de la Iglesia. La cual parece destinada a prevenir a los fieles de todos los tiempos, especialmente a aquellos de los últimos años, contra las grandes pruebas del futuro, conteniendo las advertencias más saludables para ellos, al mismo tiempo que hace irradiar ante sus ojos las promesas de un próximo triunfo». (La Prophétie... p. 288)

Triunfo (apocalíptico) que concuerda con lo enunciado en Fátima: «Por fin Mi Inmaculado Corazón triunfará,» (Memorias de la Hna Lucía. 3ª Edición Oct. 1988 Vice-Postulaçao, Fátima p.165).

Fátima señala y vaticina sobre acontecimientos relativos a los últimos tiempos y a esto se ordena el 3er Secreto, el cual es una puntualización apocaliptica, que Roma y el Vaticano no quieren publicar, pues les señala y acusa con el dedo.


El Tercer Secreto: su contenido

Es sabido que en realidad hay un solo y mismo mensaje en tres partes tal como lo manifiesta Sor Lucía en su tercera Memoria, es decir que hay un solo secreto en tres partes, dos de las cuales fueron reveladas y otra no, llamada comúnmente 3er Secreto de Fátima. «¿Qué es el secreto? (se pregunta Sor Lucía) Me parece que lo puedo decir:, pues ya tengo licencia del cielo. Los representantes de Dios en la tierra me han autorizado a ello... Ahora bien, el secreto consta de tres cosas distintas, de las cuales voy a revelar dos. La primera fue, pues, la visión del infierno. (...) visteis el infierno a donde van las almas de los pobres pecadores; para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón» (Op. cit. p. 103). Las tres cosas que conforman el secreto son la visión del infierno, la devoción al Inmaculado Corazón (a quien se le debe consagrar Rusia) y la tercera: el famoso tercer Secreto. Tal como dice la nota 4 de dicha edición: «Adviértase que se trata de un único secreto, que consta de tres partes. Aquí revela las dos primeras. La tercera fue escrita a finales del año 1943 y encuéntrase hoy guardada en los Archivos Vaticanos.» (p.112).

En su Cuarta Memoria, Sor Lucía nos da la clave del contenido del 3er Secreto, pudiéndose hoy discernirlo por su contexto y por las declaraciones y actitudes de Sor Lucía a otras personas.

El 3er secreto comienza con las palabras reveladas por Sor Lucía en su famosa cuarta Memoria: «En Portugal se conservará siempre el dogma[5] de la Fe, etc.» (p. 165). El final del secreto lo constituyen las palabras: «Por fin Mi Inmaculado Corazón triunfará» tan conocidas por todos, desde la redacción de la tercera Memoria en 1941, si bien Sor Lucía al redactar en su cuarta Memoria de 1941 las primeras palabras con que se inicia el tercer Secreto, no las coloca en su lugar lógico.

A este respecto sírvanos de apoyo lo que dice el Hermano François de Marie des Anges que resume en un solo tomo, «Fátima, Joie Intime, Evénement Mondial», Ed. La Contre -Réforme Catholique 1993, la excelente obra del Hermano Michel de la Sainte Trinité en 3 tomos 1986: «En su cuarta Memoria, descubriendo discretamente la primera frase del tercer secreto, Sor Lucía no la sitúa en su lugar lógico. La añade al final de todo el secreto, mientras que su lugar real está entre la segunda parte y la conclusión general» (Nota 1 p. 399).

Todo el contexto del tercer Secreto es el siguiente: «Habéis visto el infierno, a donde van las almas de los pobres pecadores; para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi inmaculado Corazón. Si hicieran lo que os voy a decir, se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra va a acabar. Pero si no dejan de ofender a Dios, en el reinado de Pío XI comenzará otra peor. Cuando veáis una noche alumbrada por una luz desconocida, sabed que es la gran señal que Dios os da, de que va a castigar al mundo por sus crímenes por medio de la guerra del hambre y de persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre. Para impedirla, vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón, y la comunión reparadora de los primeros sábados. Si atendieran mis peticiones, Rusia se convertirá y habrá paz, si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá que sufrir mucho, varias naciones serán aniquiladas. Por fín, mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará a Rusia, que se convertirá y será concedido al mundo algún tiempo de paz. En Portugal se conservará siempre el dogma de la Fe, etc. Esto no se lo digáis a nadie. A Francisco, si podéis decírselo» (Ibid. p.165).

Según el contexto del 3er Secreto (3ra parte de un mismo y único secreto que consta de 3 partes) tenemos el primer indicio que señala el dogma de la Fe, esto está claramente y es explícitamente expresado. Al decir Sor Lucía que: «En Portugal se conservará siempre el dogma de la Fe», quiere decir que la fe será el objeto de una pérdida casi total señalando a Portugal como una excepción singular (una gracia especial). Portugal en contraste con el resto del mundo, conservará la fe, mientras que por lógica consecuencia el resto de las naciones caerán en la pérdida de la misma. Esto significa que salvo Portugal, las demás naciones caerán en la más espantosa de las Apostasías. La pérdida de la Fe o su abandono es una Apostasía, ni más ni menos.

Con esto sólo se vislumbra el carácter trágico y verdaderamente apocalíptico del contenido del 3er Secreto, el cual gira en esencia sobre la crisis de Fe, sobre la pérdida de la Fe en el mundo, en las Naciones. Salvo Portugal nos encontramos ante la Apostasía de las Naciones Gentiles, tal como la profetizan para los últimos tiempos, próximos a la Parusía (segunda venida de Cristo Rey en Gloria y Majestad), las Sagradas Escrituras.


No puede ser mas Apocalíptico, entonces, el 3er Secreto de Fátima. De aquí, la visión del infierno, una multitud que se pierde y condena por la pérdida de la fe, del dogma de la fe, atacado en su raíz y fundamento por la Nueva Teología, por el Modernismo, por el Ecumenismo. Y como tabla de salvación la Devoción al Inmaculado Corazón, a través del rezo cotidiano del Santo Rosario y de la práctica de los primeros sábados de cada mes con intención reparadora al corazón desecho de Nuestra Madre del Cielo.

Si se medita bien, Sor Lucía sin querer ha revelado en substancia el 3er Secreto, si bien no es esta su misión como más adelante veremos. Por una pequeña frase deslizada y vista en el contexto actual del Mundo y de la Iglesia desmantelada, despojada de la Tradición, del culto, de la liturgia verdadera y de la doctrina católica,resulta evidente que el 3er secreto apunta en substancia a todo esto. Y sobre todo con la clara alusión que: «todo será más claro a partir de 1960» como Sor Lucía lo manifestó al Cardenal Ottaviani.

Si a alguien puede parecerle que exageramos forzando el texto sirva recordar que Sor Lucía manifestó al entonces Obispo de Leira-Fátima (el ordinario del lugar) su superior en la Jerarquía oficial, que no era necesario escribir el 3er Secreto, pues en cierta forma ya lo había dicho. Oigamos al Hermano François: «Así conocemos en lo sucesivo la primera frase del último secreto. Es seguro que Sor Lucía ha incluido este añadido con la intención expresa de dejar traslucir, de manera velada, el contenido esencial del tercer secreto. En 1943, ella declara un día a Mons. da Silva que no era absolutamente necesario que redactara el texto del tercer secreto ‘porque, en cierta manera, lo había dicho’. Esta pequeña frase nos suministra efectivamente la clave. De acuerdo al contexto general del secreto que tiene de un extremo al otro una envergadura mundial, Portugal no puede ser citado aquí, sino como el caso particular notable haciendo contraste con la situación general de la Iglesia que debe ser el objeto de la tercera parte del Secreto. Una promesa, que parece dirigirse de suyo a un país cristiano, implica forzosamente que otras naciones, otras partes de la Iglesia, perderán la fe. El último Secreto de Nuestra Señora no anunciaría, por tanto más castigos materiales, sino que profetizaría acontecimientos de otro orden: un castigo espiritual» (Fátima... p. 399).

Fátima y las Sagradas Escrituras

Las Sagradas Escrituras (La Palabra de Dios) viene a sostener el Mensaje de Fátima, con respecto al obscurecimiento y pérdida de la fe en los últimos tiempos de los pueblos gentiles, de la Gran Apostasía de las Naciones Gentiles, antes de que toque la hora del Señor y de su Reino.

Dice Nuestro Señor refiriéndose a su Parusia «Mas cuando viniere el Hijo del hombre, ¿pensáis que hallará fe en la tierra? (Lc. 18,8).

Comentando este versículo en la Nota 8 Mons. Straubinger señala: «Obliga a una detenida meditación este impresionante anuncio que hace Cristo, no obstante haber prometido su asistencia a la Iglesia hasta la consumación del siglo. Es el gran misterio que San Pablo llama de iniquidad y de apostasía (2 Test. 2) y que el mismo Señor describe muchas veces, principalmente en su gran discurso escatológico». Además en una nota anterior en la cual alude a la Segunda Venida, Mons. Straubinger hace ver la semejanza de los tiempos de Noé con la de la Parusía, dice: «Antes de este acontecimiento se presentarán muchos falsos profetas y será general el descreimiento y la burla como en los tiempos de Noé y de Lot (Gén. 7,7, 19, 25, 2 Pedr, 3,3 ss). No cabe duda que nuestros tiempos se parecen en muchos puntos a lo predicho por el Señor (Lc. 18,8)» (Nota 24 de Lc. 17).

La Gran Tribulación, tal como nunca se ha visto jamás, causa de la Universal Apostasía, viene a coincidir con Fátima. Nuestro Señor en su famoso discurso escatológico (esjatológico como bien señala el P. Castellani, pues escatos significa excremento o pornográfico, mientras que esjatos significa último), bien dice advirtiendo: «Guardaos que no os engañe alguno. Porque vendrán muchos en mi nombre, y dirán: Yo soy el Cristo y a muchos engañarán. Y también oiréis guerras, y rumores de guerra. Mirad que no os turbéis. Porque conviene que todo esto suceda, mas aún no es el fín porque se levantará gente contra gente, y reino contra reino, y habrá pestilencia, y hambre, y terremotos por los lugares. Y todas estas cosas principios son de los dolores. Entonces os entregarán a la tribulación, y os matarán y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre. Y muchos entonces serán escandalizados, y se entregarán unos a otros, y se aborrecerán entre sí. Y se levantarán muchos falsos profetas, y engañarán a muchos. Y porque se multiplicará la iniquidad, se resfriará la caridad de muchos. Mas el que perseverare hasta el final, éste será salvo. Y será predicado este Evangelio del reino por todo el mundo, en testimonio a todas las gentes y entonces vendrá el fin. Por tanto. cuando viereis que laabominación de la desolación>, que fue dicha por el profeta Daniel, está en lugar Santo, el que lee entienda, entonces los que estén en la Judea, huyan a los montes, y el que en el tejado, no descienda a tomar alguna cosa de su casa, y el que en el campo, no vuelva a tomar su túnica. Mas ay de las preñadas, y de las que crían en aquellos días! Rogad, pues, que vuestra huída no suceda en invierno, o en sábado. Porque habrá entonces grande tribulación, cual no fue desde el principio del mundo hasta ahora, ni será. Y si no fuesen abreviados aquellos días ninguna carne sería salva, mas por los escogidos aquellos días serán abreviados.» (Mt. 24, 4-22).

La Gran Tribulación anunciada por Cristo, después de las guerras rumores de guerras y terremotos, causada por los falsos profetas, invocando a Cristo (su autoridad) o hablando en su nombre(Jerarquía de la Iglesia , sus ministros y prelados) engañaran amuchos, sobre todo como acontece a partir del Concilio Vaticano II, cuyos albores datan alrededor de los años 1960; concuerda con Fátima que señala la crisis de Fe, la Apostasía Universal de las Naciones, sólo conservándose de algún modo el dogma y la doctrina de la fe en Portugal, en flagrante contraste con el resto de las Naciones Apóstatas. Todo lo cual será más claro a partir de 1960, según Sor Lucía. Pues, siendo interrogada por el Card. Ottaviani, cuando aún no sabía cual era su contenido, así se lo expresó: «El Card. Otavianni, pro-prefecto del Santo Oficio, se dirigía al Carmelo Santa Teresa, en Coimbra, el 17 de mayo de 1955 e interrogaba a Sor Lucía sobre el tercer Secreto. ‘EL mensaje no debía ser abierto antes de 1960, decía en su conferencia de 1967, pregunté a Sor Lucía: ¿Por qué esa fecha? Y ella me respondió: Por que, entonces, será más claro (mais claro)’.» (Fátima... p.290).

Ahora bien, téngase en cuenta como bien dice el Hermano Michel en su magnifica obra «Toute la Verite sur Fatima», resumida por el Hermano François de Marie des Anges, que «la única razón que puede hacer más clara una profecía a partir de una fecha determinada es el inicio de su realización» (Fátima... p. 396).

Fátima es una profecía eminentemente Apocalíptica, concuerda con las profecías públicas de la Iglesia contenidas en la Santa Biblia.Fátima habla de guerras, de la 1ra guerra Mundial que acabará pronto, pero que habrá otra peor (la 2da guerra mundial) como castigo por no escuchar la voz del cielo, por no hacer caso de lo pedido en Fátima por la Virgen; es más, habrá una señal: una luz desconocida (la famosa llamada aurora boreal de la noche del 25-26 de enero de 1938) como indicio infalible del castigo divino por la sordera de los hombres, en especial de la Jerarquía de la Iglesia que no consagró a Rusia al Inmaculado Corazón, tal como se lo manifestó Nuestra Señora en la aparición de Tuy (España) el 13 de junio de 1929: «Ha llegado el momento en que Dios pide al Santo Padre que haga, en unión con todos los Obispos del mundo, la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón, prometiendo salvarla por este medio(...) más tarde por medio de una comunicación íntima, Nuestra Señora, me dijo, quejándose: No han querido atender mi petición... Rusia habrá ya esparcido sus errores por todo el mundo, provocando guerras, persecuciones a la Iglesia: el Santo Padre tendrá que sufrir mucho» (Memorias... p198).

La Segunda Guerra Mundial fué la consecuencia de esto, y la señal del castigo, la luz extraña de la noche del 25-26 de enero de 1938. Pero la cosa no para aquí, estos son castigos materiales que se continuarán con guerras que no han cesado durante casi todo el siglo XX, hay más, Fátima lo dice, la Iglesia será perseguida, el Papa tendrá mucho que sufrir (no se sabe si por las persecuciones o por no haber realizado a tiempo la consagración, o por ambas cosas), pues ni Pío XI, ni Pío XII, desde antes de la II Guerra Mundial cumplieron con la petición. La Virgen de Fátima dijo bien claro: «La guerra va a acabar, pero si no dejan de ofender a Dios, en el reinado de Pío XI comenzará otra peor. Cuando véais una noche alumbrada por una luz desconocida[6], sabed que es la gran señal que Dios os da de que va a castigar al mundo por sus crímenes por medio de la guerra, del hambre y de persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre» (Memorias... p. 165). Es un hecho que Rusia ha esparcido sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia. El comunismo es una doctrina atea, antievangélica es en suma el viejo ideal judaíco del Paraiso en la tierra, es el humanismo ateo de la civilización tecnocrática, personalista y totalitaria, una verdadera Satanocracia, para lo cual se amalgamarán el comunismo (capitalismo totalitario) con el capitalismo liberal, al servicio de un nuevo Orden Mundial dirigido por el Poder Oculto.


Al respecto el venerable Padre Meinvielle nos da una gran luz: «Hemos de decirlo claramente. En el mundo de hoy, así como existe una Iglesia sobrenatural fundada por Jesucristo, que busca la salvación eterna del hombre, existe también un Poder Oculto de hombres que tratan de establecer una ciudad materialista, atea y satánica que procure la perdición eterna del hombre. (...) Este Poder Oculto, que opera desde hace siglos, trabaja hoy en forma acelerada para el dominio universal y total del mundo. Sus planes están muy adelantados. Y después del comunismo y del capitalismo quiere implantar la ciudad tecnocrática de la sinarquía» (La Iglesia y el Mundo Moderno, Ed. Theoria Buenos Aires, 1966, p. 208-209).

Es más, «para la sinarquía ya ha pasado la era del capitalismo y del comunismo. Viene la era de una civilización socialista tecnocrática.» (Ibid. p.211).

«En la creación de esta ciudad personalista y totalitaria aunan sus esfuerzos, liberales, socialistas y comunistas, y en su erección también se alínean los maritainistas» (Meinvielle, Crítica de la Concepción de Maritain sobre la Persona Humana, Ed. Nuestro Tiempo Buenos.Aires. 1948, p. 376).

Después de las dos partes reveladas del Secreto de Fátima que hablan del infierno eterno y de los castigos materiales, viene la tercera parte que habla del castigo espiritual: la pérdida de la fe, la Gran Apostasía Universal de las Naciones, quedando Portugal como contraste en medio de las demás Naciones sumergidas en las tinieblas del error y la confusión doctrinal más espantosa, lo cual está en plena consonancia con las Escrituras.

La frase con la cual comienza el 3er Secreto: «En Portugal se conservará siempre el dogma de la Fe», implica forzosamente que las demás Naciones perderán la fe, incluso Roma (Estado Vaticano) tal como lo afirma a su vez Nuestra Señora en La Salette. Esto no es otra cosa que la Gran Apostasía anunciada en las Escrituras para el fin de los tiempos, lo cual es una profecía eminentemente apocalíptica.

La Salette y Fátima están señalando con el dedo la Apostasía Universal de las Naciones Gentiles, gran castigo espiritual en primer orden. Se trata entonces de la Gran Tribulación por la pérdida de la fe y la Gran Confusión Doctrinal que hará caer en el error a los buenos (los que conservan la buena doctrina) si los tiempos no son acortados. Se trata de la Abominación de la desolación en lugar santo, la Iglesia despojada de su verdadero culto, ultrajada por su clero y jerarquía docente. Roma vuelta a su antiguo error cobijando todas las religiones, que convertida en Cátedra del error y la mentira abraza a todas las falsas religiones bajo un falso y herético Ecumenismo.

San Jerónimo en su comentario a Mt. 24 dice que: «Por la abominación de la desolación se puede también entender el dogma corrompido. Cuando lo veamos establecido en lugar santo, esto es en la Iglesia, y presentarse como Dios, debemos huir de Judea hacia las montañas, es decir, dejar la letra que mata y la perfidia judaica para acercarnos a los montes eternos de donde Dios irradia su admirable luz». (Brev. Rom. Pars Autum. Dom. XXIV In III Noct. Lec IX).

Son muy elocuentes estas palabras de San Jerónimo, nos advierte contra la perversión judaica que vuelta cátedra (introducida) en la Iglesia lleva a la corrupción del dogma de la fe tal como Fátima lo anuncia teniendo que ir a las alturas de la verdad eterna (los principios inmutables) desde donde Dios nos ilumina con la verdad, de lo contrario quedaremos presos de la letra que mata, pues «debemos mas bien sembrar en el campo espiritual de las Escrituras para cosechar los frutos» de la luz y la verdad, como más adelante indica San Jerónimo.

En concordancia con esto, Orígenes expone que en las Escrituras «se halla con frecuencia el Anticristo, que es la predicación falsa, y los que esto entienden, huyen desde Judea de la letra a los elevados montes de la verdad». (Catena Aurea, In Mat. cap. 24.).

El pseudo profeta y los falsos apóstoles son según Santo Tomás, los que predican lo contrario a la fe: «diseminan una falsa doctrina, una doctrina herética, no proponen la palabra del Señor, sino que inventan una falsa doctrina». (Opus Omnia t.IV. Mandonet Parisiis 1927 p.178, Contra Imp. Dei Cult. et Relig.)

El poder sacerdotal corrompido es, según el P. Bertina S.J. tal como dice en su comentario al Apocalipsis, la bestia segunda que sale de la tierra: «La segunda bestia es el poder sacerdotal...» (La Sagrada Escritura. Nuevo Testamento t. III BAC Madrid 1962 p. 714).

Lo peor es que la segunda bestia tiene apariencia de cordero significada por los dos cuernos que a su vez representan el poder episcopal. «La actividad específica de la segunda bestia está rodeada de un nimbo religioso. La finalidad de su obrar consisten en propagar el culto de la primera bestia... La actuación portentosa de la segunda bestia consigue... inducir a la falsa doctrina religiosa, con todas sus terribles consecuencias a las masas admiradas, en provecho de la primera bestia.» (Ibid. p. 720 - 721).

Cornelio a Lapide en su comentario al Apocalipsis dice respecto a los dos cuernos: «Estos dos cuernos serán especies de una mansedumbre y santidad simulada, para parecerse al Cordero... Los dos cuernos representan la dignidad Episcopal sea la mitra misma (porque es bicorne) o ya sea por las infulas. Parece pues, que este pseudo profeta será algún obispo apostata y simulador de la religión, traidor del honor Eclesiástico.» (Com. Apoc. cap XIII).

En suma, como se ve, se trata del Misterio de Iniquidad que se manifestará plenamente cuando se manifieste el Anticristo.

Según Mons. Straubinger: «La apostasía disfrazada es para el Apóstol de los Gentiles el misterio de la iniquidad, del cual habla en 2 Tes. 2,7, para abrirnos los ojos sobre los espíritus que nos engañan bajo forma de piedad y aparatosa religiosidad, incluso apariciones». (Espiritualidad Bíblica, Ed. Plantin Buenos.Aires. 1949 p.27).

«Pues todo falso profeta tiene dos cuernos como el cordero (Apoc. 13,11), es decir, la apariencia exterior de Cristo, y sólo pueden descubrirlo los que son capaces de apreciar espiritualmente lo que es o no es palabra de Cristo» (Ibid. p.29).

Como hace ver el P. Castellani: «La Religión será adulterada, sus dogmas vacíados... La Gran Apostasía será a la vez una grande, la más grande herejía. ¿Qué es lo que puede corromper a la Iglesia? Lo mismo que corrompió a la Sinagoga, el Fariseismo.» (El Apokalypsis Ed. Paulinas Buenos.Aires. 1963, p.153).

La religión será ultrajada y pisoteada reducida a su mínima expresión y como dice el P. Castellani, pisotear no es eliminar: «el cristianismo será adulterado» (Ibid. p. 152). El Anticristo se beneficiará del cristianismo adulterado y además: «Reducirá a la Iglesia a su extrema tribulación, al tiempo que fomentará una falsa Iglesia.» (Ibid. p. 199).

Las Sagradas Escrituras confirman lo dicho respecto a la apostasía de los últimos tiempos: «Has de saber que en los últimos días sobrevendrán tiempos difíciles» (2 Tim. 3,1). «En posteriores tiempos habrá quienes apostatarán de la fe, prestando oídos a espíritus de engaño y a doctrinas de demonios» (1 Tim. 4,1).

«Primero debe venir la apostasía y hacerse manifiesto el hombre de iniquidad, el hijo de perdición; el adversario, el que se ensalza sobre todo lo que se llama Dios o sagrado, hasta sentarse el mismo en el templo de Dios (2 Tes. 2,3-4).

Mons. Straubinger expone en suma, con tino y sabiduría: «el misterio de iniquidad, que culminará en el Anticristo y su triunfo sobre todos los que creerán a la mentira por no haber aceptado el misterio de la sabiduría (1 Cor. 2,7), ya está operando desde el principio, en forma subrepticia de cizaña mezclada con el trigo y de peces malos entre la red (Mat. 13, 47 s), a causa del dominio adquirido por Satanás sobre Adán, y mantenido sobre todos sus descendientes que no aprovechan plenamente la redención de Cristo. Es, no solo el gran misterio de la existencia del pecado y del mal en el mundo, no obstante la omnipotente bondad de Dios, sino principalmente. y en singular, ese misterio de la apostasía, que llevará al triunfo del Anticristo sobre sus santos (Apoc. 13,7), a la falta de fe en la tierra (Mat. 24, 24; Luc. 18,8), y, en una palabra, a la aparente victoria del diablo y aparente derrota del Redentor hasta que El venga a triunfar gloriosamente en los misterios más adelante señalados para el fin» (Nota nº 6, 2 Tes. 2,6).

Por esto nosotros debemos a pesar de todas las tribulaciones presentes y futuras mantenernos en una santa esperanza, tal como nos exhorta San Pedro: «Tened, pues, paciencia hermanos, hasta la Parusia del Señor... tened paciencia: confirmad vuestros corazones, porque la Parusia del Señor está cerca» (Sant. 5,7,8). Y como dice Nuestra Señora de Fátima «Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará».

No nos dejemos engañar con los falsos profetas del progreso de la nueva civilización humanista, (gnóstico-personalista) que enarbola la dignidad y libertad bajo las apariencias de verdad. El falso ecumenismo post-conciliar tiene sus profetas con grandes carismas. Juan Pablo II con su encíclica «Ut Unum Sint» (sobre el empeño ecuménico) se convierte en la cabeza visible que presagia la parodia más espectacular de una Nueva Era (civilización del amor y la unidad) sin dogmas que dividan, convirtiéndose en el principal enemigo de Cristo Rey, y de su Reino, pues lo tergiversa e invierte.

La civilización del Amor de Juan Pablo II está condenada por San Pío X en Notre Charge Apostolique: «Y ahora, penetrados de la más viva tristeza- Nos preguntamos, venerables hermanos, en qué ha quedado convertido el catolicismo del Sillón. Desgraciadamente, el que daba en otro tiempo tan bellas esperanzas, este río límpido e impetuoso, ha sido captado en su marcha por los enemigos modernos de la Iglesia y no forma ya en adelante más que un miserable afluente del gran movimiento de apostasía, organizado, en todos los países, para el establecimiento de una Iglesia universal que no tendrá ni dogmas, ni jerarquía, ni regla para el espíritu, ni freno para las pasiones,[7] y que, so pretexto de libertad y de dignidad humana, consagrará en el mundo, si pudiera triunfar, el reino legal de la astucia y de la fuerza y la opresión de los débiles, de los que sufren y trabajan». (Doctrina Pontificia, II Documentos Políticos, BAC Madrid, 1958, p. 419).

El carácter profético de Juan Pablo II, y el carisma que tiene son innegables, su error está en que no cuenta con Cristo para realizar la Gran Promesa: «Ut unum sint», a fin de que también sean uno formando un solo rebaño bajo un solo pastor. Juan Pablo II con todo su Ecumenismo instalado paladinamente por el Concilio Vaticano II, es el mayor y más grande de los tergiversadores de las profecías apocalípticas del Reinado de Cristo, del Reino de María, del Reino de los Sagrados Corazones de Jesús y María, donde Cristo reinará sobre todas las Naciones, sobre todos los pueblos, no sólo de derecho, sino también de hecho, no solo espiritualmente sino social y prácticamente. Verdadera Nueva Era, antagónica a la Nueva Era (New Age) donde se amalgaman todas las creencias bajo el concepto gnóstico-cabalístico de Dios, en una síntesis diabólica, en un sincretismo sacrílego y blasfemo, tal como se puede ver en la contratapa de una de sus múltiples publicaciones: «Un mensaje para toda la Humanidad. La energía del amor es el poder para crear un mundo nuevo y mejor. La virgen María explica cómo vivir más plenamente conscientes de nuestra existencia y objetivos terrenales y cómo prepararnos para reencontrar el mundo espiritual tras la muerte física. Mi ruego para todo el mundo es que inicie una transformación sea cual sea el concepto de Dios que tenga cada uno...»7 (Annie Kirkwood, El Mensaje de la Virgen al Mundo, Ed. Robin Book, Barcelona 1995).


Esto concuerda con la civilización del Amor pregonado por Juan Pablo II y su famoso Totus tuus.
No nos dejemos engañar, los lazos del Maligno se aunan, la gran síntesis se realiza, cultural y religiosamente el sincretismo sinárquico está muy avanzado y la Iglesia está dentro de sus garras de modo incondicional a partir del Vaticano II, que más que un Concilio, fue un conciliábulo donde el Humo de Satanás campeó por doquier.

Como bien dice el insigne P. Julio Meinvielle respecto al programa de la Sinarquía y la civilización satanocrática: «Este programa tiene por objeto crear una cultura global que se mueva en torno a una ‘Iglesia Universal’ la cual daría una unidad esotérica a los grandes grupos religiosos humanos, el cristianismo, el judaísmo, el hinduísmo. Se haría una especie de federalismo religioso una igualdad de todas las creencias bajo la forma de un pluralismo fraternal,...» (La Iglesia... p. 211).

Esta es la actividad frenética que Juan Pablo II con su Ecumenismo de Asis se encaminó a cumplir. No lo olvidemos, la civilización Satanocrática es ecumenico-gnostico-personalista. Es pluralista, democrática y tecnológico-socialista: «El orden cultural es la sal de la democracia sinárquica, es decir, del pueblo recibiendo las enseñanzas, sometido al dirigismo del espíritu en el marco del pluralismo canalizado, expresión social de la realidad profunda del hombre universal y del ‘devenir del ser’. En ese pluralismo, el hombre individual libera lo que él comporta de ‘misterio y de divinidad en devenir’. De aquí procede en el movimiento sinárquico la ‘primacía de lo espiritual’ pero de un espiritual que no tiene otro contenido que la universalidad del humanismo elevado a la altura de una religión común. (...)

Fácil es advertir que en este programa cultural, que gira en torno al ‘Hombre Universal’, la Iglesia pierde su personalidad pública de ‘Luz de los Pueblos’ y queda reducida, cuando mucho, a una de las tantas creencias pluralistas colocadas al servicio de aquel ‘Hombre Universal’.(...) Esta adoración del hombre no puede consistir sino en una adoración a Satán. En una civilización satanocrática. Existe una perfecta coherencia entre los planes del poder oculto y el camino que llevan las relaciones de la Iglesia y el Mundo.» (Ibid. p. 212-213).

En esto converge toda la actividad de la Jerarquía oficial de la Iglesia y de su representante Máximo, Juan Pablo II.

No nos sorprenda que la Iglesia quede desplazada obscurecida, relegada. El famoso teólogo español Domingo Soto advirtió algo parecido cuando en un pasaje traído y comentado por el P. Castellani, se refiere al eclipse de la Iglesia y a la pérdida de la fe:«Porque cuando vuelva el Hijo del Hombre ¿Creéis que encontrará fe sobre la tierra? porque fe habrá, aunque sean pocos y perseguidos, en los últimos tiempos. Pero la fe en este sentido significa la fe organizada, es decir la Iglesia. La Iglesia -dice el teólogo Domingo Soto- ‘será quitada del medio’. Ese tiempo no se si está cerca o lejos.» (Catecismo para adultos, Ed. Grupo Patria Grande Buenos Aires, 1979, p.36).

Tengamos presente que la cultura humanista, con su ideal de libertad y dignidad de la persona humana, con sus derechos del hombre, o en términos de Maritain, la civilización cristiana pluralista, el humanismo integral, la Nueva Cristiandad, la Nueva Democracia, son las armas ideológicas del Anticristo tal como nos advierte Mons. Straubinger: «Las armas del Anticristo son falsas ideologías y doctrinas que Satanás, ‘el príncipe de este mundo’, va introduciendo desde ahora bajo etiquetas de cultura, progreso y aún de virtudes humanas que matan la fe, y gracias a los medios que la técnica moderna le da para monopolizar la opinión pública» (Nota nº 6, 2 Tes. 2,6).

Una de las declaraciones más importantes de Sor Lucía es la conversación mantenida con el Padre Agustín Fuentes el 26 de Diciembre 1957 quien se preparaba para ser postulador de la causa de beatificación de Jacinta y Francisco, y que hizo pública en una conferencia de regreso a Méjico el 22 de mayo de 1958 a las hermanas misioneras del Sagrado Corazón y de Nuestra Señora de Guadalupe: «Padre, la Santísima Virgen esta muy triste, porque nadie hace caso de su Mensaje, ni los buenos, ni los malos. Los buenos continúan su camino, pero sin hacer caso del Mensaje. Los malos, no viendo caer sobre ellos actualmente el castigo de Dios, continúan su vida de pecado sin preocuparse del Mensaje.

Pero créame, Padre, Dios va a castigar el mundo y será de una manera terrible. El castigo de Dios es inminente. Qué falta, Padre, para 1960 y que sucederá entonces?... No puedo dar otros detalles porque es todavía un secreto. Unicamente el Santo Padre y Monseñor el obispo de Leira podrían saberlo, por voluntad de la Santísima Virgen, pero ellos no han querido para no ser influidos. Es esta la tercera parte del mensaje de Nuestra Señora que permanecerá secreta hasta la fecha de 1960. (...) el demonio está a punto de librar una batalla decisiva con la Virgen.(...) no esperemos que venga de Roma un llamado a la penitencia de parte del Santo Padre para el mundo entero, no esperemos tampoco que venga de nuestros obispos en sus diócesis, ni tampoco de la congregaciones religiosas. No, Nuestro Señor ha utilizado antes muchas veces estos medios y el mundo no ha hecho caso. Por esto, ahora, es preciso que cada uno de nosotros comience el mismo su propia reforma espiritual, cada uno debe salvar no solamente su alma, sino también todas las almas que Dios ha dispuesto sobre su camino. Padre, la Santísima Virgen no me ha dicho que estamos en los últimos tiempos del mundo, pero me lo ha hecho saber por tres motivos: el primero porque me ha dicho que el demonio está a punto de librar una batalla decisiva con la Virgen, y una batalla decisiva es una batalla final donde se sabrá de qué lado está la victoria, y de cual la derrota. (...) El segundo porque ha dicho, tanto a mis primos como a mí misma, que Dios daba los dos últimos remedios al mundo: el santo Rosario y la devoción al corazón Inmaculado de María y estos siendo los dos últimos remedios, significa que no hay otros. Y el tercero, porque siempre en los planes de la Divina Providencia, cuando Dios va a castigar el mundo, agota primero todos los otros recursos. Ahora bien, cuando ha visto que el mundo no hace caso ninguno, entonces como diríamos en nuestra forma imperfecta de hablar, El nos ofrece con cierto temor el último medio de salvación, su Santísima Madre. Pues si despreciamos y rechazamos este último medio, no tendríamos ya el perdón del Cielo, porque habremos cometido un pecado que el Evangelio llama pecado contra el Espíritu Santo, que consiste en rechazar abiertamente, con todo conocimiento y voluntad, la salvación que se nos ofrece. Dos medios para salvar el mundo -me decía Sor Lucía- la oración y el sacrificio (...). Luego el Santo Rosario. Mire, Padre, la Santísima Virgen, en estos últimos tiempos que vivimos, ha dado una eficacia nueva al rezo del Santo Rosario. De tal suerte que no hay ningún problema, por difícil que sea, temporal o sobre todo espiritual, concerniente a la vida personal de cada uno de nosotros, de nuestras familias, de las familias del mundo o de las comunidades religiosas, o bien de la vida de los pueblos y de las naciones, no hay ningún problema, digo, por difícil que sea, que no podamos resolver por la oración del Santo Rosario. Con el Santo Rosario nosotros nos salvaremos , nos santificaremos, consolaremos a Nuestro Señor y obtendremos la salvación de muchas almas, En resumidas cuentas, la devoción al Corazón Inmaculado de María, nuestra Santísima Madre, considerada como la sede de la clemencia de la bondad y del perdón, como la puerta segura para entrar en el Cielo(...).» (Fátima... p. 283-284-285).

Dada la importancia y trascendencia de este texto conviene dar la garantía de su autenticidad. En primer lugar tenemos que: «el P. Alonso, encargado por Mons. Venancio de la edición crítica de los documentos referentes a Fátima, comienza adoptando sobre este punto la versión oficial. ‘Hay que notar, -dice en Septiembre de 1971 durante la sesión de la Sociedad Francesa de estudios mariales-, que ciertas revelaciones hechas por la prensa sobre Sor Lucía no pueden atribuírsele, por ejemplo las que han difundido el P. Fuentes y el P. Lombardi’. Ahora bien, cinco años más tarde, el experto oficial sostenía una posición totalmente diferente puesto que declaró: ‘Eso que dice el Padre Fuentes en el texto auténtico de su conferencia a la comunidad religiosa mejicana corresponde ciertamente en lo esencial a lo que había oído de Sor Lucía durante su visita del 26 de diciembre de 1957. Pues, aunque mezcladas de consideraciones oratorias de partes del predicador aunque arregladas literalmente, estos textos no dicen nada que Sor Lucía no dice en sus numerosos escritos dados al público.’ Si el Padre Alonso ha cambiado así de parecer, es porque entre tanto, por sus trabajos, ha tenido la ocasión de entrevistarse con Sor Lucía.»(Fátima... p. 286-287).

Y en la nota al pie de página tenemos que «El P. Kondor que ha sucedido al P. Fuentes y que desde 1961, ha tenido a veces la ocasión de conversar con Sor Lucía, reconoce también ahora que las declaraciones de la vidente referidas por el P. Fuentes eran auténticas. El 7 de agosto de 1990, declaró, en efecto a nuestro amigo, M. David Boyce: `El P. Fuentes fué censurado por sus indiscreciones.’ No es significativo que el P. Kondor haya dicho ‘por sus indiscreciones’ y no ‘por sus fabulaciones’?» (Fátima... p.287). Como sería lo lógico de ser puras invenciones suyas.


Declaraciones y actitudes de quienes leyeron el Tercer Secreto

Las declaraciones y actitudes de quienes leyeron el tercer Secreto vienen a confirmar todo lo expuesto en cuanto a lo substancial del tercer Secreto.

Quienes leyeron el tercer Secreto? Desgraciadamente ni Mons. da Silva (primera instancia directa en la jerarquía a quien correspondía el tercer Secreto) ni Pío XII leyeron el secreto, no quisieron en resumidas cuentas enfrentarse con su contenido, dejando pasar el tiempo, quizás esperando a 1960, pero ambos fueron arrebatados antes, el primero en 1957 y el otro en 1958.

Sor Lucía cuya misión era transmitir el mensaje a la jerarquía de la Iglesia y no el publicarlo al mundo, hizo prometer ante la desidia de Mons. da Silva que fuese abierto en 1960, para que el mundo lo supiera, pues es la Jerarquía y no Sor Lucía, quien tiene el deber de publicar al mundo el tercer Secreto. Y esto en razón del contenido que concierne directamente a las autoridades de la Iglesia.

Como bien dice el Hermano Michel: «El 17 de junio de 1944, cuando Mons. da Silva toma posesión del sobre conteniendo la tercera parte del Secreto, habría podido leer enseguida el mensaje y luego darlo a conocer en la medida que lo hubiese juzgado bueno.(....) Desde 1945, se previó que si Mons. da Silva llegaba a morir el precioso documento pasaría al Cardenal Cerejeira[8] patriarca de Lisboa. El tercer Secreto, contrariamente a eso que se afirma después, no estaba pues, ni exclusivamente, ni tampoco explícitamente destinado al Santo Padre. Al igual que las dos primeras partes del Secreto, con las que forma un todo, fue confiado a la Iglesia, y en primer lugar a los representantes de la jerarquía portuguesa, a quienes correspondía informarse y darlo a conocer» (Fátima... p. 289).

Y como es lógico pensar, Sor Lucía desearía que el Papa lo supiera lo más pronto posible, y por eso quería hablar personalmente con el Papa, para exponerle el tercer Secreto y «como finalmente Sor Lucía no pudo conversar con Pío XII, desde 1946 fue convenido entre Sor Lucía y Mons. da Silva que el último Secreto sería divulgado en 1960» (Fátima... p. 290). Sor Lucía que sabía que el mensaje del 3er Secreto debía ser publicado por la Jerarquía Oficial de la Iglesia, se asegura por una promesa, prácticamente exigida, a su Obispo, para tener la garantía de que realmente fuese así, ante el rechazo de leer el mensaje por parte de Mons. da Silva, «Mencionaremos primero el testimonio decisivo del canonigo Galamba: ‘Cuando el señor Obispo rechaza abrirlo, Lucía le hace prometer que será abierto definitivamente y leído al mundo cuando ella muera, o en 1960, según sea lo primero que acontezca’» (Fátima... p.290). Es evidente que Sor Lucía no quería morir sin que al menos se de a conocer el 3er Secreto, pero como no es ésta su misión, si no la misión, el deber y la responsabilidad de la Jerarquía de la Iglesia, ella está reducida al más doloroso de los silencios, ante el eclipse de la Iglesia, sobre el cual Fátima viene a advertirnos.

Sor Lucía ha dicho que su misión no es la de ser profeta, es decir, la de divulgar al mundo el 3er Secreto, pues en cuanto a esto es una humilde y pobre mensajera ante la Iglesia y sus representantes, ella es la pobre campesina carmelita que hizo de intermediaria entre el Mensaje del Cielo y la Jerarquía de la Iglesia. Su misión es advertir sobre el grave peligro de la condenación de las almas y de establecer la devoción al Inmaculado Corazón de María como último recurso de salvación en estos tiempos Apocalipticos para el mundo y la Iglesia; por esto, conviene decirlo de paso, no importa que ahora sor Lucía se contradiga, o le hagan creer o pensar algo distinto por presión contínua de la misma Jerarquía de la Iglesia y de modo especial por el mismo Vaticano sobre tal o cual cosa, etc, reduciendo incluso al máximo sus visitas y entrevistas, haciendo pensar que está casi prisionera en su propio convento por orden de Roma, pudiéndo sólo visitarla unos pocos familiares, viejos conocidos y los Cardenales;pues toda otra visita requiere el permiso expreso de Roma. Así como Roma silencia el 3er Secreto es lógico que trate de silenciar al máximo a Sor Lucía. Es lógico pensar que se la adoctrine sutilmente según los propósitos de la curia Vaticana y del mismo Juan Pablo II para que diga cosas no tan disconformes a la actuación del Sumo Pontifice, con respecto a la consagración de Rusia y a la revelación del 3er Secreto, por ejemplo. En realidad poco importa, pues lo dicho anteriormente dicho está y es suficiente para saber a que atenernos.

Por esto tampoco debe inquietarnos demasiado algunas respuestas de Sor Lucía en la entrevista con el Cardenal Padiyara el 11 de Octubre de 1992 acompañado de Mons. Michaelappa, del P. Pacheco y de Carlos Evaristo, quien asistió como intérprete, siendo además historiador y periodista, y que publicó la entrevista en «Duas Horas com a Irma Lucia» con todas las garantías de laautenticidad en 1994.

De otra parte conviene tener también en cuenta que Sor Lucía puede decir una cosa a instancias de sus superiores, que parece decir Nuestra Señora sin que en realidad lo haya dicho; lo cual es muy significativo para hacerse una idea del carácter de Sor Lucía el cual queda reflejado en una respuesta suya al P. Umberto Pascuale: «Respondiendo a su pregunta esclarezco: Nuestra Señora de Fátima en su pedido sólo se refiere a la consagración de Rusia. En la carta que escribí al Santo Padre Pío XII, por indicación del confesor, pedí la consagración del mundo con mención explícita de Rusia» (Fátima.... p.393).

Conviene precisar referente a la misión de Sor Lucía que ella dijo claramente ante el reproche de su silencio: «Puede ser, Exmo y Rev.mo Sr. Obispo, que a alguien le debía haber manifestado todas esas cosas hace mucho tiempo,(...) Así hubiese sido, si Dios me hubiese querido en el mundo como profeta. Pero creo que esa no fue la intención de Dios, al darme a conocer todas esas cosas. Si así hubiese sido, pienso que, en 1917, cuando me mandó guardar silencio —orden que fue confirmada por medio de los que lo representaban,— me hubiera mandado hablar.» (Mensaje... p. 110).

Y en la nota nº 22 de la tercera Memoria se lee: «La hermana Lucía ha tenido varias veces que defenderse de no haber comunicado antes muchas de sus cosas. Pero, la culpa no la tenía ella; sino sus superiores, quienes por prudencia, no las dieron a conocer antes» (Mensaje... p.113).


La misión de Sor Lucía queda bien demarcada cuando Nuestra Señora manifiesta que pronto irán al cielo Jacinta y Francisco mientras que Lucía se quedará algún tiempo más. «Sí, a Jacinta y a Francisco los llevaré pronto, pero tú te quedas aquí algún tiempo más. Jesús quiere servirse de tí para hacerme conocer y amar. El quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmcaculado Corazón. A quien la abrace, prometo la salvación y serán queridas de Dios estas almas como flores puestas por mí para adornar su trono» (Mensaje... p. 195). Sor Lucía mensajera del Corazón Inmaculado, esa es su misión.

Por esto no teme Sor Lucía ninguna pena del purgatorio por haber guardado silencio respecto al 3er Secreto, cuando el canónigo Galamba decía: «Mándele, Sr. Obispo que escriba todo, sí todo.¡Que ha de dar muchos vuelcos en el purgatorio por haber callado tanto!» Sor Lucía responde. «En cuanto a eso, no tengo el menor recelo del purgatorio» (Mensaje... p.148).

En 1941 cuando Sor Lucía escribe su cuarta Memoria, todavía no le era permitido revelar a la Jerarquía de la Iglesia el 3er Secreto: «Comienzo, pues, mi nuevo trabajo y cumpliré las órdenes de V.E. Reverendísima y los deseos del Sr. Dr. Galamba. Exceptuando la parte del secreto que, por ahora, no me es permitido revelar, diré todo. Advertidamente no dejaré nada» (Mensaje... p. 149).

Sólo cuando Sor Lucía tiene licencia del cielo para revelar el 3er Secreto, lo hace saber y espera recibir la orden formal del Obispo, pues es un mensaje que tiene formalmente por destinatario a la Jerarquía oficial de la Iglesia. Así se explica porque no accedió a decir o escribir nada sin la orden formal (oficial) en nombre de Dios, del representante oficial inmediato de la Iglesia (el Obispo del lugar). A este respecto es muy esclarecedor lo acontecido durante la entrevista de Mons. da Silva y el Canonigo Galamba, con Sor Lucía durante el verano de 1943, en el Asilo Fonseca en Valença do Minho: «De pronto el canónigo Galamba le pregunta:‘Por qué no revela la tercera parte del Secreto de Nuestra Señora? Puede usted quizás decirlo ahora?’ Entonces- Lucía haciendo un gesto con la cabeza hacia Mons. da Silva: ‘Ahora, si Monseñor lo quiere, puedo decirlo’... ‘Monseñor, Sor Lucía dice que si Ud. quiere, ella puede revelar ahora la tercera parte del Secreto’ ... ‘No quiero hacer nada para eso, no quiero mezclarme en ello’ - ‘Ah, que lástima! contesta el Canónigo Galamba.

Dígale al menos que lo escriba sobre un papel que le entregará en un sobre sellado’... El 15 de Septiembre, el Obispo se dirige solo a Tuy y conversando con la vidente en la enfermería, no le da la orden formal, en nombre de Dios, para redactar el tercer Secreto, sino que expresa únicamente un vago deseo. De suerte que Sor Lucía fue embargada por una angustia terrible, pues, a fin de cuentas, Mons da Silva le pedía obedecer a sus inspiraciones: ‘Me parece que escribir, explicaba, es de algún modo revelarlo, y no tengo aún la autorización de Nuestro Señor para hacerlo. De todos modos, como estoy acostumbrada a ver la voluntad de Dios en mis superiores, considero la obediencia y no sé qué hacer. Prefiero una orden formal sobre la cual me pueda apoyar delante de Dios y que me permita decirle con seguridad: me lo han ordenado Señor. Pero esas palabras: ‘Si la Sor lo quiere’ me turban y me dejan perpleja Sor Lucía esperaba pues, una orden expresa de su Obispo. He ahí lo importante.» (Fátima... p. 269-270).

Podría pensarse que hay una contradicción en lo que dice Sor Lucía al canónigo «si Mons. lo quiere, puedo decirlo» de una parte, y de otra al decirle a Mons. «no tengo aún autorización de Nuestro Señor». La contradicción es aparente, pues Sor Lucía sí podía decirlo, pero a condición de que el obispo (la Jerarquía) se lo pidiera expresa y formalmente en nombre de la Iglesia, lo cual hace Sor Lucía con sencillez y humildad exponiéndole la dificultad en revelarlo sin una orden formal de parte suya.

Finalmente a mediados de Octubre de 1943 Mons. da Silva le da la orden que Sor Lucía reclamaba. Despúes de algunas dificultades redacta el 3er Secreto fortalecida por la aparición de la Virgen el 2 de Enero de 1944 en Tuy. El 9 de Enero de 1944 avisa a Mons. da Silva que está escrito lo que le había mandado.

Por orden de Roma en 1957 el sobre es enviado al Vaticano, Mons. Venancio secretario de Mons. da Silva pide hacer una copia del original que se conserve en Portugal, pero no lo logra, sólo pudo observar a tras luz el sobre conteniendo el otro sobre con el mensaje que estaba escrito en una pequeña hoja de papel. (Cfr. Fátima... 291).

El tercer Secreto lo leyó Juan XXIII, su confesor Mons. Cavagna, su secretario privado, Mons. Capovilla, un traductor portugués de la Secretaría de Estado Mons. Tavares. Después el Papa lo hace leer al Cardenal Ottaviani, prefecto del Santo Oficio. (Cfr. Fátima... p.295).

Juan XXIII manifestó en agosto de 1959 después de haber leído el 3er Secreto: «Esto no concierne a los años de mi pontificado»(Fátima... p.298). Estas palabras son muy significativas y reveladoras para quien está en la pista. Sólo acontecimientos de carácter apocalíptico pudieron hacer pensar que lo profetizado no podía tener ahora lugar. Al igual que la hora de la muerte todo el mundo la deja para más adelante, no piensa que puede ser ya, ahora. Lo mismo con todo lo relativo al Apocalipsis: La Gran Apostasía, la abominación de la desolación en lugar santo, el pseudo profeta con apariencia de Cristo (Cordero) pero tan bestia como su homólogo la bestia del mar, etc. Es decir que sobre los últimos tiempos y la parusia nunca pensamos que pueda ser en estos tiempos sino más lejanos y cuanto más, mejor.

El tercer Secreto, no es una simple invitación a la oración y a la penitencia, ni trata de catástrofes materiales (guerras, destrucción, etc.) esto ya está contenido en la segunda parte del secreto, el cual tiene tres. Sí, tres partes que forman un todo armónico pero que son 3 cosas distintas (Cfr. Fátima... p398).

Es por su contenido Apocalíptico que Roma no ha querido revelar el 3er Secreto, en el cual esta involucrada también la Iglesia con esta crisis de Fe. La jerarquía oficial de la Iglesia está comprometida en el 3er Secreto, esta es la razón por la cual en ultima instancia no se revela el 3er Secreto, sobre todo hoy, pues señala con el dedo la crisis de Fe de la cual es responsable Vaticano II y Juan Pablo II quien sigue la misma línea.

Las palabras de Juan XXIII por sí solas revelan el carácter profético del 3er Secreto, que están en armonía con todo el aspecto apocalíptico del tema.

El Cardenal Cerejeira hace una interesante reflexión al respecto muy bien comentada por el Hermano Michel: «No se trata tampoco de profecías de felicidad: el tercer Secreto de Fátima no se aviene ciertamente con las opiniones llenas de optimismo del Papa Juan XXIII anunciando que el Concilio será ‘un nuevo pentecostes’, ‘una nueva primavera de la Iglesia’, si hubiera sido esto, él mismo o sus sucesores nos lo habrían revelado. ‘Si hubiese sido alegre, decía el Cardenal Cerejeira al Padre Caillon, nos lo hubieran dicho. Puesto que no nos dicen nada, es porque es triste’». (Fátima... p. 397).

El Cardenal Ottaviani queriendo salvaguardar la imagen del Papa, en ese entonces Pablo VI, justificando la no divulgación del 3er Secreto, nos indica sin quererlo que el Papa está concernido y le atañe directamente. En su alocución del 11 de febrero de 1967 declara que el 3er Secreto «estaba destinado al Santo Padre». «Destinado explícita y exclusivamente al Papa? Ciertamente no,» dice el Hermano Michel, pues «si el último secreto hubiera estado destinado al Papa únicamente, Sor Lucia lo hubiera dicho desde 1944». (Fátima.. p. 402). Además no se lo hubiera entregado a Mons. da Silva como destinatario con poder de leerlo y divulgarlo, ni le hubiera hecho prometer que debía revelarlo en 1960 (fecha límite).

Lo importante es que el Card. Ottaviani «nos hace saber que es soberanamente importante para el Papa. Probablemente porque se trata de él. Seguramente es esta verdad que dio al Cardenal, o más bien al Papa Pablo VI, la idea de salir del apuro pretendiendo que el último secreto esta estrictamente reservado al Santo Padre». (Fátima... p. 402).

Sin embargo el 15 de diciembre de 1960 el Card. Ottaviani hace una alusión a la apostasía moderna en una alocución a los miembros de la Academia Marial Internacional, que pareciera tener mucho que ver con el 3er Secreto: «Basta dar un rápido golpe de vista sobre lo que pasa en este momento en el mundo, para reconocer que sin la intervención de la Madre de todas las misericordias junto al Todopoderoso, el mundo peligraría nuevamente de volverse pagano, con un paganismo más deplorable que el primero, porque está agravado por la apostasía.» (Fátima... p. 417).

No exageramos de ningún modo si involucramos al Papa en el 3er Secreto, es evidente que si «En Portugal se conservará siempre el dogma de la Fe» es porque en las otras partes el dogma de la Fe no se conservará, incluida Roma. Además ¿cómo se perderá el dogma de la Fe sin que la Jerarquía oficial de la Iglesia no haya de algún modo sido culpable, sin que el mismo Papa no desfallezca en su deber custodiando santamente y exponiendo fielmente el depósito de la Fe? ¿Cómo el dogma de la Fe se perderá sin que haya habido desfallecimiento de aquel cuyo cargo principal consiste precisamente en conservar intacto el deposito de la Fe en el seno de la Iglesia?». (Fátima... p. 403).

Al respecto el perito oficial de Fátima (el fatimólogo más versado), el P. Alonso dice: «Es, pues, enteramente probable que el texto del tercer Secreto haga alusión concreta a la crisis de la Fe en la Iglesia y a la negligencia de los pastores mismos. Habla también de luchas intestinas en el seno de la misma Iglesia y de graves negligencias pastorales de la alta jerarquía, de deficiencias de la alta jerarquía de la Iglesia». (Fátima... p. 403).

Sor Lucia nos advierte, recordémoslo, diciéndole al P. Fuentes: «No esperemos que venga de Roma un llamado a la penitencia de parte del Santo Padre para el mundo entero, ni esperemos tampoco que venga de nuestros obispos en sus diócesis, ni tampoco de las congregaciones religiosas. No...». (Fátima... p. 404)

La situación no puede ser más confusa y caótica como en los tiempos de la primera venida del Señor; el rebaño abandonado sin pastores. Lo cual será semejante en su Parusía (Segunda Venida).

Pablo VI leyó también el 3er Secreto: «Pablo VI, escribe Mons. Loris Capovilla, pide informaciones respecto a este documento, y no me acuerdo si fue en julio de 1963 o algunos meses después». (Fátima... p329). «En 1971, el obispo de Leira Mons. Venancio, atestigua que Pablo VI conocía el tercer Secreto». (Fátima... p. 329), pero sin decir públicamente nada, salvo evasivas.


Mateo 24:

"Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán. Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores.
Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre. Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán.

Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin... Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno ni en día de reposo; porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados.

Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis. Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos. Ya os lo he dicho antes. Así que, si os dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los aposentos, no lo creáis. Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre... E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria."