miércoles, 5 de mayo de 2010

Santa Catalina y el sacerdocio

Muy acertado y oportuno para despertar a muchos que dudan o reniegan de la belleza de la Esposa unica de Cristo, estos profundos conceptos de Santa Catalina de Siena sobre los sacerdotes quiénes componen la fase visible de la Iglesia. La Santa le dedica al tema muchas páginas del Libro, que luego se llamará Dialogo della Divina Provvidenza, dictado por ella a sus discípulos durante los éxtasis, y donde describe la dignidad ministerial, don de Dios, como dignidad superior a la de los Ángeles.
"Querida hijita, te dije todo esto para que conozcas mejor la dignidad en la que coloqué a mis ministros y sufras más por sus miserias (...). Ellos son mis ungidos y yo los llamé mis cristos, porque les entregué a mí mismo a fin de que me administraran a vosotros. Esta dignidad no la tienen los ángeles, y la di a los hombres, a quienes elegí como mis ministros". Los Sacerdotes son para Catalina "ministros del Sol", ya que son ministros del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, que es una cosa sola con Dios, auténtico sol. De este altísimo Ministerio proceden las tareas y los deberes de los Sacerdotes: la administración de los Sacramentos, la dedicación a la gloria de Dios y la salud de las almas, el alumbramiento de los fieles por la palabra y el ejemplo, la corrección de los pecadores, la oración para los creyentes, la caridad hacia los pobres.

">Los ministros santos y virtuosos, sigue Dios diciéndole a Catalina, se parecen ellos mismos al sol. En efecto, tienen su luz y su calor, "porque en ellos no hay tinieblas de pecado ni ignorancia, ya que siguen la doctrina de mi Verdad; son tibios de ella, porque arden en el horno de mi caridad". Por lo tanto difunden luz y calor en el cuerpo místico de la Iglesia, alumbrando y recalentando las almas con la ciencia sobrenatural y la caridad ardiente. Para los Sacerdotes, sus "cristos", Dios pide siempre reverencia y respeto, a pesar de cualquier debilidad humana, porque toda ofensa contra ellos es una ofensa contra Él mismo, y les pide, a Catalina y a todos los cristianos, que recen asiduamente por la santa Iglesia y sus ministros.


 

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