viernes, 12 de noviembre de 2010

LOS INICIOS DEL PROGRESISMO EN MEXICO, SUS PRECURSORES Y LA DEFENSA DE LA TRADICIÓN . HISTORIA-MÉXICO-RELIGIÓN Primera Parte

Cuando el "progresismo" irrumpió con su cauda de escándalos en la vida política y religiosa de México, se tuvo la creencia -aún por muchos que se decían enterados-, que se trataba solo de la desviación doctrinaria y disciplinaria de un grupo de sacerdotes encabezados por el obispo Mèndez Arceo, rebeldes tanto a la iglesia de 2000 años, a la de todos los concilios y las directrices papales de todos los tiempos, como de oposición a los enfoques contemporáneos de la "primavera de la iglesia"que empezó con Juan XXIII y continuó con Paulo VI.


La Catedral de Cuernavaca fue desde los albores del "aggiornamiento", el laboratorio en México, donde empezó a delinearse la autodemoliciòn de la Iglesia Católica -según expresión de Paulo VI- y la injerencia político-religiosa marxista contra las naciones que no eran satélite del imperialismo soviético. De allí que los católicos de buena fe y dispuestos a cerrarle el paso a los enemigos de Dios y de la Patria, lanzaran la voz de alarma contra esa novedosa forma de penetración extranjera o sea el clero político que en ese entonces se le conoció como "progresista".


M. Darío Miranda
Motivos suficientes surgieron para que los feligreses no comprometidos con los planes de "autodemolición"se opusieran a los primeros brotes de esa "primavera de la Iglesia" que en Cuernavaca abortaron con la intervención del obispo Méndez Arceo, pues la Catedral de esa diócesis sufragánea de la arquidiócesis del arzobispo primado de México, monseñor Miguel Darío Cardenal Miranda y Gómez, fue despojada de tesoros artísticos que pertenecían al patrimonio del pueblo mexicano, para convertirla en "bodegón". 


A la desacralización de ese sacro recinto siguió el sustituir el Santo Sacrificio de la Misa que instituyó Pío V, por la "misota", "asamblea" o "misa panamericana" amenizada con mariachis que interpretan música como en Garibaldi -el principal centro de vicio al aire libre en la capital mexicana- en vez de las obras musicales propias de una casa de oración.


En vez de los tesoros artísticos contenidos en pinturas o esculturas, paredes pelonas. En vez del tradicional respeto que la mujer mexicana había guardado en una casa de oración, concurrencia femenina vestida lujuriosamente en muchos casos, como si estuviesen en una casa "non-sancta".
En vez de respeto de las cuestiones Estado-Iglesia, sostenimiento de la tesis político-marxista durante la homilía. Asimismo, comunión de pie y sin previa confesión -violatorio esto de lo ordenado por el Concilio de Trento; sin faltar, en esta mezcolanza destructiva, apologías al hedonismo, incluyendo el homosexual.


Y como si esto no fuera suficiente, protestanización del culto católico rematado con ese "abrazo de la paz" que rememora aquel beso con el que se entregó al Redentor en el huerto de Los Olivos.


Asimismo, colaboración hasta sus últimas consecuencias con el entonces Centro Intercultural de Documentación -CIDOC-, de Iván Illich, lugar de adoctrinamiento de sacerdotes marxistas que corrompieron, escudados en su carácter religioso, para destruir instituciones civiles y sustituirlas por un socialismo totalitario como es el marxista.


P. Sáenz Arriaga
Desde los comienzos del embate "progresista" contra México y la Iglesia Católica, el sacerdote Joaquín Sáenz Arriaga inició a fondo la tarea de advertir, informar y orientar a los fieles sobre la subversión "católicomunista" que dispone para "autodemoler", de una compleja y poderosa maquinaria internacional con insospechadas células en altos niveles de la jerarquía eclesiástica.


"El Antisemitismo y el Concilio Ecuménico, ¿Que es el progresismo? Cuernavaca y el Progresismo Religioso en México", escritos por el Padre Saénz Arriaga, son los primeros libros para prevenir el peligro.


El mal infiltrado en la Iglesia Católica rebasaba la imaginación y "la integridad" de muchos de sus iniciales críticos que, ante la perfectibilidad táctica de la maniobra quedaron petrificados con ataques solo al obispo Méndez Arceo, cuando este autodemoledor era una de las muchas cabezas del "progresismo".


Porque la línea de Méndez Arceo fue el común denominador en las filas del catolicismo a nivel de jerarquía, que con motivo del incendio ocurrido el 17 de enero de 1967 en la Catedral Metropolitana de la ciudad de México, el clero de ese entonces encabezado por el Arzobispo Primado de México Darío Miranda no ocultó el júbilo por la destrucción parcial del altar del Perdón.


Se recuerda que el siniestro pudo haber sido ocasionado intencionalmente para transformar el máximo recinto sacro de la capital del país en otro "bodegón", como el de Méndez Arceo en Cuernavaca.


Afortunadamente, voces de la cultura se opusieron al atentado que completaría la obra destructora del fuego y los progresistas de monseñor Miranda rumiaron una derrota en sus intentos de renovación catedralicia.
Obispo Sergio Méndez Arceo
Más allí donde no se supo defender el patrimonio artístico y arquitectónico, los progresistas de sotana saquearon los templos para convertirlos en centros ceremoniales de sectas protestantes. 


Cambios litúrgicos protestantes y directrices político-religiosas de inspiración marxista, normaron la infiltración de las filas católicas. Había una maquinaria veloz y coordinada eficacia, movida por una por una fuerza y una inteligencia al servicio de los "hijos de las tinieblas", es decir, "de los más sagaces que los hijos de la luz", según la advertencia de los textos bíblicos.


Sin un apoyo y una sincronización desde diversos puntos localizados en la alta e infiltrada jerarquía eclesiástica, no es posible la proliferación exitosa del "progresismo político-religioso". Tan fue así, que en lo referente al centro piloto de subversión establecido en Cuernavaca, menuda sorpresa se llevaron quienes creyeron que Méndez Arceo "estaba traicionando a Paulo VI", al establecer en la capital morelense, la Meca de la "autodemolición".


El 8 de enero de 1969, el cardenal Zepper, -en aquel entonces- prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe, expidió un decreto para que Ivan Illich abandonara el Centro Intercultural de Documentación -CIDOC-, y los sacerdotes se abstuvieran de concurrir a ese nido de intrigas político-religiosas donde recibían adoctrinamiento basado en conferencias tales como:


"Cambiando el sentido de la pobreza" por Alejandro del Corro
"Nuevos modelos -o estructuras- para la religión" por José Spac
"La oración personal" Sr. obispo David Richards
"Misión evangélica" por Segundo Galilea


Del CIDOC salió cierta "música religiosa" como la "Misa Panamericana" con su Credo bailable y mutilado.


El 24 de mayo del mismo año, Paulo VI, después de recibir a Méndez Arceo en el Vaticano -en audiencia especial-, a través de la nota que entregó al obispo de Cuernavaca, derogó la orden de la Congregación de la Doctrina de la Fe, y como muestra palpable de apoyo, dispuso lo necesario para que Illich regresara a su centro de subversión comunista para clérigos.


Muchos católicos no estuvieron de acuerdo con la línea progresista de Méndez Arceo, y manifestaron su adhesión a Paulo VI, pero resultó que Paulo VI estaba con Méndez Arceo. He allí el dilema para los feligreses quedaran atrapados en las garras de la montinolatría, a título de "obediencia" exenta de responsabilidades específicas.


Cabe aclarar:
Cuando el apoderado da un viraje de 180 grados para autodemoler los valores supremos creados por el Poderdante y que rigen lo trascendente de la Civilización Occidental Cristiana, el acato no debe operar, porque así lo aconseja el más elemental sentido de conservación, el más legítimo acto de defensa. Proceder en sentido contrario sería un suicidio producto de la inconsciencia, de la cobardía o de la irresponsabilidad.






Información de:
La Hora de la Bestia 
Manuel Magaña C.




Tormenta sobre la Iglesia 
Gloria Riestra

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