lunes, 8 de marzo de 2010

Cristianismo: Apocalíptica segunda venida


La palabra clave en la doctrina cristiana del final de los tiempos es, sin duda, parusía. Este término griego, que significa literalmente “presencia”, aunque también “venida”, alude a la segunda venida de Cristo a la Tierra. San Agustín hace en su obra La ciudad de Dios un resumen de los acontecimientos de la escatología cristiana: el profeta Elías regresará a la Tierra, los judíos creerán en Cristo, el Anticristo perseguirá a los creyentes, Cristo regresará en gloria para juzgar a los hombres y tendrá lugar la resurrección de los muertos y la separación entre los justos y los malvados. Después, el mundo será consumido y renacerá renovado. Junto con el Apocalipsis, el texto de la Biblia del que el cristianismo ha extraído la mayor parte de la información sobre el final de los tiempos es quizá el Libro de Daniel. Las impresionantes visiones de las “cuatro bestias”, simbolizando otros tantos “reinos”, han originado numerosas interpretaciones desde los primeros siglos del cristianismo hasta nuestros días. En sus páginas, los exégetas han vaticinado el retorno de los judíos a Tierra Santa y la restauración del Templo de Jerusalén, en el que el Anticristo será reconocido por los judíos como el Mesías. Esto provocará una gran apostasía en la que la mayoría de los cristianos abandonarán su fe. Por otro lado, la convicción de que el Anticristo será de origen judío –más concretamente, de la tribu de Dan– fue algo casi unánime entre los padres de la Iglesia. Como también lo fue la identificación de los profetas Enoc y Elías –los dos únicos hombres que según la Biblia no han muerto, sino que han sido trasladados por Dios a un lugar desconocido– con los dos “testigos” que aparecen en el Libro del Apocalipsis. Enoc y Elías regresarán para desenmascarar al Anticristo y sufrirán martirio a manos de este. Tras esto comenzará la Gran Tribulación. La Bestia pondrá su marca en todo aquel que se someta a ella y esclavizará al mundo entero. Según el texto bíblico, la batalla final tendrá lugar en Meguido, en el norte de Israel.

Los pueblos de Gog y Magog, aliados del Anticristo, serán destruidos por fuego proveniente del cielo y el mayor terremoto de la historia de la Tierra tendrá lugar. Tras una devastación a escala mundial, no total –pero sí de proporciones cataclísmicas– ni tampoco definitiva, pues se tratará de algo que sucederá “antes del Fin” –aunque el Fin ya no tardará–, hay razones para anticipar un “enderezamiento antes del final del ciclo”. Este se basa en la profecía que aparece en Mateo 22 relativa a la “tribulación como no ha tenido lugar desde el inicio del mundo”, en cuyo versículo 22 se especifica: “Y si aquellos días no se abreviasen, no se salvaría nadie, pero en atención a los elegidos se abreviarán esos días”. Después el arcángel Miguel derrotará al dragón, Cristo descenderá de los cielos y, tras él, lo hará la Jerusalén celestial. Tras la resurrección de los muertos y el Juicio Final, habrá “un cielo nuevo y una Tierra nueva; porque el primer cielo y la primera Tierra pasaron, y el mar ya no existía más” (Apocalipsis 21.1).



LA CURIOSIDAD
En torno al año 1800, San Nilo reveló que el Anticristo nacería “sin haber sido
sembrado por un hombre”. Hay quien ha visto en esto una referencia a que será concebido por inseminación artificial o mediante manipulación genética, como un remedo grotesco de la concepción milagrosa de Cristo.

Tomado de: Taringa

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