domingo, 27 de junio de 2010

En el fin del mundo, dos seres buscan una luz de esperanza

Cuando Samuel Beckett escribió Final de partida hace casi 60 años, su visión del fin del mundo era un absurdo, hoy es una posibilidad que vivimos y la puesta en escena Endgame, la eterna cercanía de la destrucción, adaptada de la obra del irlandés, muestra ese momento y paralelamente es un canto a la esperanza de que no todo está perdido, dice el director Abraham Oceransky.

El montaje es una apuesta renovada que incluye, además del diálogo entre Hamm y Clov, los únicos supervivientes de la extinción de la vida en el planeta, una escenografía hecha con fotografías para delinear el subterráneo de un centro comercial destruido y ambientado con un ensamble sonoro y pasajes de música contemporánea incluso heavy metal.

El director explica además que el trabajo de adaptación de la obra de Samuel Beckeet buscó dar contemporaneidad a sus diálogos y la visión de ese momento que será el fin del mundo, para ofrecer al público elementos para que reflexione y defina caminos para hacer mejor la convivencia. “Aunque no tenemos la verdad, eso sería algo irreal y fuera de lugar”, agrega.

Al mirar los personajes y sus dificultades para comunicarse, aun cuando están tan cerca y en una condición que los haría más solidarios, “nos hará recapacitar y saber que hay la posibilidad de mejorar nuestra existencia”.

Lo que antes escribió Beckett: una cosa del absurdo hoy se vuelve una obra actual que nos da la posibilidad de dar un pequeño giro a la esperanza, añade.

Abraham Oceransky señala que los derrames de petróleo, las fugas de radiación nucleares, las guerras, el hambre, las epidemias, entre otras calamidades nos hacen sentir que nos aproximamos al fin de la vida en el planeta.

LA OBRA. El director de Endgame explica que en la obra interactúan Hamm y Clov, los últimos seres vivos que quedan en el planeta. Pero en su encierro en el subterráneo no saben si hay más personas vivas o ya no.

En su horror tienen la oportunidad de tener una esperanza de que cuando menos un niño esté vivo y con él vuelva toda la existencia de la humanidad.

Hamm es ciego y no puede caminar mientras que Clov pude ver pero no puede sentarse y por ello son dependientes uno del otro. Siempre se habían llevado mal y con sus características reflejan nuestra sociedad actual: poco comunicada y siempre en discordia.

La escenografía, dice, es el sótano de una plaza comercial, abandonado y destruido; mientras que la música recrea la sonoridades de la devastación.


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