Gabriel Juárez, del Observatorio Eclesial, señaló que el hecho de que en el avión presidencial vayan obispos “envía un mensaje en el que se entiende la existencia de una unión entre Iglesia y Estado.
A pocas horas de que el papa Benedicto XVI beatifique a Juan Pablo II teólogos e integrantes del Observatorio Eclesial consideraron que este acto más que nada es una estrategia política religiosa para “levantar el ánimo y la fe de una iglesia que está decaída”.
Jaime Laines, teólogo del Centro Antonio de Montesinos, señaló que sin cuestionar si Juan Pablo II merece o no ser llevado a la antesala de la santidad, lo cierto es que durante su pontificado hubo varios aspectos cuestionables, entre ellos su cercanía con Marcial Maciel.
Gabriel Juárez, del Observatorio Eclesial, señaló que el hecho de que en el avión presidencial vayan obispos “envía un mensaje en el que se entiende la existencia de una unión entre la Iglesia y el Estado, justamente lo que se ha criticado a Felipe Calderón”.
La arquidiócesis de México dio a conocer que colocó pendones con la imagen del pontífice en la Catedral Metropolitana, donde se destaca como un “papa amigo”.
sábado, 30 de abril de 2011
JURAMENTO ANTI-MODERNISTA Motu Propio: “SACRORUM ANTISTITUM” Impuesto al clero en septiembre de 1910 por S.S. Pío X
“ Yo...abrazo y recibo firmemente todas y cada una de las verdades que la Iglesia por su magisterio, que no puede errar, ha definido, afirmado y declarado, principalmente los textos de doctrina que van directamente dirigidos contra los errores de estos tiempos.”
“En primer lugar, profeso que Dios, principio y fin de todas las cosas puede ser conocido y por tanto también demostrado de una manera cierta por la luz de la razón, por medio de las cosas que han sido hechas, es decir por las obras visibles de la creación, como la causa por su efecto.”
“En segundo lugar, admito y reconozco los argumentos externos de la revelación, es decir los hechos divinos, entre los cuales en primer lugar, los milagros y las profecías, como signos muy ciertos del origen divino de la religión cristiana. Y estos mismos argumentos, los tengo por perfectamente proporcionados a la inteligencia de todos los tiempos y de todos los hombres, incluso en el tiempo presente.”
“En tercer lugar, creo también con fe firme que la Iglesia, guardiana y maestra de la palabra revelada, ha sido instituida de una manera próxima y directa por Cristo en persona, verdadero e histórico, durante su vida entre nosotros, y creo que esta Iglesia esta edificada sobre Pedro, jefe de la jerarquía y sobre sus sucesores hasta el fin de los tiempos.”
“En cuarto lugar, recibo sinceramente la doctrina de la fe que los Padres ortodoxos nos han transmitido de los Apóstoles, SIEMPRE CON EL MISMO SENTIDO Y LA MISMA INTERPRETACIÓN. POR ESTO RECHAZO ABSOLUTAMENTE LA SUPOSICION HERETICA DE LA EVOLUCION DE LOS DOGMAS, según la cual estos dogmas cambiarían de sentido para recibir uno diferente del que les ha dado la Iglesia en un principio. Igualmente, repruebo todo error que consista en sustituir el deposito divino confiado a la esposa de Cristo y a su vigilante custodia, por una ficción filosófica o una creación de la conciencia humana, la cual, formada poco a poco por el esfuerzo de los hombres, sería susceptible en el futuro de un progreso indefinido.”
“Consecuentemente: mantengo con toda certeza y profeso sinceramente que la fe no es un sentido religioso ciego que surge de las profundidades tenebrosas del "subconsciente", moralmente informado bajo la presión del corazón y el impulso de la voluntad, sino que un verdadero asentamiento de la inteligencia a la verdad adquirida extrínsecamente por la enseñanza recibida EX CATEDRA, asentamiento por el cual creemos verdadero, a causa de la autoridad de Dios cuya veracidad es absoluta, todo lo que ha sido dicho, atestiguado y revelado por el Dios personal, nuestro creador y nuestro Maestro".
“En fin, de manera general, profeso estar completamente indemne de este error de los modernistas, que pretenden no hay nada divino en la tradición sagrada, o lo que es mucho peor, que admiten lo que hay de divino en el sentido panteísta, de tal manera que no queda nada más que el hecho puro y simple de la historia, a saber: El hecho de que los hombres, por su trabajo, su habilidad, su talento continúa a través de las edades posteriores, la escuela inaugurada por Cristo y sus Apóstoles. Para concluir, sostengo con la mayor firmeza y sostendré hasta mi ultimo suspiro, la fe de los Padres sobre el criterio cierto de la verdad que está, ha estado y estará siempre en el episcopado transmitido por la sucesión de los Apóstoles; no de tal manera que esto sea sostenido para que pueda parecer mejor adaptado al grado de cultura que conlleva la edad de cada uno, sino de tal manera que LA VERDAD ABSOLUTA E INMUTABLE, predicada desde los orígenes por los Apóstoles, NO SEA JAMAS NI CREIDA NI ENTENDIDA EN OTRO SENTIDO.
“Todas estas cosas me comprometo a observarlas fiel, sincera e INTEGRAMENTE, a guardarlas inviolablemente y a no apartarme jamás de ellas sea enseñando, sea de cualquier manera, por mis palabras y mis escritos...".
Acta Apostolicæ Sedis, 1910, pp. 669-672
“En primer lugar, profeso que Dios, principio y fin de todas las cosas puede ser conocido y por tanto también demostrado de una manera cierta por la luz de la razón, por medio de las cosas que han sido hechas, es decir por las obras visibles de la creación, como la causa por su efecto.”
“En segundo lugar, admito y reconozco los argumentos externos de la revelación, es decir los hechos divinos, entre los cuales en primer lugar, los milagros y las profecías, como signos muy ciertos del origen divino de la religión cristiana. Y estos mismos argumentos, los tengo por perfectamente proporcionados a la inteligencia de todos los tiempos y de todos los hombres, incluso en el tiempo presente.”
“En tercer lugar, creo también con fe firme que la Iglesia, guardiana y maestra de la palabra revelada, ha sido instituida de una manera próxima y directa por Cristo en persona, verdadero e histórico, durante su vida entre nosotros, y creo que esta Iglesia esta edificada sobre Pedro, jefe de la jerarquía y sobre sus sucesores hasta el fin de los tiempos.”
“En cuarto lugar, recibo sinceramente la doctrina de la fe que los Padres ortodoxos nos han transmitido de los Apóstoles, SIEMPRE CON EL MISMO SENTIDO Y LA MISMA INTERPRETACIÓN. POR ESTO RECHAZO ABSOLUTAMENTE LA SUPOSICION HERETICA DE LA EVOLUCION DE LOS DOGMAS, según la cual estos dogmas cambiarían de sentido para recibir uno diferente del que les ha dado la Iglesia en un principio. Igualmente, repruebo todo error que consista en sustituir el deposito divino confiado a la esposa de Cristo y a su vigilante custodia, por una ficción filosófica o una creación de la conciencia humana, la cual, formada poco a poco por el esfuerzo de los hombres, sería susceptible en el futuro de un progreso indefinido.”
“Consecuentemente: mantengo con toda certeza y profeso sinceramente que la fe no es un sentido religioso ciego que surge de las profundidades tenebrosas del "subconsciente", moralmente informado bajo la presión del corazón y el impulso de la voluntad, sino que un verdadero asentamiento de la inteligencia a la verdad adquirida extrínsecamente por la enseñanza recibida EX CATEDRA, asentamiento por el cual creemos verdadero, a causa de la autoridad de Dios cuya veracidad es absoluta, todo lo que ha sido dicho, atestiguado y revelado por el Dios personal, nuestro creador y nuestro Maestro".
“En fin, de manera general, profeso estar completamente indemne de este error de los modernistas, que pretenden no hay nada divino en la tradición sagrada, o lo que es mucho peor, que admiten lo que hay de divino en el sentido panteísta, de tal manera que no queda nada más que el hecho puro y simple de la historia, a saber: El hecho de que los hombres, por su trabajo, su habilidad, su talento continúa a través de las edades posteriores, la escuela inaugurada por Cristo y sus Apóstoles. Para concluir, sostengo con la mayor firmeza y sostendré hasta mi ultimo suspiro, la fe de los Padres sobre el criterio cierto de la verdad que está, ha estado y estará siempre en el episcopado transmitido por la sucesión de los Apóstoles; no de tal manera que esto sea sostenido para que pueda parecer mejor adaptado al grado de cultura que conlleva la edad de cada uno, sino de tal manera que LA VERDAD ABSOLUTA E INMUTABLE, predicada desde los orígenes por los Apóstoles, NO SEA JAMAS NI CREIDA NI ENTENDIDA EN OTRO SENTIDO.
“Todas estas cosas me comprometo a observarlas fiel, sincera e INTEGRAMENTE, a guardarlas inviolablemente y a no apartarme jamás de ellas sea enseñando, sea de cualquier manera, por mis palabras y mis escritos...".
Acta Apostolicæ Sedis, 1910, pp. 669-672
San Pio V, Papa
Antonio Ghislieri nace el 17 de enero de 1504 en Alessandría (Italia), Hijo de Pablo Ghislieri y Dominica Augeria. En 1521, a sus diecisiete años, profesa en la Orden de Predicadores, en Vigevano, tomando el nombre de Miguel. Realiza su "currículum" filosófico - teológico en Bolonia. Posteriormente cumple el ministerio de Lector de Filosofía y de Teología en Pavía.
A los cuarenta y siete años, en 1551 es llamado a Romas por Julio III y designado Comisario General del Santo Oficio, donde trabaja por la difusión y la pureza de la fe. Pablo IV le nombra obispo de Sutri y Nepi en 1556, y cardenal en 1557. El mismo Pablo IV, en 1560, le traslada a Mondovi (Piamonte), diócesis que se encuentra en lamentable estado, donde se empeña por acercarla al Evangelio de Jesucristo.
Descubierto por San Carlos Borromeo, el cardenal fray Miguel Ghislieri es elegido Papa en 1566 a los sesenta y dos años de edad. No es un príncipe, sino un asceta el que la Orden de Santo Domingo presta al papado de Roma. Pío V - así se llamará- lleva el estilo de la Orden a la Curia Romana. El nuevo Papa ofrece a la Iglesia el Breviario y Misal Romanos para que alimente su oración: también se esfuerza por confirmar a toda la Iglesia en la misma fe. Así publica el "Catecismo" del Concilio de Trento, llamado "Catecismo Romano"
Su corazón se inquieta frente a las nuevas situaciones pastorales. Por una parte, mundos recientemente descubiertos que es necesario evangelizar; y por otra, países protestantes que comienzan a nacer. A fin de abordar tales problemas crea dos congregaciones cardenalicias que serán base de la posterior Sagrada Congregación "De Propaganda Fide" (creada en 1622). Proclama a Tomás de Aquino "Doctor de la Iglesia" e impulsa la "Opera Omnia" conocida como "Piana".
Se esfuerza por hacer coincidir la sociedad terrena con el Reino de Dios. Ve destrucción y muerte sobre Europa con la inminente invasión de los otomanos. Por eso, propicia entre los príncipes la liga de España y Venecia para detenerlos. Se alcanza la victoria en Lepanto el día 7 de octubre de 1571, mientras el Papa se encuentra en oración a María, la Madre de Dios, en su devoción al rosario; por ello instituye para este día la fiesta con el título de Nuestra Señora de la Victoria que en 1573 se denominará "del Rosario".
San Pio V murió santamente en Roma el 1 de mayo de 1572, a sus sesenta y ocho años y siete de papado. Beatificado por Clemente X, fue canonizado por Clemente XI el 22 de mayo de 1721. Su cuerpo se venera en la capilla del Santísimo Sacramento de la basílica romana de Santa María la Mayor.
Semblanza espiritual
Ejemplo de pobreza, humildad e inagotable actividad, es elegido dos veces prior por los hermanos de su Orden. Todo lo edifica sobre la oración. Siendo Papa Pio V visita a pie las iglesias de Roma. Su vida testifica la palabra del apóstol Pablo: "¿No sabéis que sois santuario de Dios y que el Espíritu de Dios habita en Vosotros?"
En cuanto conductor del Pueblo de Dios, vibra con las vicisitudes de los pobres, siente cariño por los cristianos de Roma, que si en un principio fueron muy entusiastas con él, después lo apreciarán como a un padre. En Roma reformó las costumbres del clero y del laicado.
Desde el momento en que es elegido Papa, conservará el espíritu y el hábito dominicano dedicándose con total decisión a poner en práctica, con el ejemplo de su vida, todas las consignas del Concilio de Trento para la reforma de la Iglesia y el bien de las almas. Estimuló la formación teológica de los clérigos en los seminarios a los que, entre otras medidas, propone la introducción de la enseñanza de la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino.
A los cuarenta y siete años, en 1551 es llamado a Romas por Julio III y designado Comisario General del Santo Oficio, donde trabaja por la difusión y la pureza de la fe. Pablo IV le nombra obispo de Sutri y Nepi en 1556, y cardenal en 1557. El mismo Pablo IV, en 1560, le traslada a Mondovi (Piamonte), diócesis que se encuentra en lamentable estado, donde se empeña por acercarla al Evangelio de Jesucristo.
Descubierto por San Carlos Borromeo, el cardenal fray Miguel Ghislieri es elegido Papa en 1566 a los sesenta y dos años de edad. No es un príncipe, sino un asceta el que la Orden de Santo Domingo presta al papado de Roma. Pío V - así se llamará- lleva el estilo de la Orden a la Curia Romana. El nuevo Papa ofrece a la Iglesia el Breviario y Misal Romanos para que alimente su oración: también se esfuerza por confirmar a toda la Iglesia en la misma fe. Así publica el "Catecismo" del Concilio de Trento, llamado "Catecismo Romano"
Su corazón se inquieta frente a las nuevas situaciones pastorales. Por una parte, mundos recientemente descubiertos que es necesario evangelizar; y por otra, países protestantes que comienzan a nacer. A fin de abordar tales problemas crea dos congregaciones cardenalicias que serán base de la posterior Sagrada Congregación "De Propaganda Fide" (creada en 1622). Proclama a Tomás de Aquino "Doctor de la Iglesia" e impulsa la "Opera Omnia" conocida como "Piana".
Se esfuerza por hacer coincidir la sociedad terrena con el Reino de Dios. Ve destrucción y muerte sobre Europa con la inminente invasión de los otomanos. Por eso, propicia entre los príncipes la liga de España y Venecia para detenerlos. Se alcanza la victoria en Lepanto el día 7 de octubre de 1571, mientras el Papa se encuentra en oración a María, la Madre de Dios, en su devoción al rosario; por ello instituye para este día la fiesta con el título de Nuestra Señora de la Victoria que en 1573 se denominará "del Rosario".
San Pio V murió santamente en Roma el 1 de mayo de 1572, a sus sesenta y ocho años y siete de papado. Beatificado por Clemente X, fue canonizado por Clemente XI el 22 de mayo de 1721. Su cuerpo se venera en la capilla del Santísimo Sacramento de la basílica romana de Santa María la Mayor.
Semblanza espiritual
Ejemplo de pobreza, humildad e inagotable actividad, es elegido dos veces prior por los hermanos de su Orden. Todo lo edifica sobre la oración. Siendo Papa Pio V visita a pie las iglesias de Roma. Su vida testifica la palabra del apóstol Pablo: "¿No sabéis que sois santuario de Dios y que el Espíritu de Dios habita en Vosotros?"
En cuanto conductor del Pueblo de Dios, vibra con las vicisitudes de los pobres, siente cariño por los cristianos de Roma, que si en un principio fueron muy entusiastas con él, después lo apreciarán como a un padre. En Roma reformó las costumbres del clero y del laicado.
Desde el momento en que es elegido Papa, conservará el espíritu y el hábito dominicano dedicándose con total decisión a poner en práctica, con el ejemplo de su vida, todas las consignas del Concilio de Trento para la reforma de la Iglesia y el bien de las almas. Estimuló la formación teológica de los clérigos en los seminarios a los que, entre otras medidas, propone la introducción de la enseñanza de la Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino.
EL ELOGIO DE JUAN PABLO II A LA SECTA SATANISTA DEL VUDÚ
El discurso además contiene una herejía, la que obviamente debe de ser aceptada por muchos, ya que no se han dado a la labor de borrarla del discurso, si no mas bien se exhibe sin reserva alguna en el sitio oficial del Vaticano.
“La Iglesia considera la libertad religiosa como un derecho inalienable, un derecho que va junto con el deber de buscar la verdad. Es en un clima de respeto a la libertad de todos que el diálogo interreligioso puede desarrollarse y dar frutos.”
Esto es una herejía ya que la “Libertad Religiosa” fue condenada por Pio IX en la Encíclica Quanta Cura del 8 de diciembre de 1864.
jp2 Saluda a un jerarca de la secta vudù
Traducción del italiano al español (Por traductor de Google)
VIAJE PASTORAL EN Benin, Uganda y Jartum
REUNIÓN DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
CON REPRESENTANTES DE LOS SEGUIDORES DE VODU.
CON REPRESENTANTES DE LOS SEGUIDORES DE VODU.
Ver la puor "Comité de la Organización et le Développement
des Investissements en Afrique et à Madagascar "(CODIAM) a Cotonú (Benin)
des Investissements en Afrique et à Madagascar "(CODIAM) a Cotonú (Benin)
Jueves, 04 de febrero 1993
Queridos amigos,
1. Me complace tener esta oportunidad de conocer y saludar cordialmente. Como ustedes saben, he llegado a Benin, para hacer la primera visita a las comunidades católicas, para animarlos y confirmar en la fe. Además, siempre he pensado que el contacto con personas pertenecientes a diferentes tradiciones religiosas fueron una parte importante de mi ministerio. De hecho, la Iglesia Católica está a favor del diálogo: el diálogo con cristianos de otras Iglesias y Comunidades eclesiales, el diálogo con los creyentes de otras familias espirituales, y el diálogo con aquellos que no profesan ninguna religión. Se quiere establecer relaciones positivas y constructivas con las personas y grupos humanos de diferentes creencias, con miras a un enriquecimiento mutuo.
2. El Concilio Vaticano II, que trazó el camino de la Iglesia a finales de este milenio, ha reconocido que las diferentes tradiciones religiosas es el verdadero y la buena semilla de la Palabra. Instó a los discípulos de Cristo para descubrir "lo que las riquezas que Dios ha dado en su magnificencia a la gente" (Ad Gentes, 11). Estas son las bases de un diálogo fructífero, en las palabras del apóstol san Pablo a los primeros cristianos: "Todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, gracioso, ¿qué es la virtud y la alabanza, este es el tema de su pensamientos "(Flp 4, 8). Por lo tanto nuestra actitud de respeto: respeto por los verdaderos valores, estén donde estén, sobre todo en comparación con el hombre que trata de vivir por estos valores, los valores que ayudan a eliminar el miedo. Usted está muy apegado a las tradiciones que han entregado sus antepasados. Es legítimo que se agradece a las personas de edad que han proporcionado un sentido de la fe sagrada, en un solo Dios y el bien, el sabor de la celebración, la contrapartida de la vida moral y la armonía en la sociedad.
3. Agradezco sus hermanos y hermanas cristianos, como tú, todo lo que es bello en estas tradiciones, como son, como usted, los niños de Benin. Pero son igualmente agradecidos a sus "antepasados en la fe," de los apóstoles a los misioneros para llevar el Evangelio a los mismos. Estos misioneros les enseñaron la Buena Nueva de que Dios es Padre y que cayó en manos de la gente a través de su Hijo, Jesucristo, que trae un mensaje alegre de la liberación. Si vamos más atrás en la historia, vemos que los antepasados de estos misioneros vinieron de Europa se habían recibido el Evangelio, cuando ya tenían una religión y una secta. Aceptar el mensaje de Dios, no han perdido nada. En cambio, tuvieron la oportunidad de conocer a Jesucristo y llegar a ser, en él, a través del bautismo, los hijos e hijas del Dios de Amor y Misericordia.
4. Todo esto se hizo en la libertad. De hecho, el estado Evangelios que Jesús no obligó a nadie. Para los Apóstoles, Cristo dijo: "Si quieres, sígueme" enfermo ", si lo desea, puede ser curado." Todo el mundo debe responder a Dios, libre y plena responsabilidad. La Iglesia considera la libertad religiosa como un derecho inalienable, un derecho que va junto con el deber de buscar la verdad. Es en un clima de respeto a la libertad de todos que el diálogo interreligioso puede desarrollarse y dar frutos.
5. Este diálogo no sólo se refiere a los valores del pasado y del presente. También mira hacia el futuro. Se trata de la colaboración con el fin de "defender y promover juntos, para todos los hombres, la justicia social, valores morales, la paz y la libertad" (Nostra aetate, 3). Estas palabras del Concilio Vaticano II, a pesar de estar situado en un contexto diferente, esbozar una agenda para los creyentes en un país como el suyo, en el que cristianos y musulmanes viven juntos con los miembros de la religión tradicional africana. Benin, el desarrollo, que necesita la participación de todos sus hijos y nadie debe girar sobre sí mismo. Cristianos, miembros de la religión tradicional y musulmanes están llamados a arremangarse para trabajar juntos por el bien del país. Esta medida de la solidaridad de los creyentes es importante para el desarrollo integral, la justicia y la liberación humana. Este trabajo se llevará a cabo mejor si se acompaña de una ferviente oración a Dios, Creador y Padre, fuente de todo bien. Que las voces de todos se unan para pedir a Dios que conceda la paz y la prosperidad a todos los habitantes de este querido país! Por mi parte, puedes estar seguro, Señor, encomiendo a sus preocupaciones y sus esperanzas. Que Dios los bendiga a ustedes ya todas sus familias!
CLICK EN LA IMAGEN PARA VER ORIGINAL EN www.vatican.va
COMENTARIOS ELEISON 198 (30-IV-2011) : ¿VERDADERO PAPA ? -- I
Debido a que comenté hace tres semanas (CE 195, 9 de abril) que la próxima "beatificación" de Juan Pablo II únicamente lo hará un Nuevobeato de la Nueviglesia, con toda razón me han preguntado si soy un "sedevacantista". Después de todo, si virtualmente declaro a Benedicto XVI como un Nuevopapa, ¿cómo puedo aún creer que sea un Papa verdadero? Actualmente, creo que es ambos, Nuevo Papa de la Iglesia Conciliar y Papa verdadero de la Iglesia Católica, porque los dos no son todavíacompletamente excluyentes uno del otro, por lo tanto no soy lo que llaman un sedevacantista. He aquí la primera parte del mio razionamento:
Por un lado considero que Benedicto XVI es un Papa válido, porque fue válidamente elegido como Obispo de Roma por los curas de Roma, es decir por los Cardenales, en el cónclave del 2005, y si por alguna falla oculta la elección per se no fue válida, ésta fue convalidada, como lo enseña la Iglesia, cuando él fue subsecuentemente aceptado como Papa por la Iglesia mundial. Como tal, hacia Benedicto XVI quiero mostrar todo el respeto, reverencia y apoyo que se deben al Vicario de Cristo.
Por el otro lado es obvio, partiendo de las palabras y acciones del Pontífice, que él es un Papa "Conciliar" y cabeza de la Iglesia Conciliar. Simplemente las últimas pruebas claras de esto son la próxima Nuevabeatificacion de Juan Pablo II, gran promotor del Vaticano II, y la próxima conmemoración en Octubre del evento desastroso de Juan Pablo II en Asís en 1986, en donde se violó el Primer Mandamiento de Dios en nombre del ecumenismo Conciliar del hombre. Porque así como ese Mandamiento excluye todas las falsas religiones (Deut. V, 7-9), así el Vaticano II virtualmente las abraza (Unitatis Redintegratio, Nostra Aetate). Por lo tanto, además de que Benedicto XVI es el Vicario de Cristo, también pienso que está traicionando su sagrada función de confirmar a sus hermanos en la Fe (Luc. XXII, 32), así es que además de respetarlo debidamente como Pedro, también no pienso seguirlo u obedecerlo (Hechos V, 29) cuando no se comporte como Pedro. Esta fue la distinción del Arzobispo Lefebvre.
Pero dense cuenta de que aún cuando esté traicionando - por lo menos objetivamente - la religión verdadera, ¡Benedicto XVI también se aferra a ella! Por ejemplo, al intentar prevenir que Asís III sea acusada de mezclar religiones como en Asís I, está programando que la procesión pública de todas las religiones juntas se lleve a cabo en silencio. En otras palabras, aún cuando Benedicto XVI promueve el error, ¡no tiene la intención de abandonar la verdad! Y en este sentido él se asemeja constantemente a un matemático que dice que 2 y 2 pueden ser 4 ¡o 5! Viniendo de un Papa, esta es la receta para la confusión desde la cabeza hasta los pies de la Iglesia, porque si cualquiera sigue al Papa en esta "aritmética" de 4 ó 5, ¡tendrá en su cabeza pura contradicción y confusión!
Además sepan que Benedicto XVI, como aritmético, absolutamente declara que cree que 2 y 2 son 4. Y mientras que su declaración sea sincera, y yo diría que parece ser sincera - solo Dios sabe a ciencia cierta - Benedicto XVI no está deliberadamente negando las verdades que él sabe que son artículos definidos de la Fe Católica. Por el contrario parece convencido, como muestra el Obispo Tissier, ¡que él los está "regenerando" con la ayuda del pensamiento moderno! Esto hace muy difícil el probar en su caso la acusación de una adhesión formal a la herejía, razón por la cual aún su amor y promoción del 2+2=5 no me torna todavía personalmente en un sedevacantista.
Madre de Dios, Trono de Sabiduría, ¡protégenos de la confusión!
Kyrie eleison.
viernes, 29 de abril de 2011
PROFECIAS PARA LOS ULTIMOS TIEMPOS
De San Anselmo de Sunium (Obispo de Sunium, Grecia, en el siglo XIII).
Refiriéndose a Roma dice:
"Desgracia a ti, ciudad de las siete colinas, cuando la letra K sea alabada en tus murallas. Entonces tu caída se aproximará; tus dominadores y tiranos serán destruidos. Tú has irritado al Altísimo por tus crímenes y tus blasfemias, tú perecerás en la derrota y en la sangre".
Profecía extraída del libro Vaticinia seu Proedictiones Illustrium Virorum, Bertoni, Venecia, 1605 (M. Servant, pág. 281).
Fuente
NO PODEMOS CALLARNOS, NO PODEMOS SER PERROS MUDOS
Sermón pronunciado el 16 de Enero de 2011
por el P. Pierre Champroux (hsspx)
Queridos hermanos:
La oración colecta de este día nos dice: “Dios todopoderoso y eterno, que gobiernas al tiempo las cosas del cielo y de la tierra, escucha clemente las súplicas de tu pueblo y concede la paz a nuestros días. Por Jesucristo Nuestro Señor”.
Es Nuestro Señor Jesucristo quien da la paz al mundo ¿Qué es la paz? La tranquilidad en el orden (San Agustín)
Discurso del Santo Padre el primero de enero de 2011 a la hora del Ángelus: “El próximo octubre iré en peregrinación a la ciudad de San Francisco invitando a que se unan conmigo los cristianos de las diferentes confesiones, los representantes de las diversas tradiciones del mundo y, en espíritu, todos los hombres de buena voluntad, para conmemorar el gesto histórico querido por mi Predecesor y renovar solemnemente el compromiso de los creyentes de todas las religiones de vivir su fe respectiva como un servicio a la causa de la paz”.
El Papa enlaza este discurso con su mensaje para la jornada mundial de la paz del 8 de diciembre de 2010. El tema de este mensaje era La libertad religiosa camino hacia la paz. El Papa quiere que todos los hombres alcancen la libertad religiosa porque la religión acerca a Dios: “El mundo necesita de Dios, tiene necesidad de valores éticos y espirituales y la religión puede ofrecer una preciosa contribución en esta búsqueda de la construcción de un orden social justo y pacífico a nivel nacional e internacional. La paz es un don de Dios y al mismo tiempo un proyecto a poner en práctica. Una sociedad reconciliada con Dios está más próxima de la paz”.
Queridos hermanos:
La oración colecta de este día nos dice: “Dios todopoderoso y eterno, que gobiernas al tiempo las cosas del cielo y de la tierra, escucha clemente las súplicas de tu pueblo y concede la paz a nuestros días. Por Jesucristo Nuestro Señor”.
Es Nuestro Señor Jesucristo quien da la paz al mundo ¿Qué es la paz? La tranquilidad en el orden (San Agustín)
Discurso del Santo Padre el primero de enero de 2011 a la hora del Ángelus: “El próximo octubre iré en peregrinación a la ciudad de San Francisco invitando a que se unan conmigo los cristianos de las diferentes confesiones, los representantes de las diversas tradiciones del mundo y, en espíritu, todos los hombres de buena voluntad, para conmemorar el gesto histórico querido por mi Predecesor y renovar solemnemente el compromiso de los creyentes de todas las religiones de vivir su fe respectiva como un servicio a la causa de la paz”.
El Papa enlaza este discurso con su mensaje para la jornada mundial de la paz del 8 de diciembre de 2010. El tema de este mensaje era La libertad religiosa camino hacia la paz. El Papa quiere que todos los hombres alcancen la libertad religiosa porque la religión acerca a Dios: “El mundo necesita de Dios, tiene necesidad de valores éticos y espirituales y la religión puede ofrecer una preciosa contribución en esta búsqueda de la construcción de un orden social justo y pacífico a nivel nacional e internacional. La paz es un don de Dios y al mismo tiempo un proyecto a poner en práctica. Una sociedad reconciliada con Dios está más próxima de la paz”.
Lo que sorprende en estas palabras del Papa es que jamás hace distinción entre las religiones, todas son caminos hacia Dios y hacia la paz.
Para el Papa la libertad de volverse hacia Dios, la libertad religiosa es el fundamente más profundo de la paz: “Cuando se reconoce la libertad religiosa la dignidad de la persona humana es respetada en su misma raíz y se consolida la moral y las instituciones de los pueblos”.
Dice el Papa claramente que esta libertad fundamental de volverse hacia Dios es el fundamento de toda la vida moral. ¡Pero JAMÁS dice que hay que volverse al VERDADERO DIOS! Leyéndolo tiene uno la impresión de que toda religión practicada libremente produce los mismos efectos.
¿Cómo es que una religión falsa, que es objetivamente el mayor de los desórdenes pues adora –nada menos a quien no es Dios, a quien ni siquiera es, puede conducir a la paz? Objetivamente no hay pecado más grave que el que se comete por arrebatar a Dios el honor que le es debido. He aquí porqué en 1986 con ocasión del anuncio de la primera reunión de Asís escribía Mons. Le Febvre estas palabras que brotaban de un corazón profundamente herido en su amor a Dios:
“Es el primer artículo del Credo y el primer mandamiento de la Ley de Dios los que son públicamente burlados por aquel que está sentado en la Sede de Pedro. El daño de este escándalo en las almas de los católicos es incalculable. Y la Iglesia se ve sacudida en sus fundamentos”.
Para el Papa la libertad de volverse hacia Dios, la libertad religiosa es el fundamente más profundo de la paz: “Cuando se reconoce la libertad religiosa la dignidad de la persona humana es respetada en su misma raíz y se consolida la moral y las instituciones de los pueblos”.
Dice el Papa claramente que esta libertad fundamental de volverse hacia Dios es el fundamento de toda la vida moral. ¡Pero JAMÁS dice que hay que volverse al VERDADERO DIOS! Leyéndolo tiene uno la impresión de que toda religión practicada libremente produce los mismos efectos.
¿Cómo es que una religión falsa, que es objetivamente el mayor de los desórdenes pues adora –nada menos a quien no es Dios, a quien ni siquiera es, puede conducir a la paz? Objetivamente no hay pecado más grave que el que se comete por arrebatar a Dios el honor que le es debido. He aquí porqué en 1986 con ocasión del anuncio de la primera reunión de Asís escribía Mons. Le Febvre estas palabras que brotaban de un corazón profundamente herido en su amor a Dios:
“Es el primer artículo del Credo y el primer mandamiento de la Ley de Dios los que son públicamente burlados por aquel que está sentado en la Sede de Pedro. El daño de este escándalo en las almas de los católicos es incalculable. Y la Iglesia se ve sacudida en sus fundamentos”.
Es verdad también que el Papa ha dicho esto en su mensaje del 8 de diciembre: “El camino así trazado no es el del relativismo o del sincretismo religioso. La Iglesia, en efecto, anuncia y está obligada a anunciarlo sin desfallecer que Cristo “es el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn. 14,6) en el cual deben los hombres encontrar la plenitud de la vida religiosa y en el cual Dios reconcilia consigo todas las cosas”. Sin embargo, teniendo en cuenta los congresos interreligiosos anteriores cuya repetición se anuncia oficialmente, nos parece un tanto débil como aclaración.
Como comentario indirecto citamos lo que dijo Mons. Fellay en su sermón del domingo 9 de enero en San Nicolás de Chardonnet después de haber explicado que los Reyes Magos encontraron en el rey Herodes y en los sacerdotes y escribas todas las informaciones que necesitaban acerca del Mesías porque ellos sabían bien que el Mesías iba a nacer pero con un conocimiento puramente teórico:“Saben y no saben. En teoría lo saben todo. En la práctica ignoran por completo la realidad. Y uno se siente tentado a encontrar paralelismos. Cuando se oye hablar de esta historia de Asís se siente uno verdaderamente tentado a hacer un paralelismo. En teoría saben, en teoría creen ¿pero qué es lo que creen en realidad? ¿Creen verdaderamente que Nuestro Señor es Dios? ¿Creen verdaderamente que está en su mano la paz de los hombres y los pueblos? ¿Creen verdaderamente en todas las consecuencias inmediatas, directas de su divinidad? ¿Es que van, tal como hicieron los Reyes Magos, a adorar al Dios verdadero y a pedirle la paz? ¿Es que van a presentarse ante el Rey de la paz, Rey pacífico?”.
Se ha dicho que en el año 2002, durante la segunda reunión ecuménica de Asís, en la sala del convento de los Franciscanos donde se recibieron las delegaciones de las otras religiones se retiró el crucifijo, por cortesía, para no molestar. ¡Para congregar a los hombres en la búsqueda de la paz se retira el crucifijo! ¡Se retira precisamente el crucifijo! ¿Pero a quién se busca agradar? ¿A Dios o a los hombres?
He aquí lo que en 1928 decía Pío XI en su encíclica mortalium animos a propósito de las reuniones interreligiosas a las cuales prohibía firmemente que los católicos asistieran.
“Tales iniciativas no pueden recibir la aprobación de los católicos en manera alguna puesto que se apoyan en la errónea teoría de que todas las religiones son más o menos buenas y plausibles en cuanto que todas igualmente aunque de diferente manera manifiestan el sentimiento natural e innato que nos lleva hacia Dios y nos inclina a reconocer con reverencia su poder. A decir verdad los seguidores de esta teoría caen totalmente en el error. Pero hay más pervirtiendo la noción de la verdadera religión de hecho la está rechazando y se van hundiendo por etapas en el naturalismo y el ateísmo. La conclusión es clara: solidarizarse con los seguidores y propagandistas de tal doctrina equivale a alejarse completamente de la religión divinamente revelada”.
Nos vemos obligados, queridos hermanos, a constatar una ruptura en la enseñanza y actuación de los Papas. ¡Se nos ha puesto frente a una contradicción!
No faltan quienes nos digan que no se debe juzgar o criticar al Papa. ¡Pero no se trata de juzgar o de criticar a nadie sino de no perder la Fe! Yo estoy seguro de que el Papa tiene las mejores intenciones del mundo y cree que está haciendo lo mejor por la Iglesia. Es muy posible pero también se debe reconocer la realidad de esta contradicción y de este escándalo.
Es Pío XI quien nos dice que solidarizarse con los seguidores y propagandistas de tal doctrina equivale a alejarse completamente de la religión divinamente revelada.
¡Y nosotros no podemos callarnos, no podemos ser perros mudos, pastores que dejen que sus fieles pierdan la Fe sin decir nada, debemos repetir las palabras de Pío XI, en armonía con veinte siglos de práctica de la Iglesia, veinte siglos y veinte millones de mártires que han derramado su sangre por haber rechazado las falsas religiones y haber empleado todas sus fuerzas en llevar las almas a Cristo!
¡El problema no es tanto el de los cristianos martirizados en el Islam porque su muerte es una victoria! El problema es que el mundo cristiano ha perdido su Fe concreta, que no cree en la verdad de su religión. Y no tenemos frente al Islam otra religión que presentar que la de la libertad religiosa, la tolerancia universal y el “dejar hacer” general. No va a ser Asís III, IV o V lo que va a impedir a los musulmanes imponernos la ley islámica cuando lo tienen tan fácil por esta ausencia de verdad, de principios y de convicciones en que estamos sumergidos actualmente.
Invoquemos todos el Santo Nombre de María, Nuestra Señora del Rosario y de Lepanto, que nos devuelva la Fe, que vele por nuestra Iglesia y por el Padre común, nuestro Soberano Pontífice Benedicto XVI hacia el que sentimos tanto afecto y al que queremos rodear con nuestra plegarias a fin de que profese más claramente la Fe de la Iglesia.
Tomado de la revista Tradición Católica nº230, Enero-febrero 2011
Visto en: APOSTOLADO EUCARÍSTICO
CARTA DE MONSEÑOR FELLAY SOBRE LA REUNIÓN DE ASÍS Y LA BEATIFICACIÓN DE JUAN PABLO II
Queridos amigos y benefactores:
El nuevo año nos ha reservado muchas sorpresas, más bien desagradables, para no decir dramáticas. Hablamos, por supuesto, de los acontecimientos que afectan a la Iglesia, no de la serie de desastres de Japón, o los trastornos en los países árabes y en África, ¡que sin embargo deberían servir de advertencia a todos! ¿Pero quién los interpreta así?
En efecto, las catástrofes que perjudican y aniquilan las almas son mucho más perniciosas que toda catástrofe natural, con sus muertos, sus tragedias y sus sufrimientos muy dolorosos. El rostro del mundo cambiaría si los hombres se preocupasen por sus almas al igual que de sus cuerpos. Sin embargo, lo que a justo título lleva a reaccionar y buscar la curación a nivel del cuerpo humano, a causa del dolor inmediato experimentado, prácticamente no existe a nivel de nuestro espíritu. El pecado, que tanto mal causa a toda la humanidad y a cada ser humano, es muy poco sentido y por eso no se buscan los remedios adecuados. Nos referimos a una catástrofe espiritual. En efecto, ¿qué otro nombre se puede dar a un acontecimiento que descarría a una multitud de almas y que pone en peligro la salvación de millones, quizás miles de millones de almas? Ahora bien, en Roma, a comienzos de este año, se anunciaron al menos dos hechos susceptibles de acarrear la no conversión, y por ende la condenación eterna de las almas: la beatificación del Papa Juan Pablo II y la renovación de la jornada de oraciones de Asís, con motivo del 25º aniversario del primer encuentro de todas las religiones organizados en Asís por el mismo Juan Pablo II.
Para aquellos a quienes se les dificulte entender el significado de estos dos acontecimientos, reproduciremos simplemente lo que escribió el Padre Franz Schmidberger, primer sucesor de Monseñor Marcel Lefebvre al frente de la Fraternidad San Pío X, hace veinticinco años en esta misma Carta a los amigos y benefactores. Daba una lista no exhaustiva de los actos realizados por el Papa Juan Pablo II, que será beatificado:
“El 25 de enero de 1986, el Papa, en un sermón dado en la Basílica de San Pablo Extramuros, invitó a todas las religiones a Asís para rezar juntos por la paz. Basta echar un vistazo sobre los acontecimientos de los últimos tres años para ver hasta qué punto nos acercamos ahora al establecimiento de una gran religión universal encabezada por el Papa y con la libertad, la igualdad y la fraternidad de la Revolución Francesa y de las logias masónicas como único dogma.
1. El nuevo Código de Derecho Canónico, promulgado por el propio Papa el 25 de enero de 1983, suprimió el estado clerical. En lo sucesivo la Iglesia es el «pueblo de Dios», en un sentido protestante e igualitario, sin subordinados y sin autoridades. La jerarquía no es más que un «servicio»; según palabras de Juan Pablo II en su Constitución, la Iglesia se define como una «comunión» y por su «preocupación por el ecumenismo». El Canon 844 permite expresamente la intercomunión; el Canon 204 entremezcla el sacerdocio ministerial con el sacerdocio espiritual de los fieles, etc.
2. El domingo 11 de diciembre de 1983, el Papa predica en una iglesia protestante de Roma, y ello después de haberse invitado más o menos a sí mismo.
3. El Obispo de Sherbrooke, en Québec (Canadá), ha acogido reiteradas veces a los protestantes en su catedral para realizar falsas ordenaciones. Él mismo participó en una de estas ceremonias y recibió la “comunión” de manos de una pastora recientemente ordenada.
4. El 18 de febrero de 1984 se firmó un nuevo Concordato entre la Santa Sede e Italia. En lo sucesivo, por aplicación de la Declaración conciliar sobre la libertad religiosa, Italia ya no es un Estado católico sino un Estado laico, es decir, ateo. Según el mismo documento, Roma ya no es más una ciudad sagrada.
5. El 10 de mayo de 1984 el Papa visita un templo budista en Tailandia, se descalza y se sienta a la par del bonzo budista, sentado él mismo ante el altar en el que se encuentra una gran estatua de Buda.
6. En su carta pastoral del 16 de septiembre de 1984, los obispos suizos llegan a la importante conclusión de que «el deseo de recibir juntos el mismo pan en la misma mesa, es decir, el deseo de que la misa y la cena ya no sean celebrados separadamente, tiene su origen en Dios (…) Sin embargo, debe considerarse con cautela el momento en que concretaremos este deseo», añaden los obispos. Además, apoyaron el proyecto de ley que apuntaba a cambiar las normas matrimoniales y que destruye, ni más ni menos, el matrimonio y la familia. Y bien, gracias a este apoyo el 22 de septiembre de 1985 se aprobaron en Suiza las nuevas normas matrimoniales. Una vez más los obispos parecen ser no sólo los sepultureros del orden sobrenatural, sino también del orden natural establecido por Dios.
7. El episcopado francés continúa difundiendo el catecismo herético «Pierres vivantes» en la instrucción religiosa, con gran detrimento de los niños. «Mas quien escandalizare a uno de estos pequeños que creen en mí, mejor le sería que le colgasen del cuello una de esas piedras de molino que mueve un asno, y así fuese sumergido en el profundo del mar» (San Mateo, 18, 6).
8. Una declaración conjunta del Cardenal Höffner y M. Lohse, Presidente del Consejo de la Iglesia Evangélica de Alemania, firmada el 1º de enero de 1985, concede a los esposos de matrimonios mixtos la libertad de casarse, hacer bautizar a sus hijos y educarlos en una u otra Iglesia. Ahora bien, el Código de Derecho Canónico de 1917, Canon 2319, reprime cada uno de estos tres delitos con una excomunión especial.
9. En su libro «Entrevista sobre la fe» (1985), el Cardenal Ratzinger afirma que las demás religiones, estrictamente hablando, son medios «extraordinarios» de salvación. ¡No, Eminencia, sólo Jesucristo, únicamente Él es la Vía, la Verdad y la Vida; nadie va al Padre sino por Él!
10. En una nota sobre la presentación del judaísmo en la catequesis, publicada el 24 de junio de 1985, ¡el Cardenal Willebrands afirma que esperamos el Mesías junto a los judíos! Y se remite al propio Papa, que declaró ante los judíos, el 17 de noviembre de 1980 en Maguncia, que la Antigua Alianza no ha sido aún abolida.
11. Durante el verano de 1985, el Vaticano envía una delegación oficial a la colocación de la piedra fundamental de una nueva mezquita gigante en Roma.
12. En agosto de 1985 proclama ante jóvenes musulmanes en Casablanca (Marruecos), que nosotros, los cristianos, adoramos el mismo Dios que ellos —¡como si en el Islam existiese la Santísima Trinidad y la Encarnación de Dios!—. Pocos días después se encamina junto a sacerdotes animistas y su séquito a la periferia de Lahomay, a un culto en el «bosque sagrado» en el que se evoca «la fuerza del agua» y las almas divinizadas de los antepasados. Y por lo menos en dos ocasiones, en Kara y en Togoville —¡en Kara antes de la Santa Misa!—, vierte agua y arroja harina de maíz en el fondo seco de una cáscara de calabaza, gesto con el cual se profesa una falsa creencia religiosa.
13. Una comisión católico-evangélica, constituida para concluir la visita del Papa a Alemania en 1980, declara en su informe final publicado el 24 de enero de 1986 que ya no existen divergencias entre las dos confesiones en lo que se refiere a la justificación, la eucaristía, el sacerdocio y el papado. A un observador avisado no se le escapa que aquí se proclama abiertamente la religión ecuménica unificada.
14. Y ahora, el 25 de enero de 1986, convoca a todas las religiones a reunirse en Asís en otoño para orar por la paz (…). «¿A qué Dios van a rezar, pues, los que niegan expresamente la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo? Se configura allí una verdadera invocación del diablo», comenta Monseñor Lefebvre.
15. En fin, durante un viaje en la India, el Papa no habla sino de diálogo, de comprensión recíproca de las religiones, en aras de promover conjuntamente la fraternidad humana y el bienestar social.
¿Creen Ustedes, queridos amigos, que esta enumeración representa para nosotros una buena noticia? La hemos redactado transidos de dolor, preocupados por el bien de la Santa Iglesia. Asimismo, estamos lejos de querer juzgar al Papa; declinamos de grado esta empresa delicada a un juicio ulterior de la Iglesia. No nos enrolamos entre quienes declaran a la rápida que la sede papal está vacante, sino que nos dejamos guiar por la historia de la Iglesia. El Papa Honorio fue anatematizado por el 6º Concilio Ecuménico a causa de sus falsas enseñanzas, pero jamás se ha pretendido que Honorio no era Papa. Con todo, nos resulta imposible cerrar los ojos ante los hechos.
Las directivas secretas de los Carbonarios y su correspondencia, alrededor de 1820, ¡también son hechos! Allí leemos: «El trabajo que vamos a emprender (...) puede durar varios años, quizás un siglo (…) Lo que debemos buscar y esperar, como los judíos esperan el Mesías, es un Papa según nuestras necesidades (...) Con ello, para destrozar la roca sobre la que Dios construyó su Iglesia (…) tenemos el dedo meñique del sucesor de Pedro comprometido en la conjura (…) Para asegurarnos un Papa de las debidas proporciones, se trata primero de modelar para ese Papa una generación digna del reino que soñamos (…) Ganaos una reputación de buen católico (…) Esta reputación hará llegar con facilidad nuestras doctrinas al seno del joven clero (…) Dentro de algunos años este clero joven, por lógica consecuencia, desempeñará todas las funciones (…) Será el llamado a elegir al Pontífice (…) y este Pontífice, como la mayor parte de sus contemporáneos, estará necesariamente más o menos imbuido de los principios (…) humanitarios que comenzaremos a poner en circulación».
«Debemos (…) llegar por medios pequeños, bien graduados, al triunfo de la idea revolucionaria gracias a un Papa (…) Este proyecto siempre me ha parecido sobrehumano».
Por otra parte, leemos en el pequeño exorcismo de León XIII, en su versión original: «Los más insidiosos enemigos han llenado de amargura a la Iglesia, esposa del Cordero inmaculado, le han dado a beber ajenjo, han puesto sus manos impías sobre todo lo que Ella tiene de más preciado. Han erigido el trono de abominación de su impiedad donde fue establecida la Sede de San Pedro y la Cátedra de la Verdad como luz para las naciones, de modo que, golpeado el Pastor, puedan dispersar la grey».
¿Qué se puede hacer frente a esta situación desesperada humanamente hablando? Rezar, trabajar y sufrir con la Iglesia”.
¿Acaso veinte años más tarde estas palabras han perdido su vigor? Con el advenimiento de Benedicto XVI se pudo esperar un cambio de la situación, ya que él mismo admitía que la Santa Iglesia se encontraba en una situación dramática. Y de hecho, en medio de una gran hostilidad, ha plantado varios hitos que pueden servir ciertamente para una restauración. Tenemos muy presentes en nuestra memoria agradecida los actos de buena voluntad que ha realizado a favor de nuestra Fraternidad. Sin embargo, la reiteración de Asís, incluso edulcorada, aún cuando modificada, según parece ser su intención, evocará inevitablemente el primer Asís, que fue escandaloso bajo tantos aspectos; uno de los más notables fue aquel triste y lamentable espectáculo, en el que se pudo ver al Vicario de Cristo a la par de una multitud abigarrada de paganos, invocando a sus falsos dioses y a sus ídolos —la colocación de la estatua de Buda sobre el sagrario de la iglesia de San Pedro de Asís sigue siendo la más increíble y abominable ilustración. Ahora bien, proyectándose festejar el aniversario de tal reunión se renuncia, por lo mismo, a criticar a su iniciador. A un pastor evangelista, que protestaba contra este nuevo Asís, Benedicto XVI le escribió que haría todo lo posible para evitar el sincretismo. Sin embargo, ¿se dirá a los participantes provenientes de otras religiones que no existe sino sólo una verdadera que salva? ¿Se les dirá que no existe bajo el cielo ningún otro nombre por el cual podamos ser salvos, sino el nombre de Jesús, como enseñó San Pedro, el primer Papa? (cfr. Hechos 4, 12). Estos son dogmas de fe.
Si se silencian ante ellos verdades tan esenciales, ¡se les engaña! Si se les oculta lo único necesario, unum necessarium, haciéndoles creer que todo está bien, ya que el Espíritu Santo también se sirve de las otras religiones como medios de salvación, incluso si se habla de medios extraordinarios según el magisterio nuevo del Concilio Vaticano II, se les induce a error y se les priva de los medios de salvación.
En cuanto a la beatificación de Juan Pablo II, su efecto inmediato será consagrar el conjunto de su pontificado, todas sus empresas, incluso las más escandalosas, como las que están expuestas más arriba y las otras, como besar el Corán y las múltiples ceremonias de arrepentimiento, que llevan a pensar que la Iglesia es culpable de los cismas, por los que se perdieron multitud de almas cristianas que se separaron de nuestra Madre, la Santa Iglesia, y adhirieron al error y a la herejía. En la práctica todo ello conduce al indiferentismo en la vida de todos los días y los ocasionales esfuerzos de Roma para revertir un poco un atolladero tan nocivo para la Iglesia sólo reportan magros resultados: es que la Iglesia misma está exangüe.
Se nos dirá que exageramos, que dramatizamos o que apelamos a una retórica de circunstancia; con todo, esta dramática comprobación sale de boca misma de los Papas Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI. Aparece, empero, como una estrella fugaz en el firmamento; se olvida rápidamente y deja totalmente indiferente a la multitud, que no se preocupa por mirar hacia arriba, en dirección al Cielo.
¿Qué hacer? ¿Qué podemos hacer por nuestra parte, queridos amigos? “Oración y penitencia” fue la consigna que nos dejó nuestra buena Madre del Cielo, la Santísima Virgen María, tanto en Lourdes como en Fátima. Estas directivas celestes siguen vigentes, e incluso con mayor razón que cuando fueron pronunciadas. Muchos de ustedes se preguntan cuál fue el efecto de nuestra Cruzada de Rosarios terminada el año pasado. Hemos transmitido el resultado, acompañado de una petición, al Sumo Pontífice, que no nos ha respondido, aunque más no fuese acusando recibo. Sin embargo, esto no debe desalentarnos. Nuestra oración se dirigió al Cielo, a Nuestra Señora, a nuestra Madre tan buena y misericordiosa, y al Dios de las misericordias. No tenemos, pues, derecho a dudar que no seremos escuchados según las disposiciones infalibles de la Divina Providencia. Sepamos tener confianza en Dios. Con todo, la situación de la Iglesia y del mundo nos sugieren que les pidamos instantemente no detener este movimiento de oración por el bien de la Iglesia y del mundo, y por el triunfo del Corazón Inmaculado de María. La intensidad de la crisis, la proliferación de todo tipo de calamidades que afectan o amenazan a la humanidad, exigen de nuestra parte una actitud correlativa: “Conviene orar perseverantemente y no desfallecer”, oportet semper orare et numquam deficere (San Lucas, 18, 1).
Por tanto, nos parece más que oportuno y urgente, a vista del aumento de la intensidad de los males que abruman la Santa Iglesia, lanzar una nueva Cruzada de Rosarios, una cruzada de oración y penitencia. Los invitamos a unir todos sus esfuerzos, todas sus energías, para conformar a partir de Pascua de este año hasta Pentecostés de 2012 un nuevo ramillete espiritual, un nuevo eslabón de estas rosas tan agradables a Nuestra Señora, para suplicarle que interceda a favor de sus hijos ante su Divino Hijo y del Padre omnipotente. La confusión no deja de aumentar entre las almas, que están a merced de lobos rapaces presentes en el redil. La tribulación es tan grande, que incluso los elegidos se perderían si no fuese abreviada. Los pocos datos reconfortantes de estos últimos años no son suficientes para atreverse a decir que las cosas hayan cambiado verdaderamente en profundidad. Dan grande esperanza para el futuro, a la manera de una luz que se percibe cuando uno aún se encuentra adentrado en un túnel. Así, pues, pidamos de todo corazón la intervención de nuestra Madre del Cielo, a fin de que esta prueba terrible sea abreviada, que el corsé modernista que blinda la Iglesia —al menos desde el Vaticano II— se rasgue, que las autoridades cumplan con su papel salvífico para con las almas, que la Iglesia recobre su esplendor y su belleza espiritual, que las almas del mundo entero puedan escuchar la Buena Nueva que convierte y recibir los sacramentos que salvan, volviendo a hallar el único redil. ¡Ah, cuánto desearíamos poder utilizar un lenguaje menos dramático! Pero sería una mentira y una negligencia culpable de nuestra parte tranquilizarlos, dejándoos en la esperanza de que las cosas se recompondrán por sí solas.
Contamos con la generosidad de todos para conformar una vez más un ramillete de, al menos, doce millones de rosarios, para que la Iglesia sea librada de los males que la aquejan o que la amenazan en el futuro próximo, se consagre a Rusia y que llegue pronto el triunfo de la Inmaculada.
A fin de que nuestras oraciones sean aún más eficaces y que todos puedan obtener un beneficio mayor, querríamos concluir recordando que cuando se reza el Rosario, lo más importante no es la cantidad de Ave María que se dicen, sino la manera en que se los reza. El peligro de la monotonía o de la distracción pueden ser conjurados eficazmente rezando el Rosario según las indicaciones dadas por María misma: al desgranar las cuentas, hay que meditar las escenas de la vida y los misterios de Nuestro Señor y de su Santa Madre. Lo más importante es este contacto con la vida del Salvador que se establece cuando se medita amorosamente en los acontecimientos enunciados en cada decena, los “misterios” del Rosario. Los diez Ave Marías se transforman en una melodía de fondo, que acompaña y sostiene este contacto suave y potente con Dios, con Nuestro Señor y Nuestra Señora. Sor Lucía de Fátima, haciéndose eco de los Papas, ha dicho que Dios que ha querido conceder una eficacia especial a esta plegaria, de suerte que no existe problema alguno que no pueda ser resuelto por esta magnífica oración. Nos permitimos insistir sobre la oración en familia, que todos los días da pruebas de eficacia al proteger a los niños y a los jóvenes de las tentaciones y peligros espantosos del mundo moderno, que protege la unidad familiar en medio de tantas amenazas que la acechan. No debemos desanimarnos por el aparente silencio de la Divina Providencia tras nuestra última cruzada. En las cosas importantes, Dios quiere que, por nuestra perseverancia en la oración le probemos que sabemos lo que vale lo que le pedimos y que estamos dispuestos a pagar el precio correspondiente.
A las puertas de entrar en la Pasión de Nuestro Señor, la Semana Santa y la gloriosa Resurrección del Salvador, pedimos a Nuestra Señora que se digne bendecir vuestra generosidad, acogeros bajo su graciosa protección y prestar oídos a vuestras instantes plegarias.
Menzingen, Primer Domingo de Pasión.
+ Bernard Fellay
Superior General
de la Fraternidad San Pío X
El nuevo año nos ha reservado muchas sorpresas, más bien desagradables, para no decir dramáticas. Hablamos, por supuesto, de los acontecimientos que afectan a la Iglesia, no de la serie de desastres de Japón, o los trastornos en los países árabes y en África, ¡que sin embargo deberían servir de advertencia a todos! ¿Pero quién los interpreta así?
En efecto, las catástrofes que perjudican y aniquilan las almas son mucho más perniciosas que toda catástrofe natural, con sus muertos, sus tragedias y sus sufrimientos muy dolorosos. El rostro del mundo cambiaría si los hombres se preocupasen por sus almas al igual que de sus cuerpos. Sin embargo, lo que a justo título lleva a reaccionar y buscar la curación a nivel del cuerpo humano, a causa del dolor inmediato experimentado, prácticamente no existe a nivel de nuestro espíritu. El pecado, que tanto mal causa a toda la humanidad y a cada ser humano, es muy poco sentido y por eso no se buscan los remedios adecuados. Nos referimos a una catástrofe espiritual. En efecto, ¿qué otro nombre se puede dar a un acontecimiento que descarría a una multitud de almas y que pone en peligro la salvación de millones, quizás miles de millones de almas? Ahora bien, en Roma, a comienzos de este año, se anunciaron al menos dos hechos susceptibles de acarrear la no conversión, y por ende la condenación eterna de las almas: la beatificación del Papa Juan Pablo II y la renovación de la jornada de oraciones de Asís, con motivo del 25º aniversario del primer encuentro de todas las religiones organizados en Asís por el mismo Juan Pablo II.
Para aquellos a quienes se les dificulte entender el significado de estos dos acontecimientos, reproduciremos simplemente lo que escribió el Padre Franz Schmidberger, primer sucesor de Monseñor Marcel Lefebvre al frente de la Fraternidad San Pío X, hace veinticinco años en esta misma Carta a los amigos y benefactores. Daba una lista no exhaustiva de los actos realizados por el Papa Juan Pablo II, que será beatificado:
“El 25 de enero de 1986, el Papa, en un sermón dado en la Basílica de San Pablo Extramuros, invitó a todas las religiones a Asís para rezar juntos por la paz. Basta echar un vistazo sobre los acontecimientos de los últimos tres años para ver hasta qué punto nos acercamos ahora al establecimiento de una gran religión universal encabezada por el Papa y con la libertad, la igualdad y la fraternidad de la Revolución Francesa y de las logias masónicas como único dogma.
1. El nuevo Código de Derecho Canónico, promulgado por el propio Papa el 25 de enero de 1983, suprimió el estado clerical. En lo sucesivo la Iglesia es el «pueblo de Dios», en un sentido protestante e igualitario, sin subordinados y sin autoridades. La jerarquía no es más que un «servicio»; según palabras de Juan Pablo II en su Constitución, la Iglesia se define como una «comunión» y por su «preocupación por el ecumenismo». El Canon 844 permite expresamente la intercomunión; el Canon 204 entremezcla el sacerdocio ministerial con el sacerdocio espiritual de los fieles, etc.
2. El domingo 11 de diciembre de 1983, el Papa predica en una iglesia protestante de Roma, y ello después de haberse invitado más o menos a sí mismo.
3. El Obispo de Sherbrooke, en Québec (Canadá), ha acogido reiteradas veces a los protestantes en su catedral para realizar falsas ordenaciones. Él mismo participó en una de estas ceremonias y recibió la “comunión” de manos de una pastora recientemente ordenada.
4. El 18 de febrero de 1984 se firmó un nuevo Concordato entre la Santa Sede e Italia. En lo sucesivo, por aplicación de la Declaración conciliar sobre la libertad religiosa, Italia ya no es un Estado católico sino un Estado laico, es decir, ateo. Según el mismo documento, Roma ya no es más una ciudad sagrada.
5. El 10 de mayo de 1984 el Papa visita un templo budista en Tailandia, se descalza y se sienta a la par del bonzo budista, sentado él mismo ante el altar en el que se encuentra una gran estatua de Buda.
6. En su carta pastoral del 16 de septiembre de 1984, los obispos suizos llegan a la importante conclusión de que «el deseo de recibir juntos el mismo pan en la misma mesa, es decir, el deseo de que la misa y la cena ya no sean celebrados separadamente, tiene su origen en Dios (…) Sin embargo, debe considerarse con cautela el momento en que concretaremos este deseo», añaden los obispos. Además, apoyaron el proyecto de ley que apuntaba a cambiar las normas matrimoniales y que destruye, ni más ni menos, el matrimonio y la familia. Y bien, gracias a este apoyo el 22 de septiembre de 1985 se aprobaron en Suiza las nuevas normas matrimoniales. Una vez más los obispos parecen ser no sólo los sepultureros del orden sobrenatural, sino también del orden natural establecido por Dios.
7. El episcopado francés continúa difundiendo el catecismo herético «Pierres vivantes» en la instrucción religiosa, con gran detrimento de los niños. «Mas quien escandalizare a uno de estos pequeños que creen en mí, mejor le sería que le colgasen del cuello una de esas piedras de molino que mueve un asno, y así fuese sumergido en el profundo del mar» (San Mateo, 18, 6).
8. Una declaración conjunta del Cardenal Höffner y M. Lohse, Presidente del Consejo de la Iglesia Evangélica de Alemania, firmada el 1º de enero de 1985, concede a los esposos de matrimonios mixtos la libertad de casarse, hacer bautizar a sus hijos y educarlos en una u otra Iglesia. Ahora bien, el Código de Derecho Canónico de 1917, Canon 2319, reprime cada uno de estos tres delitos con una excomunión especial.
9. En su libro «Entrevista sobre la fe» (1985), el Cardenal Ratzinger afirma que las demás religiones, estrictamente hablando, son medios «extraordinarios» de salvación. ¡No, Eminencia, sólo Jesucristo, únicamente Él es la Vía, la Verdad y la Vida; nadie va al Padre sino por Él!
10. En una nota sobre la presentación del judaísmo en la catequesis, publicada el 24 de junio de 1985, ¡el Cardenal Willebrands afirma que esperamos el Mesías junto a los judíos! Y se remite al propio Papa, que declaró ante los judíos, el 17 de noviembre de 1980 en Maguncia, que la Antigua Alianza no ha sido aún abolida.
11. Durante el verano de 1985, el Vaticano envía una delegación oficial a la colocación de la piedra fundamental de una nueva mezquita gigante en Roma.
12. En agosto de 1985 proclama ante jóvenes musulmanes en Casablanca (Marruecos), que nosotros, los cristianos, adoramos el mismo Dios que ellos —¡como si en el Islam existiese la Santísima Trinidad y la Encarnación de Dios!—. Pocos días después se encamina junto a sacerdotes animistas y su séquito a la periferia de Lahomay, a un culto en el «bosque sagrado» en el que se evoca «la fuerza del agua» y las almas divinizadas de los antepasados. Y por lo menos en dos ocasiones, en Kara y en Togoville —¡en Kara antes de la Santa Misa!—, vierte agua y arroja harina de maíz en el fondo seco de una cáscara de calabaza, gesto con el cual se profesa una falsa creencia religiosa.
13. Una comisión católico-evangélica, constituida para concluir la visita del Papa a Alemania en 1980, declara en su informe final publicado el 24 de enero de 1986 que ya no existen divergencias entre las dos confesiones en lo que se refiere a la justificación, la eucaristía, el sacerdocio y el papado. A un observador avisado no se le escapa que aquí se proclama abiertamente la religión ecuménica unificada.
14. Y ahora, el 25 de enero de 1986, convoca a todas las religiones a reunirse en Asís en otoño para orar por la paz (…). «¿A qué Dios van a rezar, pues, los que niegan expresamente la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo? Se configura allí una verdadera invocación del diablo», comenta Monseñor Lefebvre.
15. En fin, durante un viaje en la India, el Papa no habla sino de diálogo, de comprensión recíproca de las religiones, en aras de promover conjuntamente la fraternidad humana y el bienestar social.
¿Creen Ustedes, queridos amigos, que esta enumeración representa para nosotros una buena noticia? La hemos redactado transidos de dolor, preocupados por el bien de la Santa Iglesia. Asimismo, estamos lejos de querer juzgar al Papa; declinamos de grado esta empresa delicada a un juicio ulterior de la Iglesia. No nos enrolamos entre quienes declaran a la rápida que la sede papal está vacante, sino que nos dejamos guiar por la historia de la Iglesia. El Papa Honorio fue anatematizado por el 6º Concilio Ecuménico a causa de sus falsas enseñanzas, pero jamás se ha pretendido que Honorio no era Papa. Con todo, nos resulta imposible cerrar los ojos ante los hechos.
Las directivas secretas de los Carbonarios y su correspondencia, alrededor de 1820, ¡también son hechos! Allí leemos: «El trabajo que vamos a emprender (...) puede durar varios años, quizás un siglo (…) Lo que debemos buscar y esperar, como los judíos esperan el Mesías, es un Papa según nuestras necesidades (...) Con ello, para destrozar la roca sobre la que Dios construyó su Iglesia (…) tenemos el dedo meñique del sucesor de Pedro comprometido en la conjura (…) Para asegurarnos un Papa de las debidas proporciones, se trata primero de modelar para ese Papa una generación digna del reino que soñamos (…) Ganaos una reputación de buen católico (…) Esta reputación hará llegar con facilidad nuestras doctrinas al seno del joven clero (…) Dentro de algunos años este clero joven, por lógica consecuencia, desempeñará todas las funciones (…) Será el llamado a elegir al Pontífice (…) y este Pontífice, como la mayor parte de sus contemporáneos, estará necesariamente más o menos imbuido de los principios (…) humanitarios que comenzaremos a poner en circulación».
«Debemos (…) llegar por medios pequeños, bien graduados, al triunfo de la idea revolucionaria gracias a un Papa (…) Este proyecto siempre me ha parecido sobrehumano».
Por otra parte, leemos en el pequeño exorcismo de León XIII, en su versión original: «Los más insidiosos enemigos han llenado de amargura a la Iglesia, esposa del Cordero inmaculado, le han dado a beber ajenjo, han puesto sus manos impías sobre todo lo que Ella tiene de más preciado. Han erigido el trono de abominación de su impiedad donde fue establecida la Sede de San Pedro y la Cátedra de la Verdad como luz para las naciones, de modo que, golpeado el Pastor, puedan dispersar la grey».
¿Qué se puede hacer frente a esta situación desesperada humanamente hablando? Rezar, trabajar y sufrir con la Iglesia”.
¿Acaso veinte años más tarde estas palabras han perdido su vigor? Con el advenimiento de Benedicto XVI se pudo esperar un cambio de la situación, ya que él mismo admitía que la Santa Iglesia se encontraba en una situación dramática. Y de hecho, en medio de una gran hostilidad, ha plantado varios hitos que pueden servir ciertamente para una restauración. Tenemos muy presentes en nuestra memoria agradecida los actos de buena voluntad que ha realizado a favor de nuestra Fraternidad. Sin embargo, la reiteración de Asís, incluso edulcorada, aún cuando modificada, según parece ser su intención, evocará inevitablemente el primer Asís, que fue escandaloso bajo tantos aspectos; uno de los más notables fue aquel triste y lamentable espectáculo, en el que se pudo ver al Vicario de Cristo a la par de una multitud abigarrada de paganos, invocando a sus falsos dioses y a sus ídolos —la colocación de la estatua de Buda sobre el sagrario de la iglesia de San Pedro de Asís sigue siendo la más increíble y abominable ilustración. Ahora bien, proyectándose festejar el aniversario de tal reunión se renuncia, por lo mismo, a criticar a su iniciador. A un pastor evangelista, que protestaba contra este nuevo Asís, Benedicto XVI le escribió que haría todo lo posible para evitar el sincretismo. Sin embargo, ¿se dirá a los participantes provenientes de otras religiones que no existe sino sólo una verdadera que salva? ¿Se les dirá que no existe bajo el cielo ningún otro nombre por el cual podamos ser salvos, sino el nombre de Jesús, como enseñó San Pedro, el primer Papa? (cfr. Hechos 4, 12). Estos son dogmas de fe.
Si se silencian ante ellos verdades tan esenciales, ¡se les engaña! Si se les oculta lo único necesario, unum necessarium, haciéndoles creer que todo está bien, ya que el Espíritu Santo también se sirve de las otras religiones como medios de salvación, incluso si se habla de medios extraordinarios según el magisterio nuevo del Concilio Vaticano II, se les induce a error y se les priva de los medios de salvación.
En cuanto a la beatificación de Juan Pablo II, su efecto inmediato será consagrar el conjunto de su pontificado, todas sus empresas, incluso las más escandalosas, como las que están expuestas más arriba y las otras, como besar el Corán y las múltiples ceremonias de arrepentimiento, que llevan a pensar que la Iglesia es culpable de los cismas, por los que se perdieron multitud de almas cristianas que se separaron de nuestra Madre, la Santa Iglesia, y adhirieron al error y a la herejía. En la práctica todo ello conduce al indiferentismo en la vida de todos los días y los ocasionales esfuerzos de Roma para revertir un poco un atolladero tan nocivo para la Iglesia sólo reportan magros resultados: es que la Iglesia misma está exangüe.
Se nos dirá que exageramos, que dramatizamos o que apelamos a una retórica de circunstancia; con todo, esta dramática comprobación sale de boca misma de los Papas Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI. Aparece, empero, como una estrella fugaz en el firmamento; se olvida rápidamente y deja totalmente indiferente a la multitud, que no se preocupa por mirar hacia arriba, en dirección al Cielo.
¿Qué hacer? ¿Qué podemos hacer por nuestra parte, queridos amigos? “Oración y penitencia” fue la consigna que nos dejó nuestra buena Madre del Cielo, la Santísima Virgen María, tanto en Lourdes como en Fátima. Estas directivas celestes siguen vigentes, e incluso con mayor razón que cuando fueron pronunciadas. Muchos de ustedes se preguntan cuál fue el efecto de nuestra Cruzada de Rosarios terminada el año pasado. Hemos transmitido el resultado, acompañado de una petición, al Sumo Pontífice, que no nos ha respondido, aunque más no fuese acusando recibo. Sin embargo, esto no debe desalentarnos. Nuestra oración se dirigió al Cielo, a Nuestra Señora, a nuestra Madre tan buena y misericordiosa, y al Dios de las misericordias. No tenemos, pues, derecho a dudar que no seremos escuchados según las disposiciones infalibles de la Divina Providencia. Sepamos tener confianza en Dios. Con todo, la situación de la Iglesia y del mundo nos sugieren que les pidamos instantemente no detener este movimiento de oración por el bien de la Iglesia y del mundo, y por el triunfo del Corazón Inmaculado de María. La intensidad de la crisis, la proliferación de todo tipo de calamidades que afectan o amenazan a la humanidad, exigen de nuestra parte una actitud correlativa: “Conviene orar perseverantemente y no desfallecer”, oportet semper orare et numquam deficere (San Lucas, 18, 1).
Por tanto, nos parece más que oportuno y urgente, a vista del aumento de la intensidad de los males que abruman la Santa Iglesia, lanzar una nueva Cruzada de Rosarios, una cruzada de oración y penitencia. Los invitamos a unir todos sus esfuerzos, todas sus energías, para conformar a partir de Pascua de este año hasta Pentecostés de 2012 un nuevo ramillete espiritual, un nuevo eslabón de estas rosas tan agradables a Nuestra Señora, para suplicarle que interceda a favor de sus hijos ante su Divino Hijo y del Padre omnipotente. La confusión no deja de aumentar entre las almas, que están a merced de lobos rapaces presentes en el redil. La tribulación es tan grande, que incluso los elegidos se perderían si no fuese abreviada. Los pocos datos reconfortantes de estos últimos años no son suficientes para atreverse a decir que las cosas hayan cambiado verdaderamente en profundidad. Dan grande esperanza para el futuro, a la manera de una luz que se percibe cuando uno aún se encuentra adentrado en un túnel. Así, pues, pidamos de todo corazón la intervención de nuestra Madre del Cielo, a fin de que esta prueba terrible sea abreviada, que el corsé modernista que blinda la Iglesia —al menos desde el Vaticano II— se rasgue, que las autoridades cumplan con su papel salvífico para con las almas, que la Iglesia recobre su esplendor y su belleza espiritual, que las almas del mundo entero puedan escuchar la Buena Nueva que convierte y recibir los sacramentos que salvan, volviendo a hallar el único redil. ¡Ah, cuánto desearíamos poder utilizar un lenguaje menos dramático! Pero sería una mentira y una negligencia culpable de nuestra parte tranquilizarlos, dejándoos en la esperanza de que las cosas se recompondrán por sí solas.
Contamos con la generosidad de todos para conformar una vez más un ramillete de, al menos, doce millones de rosarios, para que la Iglesia sea librada de los males que la aquejan o que la amenazan en el futuro próximo, se consagre a Rusia y que llegue pronto el triunfo de la Inmaculada.
A fin de que nuestras oraciones sean aún más eficaces y que todos puedan obtener un beneficio mayor, querríamos concluir recordando que cuando se reza el Rosario, lo más importante no es la cantidad de Ave María que se dicen, sino la manera en que se los reza. El peligro de la monotonía o de la distracción pueden ser conjurados eficazmente rezando el Rosario según las indicaciones dadas por María misma: al desgranar las cuentas, hay que meditar las escenas de la vida y los misterios de Nuestro Señor y de su Santa Madre. Lo más importante es este contacto con la vida del Salvador que se establece cuando se medita amorosamente en los acontecimientos enunciados en cada decena, los “misterios” del Rosario. Los diez Ave Marías se transforman en una melodía de fondo, que acompaña y sostiene este contacto suave y potente con Dios, con Nuestro Señor y Nuestra Señora. Sor Lucía de Fátima, haciéndose eco de los Papas, ha dicho que Dios que ha querido conceder una eficacia especial a esta plegaria, de suerte que no existe problema alguno que no pueda ser resuelto por esta magnífica oración. Nos permitimos insistir sobre la oración en familia, que todos los días da pruebas de eficacia al proteger a los niños y a los jóvenes de las tentaciones y peligros espantosos del mundo moderno, que protege la unidad familiar en medio de tantas amenazas que la acechan. No debemos desanimarnos por el aparente silencio de la Divina Providencia tras nuestra última cruzada. En las cosas importantes, Dios quiere que, por nuestra perseverancia en la oración le probemos que sabemos lo que vale lo que le pedimos y que estamos dispuestos a pagar el precio correspondiente.
A las puertas de entrar en la Pasión de Nuestro Señor, la Semana Santa y la gloriosa Resurrección del Salvador, pedimos a Nuestra Señora que se digne bendecir vuestra generosidad, acogeros bajo su graciosa protección y prestar oídos a vuestras instantes plegarias.
Menzingen, Primer Domingo de Pasión.
+ Bernard Fellay
Superior General
de la Fraternidad San Pío X
jueves, 28 de abril de 2011
La estremecedora historia de Jessica Council
Una joven madre rechaza el tratamiento contra el cáncer y da a luz a una niña después de muerta. El ginecólogo había aconsejado un aborto. La bebé nació cuando tenía 23 semanas y media, el umbral absoluto de viabilidad.
John Jalsevac/Notifam
Jessica y Clint se conocieron en Greenville College School. En una larga entrevista con LifeSiteNews.com, Clint dijo que había observado a la hermosa pelirroja sentada un día en el comedor universitario, y le preguntó si podía acompañarla. Ella se negó. Pero Clint no se dio por vencido.
De hecho, Clint se pasó un año y medio molestando a Jessica antes que ella accediera a salir con él. La pareja se casó dos años y medio después de eso. “Supongo cuando usted sabe que sabe”, dijo. “Tuve que trabajar muy duro para ella, pero cada día valió la pena”.
La pareja se mudó a Traveler’s Rest, Carolina del Sur, donde tuvieron un hijo y trabajaron en una obra de caridad cristiana como mentores de los jóvenes. La vida era buena: ellos eran jóvenes, estaban enamorados, tenían salud y disfrutaban la vida.
Clint señala que su esposa siempre se cuidó meticulosamente. “Ella siempre ha sido extremadamente saludable”, dijo. “Observaba que ella comía con mucho cuidado. Trató de honrar a Dios con su cuerpo. Lo ejercitó regularmente”.
Por esta razón, la última cosa que ellos esperaban era el cáncer que la atacó en agosto pasado.
No hay más opciones
Clint describe la reacción de su esposa al saber que tenía cáncer en la garganta como “una mezcla de miedo y sorpresa”. En cuanto a él, dice que sintió “todas las emociones que se pueda imaginar… a excepción de alegría. Yo era un caso perdido”.
Pero por supuesto, Jessica no era la única amenazada por el cáncer: estaba embarazada y cualquier tratamiento al que se sometiera perjudicaría casi con toda seguridad a su hijo por nacer, y posiblemente lo mataría.
El 25 de noviembre, el ginecólogo-obstetra del hospital le aconsejó a la pareja un aborto. Clint dice Jessica nunca vaciló. “Esa nunca fue una opción”, dijo. “Eso es blanco y negro”.
Pero lo que fue menos blanco y negro era si aceptaba o no tratamientos: mientras que el oncólogo dijo que la quimioterapia probablemente mataría al bebé, el ginecólogo no estaba de acuerdo, pues decía que el bebé probablemente sobreviviría, pero sufriendo daño cerebral.
“Jessica me miró, y le tomó unos pocos segundos”, dijo Clint, y “dijo no con la cabeza”. Ella también se negó a la radioterapia a causa de sus riesgos similares.
“En realidad no teníamos muchas opciones de tratamiento después de eso”, dijo Clint, señalando que la cirugía nunca fue una opción debido al lugar donde estaba localizado el cáncer.
“Ella no se despertó”
En la noche del 5 de febrero, Jessica se fue a dormir con dolor de cabeza y náuseas. “Ella no se despertó”, dice Clint.
Al día siguiente el hospital declaró la muerte cerebral de Jessica, y los médicos entregaron a Clint el visto bueno para efectuar el parto por cesárea. El 6 de febrero, nació la pequeña “Jessi”, pesando solamente 1 libra 3 oz (538 gramos).
Los médicos habían pensado que Jessica estaba embarazada de 25 semanas, pero después que nació la bebé se dieron cuenta que probablemente tenía sólo alrededor de 23 semanas y media, que es el umbral absoluto de viabilidad.
“Sobre eso sólo puedo dar testimonio de la gracia de Dios, debido a Jessica murió justo cuando el bebé era viable para la vida fuera del útero”, dice Clint. Los médicos dicen que Jessi se está desarrollando bien.
“Emocionalmente brutal”
Clint describe toda la experiencia como “emocionalmente brutal”, y admite que a pesar de sus firmes convicciones cristianas y pro-vida, lo que estuvo muy lejos de ser fácil fue recorrer el camino que él y su esposa emprendieron.
“Sí, yo luché”, dice, “porque en la Biblia está la única persona que nos mandó amar más que a nosotros mismo. Esto lo hizo ella. Yo luché”.
“A veces es más fácil ser generoso en cualquier cosa que te pasa”, señala, “pero cuando se llega a perder a la persona que amas más que cualquier otra cosa, es muy difícil”.
También fue difícil para su hijo de dos años y medio de edad. Clint relata que después que Jessica ingresó al hospital, su hijo no pudo verla durante aproximadamente un mes, y durante ese tiempo ni siquiera miró o habló con su padre. Pero después que visitó a su madre, “comenzó a estar mejor”, dice Clint.
Después que Jessica murió, el niño sufrió un período de aguda “ansiedad por la separación”, aunque su padre dice que ha comenzado a superarlo.
En cuanto a Clint mismo, apenas dos meses después de la muerte de su esposa, él dice que está funcionando en piloto automático, manteniéndose ocupado con el trabajo y cuidando de sus dos hijos.
En este punto él hace una pausa. “Voy a ser muy franco”, dice, señalando que él quiere hacer lo que pueda para ayudar a otros que puedan estar en una situación similar. “Durante el primer mes, no podía – y estoy queriendo significar literalmente con esto una incapacidad -. Yo no podía leer mi Biblia, no podía rezar”.
Él describe la sensación como similar a la de un niño que es disciplinado por un padre: “A pesar que yo sabía intelectualmente que la relación estaba allí, aunque yo sabía que [Dios] me amaba, acepté todas estas cosas desde un punto de vista mental. Espiritualmente no sentía nada”.
“Y no se trata de los sentimientos, sino que la alegría en Dios había desaparecido por completo durante casi un mes. Yo estuve funcionando únicamente en lo que yo sabía que era verdad desde el punto de vista mental”.
Ahora, sin embargo, él dice que ha ido más allá de esa primera etapa, y que ha comenzado a rezar de nuevo, inclusive por otras personas.
No obstante ello, dice que probablemente llegará un momento en el que tendrá que dejar todo, y precisamente hacer duelo por la pérdida de su esposa.
“Alabado sea Dios”
Pese a que el cansancio y el sufrimiento es palpable en la voz de Clint, al hablar con él se detecta algo más también: una resignación profunda no nacida de la desesperación, sino de una fe auténtica y arraigada que acepta que este sufrimiento fue en última instancia significativo, y que hay tragedias peores inclusive que la muerte.
En una nota escrita menos de dos semanas después de la muerte de Jessica, y enviada a un blog sobre la lucha de ella con el cáncer, Clint escribió las últimas palabras que muchos esperarían escuchar de un hombre que acaba de perder a una esposa joven a quien amaba entrañablemente.
“Alabado sea Dios, mis amigos”, dijo él. “No dudes de Dios, no estés enojado con Él por mi causa”. “Tengo el privilegio de haber tenido una esposa que estaba tan llena del amor del Padre. Alégrense conmigo, hermanos y hermanas. Dios ha bendecido a Jessica al llevarla a un lugar de perfecta paz y sin dolor. Tengo que estar agradecido por el tiempo que tuve con ella, en lugar de lamentar todas las cosas que nunca llegamos a hacer juntos. Debemos dar gracias en todas las cosas, porque ésta es la voluntad de Dios en Jesucristo”. “Gracia y Paz a todos”.
John Jalsevac/Notifam
En agosto del año pasado, Jessica Council – una hermosa mujer de 30 años de edad, madre de una hermosa criatura – notó que tenía dolor de garganta. En la misma época, también comenzó a sospechar que estaba embarazada.
Como después de dos semanas el dolor de garganta no se había ido, Jessica decidió hacerse un control. Su médico le dijo que probablemente era un bocio de tiroides, y en última instancia nada de que preocuparse. Pero sólo para estar seguro, le hizo una prueba, que él dijo que confirmó sus sospechas iniciales. Todo estaría bien, dijo.
Pero no todo estaba bien. El doctor había leído mal la prueba.
Alrededor del 15 de noviembre, Jessica comenzó a tener problemas para respirar. El 21 de noviembre ella llegó a la sala de emergencias. Luego, el 22 de noviembre, su garganta tan cerrada al punto que no podía respirar, razón por la cual los médicos le insertaron un tubo en su garganta, y le pusieron un ventilador.
Como después de dos semanas el dolor de garganta no se había ido, Jessica decidió hacerse un control. Su médico le dijo que probablemente era un bocio de tiroides, y en última instancia nada de que preocuparse. Pero sólo para estar seguro, le hizo una prueba, que él dijo que confirmó sus sospechas iniciales. Todo estaría bien, dijo.
Pero no todo estaba bien. El doctor había leído mal la prueba.
Alrededor del 15 de noviembre, Jessica comenzó a tener problemas para respirar. El 21 de noviembre ella llegó a la sala de emergencias. Luego, el 22 de noviembre, su garganta tan cerrada al punto que no podía respirar, razón por la cual los médicos le insertaron un tubo en su garganta, y le pusieron un ventilador.
religionenlibertad.com
Al día siguiente, el 23 de noviembre, le informaron a Jessica que tenía cáncer. Para entonces, ella también sabía con certeza que estaba embarazada.
Así comenzó un viaje que pondría la fe y las convicciones pro-vida de Jessica y su marido, Clint, a prueba en forma definitiva.
“Cada día valió la pena”
Al día siguiente, el 23 de noviembre, le informaron a Jessica que tenía cáncer. Para entonces, ella también sabía con certeza que estaba embarazada.
Así comenzó un viaje que pondría la fe y las convicciones pro-vida de Jessica y su marido, Clint, a prueba en forma definitiva.
“Cada día valió la pena”
Jessica y Clint se conocieron en Greenville College School. En una larga entrevista con LifeSiteNews.com, Clint dijo que había observado a la hermosa pelirroja sentada un día en el comedor universitario, y le preguntó si podía acompañarla. Ella se negó. Pero Clint no se dio por vencido.
De hecho, Clint se pasó un año y medio molestando a Jessica antes que ella accediera a salir con él. La pareja se casó dos años y medio después de eso. “Supongo cuando usted sabe que sabe”, dijo. “Tuve que trabajar muy duro para ella, pero cada día valió la pena”.
La pareja se mudó a Traveler’s Rest, Carolina del Sur, donde tuvieron un hijo y trabajaron en una obra de caridad cristiana como mentores de los jóvenes. La vida era buena: ellos eran jóvenes, estaban enamorados, tenían salud y disfrutaban la vida.
Clint señala que su esposa siempre se cuidó meticulosamente. “Ella siempre ha sido extremadamente saludable”, dijo. “Observaba que ella comía con mucho cuidado. Trató de honrar a Dios con su cuerpo. Lo ejercitó regularmente”.
Por esta razón, la última cosa que ellos esperaban era el cáncer que la atacó en agosto pasado.
No hay más opciones
Clint describe la reacción de su esposa al saber que tenía cáncer en la garganta como “una mezcla de miedo y sorpresa”. En cuanto a él, dice que sintió “todas las emociones que se pueda imaginar… a excepción de alegría. Yo era un caso perdido”.
Pero por supuesto, Jessica no era la única amenazada por el cáncer: estaba embarazada y cualquier tratamiento al que se sometiera perjudicaría casi con toda seguridad a su hijo por nacer, y posiblemente lo mataría.
El 25 de noviembre, el ginecólogo-obstetra del hospital le aconsejó a la pareja un aborto. Clint dice Jessica nunca vaciló. “Esa nunca fue una opción”, dijo. “Eso es blanco y negro”.
Pero lo que fue menos blanco y negro era si aceptaba o no tratamientos: mientras que el oncólogo dijo que la quimioterapia probablemente mataría al bebé, el ginecólogo no estaba de acuerdo, pues decía que el bebé probablemente sobreviviría, pero sufriendo daño cerebral.
“Jessica me miró, y le tomó unos pocos segundos”, dijo Clint, y “dijo no con la cabeza”. Ella también se negó a la radioterapia a causa de sus riesgos similares.
“En realidad no teníamos muchas opciones de tratamiento después de eso”, dijo Clint, señalando que la cirugía nunca fue una opción debido al lugar donde estaba localizado el cáncer.
“Ella no se despertó”
La cuestión del tratamiento surgió de nuevo cuando el bebé llegó al tercer trimestre. En ese momento, dice Clint, la decisión fue mucho más difícil, con los médicos diciendo que los riesgos eran mínimos porque el bebé estaba casi completamente desarrollado.
Sin embargo, Jessica siguió negándose a los tratamientos, para el bien de su hijo no nacido – una decisión que Clint dice que dejó a los médicos “muy confundidos”.
Clint confiesa que ni él ni su esposa sintieron que los médicos fueran totalmente sinceros respecto a los riesgos. Pero también dice que su esposa tenía otra razón para rechazar los tratamientos.
Dice que “ella sabía que iba a morir de todas formas”. “Ella no compartió eso conmigo hasta casi cuando murió… Pero pienso que ella sabía, y ella estuvo pensando que iba a dar a este bebé todas las oportunidades que pudiera”.
Aunque la pareja encontró un cierto éxito con los métodos alternativos para frenar el crecimiento del cáncer, incluyendo una estricta dieta de jugos de vegetales orgánicos y suplementos, sin tratamientos más agresivos sólo fue una cuestión de tiempo antes que el cáncer ganara la partida.
Un milagro de 23 semanas
Sin embargo, Jessica siguió negándose a los tratamientos, para el bien de su hijo no nacido – una decisión que Clint dice que dejó a los médicos “muy confundidos”.
Clint confiesa que ni él ni su esposa sintieron que los médicos fueran totalmente sinceros respecto a los riesgos. Pero también dice que su esposa tenía otra razón para rechazar los tratamientos.
Dice que “ella sabía que iba a morir de todas formas”. “Ella no compartió eso conmigo hasta casi cuando murió… Pero pienso que ella sabía, y ella estuvo pensando que iba a dar a este bebé todas las oportunidades que pudiera”.
Aunque la pareja encontró un cierto éxito con los métodos alternativos para frenar el crecimiento del cáncer, incluyendo una estricta dieta de jugos de vegetales orgánicos y suplementos, sin tratamientos más agresivos sólo fue una cuestión de tiempo antes que el cáncer ganara la partida.
Un milagro de 23 semanas
En la noche del 5 de febrero, Jessica se fue a dormir con dolor de cabeza y náuseas. “Ella no se despertó”, dice Clint.
Al día siguiente el hospital declaró la muerte cerebral de Jessica, y los médicos entregaron a Clint el visto bueno para efectuar el parto por cesárea. El 6 de febrero, nació la pequeña “Jessi”, pesando solamente 1 libra 3 oz (538 gramos).
Los médicos habían pensado que Jessica estaba embarazada de 25 semanas, pero después que nació la bebé se dieron cuenta que probablemente tenía sólo alrededor de 23 semanas y media, que es el umbral absoluto de viabilidad.
“Sobre eso sólo puedo dar testimonio de la gracia de Dios, debido a Jessica murió justo cuando el bebé era viable para la vida fuera del útero”, dice Clint. Los médicos dicen que Jessi se está desarrollando bien.
“Emocionalmente brutal”
Clint describe toda la experiencia como “emocionalmente brutal”, y admite que a pesar de sus firmes convicciones cristianas y pro-vida, lo que estuvo muy lejos de ser fácil fue recorrer el camino que él y su esposa emprendieron.
“Sí, yo luché”, dice, “porque en la Biblia está la única persona que nos mandó amar más que a nosotros mismo. Esto lo hizo ella. Yo luché”.
“A veces es más fácil ser generoso en cualquier cosa que te pasa”, señala, “pero cuando se llega a perder a la persona que amas más que cualquier otra cosa, es muy difícil”.
También fue difícil para su hijo de dos años y medio de edad. Clint relata que después que Jessica ingresó al hospital, su hijo no pudo verla durante aproximadamente un mes, y durante ese tiempo ni siquiera miró o habló con su padre. Pero después que visitó a su madre, “comenzó a estar mejor”, dice Clint.
Después que Jessica murió, el niño sufrió un período de aguda “ansiedad por la separación”, aunque su padre dice que ha comenzado a superarlo.
En cuanto a Clint mismo, apenas dos meses después de la muerte de su esposa, él dice que está funcionando en piloto automático, manteniéndose ocupado con el trabajo y cuidando de sus dos hijos.
En este punto él hace una pausa. “Voy a ser muy franco”, dice, señalando que él quiere hacer lo que pueda para ayudar a otros que puedan estar en una situación similar. “Durante el primer mes, no podía – y estoy queriendo significar literalmente con esto una incapacidad -. Yo no podía leer mi Biblia, no podía rezar”.
Él describe la sensación como similar a la de un niño que es disciplinado por un padre: “A pesar que yo sabía intelectualmente que la relación estaba allí, aunque yo sabía que [Dios] me amaba, acepté todas estas cosas desde un punto de vista mental. Espiritualmente no sentía nada”.
“Y no se trata de los sentimientos, sino que la alegría en Dios había desaparecido por completo durante casi un mes. Yo estuve funcionando únicamente en lo que yo sabía que era verdad desde el punto de vista mental”.
Ahora, sin embargo, él dice que ha ido más allá de esa primera etapa, y que ha comenzado a rezar de nuevo, inclusive por otras personas.
No obstante ello, dice que probablemente llegará un momento en el que tendrá que dejar todo, y precisamente hacer duelo por la pérdida de su esposa.
“Alabado sea Dios”
Pese a que el cansancio y el sufrimiento es palpable en la voz de Clint, al hablar con él se detecta algo más también: una resignación profunda no nacida de la desesperación, sino de una fe auténtica y arraigada que acepta que este sufrimiento fue en última instancia significativo, y que hay tragedias peores inclusive que la muerte.
En una nota escrita menos de dos semanas después de la muerte de Jessica, y enviada a un blog sobre la lucha de ella con el cáncer, Clint escribió las últimas palabras que muchos esperarían escuchar de un hombre que acaba de perder a una esposa joven a quien amaba entrañablemente.
“Alabado sea Dios, mis amigos”, dijo él. “No dudes de Dios, no estés enojado con Él por mi causa”. “Tengo el privilegio de haber tenido una esposa que estaba tan llena del amor del Padre. Alégrense conmigo, hermanos y hermanas. Dios ha bendecido a Jessica al llevarla a un lugar de perfecta paz y sin dolor. Tengo que estar agradecido por el tiempo que tuve con ella, en lugar de lamentar todas las cosas que nunca llegamos a hacer juntos. Debemos dar gracias en todas las cosas, porque ésta es la voluntad de Dios en Jesucristo”. “Gracia y Paz a todos”.
miércoles, 27 de abril de 2011
martes, 26 de abril de 2011
EL ESPÍRITU DE ASÍS
Por la importancia que reviste nos permitimos publicar éste artículo del blog Crux et Gladius.
Humanamente no conseguiremos que B16 de pie atrás con la beatificación, pero tenemos la obligación de que se sepa por que nos oponemos y nos opondremos.
El Espíritu de Asís, este vídeo es el complemento de la declaración de La iglesia Greco-católica-ortodoxa-ucraniana se encuentra en plena comunión con Roma y han hecho saber estas inquietudes al Santo Padre actual y a todos los obispos del mundo.
El vídeo esta cortado al finalizar ya que el Arzobispo Elías llama al reconocimiento de la SEDE VACANTE a contar del momento de la beatificación, encuentro seria de una terrible irresponsabilidad de mi parte el difundirla.
Como ejemplo empírico del efecto del fuerte contenido de lo que verán, les puedo citar a mi madre, quien por parecerse mucho físicamente JP2 a su padre, mi abuelo, ella siempre le ha tenido un especial aprecio y constantemente me llamaba la atención por nombrarlo EL OSCULADOR DEL CORAN. Hoy en la mañana y luego de bajar el vídeo, se quedo mirándolo casi desde el comienzo...no creía lo que sus ojos veían...quedo escandalizada, apenada y muy dolida, se le notaba en el semblante.
Sus comentarios fueron: Ahora te entiendo...y tras una pausa me dijo: ¿Vamos a tener que hacernos Católicos ortodoxos? ...
De verdad nos han hecho pedazos la Iglesia.
Gladius
Reservas ante la Inminente Beatificación de Juan Pablo II.
haga clic aquí y Firme esta declaración, enviando un e-mail para implorar al Santo Padre el aplazamiento de la beatificación de Juan Pablo II hasta un tiempo en que los motivos de este acto solemne se puedan evaluar de manera objetiva y desapasionada a la luz de la historia.
La prestigiosa publicación The Remnant, se ha hecho eco de la consternación y preocupación que causa a los tradicionalistas la inminente canonización de Juan Pablo II. Publicamos el artículo redactado por Michael Matt, director de la publicación.
El artículo original lo podemos leer aquí.
Reservas ante la Inminente Beatificación de Juan Pablo II.
En la fiesta de San Benito.
La beatificación inminente del Papa Juan Pablo II el 1 de mayo 2011 ha suscitado gran preocupación entre los no pocos católicos de todo el mundo, que están preocupados por el estado de la Iglesia y los escándalos que la han afectado en los últimos años, escándalos que llevaron al futuro Benedicto XVI a exclamar el Viernes Santo de 2005: “¡Cuánta suciedad hay en la Iglesia, incluso entre aquellos que, en el sacerdocio, deberían estar completamente entregados a Él!”.
Expresamos en este medio nuestra propia preocupación de acuerdo con la ley de la Iglesia, que dispone lo siguiente: Según los conocimientos, competencia y posición de que gozan, los fieles tienen el derecho e incluso a veces el deber de manifestar a los Pastores su opinión sobre cuestiones que pertenecen al bien de la Iglesia, y también tienen derecho a hacer conocer su opinión a los demás fieles cristianos , con el debido respeto a la integridad de la fe y la moral y a la reverencia hacia sus pastores, y con la consideración por el bien común y la dignidad de las personas. [CIC (1983), Can. 212, § 3.] Estamos obligados en conciencia a procurar el bien común de la Iglesia expresando nuestras reservas sobre esta beatificación. Lo hacemos por los siguientes motivos, entre otros que podríamos poner de manifiesto.
La verdadera cuestión.
Destacamos en primer lugar que no presentamos estas consideraciones como alegación contra de la piedad personal o integridad de Juan Pablo II, que debe presumirse. La cuestión no es la piedad personal o la integridad como tal, sino más bien si hay base, objetivamente hablando, para afirmar que Juan Pablo II mostró virtud heroica en el ejercicio de su alto cargo como Papa tal como debería resplandecer con santidad ejemplar para todos sus sucesores. La Iglesia siempre ha reconocido que la virtud heroica que se requiere en una beatificación está inextricablemente ligada a la heroicidad con que el candidato haya desempeñado los deberes de estado en su vida.
Como el Papa Benedicto XIV (1675-1758) explicó en su magisterio sobre las beatificaciones, la práctica heroica del deber implica actos que por muy difíciles y “por encima de la capacidad del hombre corriente” que sean, se llevan a cabo con prontitud y facilidad, “con una santa alegría” y “con bastante frecuencia”, “cuando la ocasión de hacerlo se presenta”. [Cfr. servorum Dei De beatificatione, Bk. III, cap. 21 en Reginald Garrigou-Lagrange, Las tres edades de la vida interior , vol. 2, p. 443].
Supongamos que un padre de familia numerosa fuera candidato a la beatificación. Difícilmente se podría esperar que su causa avanzara si se diera el caso de que, por más piadoso que fuera, fracasara en cuanto a exigir disciplina y al impartir una formación adecuada a sus hijos, quienes habitualmente le desobedecían viviendo desordenadamente en el hogar, incluso abiertamente opuestos a las obligaciones de la religión, o si, ocupado en sus oraciones y ejercicios espirituales, se olvidara de proporcionar el sustento diligente de su familia permitiendo que su familia cayera en el caos.
Cuando el candidato a la beatificación es un Papa -el Santo Padre de la Iglesia universal- la cuestión no es simplemente supersonal piedad y santidad, sinotambién el cuidado de la gran familia de la fe que Dios le ha confiado, para lo cual le ha otorgado gracias de estado -como Papa- extraordinarias. Esta es la verdadera pregunta: ¿Juan Pablo II ha desempeñadoheroicamente sus funciones como Sumo Pontífice como lo hicieron sus santos predecesores: oponiéndose al error, defendiendo al rebaño con prontitud y valor de la manada de lobos rapaces que lo dispersan, y protegiendo la integridad de la doctrina de la Iglesia y el culto sagrado? Tememos que en las circunstancias que rodean esta “vía rápida” de beatificación, la verdadera cuestión no ha recibido la consideración cuidadosa y sin prisas que se merece.
Nos preocupa entre otras cosas la indecorosa presión de la “demanda popular” de esta beatificación como se evidencia por el lema “Santo Súbito” – “¡Santo ya!” Precisamente para evitar la influencia del sentimiento popular efímero, y permitir la perspectiva de un juicio histórico sobrio, la ley de la Iglesia sabiamente establece un período de cinco años de espera antes de que comience un proceso de beatificación. Sin embargo, en este caso, se ha prescindido de dicho plazo de prudente espera. Así, un proceso que apenas se ha iniciado, ahora ya está casi en su final, como si se fuera a dar satisfacción inmediata a la voluntad popular, aun cuando no fuera esa la intención. Somos conscientes del papel de la aclamación popular, incluso en la canonización de los santos, en casos excepcionales.
El papa San Gregorio Magno, por ejemplo, fue canonizado por aclamación popular casi inmediatamente después de su muerte. Pero ese Romano Pontífice, de importancia excepcional, era nada menos que el constructor de la civilización cristiana, por medio de la cual se establecieron los fundamentos espirituales y organizativos de la Iglesia y de la cristiandad, que perduraron a través de los siglos. Del mismo modo, el Papa San Nicolás I, el último de los Papas que la Iglesia ha denominado “Grandes”, fue fundamental en la reforma de la Iglesia durante la gran crisis de fe y disciplina, que afectó sobre todo a la alta jerarquía, a cuyos miembros corruptos se opuso sin temor, y está considerado como un verdadero salvador de la civilización cristiana en un momento en que su supervivencia estaba en duda.
Además, la aclamación popular de los beatos y los santos pertenece a un momento histórico en que el pueblo era mayoritariamente fiel y sumiso a la Iglesia. Debemos preguntarnos: ¿Qué valor tiene la demanda popular de esta beatificación en una época en que la gran mayoría de los católicos lo son simplemente nominalmente y llegan a rechazar cualquier doctrina de la fe y la moral que consideren inaceptable, sobre todo, la enseñanza infalible del Magisterio sobre el matrimonio y la procreación?
Una herencia preocupante.
Con toda franqueza nos vemos obligados a observar a modo de comparación que, visto el estado en que dejó a la Iglesia, el pontificado de Juan Pablo II, objetivamente, no justifica la beatificación por aclamación popular, y mucho menos la canonización inmediata que pedía la multitud. Una evaluación honesta de los hechos obliga a la conclusión de que el pontificado de Juan Pablo II se caracterizó, no por la renovación y restauración que se vio durante los pontificados de sus eminentes predecesores, sino más bien, como lo calificó el Cardenal Ratzinger con la conocida frase [cf. L'Osservatore Romano, 9 de noviembre de 1984], por” una aceleración del ‘proceso continuo de deterioro’sobre todo en los países occidentales de tradición cristiana de Europa, las Américas y el Pacífico”. Esta realidad objetiva es más evidente cuando se tiene en cuenta que el difunto Papa, muy cerca del final de su pontificado, lamentó la “apostasía silenciosa” de la antaño Europa cristiana. [Cf. Ecclesia in Europa(2003), n. 9.].
Por otra parte, su sucesor, desde entonces ha venido denunciando públicamente el “proceso de secularización” que “ha producido una grave crisis del sentido de la fe cristiana y de pertenencia a la Iglesia.” Por todo lo cual, el Papa Benedicto XVI anunció la creación de un nuevo pontificio consejo cuya tarea específica será “promover una renovada evangelización en los países donde el anuncio de la fe ya se oyó… pero que ahora padece una progresiva secularización de la sociedad y una especie de «eclipse del sentido de Dios’...” [cf.Vísperas Homilía, 28 de junio de 2010]. La penetración de la 'apostasía silenciosa ‘en el elemento humano de la propia Iglesia” resulta cada vez más evidente a partir del Concilio Vaticano II.
Antes del Concilio, el mundo entero estaba en decadencia precipitada, como Papa tras Papa habían advertido, pero dentro de la comunidad de la Iglesia la fe era todavía fuerte, la liturgia estaba intacta, las vocaciones eran abundantes, y las familias eran numerosas, hasta la “apertura al mundo” preconizada por el Concilio. Parte del diagnóstico de la aparición repentina de la crisis eclesial posconciliar sin precedentes fue propuesta por el actual Romano Pontífice, cuando escribió como Cardenal en la mitad de los 27 años de largo pontificado de su predecesor: “Estoy convencido de que la crisis eclesial en la que nos encontramos hoy depende en gran parte de la decadencia de la liturgia…” [La Mia Vita (1997), p. 113: “Sono convinto che la crisi ecclesiale en cui oggi ci troviamo dipende en Gran instancia de parte dal crollo della Liturgia...”] No hace falta demostrar que un “colapso de la liturgia” es algo que la Iglesia absolutamente nunca había presenciado antes del Concilio Vaticano II, y llegó por las “reformas”emprendidas en su nombre. Sólo quince años después del Concilio, durante el segundo año de su pontificado, Juan Pablo II pidió públicamente perdón por “ la pérdida repentina y dramática de la fe y reverencias eucarísticas desde de la “reforma litúrgica”, aprobado por Pablo VI: “Me gustaría pedir perdón en nombre propio y en nombre de todos vosotros, queridos y venerados hermanos en el Episcopado-por todo lo que, por cualquier motivo, como consecuencia de debilidades humanas, impaciencias, o negligencias, y también por la errónea aplicación, a veces parcial o con prejuicios, de las directivas del Concilio Vaticano Segundo, puede haber causado escándalo y perturbación sobre la interpretación de la doctrina y la veneración de este gran sacramento . Y le pido al Señor Jesús que en el futuro podamos evitar en nuestra manera de afrontar este misterio sagrado, el que nada pueda debilitar o desorientar en cualquier manera el sentido de reverencia y amor que existe en nuestro pueblo fiel.” [Dominicae Cenae (1980), n. 12].
Pero esta sorprendente petición de perdón de Juan Pablo II nunca fue seguida por una acción decisiva para detener la decadencia continua de la liturgia en los siguientes veinticinco años de su reinado. Muy por el contrario, en 1988, en el veinticinco aniversario, de la Sacrosanctum Concilium , el Papa elogió las "reformas como el fruto más visible de todo el trabajo del Concilio”,señalando que para “muchas personas el mensaje del Concilio Vaticano II ha sido percibido ante todo mediante la reforma litúrgica. En cuanto a la evidente caída libre de la liturgia, sin embargo, el Papa se limitó a notar los diversos abusos que se producen “en ocasiones”, al tiempo que insiste no obstante, en que “la gran mayoría de los pastores y el pueblo cristiano han aceptado la reforma litúrgica, con un espíritu de la obediencia y gozoso fervor”. [Vicesimus Quinto Anus (1988), n. 12.].
Sin embargo hoy en día, la mayoría del pueblo cristiano ni siquiera cree en la presencia real de Cristo en la Sagrada Eucaristía, que reciben en la mano, de las manos no consagradas de los ministros laicos, como si se tratara de una simple oblea de pan, que es exactamente como que lo tratan. Por otra parte, observando una obediencia selectiva casi universal al Magisterio, la práctica de la anticoncepción se ha generalizado entre los católicos, cuyo punto de vista sobre la anticoncepción no es muy distinto al de los protestantes, según innumerables encuestas. Esto también se evidencia por la caída en picado de la bajísima tasa de natalidad de las poblaciones católicas del mundo occidental, en el que ni siquiera existe una natalidad suficiente para el reemplazo demográfico.
Por eso el mismo Juan Pablo señaló el “temor generalizado de dar vida a nuevos niños” en medio de la “apostasía silenciosa” como denunció en Ecclesia in Europa. De hecho, no puede negarse que la mayor tasa de nacimientos en el mundo católico se ve entre “tradicionalistas” que no toman parte en la liturgia reformada o que, no habiendo otra alternativa, la sufren comoquiera, menos con “gozoso fervor”. Por otra parte, es evidente que Juan Pablo II contribuyó a la caída litúrgica por sus propios actos. Por primera vez en su historia la Iglesia fue testigo durante su pontificado de la novedad escandalosa de las “monaguillas”, sobre la que el Papa revocó su decisión previa con la prohibición de la innovación como incompatible con la tradición bimilenaria de la Iglesia.
También sucedieron las “inculturadas” liturgias papales que incluían música de rock y elementos francamente paganos, tales como espectáculos impactantes como la mujer de pechos desnudos leyendo las lecturas bíblicas en Nueva Guinea, danzantes aztecas con plumas, girando y agitando sonajas en un “ rito de purificación” en México y la “ceremonia fumando” como sustitución de los prescritos ritos penitenciales en Australia. La excusa de que el Papa no sabía nada de estas aberraciones litúrgicas de antemano es desmentida como algo de su propia elección al mantener al autor y orquestador de todo ello: Piero Marini, quien se desempeñó como Maestro de ceremonias de las celebraciones de la Liturgia Pontifical de Juan Pablo por casi veinte años, pese a las protestas en todo el mundo en contra de los abusos realmente grotescos de la liturgia romana.
Marini fue finalmente, gracias a Dios, sustituido por el Papa Benedicto XVI en 2007. La honradez obliga admitir que si los grandes papas preconciliares hubieran sido testigos de estas liturgias papales de Juan Pablo II, o incluso el estado general del Rito Romano a lo largo de su pontificado, habrían reaccionado con una mezcla de indignación e incredulidad aterrorizada. Pero no sólo la liturgia estaba en un estado de colapso a finales del último pontificado. Como señalamos al principio de esta Declaración, el Viernes Santo de 2005, justo antes de subir a la silla de san Pedro, el Cardenal Ratzinger dijo:“¡Cuánta suciedad hay en la Iglesia, incluso entre aquellos que, en el sacerdocio, deberían estar completamente entregados a Él!” [cf. “Homilía para la misa del Viernes Santo”, 2005]. La “suciedad” a la que el Cardenal se refería era por supuesto el increíble número de escándalos sexuales que involucraban actos atroces por parte de sacerdotes católicos que saltaban a la luz pública en las naciones de todo el mundo- cosecha de décadas de “renovación conciliar” en los seminarios. En lugar de sancionar a los obispos que fomentaron esta suciedad en sus seminarios, que la encubrieron trasladando a los depredadores sexuales de un lugar a otro, causando luego la quiebra de sus diócesis mediante el pago de las condenas civiles, Juan Pablo II, fue siempre refugio seguro para muchos de los prelados más notoriamente negligentes. Tal vez, el ejemplo más notable es el cardenal Bernard Law. Obligado a declarar ante un gran jurado sobre su negligencia al no hacer frente a la depredación homosexual desenfrenada de jóvenes por parte de sacerdotes en la Arquidiócesis de Boston, que resultó en $ 100 millones en los pagos a más de 500 víctimas, el “castigo” del Papa, después de su renuncia como arzobispo, fue el llevarlo a Roma y premiarlo con una de las cuatro basílicas patriarcales de la ciudad para que la presidiera como Arcipreste.
¿Y lo del arzobispo Weakland, conocido disidente teológico que admitió en una declaración que él deliberadamente hizo regresar a depredadores homosexuales a la Arquidiócesis de Milwaukee al ministerio sacerdotal activo sin previo aviso a los feligreses y sin notificar a la policía sus delitos? Después de haber llevado a la Arquidiócesis a la bancarrota a causa de los procesos civiles resultantes, Weakland puso fin a su larga carrera socavando la integridad de la fe y la moral – mediante una publicidad servil- sólo después de conocerse la sustracción hecha por él mismo de $ 450,000 de los fondos de la arquidiócesis para pagar a un hombre con quien había tenido una relación homosexual.
Juan Pablo II permitió a este obispo- lobo rapaz- que se retirara con la plena dignidad de su alto cargo en la Iglesia, después de que una editorial protestante, publicara sus memorias: “Un peregrino en una Iglesia Peregrina. Memorias de un arzobispo católico” Un recensionista admirador escribió que el libro “retrata a un hombre imbuido de los valores del Concilio Vaticano II [que] tuvo el coraje de llevar adelante tanto como abad primado benedictino como siendo arzobispo de Milwaukee”.
La “suciedad” que afectó a la Iglesia durante el último pontificado incluye la larga historia de depredación sexual por el padre Marcial Maciel Degollado, fundador de los “Legionarios de Cristo,” supuestamente el ejemplo mismo de la “renovación en acción”. Juan Pablo II se negó a iniciar cualquier investigación sobre la conducta de Maciel, a pesar de la creciente evidencia de crímenes abominables que, gracias a la publicidad en todo el mundo, son ahora los más famosos jamás cometidos por un clérigo católico. Sin haber atendido a los cargos canónicos- ampliamente conocidos- contra Maciel presentados durante largo tiempo por ocho de los seminaristas Legionarios de Cristo de los que había abusado sexualmente,
Juan Pablo generosamente lo honró en una ceremonia pública en el Vaticano en noviembre de 2004. Días más tarde, sin embargo, el entonces Cardenal Ratzinger “tomó a su cargo el autorizar una investigación de Maciel”. [Jason Berry, “el dinero allanó el camino para la influencia de Maciel en el Vaticano”,National Catholic Reporter , 6 de abril de 2010]. Juan Pablo tuvo que morir literalmente antes de que Maciel pudiera ser sancionado. Maciel fue retirado finalmente del ministerio activo y fue recluido en un monasterio casi inmediatamente después de que el cardenal Ratzinger se convirtiera en el Papa Benedicto XVI. Pero esto era sólo parte de un patrón descrito por un destacado comentarista católico: “Juan Pablo volaba a gran altura y dejó los escándalos que se extendían bajo sus pies al poco carismático Ratzinger para que los limpiara. Este patrón se aplica de lleno a otras cuestiones que el último Papa trató de evitar, como el envilecimiento de la liturgia católica, o el resurgimiento del Islam en la otrora Europa cristiana”. [Ross Douthat, “El Papa mejora”, New York Times, abril de 11, 2010].
Otra razón para tener reservas en relación a esta beatificación es que a lo largo del largo pontificado de Juan Pablo II los fieles católicos quedaron desconcertados y escandalizados por numerosas declaraciones papales manifiestamente imprudentes y gestos tales de que la Iglesia nunca ha sido testigo en 2000 años. Para recordar sólo algunos de los ejemplos más conocidos: Las numerosas peticiones de perdón teológicamente discutibles por los presumibles pecados de los católicos de épocas anteriores de la historia de la Iglesia. Por supuesto, el mundo no vio el sin precedente mea culpa del Papa como una manifestación de la humildad de la Iglesia. Por el contrario, como era bastante predecible, se interpretó como la admisión de culpabilidad histórica de la Iglesia en todo tipo de delitos de lesa humanidad. Con la excepción de la aparentemente olvidada disculpa en Dominicae Cenae, sin embargo, no hubo disculpas por el fracaso catastrófico de los miembros vivos de la jerarquía en preservar la fe y la disciplina en medio de un “proceso continuo de deterioro” y “apostasía silenciosa”.
Las reuniones de Asís de octubre 1986 y enero de 1982.
En Asís del año 2002, Juan Pablo ofreció un lugar en el convento de Sain Francisco a los practicantes de “las grandes religiones mundiales”, desde el animismo al zoroastrismo, para promulgar sus rituales de culto en ese sagrado santuario católico. En relación al énfasis puesto en “los lugares dispuestos“, declaró el Papa a un conjunto heterogéneo que incluía a los practicantes de vudú:” vamos a orar en diferentes formas, respetando mutuamente las tradiciones religiosas. “[cf. “Discurso de Su Santidad el Papa Juan Pablo II a los representantes de las Religiones del Mundo,” 24 de enero de 2002, y lista de participantes, vatican.va]. La inevitable conmoción causada por el caso de Asís, especialmente cuando se filtró a través del prisma de los medios de comunicación seculares, fue que todas las religiones son más o menos agradable a Dios, tesis rechazada enérgicamente como falsa por el Papa Pío XI en su encíclica 1928 Mortalium Animos.
¿Por qué el Papa convocaría a todos los “representantes” en Asís para ofrecer sus “oraciones por la paz”? ¿Se puede honestamente negar que todos los papas preconciliares predecesores habrían condenado estos espectáculos? El beso del Papa al Corán durante la visita de 1999 a Roma de un grupo de iraquíes cristianos y musulmanes El patriarca de rito caldeo católico de Irak elogió este acto como un “gesto de respeto” a una religión cuya esencia es la negación de la Trinidad y la Divinidad de Cristo y que en toda su historia está marcada por la persecución de cristianos, como vemos en este mismo momento en Irak y en las Repúblicas Islámicas del mundo árabe. El sorprendente signo de exclamación del 21 de marzo de 2000 en Tierra Santa: “Que San Juan Bautista proteja el Islam y todo el pueblo de Jordania...” [cf. “Homilía del Papa en Tierra Santa”, vatican.va.]
¿Qué explicación puede haber para esta oración sin precedentes pidiendo la protección a una religión en sí misma falsa (sin serlo sus seguidores en cuanto seres humanos) ¡durante un sermón del Papa en Tierra Santa - en el mismo lugar que fue liberado del Islam por la Primera Cruzada! La concesión de cruces pectorales – símbolos de la autoridad episcopal– a George Carey y Rowan Williams. Estos así llamados arzobispos anglicanos de Canterbury, cuyas ordenaciones sacerdotales y episcopales se descartó definitivamente como inválidas por el papa León XIII en 1896 , en Curae Apostolicae, y que ni siquiera se adhieren a las enseñanzas de la Iglesia católica sobre asuntos de moralidad básica arraigada en la ley divina y la natural. [Cf. John Allen, “Las acciones hablan más fuerte del Papa”, Registro Nacional Católico, 8 de noviembre de 2002].
Participación activa de Juan Pablo Papa en el culto pagano en un “bosque sagrado” en Togo. El propio periódico del Papa informó de cómo a su llegada a este lugar, “un brujo comenzó a invocar a los espíritus”: “Poder de agua, te invoco. Antepasados, os invoco”. Después de esta invocación de los “espíritus”, se presentó al Papa “con un recipiente lleno de agua y harina. En primer lugar hizo una leve reverencia y luego dispersó la mezcla en todas direcciones. Por la mañana había realizado la misma acción antes de la Misa. El rito pagano (!) significa que el que recibe el agua, símbolo de la prosperidad, la comparte con sus padres echándola en el suelo”. [L'Osservatore Romano, italiano ed., 11 de agosto de 1985, p. 5]. Poco después de su regreso a Roma, el Papa expresó su satisfacción por su pública participación en la oración y el ritual animista: “La reunión de oración en el santuario del lago Togo fue especialmente impactante. Allí recé por primera vez con animistas”. [La Croix, 23 de agosto de 1985].
Uno podría pensar que este acción, no sólo sin arrepentimiento sino públicamente alardeada, -debería ser razón suficiente para poner fin a la causa de canonización de Juan Pablo. Porque el Papa reconoció públicamente, que“oró... con animistas”-. “Y ese tipo de acción formal y la participación directa en el culto pagano – es algo que la Iglesia siempre ha considerado objetivamente gravemente pecaminosa. Como el Catecismo de la Iglesia Católica enseña, la idolatría pagana no se produce sólo cuando el hombre adora a falsos dioses o ídolos, como tales, sino también cuando “honra y reverencia a una criatura en lugar de Dios, ya se trate de dioses o demonios (por ejemplo, el satanismo), el poder, el placer, la raza, los ancestros… La idolatría rechaza el único Señorío de Dios, por lo que es incompatible con la comunión con Dios”. [CCC § 2113].
Pero esto fue sólo el incidente más discutible entre otros muchos similares durante el pontificado de Juan Pablo. Es interesante observar el veredicto póstumo de la Iglesia contra el Papa del siglo IV , Liberio, primer obispo de Roma en no ser declarado santo. Liberio había ganado esta dudosa distinción debido a que-en el exilio y bajo una gran presión del emperador aprobó una declaración ambigua doctrinal favorable al arrianismo y luego excomulgó a Atanasio, el campeón de la ortodoxia trinitaria. A pesar de que después de su liberación y regreso a Roma, inmediatamente se retractó de estas acciones lamentables y se confirmó su ortodoxia durante el resto de su pontificado, se le negó la canonización.
El servicio “ecuménico” de vísperas en la Basílica de San Pedro, corazón de la Iglesia visible, en el que el Papa accedió a orar junto con “obispos Luteranos”, incluyendo mujeres, que dicen ser los sucesores de los Apóstoles. Este espectáculo, por supuesto, invitó preguntarse sobre si el Papa estaba socavando su propia enseñanza contra la ordenación de las mujeres. [Cf. Allen, loc. cit.] En suma, por cualquier evaluación objetiva de los hechos, Juan Pablo II presidió y dejó tras de sí una Iglesia que se mantuvo en estado de crisis después de la crisis que estalló inmediatamente después del Concilio Vaticano II. Es cierto que su pontificado incluye decididamente algunos logros positivos, incluida la admirable defensa de la vida humana ante la creciente “cultura de la muerte”, la enseñanza valiosa en varias encíclicas sociales de peso, un pronunciamiento infalible contra cualquier posibilidad de la ordenación de las mujeres, y el motu proprio (Ecclesia Dei) que por lo menos sienta las bases para la “liberación” de la misa tradicional en latín por el Papa Benedicto XVI.
Tampoco nos referimos al tema de la piedad personal y espíritu de oración que eran evidentes para aquellos que lo conocieron, y que se reconoció al principio de esta Declaración. Sin embargo, difícilmente se puede negar que todos los predecesores de Juan Pablo II se habrían sorprendido y consternado por la desobediencia tristemente generalizada, la disensión doctrinal, la decadencia litúrgica, los escándalos morales, y la disminución de la asistencia a misa que se prolongó hasta el final de su pontificado – problemas agravados por nombramientos episcopales con frecuencia dudosos y por las tan cuestionables palabras papales y los hechos que hemos recordado más arriba. Incluso el reformista Pablo VI, cuyas iniciativas ecuménicas e interreligiosas eran mucho más cautas que las de Juan Pablo II, se habría horrorizado por el estado de la Iglesia al final del largo reinado de Juan Pablo II.
Y fue el propio Papa Pablo el que describió la debacle posconciliar ya en desarrollo con algunas de las palabras más impactantes jamás pronunciadas por un Romano Pontífice: Por alguna fisura el humo de Satanás ha entrado en el templo de Dios: hay dudas, incertidumbres, problemas, intranquilidad. La duda ha entrado en nuestras conciencias, y ha entrado por las ventanas que se pretendía haber abierto a la luz. Este estado de incertidumbre reina también en la Iglesia. Se esperaba que después del Concilio habría un día de sol en la historia de la Iglesia. En su lugar, llegó un día de nubes, de tinieblas, de andar a tientas, de incertidumbre. ¿Cómo sucedió esto? Vamos a confiar Nuestros pensamientos:ha habido intereferencia de un poder adverso: su nombre es el diablo… [Pablo VI, Insegnamenti, Ed. Vaticana, vol. X, 1972, p. 707]
Al igual que Juan Pablo después de él, sin embargo, Pablo falló en tomar medidas efectivas para hacer frente a una debacle que el Papa, y sólo el Papa podría haber evitado, o al menos reducido considerablemente. Las devastadoras palabras del Papa Pablo reconociendo los hechos fueron citadas nada menos que por Monseñor Guido Pozzo, secretario de la Pontificia Comisión “Ecclesia Dei”, en su discurso a los sacerdotes europeos de la Fraternidad de San Pedro el 2 de julio de 2010 en Wigratzbad. Como Mons. Pozzo admitió en esa ocasión: “Por desgracia, los efectos que se enumeran por Pablo VI no han desaparecido. Una manera de pensar extraña ha entrado en el mundo católico, provocando confusión, seduciendo a muchas almas, y desorientando a los fieles. Hay un “espíritu de auto-demolición” que difunde el modernismo… “La crisis post-conciliar”, señaló, implica una “ideología para-conciliar”, que “propone una vez más las ideas del modernismo, condenado en el comienzo del siglo XX por San Pío X” Pero, ¿quién, si no el último Papa -y el anterior a él- tienen una parcial responsabilidad por la difusión en todo el mundo católico de esta ideología heteredoxa para-conciliar?
Ciertamente, Juan Pablo II, al igual que Pablo VI, promulgó una serie de documentos magisteriales con doctrina tradicional contra esta heterodoxia. Pero la cuestión que tenemos ante nosotros es la siguiente: ¿Fue suficientemente fuerte y consistente su testimonio, para que se le pueda calificar como un heroico defensor de la fe ortodoxa y la moral? O más bien, con sus muchas novedades cuestionables de palabra y de obra– junto con sus omisiones y su falta de gobierno eclesiástico– ¿no han tenido en conjunto el efecto de quitar con la mano izquierda la mayor parte de lo que dio con la derecha? En este contexto, tomamos nota de la ironía suprema que, si bien una resurgente herejía modernista estaba causando el caos en toda la Iglesia, Juan Pablo II tuvo a bien anunciar personalmente la única excomunión de cinco personas durante sus veintisiete años como Papa: la del fallecido arzobispo Marcel Lefebvre y los cuatro obispos que consagró en 1988, para la Sociedad de San Pío X, cuya finalidad (se esté de acuerdo o no con su enfoque) fue precisamente para oponerse a la “ideología para-conciliar”, de la que habló Monseñor Pozzo, según el programa del santo Papa cuyo nombre lleva su asociación. (Nota: Juan Pablo no anunció personalmente la excomunión de Tissa Balasuriya, a quien que de todos modos le sería levantada la excomunión dentro del año.)
Como todo el mundo sabe, a principios de 2009 el Papa Benedicto XVI revocó la excomunión de cuatro obispos de la Sociedad. Desde entonces, se ha observado que “puesto que estos cuatro obispos reconocen la primacía del Papa, jurídicamente tendrían que ser liberados de la excomunión…” [Luce del Mondo, p. 43] Pero siempre habían reconocido la primacía papal, a diferencia de las legiones de los católicos-laicos, sacerdotes, monjas, teólogos, e incluso algunos obispos que efectivamente se negaron a reconocerla estando en desacuerdo con la mayoría de las enseñanzas básicas del Magisterio, mientras que el Vaticano no hizo nada o casi nada desde hace más de un cuarto de siglo.
Así mismo, el desafortunado Pablo VI, en medio del montaje de “auto-demolición” de la Iglesia que él mismo denunció, reservó la más dura sanción a la Sociedad y al Arzobispo Lefebvre, a quien reprendió públicamente por su nombre y luego condenó con la suspensión de la ejercicio de las órdenes sagradas, mientras los rebeldes en teología y liturgia desbastaron la Iglesia impunemente en todo el mundo. Hoy en día muy pocos seriamente proponen la beatificación de Pablo VI, quien lamentó el desastre que él presidió, sin hacer nada al respecto.
De hecho, no hubo un proceso de beatificación del Papa Pablo hasta que Juan Pablo lo inició a nivel diocesano en 1993. Nada se ha avanzado desde entonces, después de haber sido detenido en seco por cargos graves quizás no muy diferente de los sugeridos aquí. Y así debemos preguntarnos: ¿Por qué la prisa para beatificar a Juan Pablo II, dado que perseveró inquebrantable en el programa reformista imprudente de su predecesor, añadiendo una larga serie de novedades que ni siquiera el Papa Pablo, de semblante enormemente trágico, se hubiera atrevido a hacer? Por lo menos Pablo tuvo la franqueza de admitir que vio el humo de Satanás entrar en la Iglesia, no una “nueva primavera de vida cristiana como se anunció en el Gran Jubileo, si los cristianos fueran dóciles a la acción del Espíritu Santo”. [Tertio millennio adveniente (1994), n. 18]. En honor de la verdad hay que ser franco al afirmar la conclusión obvia: Ningún Papa beato en la historia de la Iglesia tiene un legado tan preocupante como el de Juan Pablo II, y tal vez ningún Papa en absoluto, aparte de Pablo VI.
Un milagro dudoso.
El Espíritu de Asís, este vídeo es el complemento de la declaración de La iglesia Greco-católica-ortodoxa-ucraniana se encuentra en plena comunión con Roma y han hecho saber estas inquietudes al Santo Padre actual y a todos los obispos del mundo.
El vídeo esta cortado al finalizar ya que el Arzobispo Elías llama al reconocimiento de la SEDE VACANTE a contar del momento de la beatificación, encuentro seria de una terrible irresponsabilidad de mi parte el difundirla.
Como ejemplo empírico del efecto del fuerte contenido de lo que verán, les puedo citar a mi madre, quien por parecerse mucho físicamente JP2 a su padre, mi abuelo, ella siempre le ha tenido un especial aprecio y constantemente me llamaba la atención por nombrarlo EL OSCULADOR DEL CORAN. Hoy en la mañana y luego de bajar el vídeo, se quedo mirándolo casi desde el comienzo...no creía lo que sus ojos veían...quedo escandalizada, apenada y muy dolida, se le notaba en el semblante.
Sus comentarios fueron: Ahora te entiendo...y tras una pausa me dijo: ¿Vamos a tener que hacernos Católicos ortodoxos? ...
De verdad nos han hecho pedazos la Iglesia.
Gladius
Reservas ante la Inminente Beatificación de Juan Pablo II.
haga clic aquí y Firme esta declaración, enviando un e-mail para implorar al Santo Padre el aplazamiento de la beatificación de Juan Pablo II hasta un tiempo en que los motivos de este acto solemne se puedan evaluar de manera objetiva y desapasionada a la luz de la historia.
La prestigiosa publicación The Remnant, se ha hecho eco de la consternación y preocupación que causa a los tradicionalistas la inminente canonización de Juan Pablo II. Publicamos el artículo redactado por Michael Matt, director de la publicación.
El artículo original lo podemos leer aquí.
Reservas ante la Inminente Beatificación de Juan Pablo II.
En la fiesta de San Benito.
La beatificación inminente del Papa Juan Pablo II el 1 de mayo 2011 ha suscitado gran preocupación entre los no pocos católicos de todo el mundo, que están preocupados por el estado de la Iglesia y los escándalos que la han afectado en los últimos años, escándalos que llevaron al futuro Benedicto XVI a exclamar el Viernes Santo de 2005: “¡Cuánta suciedad hay en la Iglesia, incluso entre aquellos que, en el sacerdocio, deberían estar completamente entregados a Él!”.
Expresamos en este medio nuestra propia preocupación de acuerdo con la ley de la Iglesia, que dispone lo siguiente: Según los conocimientos, competencia y posición de que gozan, los fieles tienen el derecho e incluso a veces el deber de manifestar a los Pastores su opinión sobre cuestiones que pertenecen al bien de la Iglesia, y también tienen derecho a hacer conocer su opinión a los demás fieles cristianos , con el debido respeto a la integridad de la fe y la moral y a la reverencia hacia sus pastores, y con la consideración por el bien común y la dignidad de las personas. [CIC (1983), Can. 212, § 3.] Estamos obligados en conciencia a procurar el bien común de la Iglesia expresando nuestras reservas sobre esta beatificación. Lo hacemos por los siguientes motivos, entre otros que podríamos poner de manifiesto.
La verdadera cuestión.
Destacamos en primer lugar que no presentamos estas consideraciones como alegación contra de la piedad personal o integridad de Juan Pablo II, que debe presumirse. La cuestión no es la piedad personal o la integridad como tal, sino más bien si hay base, objetivamente hablando, para afirmar que Juan Pablo II mostró virtud heroica en el ejercicio de su alto cargo como Papa tal como debería resplandecer con santidad ejemplar para todos sus sucesores. La Iglesia siempre ha reconocido que la virtud heroica que se requiere en una beatificación está inextricablemente ligada a la heroicidad con que el candidato haya desempeñado los deberes de estado en su vida.
Como el Papa Benedicto XIV (1675-1758) explicó en su magisterio sobre las beatificaciones, la práctica heroica del deber implica actos que por muy difíciles y “por encima de la capacidad del hombre corriente” que sean, se llevan a cabo con prontitud y facilidad, “con una santa alegría” y “con bastante frecuencia”, “cuando la ocasión de hacerlo se presenta”. [Cfr. servorum Dei De beatificatione, Bk. III, cap. 21 en Reginald Garrigou-Lagrange, Las tres edades de la vida interior , vol. 2, p. 443].
Supongamos que un padre de familia numerosa fuera candidato a la beatificación. Difícilmente se podría esperar que su causa avanzara si se diera el caso de que, por más piadoso que fuera, fracasara en cuanto a exigir disciplina y al impartir una formación adecuada a sus hijos, quienes habitualmente le desobedecían viviendo desordenadamente en el hogar, incluso abiertamente opuestos a las obligaciones de la religión, o si, ocupado en sus oraciones y ejercicios espirituales, se olvidara de proporcionar el sustento diligente de su familia permitiendo que su familia cayera en el caos.
Cuando el candidato a la beatificación es un Papa -el Santo Padre de la Iglesia universal- la cuestión no es simplemente supersonal piedad y santidad, sinotambién el cuidado de la gran familia de la fe que Dios le ha confiado, para lo cual le ha otorgado gracias de estado -como Papa- extraordinarias. Esta es la verdadera pregunta: ¿Juan Pablo II ha desempeñadoheroicamente sus funciones como Sumo Pontífice como lo hicieron sus santos predecesores: oponiéndose al error, defendiendo al rebaño con prontitud y valor de la manada de lobos rapaces que lo dispersan, y protegiendo la integridad de la doctrina de la Iglesia y el culto sagrado? Tememos que en las circunstancias que rodean esta “vía rápida” de beatificación, la verdadera cuestión no ha recibido la consideración cuidadosa y sin prisas que se merece.
Indebida presión popular.
Nos preocupa entre otras cosas la indecorosa presión de la “demanda popular” de esta beatificación como se evidencia por el lema “Santo Súbito” – “¡Santo ya!” Precisamente para evitar la influencia del sentimiento popular efímero, y permitir la perspectiva de un juicio histórico sobrio, la ley de la Iglesia sabiamente establece un período de cinco años de espera antes de que comience un proceso de beatificación. Sin embargo, en este caso, se ha prescindido de dicho plazo de prudente espera. Así, un proceso que apenas se ha iniciado, ahora ya está casi en su final, como si se fuera a dar satisfacción inmediata a la voluntad popular, aun cuando no fuera esa la intención. Somos conscientes del papel de la aclamación popular, incluso en la canonización de los santos, en casos excepcionales.
El papa San Gregorio Magno, por ejemplo, fue canonizado por aclamación popular casi inmediatamente después de su muerte. Pero ese Romano Pontífice, de importancia excepcional, era nada menos que el constructor de la civilización cristiana, por medio de la cual se establecieron los fundamentos espirituales y organizativos de la Iglesia y de la cristiandad, que perduraron a través de los siglos. Del mismo modo, el Papa San Nicolás I, el último de los Papas que la Iglesia ha denominado “Grandes”, fue fundamental en la reforma de la Iglesia durante la gran crisis de fe y disciplina, que afectó sobre todo a la alta jerarquía, a cuyos miembros corruptos se opuso sin temor, y está considerado como un verdadero salvador de la civilización cristiana en un momento en que su supervivencia estaba en duda.
Además, la aclamación popular de los beatos y los santos pertenece a un momento histórico en que el pueblo era mayoritariamente fiel y sumiso a la Iglesia. Debemos preguntarnos: ¿Qué valor tiene la demanda popular de esta beatificación en una época en que la gran mayoría de los católicos lo son simplemente nominalmente y llegan a rechazar cualquier doctrina de la fe y la moral que consideren inaceptable, sobre todo, la enseñanza infalible del Magisterio sobre el matrimonio y la procreación?
Una herencia preocupante.
Con toda franqueza nos vemos obligados a observar a modo de comparación que, visto el estado en que dejó a la Iglesia, el pontificado de Juan Pablo II, objetivamente, no justifica la beatificación por aclamación popular, y mucho menos la canonización inmediata que pedía la multitud. Una evaluación honesta de los hechos obliga a la conclusión de que el pontificado de Juan Pablo II se caracterizó, no por la renovación y restauración que se vio durante los pontificados de sus eminentes predecesores, sino más bien, como lo calificó el Cardenal Ratzinger con la conocida frase [cf. L'Osservatore Romano, 9 de noviembre de 1984], por” una aceleración del ‘proceso continuo de deterioro’sobre todo en los países occidentales de tradición cristiana de Europa, las Américas y el Pacífico”. Esta realidad objetiva es más evidente cuando se tiene en cuenta que el difunto Papa, muy cerca del final de su pontificado, lamentó la “apostasía silenciosa” de la antaño Europa cristiana. [Cf. Ecclesia in Europa(2003), n. 9.].
Por otra parte, su sucesor, desde entonces ha venido denunciando públicamente el “proceso de secularización” que “ha producido una grave crisis del sentido de la fe cristiana y de pertenencia a la Iglesia.” Por todo lo cual, el Papa Benedicto XVI anunció la creación de un nuevo pontificio consejo cuya tarea específica será “promover una renovada evangelización en los países donde el anuncio de la fe ya se oyó… pero que ahora padece una progresiva secularización de la sociedad y una especie de «eclipse del sentido de Dios’...” [cf.Vísperas Homilía, 28 de junio de 2010]. La penetración de la 'apostasía silenciosa ‘en el elemento humano de la propia Iglesia” resulta cada vez más evidente a partir del Concilio Vaticano II.
Antes del Concilio, el mundo entero estaba en decadencia precipitada, como Papa tras Papa habían advertido, pero dentro de la comunidad de la Iglesia la fe era todavía fuerte, la liturgia estaba intacta, las vocaciones eran abundantes, y las familias eran numerosas, hasta la “apertura al mundo” preconizada por el Concilio. Parte del diagnóstico de la aparición repentina de la crisis eclesial posconciliar sin precedentes fue propuesta por el actual Romano Pontífice, cuando escribió como Cardenal en la mitad de los 27 años de largo pontificado de su predecesor: “Estoy convencido de que la crisis eclesial en la que nos encontramos hoy depende en gran parte de la decadencia de la liturgia…” [La Mia Vita (1997), p. 113: “Sono convinto che la crisi ecclesiale en cui oggi ci troviamo dipende en Gran instancia de parte dal crollo della Liturgia...”] No hace falta demostrar que un “colapso de la liturgia” es algo que la Iglesia absolutamente nunca había presenciado antes del Concilio Vaticano II, y llegó por las “reformas”emprendidas en su nombre. Sólo quince años después del Concilio, durante el segundo año de su pontificado, Juan Pablo II pidió públicamente perdón por “ la pérdida repentina y dramática de la fe y reverencias eucarísticas desde de la “reforma litúrgica”, aprobado por Pablo VI: “Me gustaría pedir perdón en nombre propio y en nombre de todos vosotros, queridos y venerados hermanos en el Episcopado-por todo lo que, por cualquier motivo, como consecuencia de debilidades humanas, impaciencias, o negligencias, y también por la errónea aplicación, a veces parcial o con prejuicios, de las directivas del Concilio Vaticano Segundo, puede haber causado escándalo y perturbación sobre la interpretación de la doctrina y la veneración de este gran sacramento . Y le pido al Señor Jesús que en el futuro podamos evitar en nuestra manera de afrontar este misterio sagrado, el que nada pueda debilitar o desorientar en cualquier manera el sentido de reverencia y amor que existe en nuestro pueblo fiel.” [Dominicae Cenae (1980), n. 12].
Pero esta sorprendente petición de perdón de Juan Pablo II nunca fue seguida por una acción decisiva para detener la decadencia continua de la liturgia en los siguientes veinticinco años de su reinado. Muy por el contrario, en 1988, en el veinticinco aniversario, de la Sacrosanctum Concilium , el Papa elogió las "reformas como el fruto más visible de todo el trabajo del Concilio”,señalando que para “muchas personas el mensaje del Concilio Vaticano II ha sido percibido ante todo mediante la reforma litúrgica. En cuanto a la evidente caída libre de la liturgia, sin embargo, el Papa se limitó a notar los diversos abusos que se producen “en ocasiones”, al tiempo que insiste no obstante, en que “la gran mayoría de los pastores y el pueblo cristiano han aceptado la reforma litúrgica, con un espíritu de la obediencia y gozoso fervor”. [Vicesimus Quinto Anus (1988), n. 12.].
Sin embargo hoy en día, la mayoría del pueblo cristiano ni siquiera cree en la presencia real de Cristo en la Sagrada Eucaristía, que reciben en la mano, de las manos no consagradas de los ministros laicos, como si se tratara de una simple oblea de pan, que es exactamente como que lo tratan. Por otra parte, observando una obediencia selectiva casi universal al Magisterio, la práctica de la anticoncepción se ha generalizado entre los católicos, cuyo punto de vista sobre la anticoncepción no es muy distinto al de los protestantes, según innumerables encuestas. Esto también se evidencia por la caída en picado de la bajísima tasa de natalidad de las poblaciones católicas del mundo occidental, en el que ni siquiera existe una natalidad suficiente para el reemplazo demográfico.
Por eso el mismo Juan Pablo señaló el “temor generalizado de dar vida a nuevos niños” en medio de la “apostasía silenciosa” como denunció en Ecclesia in Europa. De hecho, no puede negarse que la mayor tasa de nacimientos en el mundo católico se ve entre “tradicionalistas” que no toman parte en la liturgia reformada o que, no habiendo otra alternativa, la sufren comoquiera, menos con “gozoso fervor”. Por otra parte, es evidente que Juan Pablo II contribuyó a la caída litúrgica por sus propios actos. Por primera vez en su historia la Iglesia fue testigo durante su pontificado de la novedad escandalosa de las “monaguillas”, sobre la que el Papa revocó su decisión previa con la prohibición de la innovación como incompatible con la tradición bimilenaria de la Iglesia.
También sucedieron las “inculturadas” liturgias papales que incluían música de rock y elementos francamente paganos, tales como espectáculos impactantes como la mujer de pechos desnudos leyendo las lecturas bíblicas en Nueva Guinea, danzantes aztecas con plumas, girando y agitando sonajas en un “ rito de purificación” en México y la “ceremonia fumando” como sustitución de los prescritos ritos penitenciales en Australia. La excusa de que el Papa no sabía nada de estas aberraciones litúrgicas de antemano es desmentida como algo de su propia elección al mantener al autor y orquestador de todo ello: Piero Marini, quien se desempeñó como Maestro de ceremonias de las celebraciones de la Liturgia Pontifical de Juan Pablo por casi veinte años, pese a las protestas en todo el mundo en contra de los abusos realmente grotescos de la liturgia romana.
Marini fue finalmente, gracias a Dios, sustituido por el Papa Benedicto XVI en 2007. La honradez obliga admitir que si los grandes papas preconciliares hubieran sido testigos de estas liturgias papales de Juan Pablo II, o incluso el estado general del Rito Romano a lo largo de su pontificado, habrían reaccionado con una mezcla de indignación e incredulidad aterrorizada. Pero no sólo la liturgia estaba en un estado de colapso a finales del último pontificado. Como señalamos al principio de esta Declaración, el Viernes Santo de 2005, justo antes de subir a la silla de san Pedro, el Cardenal Ratzinger dijo:“¡Cuánta suciedad hay en la Iglesia, incluso entre aquellos que, en el sacerdocio, deberían estar completamente entregados a Él!” [cf. “Homilía para la misa del Viernes Santo”, 2005]. La “suciedad” a la que el Cardenal se refería era por supuesto el increíble número de escándalos sexuales que involucraban actos atroces por parte de sacerdotes católicos que saltaban a la luz pública en las naciones de todo el mundo- cosecha de décadas de “renovación conciliar” en los seminarios. En lugar de sancionar a los obispos que fomentaron esta suciedad en sus seminarios, que la encubrieron trasladando a los depredadores sexuales de un lugar a otro, causando luego la quiebra de sus diócesis mediante el pago de las condenas civiles, Juan Pablo II, fue siempre refugio seguro para muchos de los prelados más notoriamente negligentes. Tal vez, el ejemplo más notable es el cardenal Bernard Law. Obligado a declarar ante un gran jurado sobre su negligencia al no hacer frente a la depredación homosexual desenfrenada de jóvenes por parte de sacerdotes en la Arquidiócesis de Boston, que resultó en $ 100 millones en los pagos a más de 500 víctimas, el “castigo” del Papa, después de su renuncia como arzobispo, fue el llevarlo a Roma y premiarlo con una de las cuatro basílicas patriarcales de la ciudad para que la presidiera como Arcipreste.
¿Y lo del arzobispo Weakland, conocido disidente teológico que admitió en una declaración que él deliberadamente hizo regresar a depredadores homosexuales a la Arquidiócesis de Milwaukee al ministerio sacerdotal activo sin previo aviso a los feligreses y sin notificar a la policía sus delitos? Después de haber llevado a la Arquidiócesis a la bancarrota a causa de los procesos civiles resultantes, Weakland puso fin a su larga carrera socavando la integridad de la fe y la moral – mediante una publicidad servil- sólo después de conocerse la sustracción hecha por él mismo de $ 450,000 de los fondos de la arquidiócesis para pagar a un hombre con quien había tenido una relación homosexual.
Juan Pablo II permitió a este obispo- lobo rapaz- que se retirara con la plena dignidad de su alto cargo en la Iglesia, después de que una editorial protestante, publicara sus memorias: “Un peregrino en una Iglesia Peregrina. Memorias de un arzobispo católico” Un recensionista admirador escribió que el libro “retrata a un hombre imbuido de los valores del Concilio Vaticano II [que] tuvo el coraje de llevar adelante tanto como abad primado benedictino como siendo arzobispo de Milwaukee”.
La “suciedad” que afectó a la Iglesia durante el último pontificado incluye la larga historia de depredación sexual por el padre Marcial Maciel Degollado, fundador de los “Legionarios de Cristo,” supuestamente el ejemplo mismo de la “renovación en acción”. Juan Pablo II se negó a iniciar cualquier investigación sobre la conducta de Maciel, a pesar de la creciente evidencia de crímenes abominables que, gracias a la publicidad en todo el mundo, son ahora los más famosos jamás cometidos por un clérigo católico. Sin haber atendido a los cargos canónicos- ampliamente conocidos- contra Maciel presentados durante largo tiempo por ocho de los seminaristas Legionarios de Cristo de los que había abusado sexualmente,
Juan Pablo generosamente lo honró en una ceremonia pública en el Vaticano en noviembre de 2004. Días más tarde, sin embargo, el entonces Cardenal Ratzinger “tomó a su cargo el autorizar una investigación de Maciel”. [Jason Berry, “el dinero allanó el camino para la influencia de Maciel en el Vaticano”,National Catholic Reporter , 6 de abril de 2010]. Juan Pablo tuvo que morir literalmente antes de que Maciel pudiera ser sancionado. Maciel fue retirado finalmente del ministerio activo y fue recluido en un monasterio casi inmediatamente después de que el cardenal Ratzinger se convirtiera en el Papa Benedicto XVI. Pero esto era sólo parte de un patrón descrito por un destacado comentarista católico: “Juan Pablo volaba a gran altura y dejó los escándalos que se extendían bajo sus pies al poco carismático Ratzinger para que los limpiara. Este patrón se aplica de lleno a otras cuestiones que el último Papa trató de evitar, como el envilecimiento de la liturgia católica, o el resurgimiento del Islam en la otrora Europa cristiana”. [Ross Douthat, “El Papa mejora”, New York Times, abril de 11, 2010].
Otra razón para tener reservas en relación a esta beatificación es que a lo largo del largo pontificado de Juan Pablo II los fieles católicos quedaron desconcertados y escandalizados por numerosas declaraciones papales manifiestamente imprudentes y gestos tales de que la Iglesia nunca ha sido testigo en 2000 años. Para recordar sólo algunos de los ejemplos más conocidos: Las numerosas peticiones de perdón teológicamente discutibles por los presumibles pecados de los católicos de épocas anteriores de la historia de la Iglesia. Por supuesto, el mundo no vio el sin precedente mea culpa del Papa como una manifestación de la humildad de la Iglesia. Por el contrario, como era bastante predecible, se interpretó como la admisión de culpabilidad histórica de la Iglesia en todo tipo de delitos de lesa humanidad. Con la excepción de la aparentemente olvidada disculpa en Dominicae Cenae, sin embargo, no hubo disculpas por el fracaso catastrófico de los miembros vivos de la jerarquía en preservar la fe y la disciplina en medio de un “proceso continuo de deterioro” y “apostasía silenciosa”.
Las reuniones de Asís de octubre 1986 y enero de 1982.
En Asís del año 2002, Juan Pablo ofreció un lugar en el convento de Sain Francisco a los practicantes de “las grandes religiones mundiales”, desde el animismo al zoroastrismo, para promulgar sus rituales de culto en ese sagrado santuario católico. En relación al énfasis puesto en “los lugares dispuestos“, declaró el Papa a un conjunto heterogéneo que incluía a los practicantes de vudú:” vamos a orar en diferentes formas, respetando mutuamente las tradiciones religiosas. “[cf. “Discurso de Su Santidad el Papa Juan Pablo II a los representantes de las Religiones del Mundo,” 24 de enero de 2002, y lista de participantes, vatican.va]. La inevitable conmoción causada por el caso de Asís, especialmente cuando se filtró a través del prisma de los medios de comunicación seculares, fue que todas las religiones son más o menos agradable a Dios, tesis rechazada enérgicamente como falsa por el Papa Pío XI en su encíclica 1928 Mortalium Animos.
¿Por qué el Papa convocaría a todos los “representantes” en Asís para ofrecer sus “oraciones por la paz”? ¿Se puede honestamente negar que todos los papas preconciliares predecesores habrían condenado estos espectáculos? El beso del Papa al Corán durante la visita de 1999 a Roma de un grupo de iraquíes cristianos y musulmanes El patriarca de rito caldeo católico de Irak elogió este acto como un “gesto de respeto” a una religión cuya esencia es la negación de la Trinidad y la Divinidad de Cristo y que en toda su historia está marcada por la persecución de cristianos, como vemos en este mismo momento en Irak y en las Repúblicas Islámicas del mundo árabe. El sorprendente signo de exclamación del 21 de marzo de 2000 en Tierra Santa: “Que San Juan Bautista proteja el Islam y todo el pueblo de Jordania...” [cf. “Homilía del Papa en Tierra Santa”, vatican.va.]
¿Qué explicación puede haber para esta oración sin precedentes pidiendo la protección a una religión en sí misma falsa (sin serlo sus seguidores en cuanto seres humanos) ¡durante un sermón del Papa en Tierra Santa - en el mismo lugar que fue liberado del Islam por la Primera Cruzada! La concesión de cruces pectorales – símbolos de la autoridad episcopal– a George Carey y Rowan Williams. Estos así llamados arzobispos anglicanos de Canterbury, cuyas ordenaciones sacerdotales y episcopales se descartó definitivamente como inválidas por el papa León XIII en 1896 , en Curae Apostolicae, y que ni siquiera se adhieren a las enseñanzas de la Iglesia católica sobre asuntos de moralidad básica arraigada en la ley divina y la natural. [Cf. John Allen, “Las acciones hablan más fuerte del Papa”, Registro Nacional Católico, 8 de noviembre de 2002].
Participación activa de Juan Pablo Papa en el culto pagano en un “bosque sagrado” en Togo. El propio periódico del Papa informó de cómo a su llegada a este lugar, “un brujo comenzó a invocar a los espíritus”: “Poder de agua, te invoco. Antepasados, os invoco”. Después de esta invocación de los “espíritus”, se presentó al Papa “con un recipiente lleno de agua y harina. En primer lugar hizo una leve reverencia y luego dispersó la mezcla en todas direcciones. Por la mañana había realizado la misma acción antes de la Misa. El rito pagano (!) significa que el que recibe el agua, símbolo de la prosperidad, la comparte con sus padres echándola en el suelo”. [L'Osservatore Romano, italiano ed., 11 de agosto de 1985, p. 5]. Poco después de su regreso a Roma, el Papa expresó su satisfacción por su pública participación en la oración y el ritual animista: “La reunión de oración en el santuario del lago Togo fue especialmente impactante. Allí recé por primera vez con animistas”. [La Croix, 23 de agosto de 1985].
Uno podría pensar que este acción, no sólo sin arrepentimiento sino públicamente alardeada, -debería ser razón suficiente para poner fin a la causa de canonización de Juan Pablo. Porque el Papa reconoció públicamente, que“oró... con animistas”-. “Y ese tipo de acción formal y la participación directa en el culto pagano – es algo que la Iglesia siempre ha considerado objetivamente gravemente pecaminosa. Como el Catecismo de la Iglesia Católica enseña, la idolatría pagana no se produce sólo cuando el hombre adora a falsos dioses o ídolos, como tales, sino también cuando “honra y reverencia a una criatura en lugar de Dios, ya se trate de dioses o demonios (por ejemplo, el satanismo), el poder, el placer, la raza, los ancestros… La idolatría rechaza el único Señorío de Dios, por lo que es incompatible con la comunión con Dios”. [CCC § 2113].
Pero esto fue sólo el incidente más discutible entre otros muchos similares durante el pontificado de Juan Pablo. Es interesante observar el veredicto póstumo de la Iglesia contra el Papa del siglo IV , Liberio, primer obispo de Roma en no ser declarado santo. Liberio había ganado esta dudosa distinción debido a que-en el exilio y bajo una gran presión del emperador aprobó una declaración ambigua doctrinal favorable al arrianismo y luego excomulgó a Atanasio, el campeón de la ortodoxia trinitaria. A pesar de que después de su liberación y regreso a Roma, inmediatamente se retractó de estas acciones lamentables y se confirmó su ortodoxia durante el resto de su pontificado, se le negó la canonización.
El servicio “ecuménico” de vísperas en la Basílica de San Pedro, corazón de la Iglesia visible, en el que el Papa accedió a orar junto con “obispos Luteranos”, incluyendo mujeres, que dicen ser los sucesores de los Apóstoles. Este espectáculo, por supuesto, invitó preguntarse sobre si el Papa estaba socavando su propia enseñanza contra la ordenación de las mujeres. [Cf. Allen, loc. cit.] En suma, por cualquier evaluación objetiva de los hechos, Juan Pablo II presidió y dejó tras de sí una Iglesia que se mantuvo en estado de crisis después de la crisis que estalló inmediatamente después del Concilio Vaticano II. Es cierto que su pontificado incluye decididamente algunos logros positivos, incluida la admirable defensa de la vida humana ante la creciente “cultura de la muerte”, la enseñanza valiosa en varias encíclicas sociales de peso, un pronunciamiento infalible contra cualquier posibilidad de la ordenación de las mujeres, y el motu proprio (Ecclesia Dei) que por lo menos sienta las bases para la “liberación” de la misa tradicional en latín por el Papa Benedicto XVI.
Tampoco nos referimos al tema de la piedad personal y espíritu de oración que eran evidentes para aquellos que lo conocieron, y que se reconoció al principio de esta Declaración. Sin embargo, difícilmente se puede negar que todos los predecesores de Juan Pablo II se habrían sorprendido y consternado por la desobediencia tristemente generalizada, la disensión doctrinal, la decadencia litúrgica, los escándalos morales, y la disminución de la asistencia a misa que se prolongó hasta el final de su pontificado – problemas agravados por nombramientos episcopales con frecuencia dudosos y por las tan cuestionables palabras papales y los hechos que hemos recordado más arriba. Incluso el reformista Pablo VI, cuyas iniciativas ecuménicas e interreligiosas eran mucho más cautas que las de Juan Pablo II, se habría horrorizado por el estado de la Iglesia al final del largo reinado de Juan Pablo II.
Y fue el propio Papa Pablo el que describió la debacle posconciliar ya en desarrollo con algunas de las palabras más impactantes jamás pronunciadas por un Romano Pontífice: Por alguna fisura el humo de Satanás ha entrado en el templo de Dios: hay dudas, incertidumbres, problemas, intranquilidad. La duda ha entrado en nuestras conciencias, y ha entrado por las ventanas que se pretendía haber abierto a la luz. Este estado de incertidumbre reina también en la Iglesia. Se esperaba que después del Concilio habría un día de sol en la historia de la Iglesia. En su lugar, llegó un día de nubes, de tinieblas, de andar a tientas, de incertidumbre. ¿Cómo sucedió esto? Vamos a confiar Nuestros pensamientos:ha habido intereferencia de un poder adverso: su nombre es el diablo… [Pablo VI, Insegnamenti, Ed. Vaticana, vol. X, 1972, p. 707]
Al igual que Juan Pablo después de él, sin embargo, Pablo falló en tomar medidas efectivas para hacer frente a una debacle que el Papa, y sólo el Papa podría haber evitado, o al menos reducido considerablemente. Las devastadoras palabras del Papa Pablo reconociendo los hechos fueron citadas nada menos que por Monseñor Guido Pozzo, secretario de la Pontificia Comisión “Ecclesia Dei”, en su discurso a los sacerdotes europeos de la Fraternidad de San Pedro el 2 de julio de 2010 en Wigratzbad. Como Mons. Pozzo admitió en esa ocasión: “Por desgracia, los efectos que se enumeran por Pablo VI no han desaparecido. Una manera de pensar extraña ha entrado en el mundo católico, provocando confusión, seduciendo a muchas almas, y desorientando a los fieles. Hay un “espíritu de auto-demolición” que difunde el modernismo… “La crisis post-conciliar”, señaló, implica una “ideología para-conciliar”, que “propone una vez más las ideas del modernismo, condenado en el comienzo del siglo XX por San Pío X” Pero, ¿quién, si no el último Papa -y el anterior a él- tienen una parcial responsabilidad por la difusión en todo el mundo católico de esta ideología heteredoxa para-conciliar?
Ciertamente, Juan Pablo II, al igual que Pablo VI, promulgó una serie de documentos magisteriales con doctrina tradicional contra esta heterodoxia. Pero la cuestión que tenemos ante nosotros es la siguiente: ¿Fue suficientemente fuerte y consistente su testimonio, para que se le pueda calificar como un heroico defensor de la fe ortodoxa y la moral? O más bien, con sus muchas novedades cuestionables de palabra y de obra– junto con sus omisiones y su falta de gobierno eclesiástico– ¿no han tenido en conjunto el efecto de quitar con la mano izquierda la mayor parte de lo que dio con la derecha? En este contexto, tomamos nota de la ironía suprema que, si bien una resurgente herejía modernista estaba causando el caos en toda la Iglesia, Juan Pablo II tuvo a bien anunciar personalmente la única excomunión de cinco personas durante sus veintisiete años como Papa: la del fallecido arzobispo Marcel Lefebvre y los cuatro obispos que consagró en 1988, para la Sociedad de San Pío X, cuya finalidad (se esté de acuerdo o no con su enfoque) fue precisamente para oponerse a la “ideología para-conciliar”, de la que habló Monseñor Pozzo, según el programa del santo Papa cuyo nombre lleva su asociación. (Nota: Juan Pablo no anunció personalmente la excomunión de Tissa Balasuriya, a quien que de todos modos le sería levantada la excomunión dentro del año.)
Como todo el mundo sabe, a principios de 2009 el Papa Benedicto XVI revocó la excomunión de cuatro obispos de la Sociedad. Desde entonces, se ha observado que “puesto que estos cuatro obispos reconocen la primacía del Papa, jurídicamente tendrían que ser liberados de la excomunión…” [Luce del Mondo, p. 43] Pero siempre habían reconocido la primacía papal, a diferencia de las legiones de los católicos-laicos, sacerdotes, monjas, teólogos, e incluso algunos obispos que efectivamente se negaron a reconocerla estando en desacuerdo con la mayoría de las enseñanzas básicas del Magisterio, mientras que el Vaticano no hizo nada o casi nada desde hace más de un cuarto de siglo.
Así mismo, el desafortunado Pablo VI, en medio del montaje de “auto-demolición” de la Iglesia que él mismo denunció, reservó la más dura sanción a la Sociedad y al Arzobispo Lefebvre, a quien reprendió públicamente por su nombre y luego condenó con la suspensión de la ejercicio de las órdenes sagradas, mientras los rebeldes en teología y liturgia desbastaron la Iglesia impunemente en todo el mundo. Hoy en día muy pocos seriamente proponen la beatificación de Pablo VI, quien lamentó el desastre que él presidió, sin hacer nada al respecto.
De hecho, no hubo un proceso de beatificación del Papa Pablo hasta que Juan Pablo lo inició a nivel diocesano en 1993. Nada se ha avanzado desde entonces, después de haber sido detenido en seco por cargos graves quizás no muy diferente de los sugeridos aquí. Y así debemos preguntarnos: ¿Por qué la prisa para beatificar a Juan Pablo II, dado que perseveró inquebrantable en el programa reformista imprudente de su predecesor, añadiendo una larga serie de novedades que ni siquiera el Papa Pablo, de semblante enormemente trágico, se hubiera atrevido a hacer? Por lo menos Pablo tuvo la franqueza de admitir que vio el humo de Satanás entrar en la Iglesia, no una “nueva primavera de vida cristiana como se anunció en el Gran Jubileo, si los cristianos fueran dóciles a la acción del Espíritu Santo”. [Tertio millennio adveniente (1994), n. 18]. En honor de la verdad hay que ser franco al afirmar la conclusión obvia: Ningún Papa beato en la historia de la Iglesia tiene un legado tan preocupante como el de Juan Pablo II, y tal vez ningún Papa en absoluto, aparte de Pablo VI.
Un milagro dudoso.
Por último, no podemos dejar de señalar que el único milagro en el que se sustenta la beatificación- la cura reportada de una monja francesa, la hermana Marie Simon-Pierre, que se dijo sufría de la enfermedad de Parkinson-es cuestionable. Por un lado, el diagnóstico mismo de Parkinson deja lugar a dudas en ausencia de la prueba definitiva que la ciencia médica admite: la autopsia del cerebro. Hay otras enfermedades sujetas a la remisión espontánea que pueden parecer Parkinson. Por otra parte, el nexo entre la supuesta cura de la monja y una “noche de oraciones a Juan Pablo II” parece dudosa. ¿Las oraciones de esta monja excluyeron la invocación de cualquier a o de todos lossantos reconocidos?
Compárese los dos milagros- fue el mismo Juan Pablo, el que redujo la exigencia a uno solamente -que Pío XII consideró suficiente para la beatificación de Pío X. El primero era una monja que tenía cáncer de huesos y fue curada instantáneamente después de que una reliquia de Pío X fuera colocado en el pecho. El segundo implicó a una monja cuyo cáncer desapareció cuando ella tocó una imagen con la reliquia de Pío. Ningún parecido existe entre la supuesta cura en este caso con la supuesta reliquia de Juan Pablo II. No se trata aquí de la autoridad de la enseñanza infalible de la Iglesia, la evaluación de este único milagro es un juicio médico sujeto a la posibilidad de error. Imagínese el daño a la credibilidad de la Iglesia si esta monja con el tiempo sufre un retorno de sus síntomas.
De hecho, en marzo del año pasado el diario Rzeczpospolita, uno de los periódicos más respetados de Polonia, informó que se había producido un retorno de los síntomas y que uno de los dos asesores médicos habían expresado dudas sobre el supuesto milagro. Este informe llevó al ex jefe de la Congregación para las Causas de los Santos, Cardenal José Saraiva Martins, a revelar a la prensa que “Podría ser que uno de los dos consultores médicos tal vez tenía algunas dudas. Y esto, por desgracia, se filtró. “Martins reveló además que” las dudas requieren mayor investigación. En tales casos, dijo, la Congregación pediría que entraran más médicos para ofrecer una opinión”. [Nicole Winfield, de Associated Press, Juan Pablo II “milagro” más controlada, 28 de marzo de 2010] Un médico dudó del milagro, y cuando sus dudas se “filtraron”, de manera inesperada a otros médicos se introdujeron otros médicos y esto hace ¡menos de un año! ¿Realmente estamos ante el mismo tipo de curaciones indubitables reconocidos por Pío XII en la beatificación de Pío X?
Consecuencias probables de esta beatificación.
Una vez más, la verdadera pregunta sobre esta beatificación no es si Juan Pablo II fue un hombre bueno o santo, sino más bien lo que significaría su beatificación para las masas que no distinguen entre beatificación y canonización. Esto significaría que la Iglesia tiene como santo, e incluso lo tiene entre los grandes Pontífices romanos, a un Papa cuyo gobierno de la Iglesia no puede resistir la menor comparación con los ejemplos de sus predecesores santos y beatos. Considérese a continuación al penúltimo de los Romanos Pontífices santos: San Pío V, un modelo de fortaleza en su reforma del clero, de acuerdo con los decretos del Concilio de Trento, por sus medidas severas contra la propagación del error en la Iglesia, y por su defensa de toda la cristiandad contra la amenaza del Islam ¡por quien Juan Pablo II imploró a San Juan Bautista su protección!
Téngase en cuenta también al último Papa elevado a los altares: San Pío X, también recordado por su valiente gobierno de la Iglesia en la represión de la herejía modernista que, precisamente, estalló de nuevo después del Vaticano II, extendiéndose por todo el mundo católico durante el pontificado de Juan Pablo, como Monseñor Pozzo tan cándidamente observó hace tan sólo unos meses (pero sin que pareciera pensar que en ello tuviera responsabilidad el jefe de la Iglesia en esta catástrofe). ¿Podría esta beatificación, por lo tanto, incurrir en el riesgo de reducir la beatificación y canonización, al nivel de una muestra de la estima popular otorgada a una figura muy querida en la Iglesia, una especie de premio de la Academia eclesiástica?
Aquí observamos que, en una de sus muchas innovaciones, Juan Pablo “racionalizó” el proceso para la beatificación y canonización, lo que le permitió llevar a cabo el increíble número de 1.338 beatificaciones y 482 canonizaciones -más que todos sus predecesores juntos-. ¿Es prudente que el mismo Papa que puso en funcionamiento esta “fábrica de santos” (cosa que levantó desprecios en la prensa) pueda ser juzgados de acuerdo con sus relajadas normas? También debemos expresar nuestra profunda preocupación por la explotación previsible de esta beatificación por las fuerzas astutas de la opinión mundial.
Nos damos cuenta de que estamos observando un curioso silencio aunque se podría esperar una oposición clamorosa si esta beatificación realmente representara una ofensa al prevalente espíritu de la época liberal, mientras que la propuesta de beatificación de Pío XII se ha topado con una implacable campaña de publicidad para pararla a toda costa. Al parecer, la opinión pública mundial mira la beatificación de Juan Pablo II con buenos ojos como una medida que serviría para validar las “reformas del Concilio Vaticano II” que el mundo ha aclamado como una tardía acomodación de una Iglesia retrógrada con el “mundo moderno” de “libertad” y “derechos humanos”. Sin embargo, podemos estar seguros, en caso de que la beatificación proceda según lo previsto, que los sectores poderosos de los medios de comunicación no perderán un momento en celebrarla como ejemplo de la hipocresía de la Iglesia, su ineptitud y amiguismo en honrar al Papa que presidió el escándalo de la pedofilia y se negó a juzgar y sancionar al fundador de los Legionarios. Sobre este último tema ya hay una exposición de libros y del cine: “Votos de Silencio: El abuso de poder en el papado de Juan Pablo II”, que documenta cómo Maciel fue protegido por los asesores clave del Papa, entre ellos el Cardenal Sodano, el Secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Martínez, Prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, y el cardenal Dziwisz, actual arzobispo de Cracovia, que fue secretario de Juan Pablo II y confidente más cercano.
Conclusión.
En medio de lo que la Hermana Lucía de Fátima, ha llamado con razón “desorientación diabólica” en la Iglesia estamos especialmente conscientes de que la beatificación no tiene en absoluto el carisma de la infalibilidad. No establece un culto obligatorio sino simplemente permiso para venerar al Beatosi se quiere. En este caso, por lo tanto, nos enfrentamos a la posibilidad real de un grave error en el juicio prudencial provocada por circunstancias contingentes, incluyendo la popularidad y el cariño, que no debería influir en el proceso esencial de la investigación cuidadosa y la deliberación sobre todo en el caso de esta beatificación, con todas sus implicaciones para la Iglesia universal. Una vez más nos preguntamos: ¿Por qué la prisa? ¿Hay tal vez un temor de que a menos que el acto se lleve a cabo de inmediato el veredicto más maduro de la historia podría impedir la beatificación, como seguramente lo hizo en el caso de Pablo VI? Si es así, ¿por qué no dejar que el veredicto se haga en consonancia con la visión de largo plazo que la Iglesia siempre ha considerado en el asunto de las beatificaciones y canonizaciones? Si incluso un gigante como San Pío V no fue canonizado hasta 140 años después de su muerte, no podemos esperar al menos unos cuantos años más a fin de evaluar el legado pontificio más prominente en la decisión de beatificar a Juan Pablo II? ¿La Iglesia no puede esperar hasta los 37 años transcurridos entre la muerte de Pío X y la beatificación de Pío XII en 1951 (seguido por la canonización de 1954)?
¿De hecho, es prudente beatificar ahora -sin una nueva evaluación sobre la base de un milagro único cuya autenticidad está en duda- a un Papa cuyo legado está sin duda marcado por la expansión desenfrenada del mal contra el que San Pío X luchó y derrotó heroicamente en su tiempo? Por todas estas razones, creemos que es justo y apropiado implorar del Santo Padre el aplazamiento de la beatificación de Juan Pablo II hasta un tiempo en que los motivos de este acto solemne se puedan evaluar de manera objetiva y desapasionada a la luz de la historia. El bien de la Iglesia sólo puede ser servido por un retraso prudente, mientras que se puede poner en peligro, por un proceso apresurado, no protegido del error, por el carisma de magisterio infalible de la Iglesia.
Nuestra Señora, Reina de la Sabiduría, Virgo Prudentissima, ¡ruega por nosotros!
Si desea firmar esta declaración, por favor, envíenos un e-mail para que su nombre sea agregado.
Michael J. Matt, editor de The Remnant, y muchas firmas más.
Fuente: The Remnant
Visto en Stat Veritas
Compárese los dos milagros- fue el mismo Juan Pablo, el que redujo la exigencia a uno solamente -que Pío XII consideró suficiente para la beatificación de Pío X. El primero era una monja que tenía cáncer de huesos y fue curada instantáneamente después de que una reliquia de Pío X fuera colocado en el pecho. El segundo implicó a una monja cuyo cáncer desapareció cuando ella tocó una imagen con la reliquia de Pío. Ningún parecido existe entre la supuesta cura en este caso con la supuesta reliquia de Juan Pablo II. No se trata aquí de la autoridad de la enseñanza infalible de la Iglesia, la evaluación de este único milagro es un juicio médico sujeto a la posibilidad de error. Imagínese el daño a la credibilidad de la Iglesia si esta monja con el tiempo sufre un retorno de sus síntomas.
De hecho, en marzo del año pasado el diario Rzeczpospolita, uno de los periódicos más respetados de Polonia, informó que se había producido un retorno de los síntomas y que uno de los dos asesores médicos habían expresado dudas sobre el supuesto milagro. Este informe llevó al ex jefe de la Congregación para las Causas de los Santos, Cardenal José Saraiva Martins, a revelar a la prensa que “Podría ser que uno de los dos consultores médicos tal vez tenía algunas dudas. Y esto, por desgracia, se filtró. “Martins reveló además que” las dudas requieren mayor investigación. En tales casos, dijo, la Congregación pediría que entraran más médicos para ofrecer una opinión”. [Nicole Winfield, de Associated Press, Juan Pablo II “milagro” más controlada, 28 de marzo de 2010] Un médico dudó del milagro, y cuando sus dudas se “filtraron”, de manera inesperada a otros médicos se introdujeron otros médicos y esto hace ¡menos de un año! ¿Realmente estamos ante el mismo tipo de curaciones indubitables reconocidos por Pío XII en la beatificación de Pío X?
Consecuencias probables de esta beatificación.
Una vez más, la verdadera pregunta sobre esta beatificación no es si Juan Pablo II fue un hombre bueno o santo, sino más bien lo que significaría su beatificación para las masas que no distinguen entre beatificación y canonización. Esto significaría que la Iglesia tiene como santo, e incluso lo tiene entre los grandes Pontífices romanos, a un Papa cuyo gobierno de la Iglesia no puede resistir la menor comparación con los ejemplos de sus predecesores santos y beatos. Considérese a continuación al penúltimo de los Romanos Pontífices santos: San Pío V, un modelo de fortaleza en su reforma del clero, de acuerdo con los decretos del Concilio de Trento, por sus medidas severas contra la propagación del error en la Iglesia, y por su defensa de toda la cristiandad contra la amenaza del Islam ¡por quien Juan Pablo II imploró a San Juan Bautista su protección!
Téngase en cuenta también al último Papa elevado a los altares: San Pío X, también recordado por su valiente gobierno de la Iglesia en la represión de la herejía modernista que, precisamente, estalló de nuevo después del Vaticano II, extendiéndose por todo el mundo católico durante el pontificado de Juan Pablo, como Monseñor Pozzo tan cándidamente observó hace tan sólo unos meses (pero sin que pareciera pensar que en ello tuviera responsabilidad el jefe de la Iglesia en esta catástrofe). ¿Podría esta beatificación, por lo tanto, incurrir en el riesgo de reducir la beatificación y canonización, al nivel de una muestra de la estima popular otorgada a una figura muy querida en la Iglesia, una especie de premio de la Academia eclesiástica?
Aquí observamos que, en una de sus muchas innovaciones, Juan Pablo “racionalizó” el proceso para la beatificación y canonización, lo que le permitió llevar a cabo el increíble número de 1.338 beatificaciones y 482 canonizaciones -más que todos sus predecesores juntos-. ¿Es prudente que el mismo Papa que puso en funcionamiento esta “fábrica de santos” (cosa que levantó desprecios en la prensa) pueda ser juzgados de acuerdo con sus relajadas normas? También debemos expresar nuestra profunda preocupación por la explotación previsible de esta beatificación por las fuerzas astutas de la opinión mundial.
Nos damos cuenta de que estamos observando un curioso silencio aunque se podría esperar una oposición clamorosa si esta beatificación realmente representara una ofensa al prevalente espíritu de la época liberal, mientras que la propuesta de beatificación de Pío XII se ha topado con una implacable campaña de publicidad para pararla a toda costa. Al parecer, la opinión pública mundial mira la beatificación de Juan Pablo II con buenos ojos como una medida que serviría para validar las “reformas del Concilio Vaticano II” que el mundo ha aclamado como una tardía acomodación de una Iglesia retrógrada con el “mundo moderno” de “libertad” y “derechos humanos”. Sin embargo, podemos estar seguros, en caso de que la beatificación proceda según lo previsto, que los sectores poderosos de los medios de comunicación no perderán un momento en celebrarla como ejemplo de la hipocresía de la Iglesia, su ineptitud y amiguismo en honrar al Papa que presidió el escándalo de la pedofilia y se negó a juzgar y sancionar al fundador de los Legionarios. Sobre este último tema ya hay una exposición de libros y del cine: “Votos de Silencio: El abuso de poder en el papado de Juan Pablo II”, que documenta cómo Maciel fue protegido por los asesores clave del Papa, entre ellos el Cardenal Sodano, el Secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Martínez, Prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, y el cardenal Dziwisz, actual arzobispo de Cracovia, que fue secretario de Juan Pablo II y confidente más cercano.
Conclusión.
En medio de lo que la Hermana Lucía de Fátima, ha llamado con razón “desorientación diabólica” en la Iglesia estamos especialmente conscientes de que la beatificación no tiene en absoluto el carisma de la infalibilidad. No establece un culto obligatorio sino simplemente permiso para venerar al Beatosi se quiere. En este caso, por lo tanto, nos enfrentamos a la posibilidad real de un grave error en el juicio prudencial provocada por circunstancias contingentes, incluyendo la popularidad y el cariño, que no debería influir en el proceso esencial de la investigación cuidadosa y la deliberación sobre todo en el caso de esta beatificación, con todas sus implicaciones para la Iglesia universal. Una vez más nos preguntamos: ¿Por qué la prisa? ¿Hay tal vez un temor de que a menos que el acto se lleve a cabo de inmediato el veredicto más maduro de la historia podría impedir la beatificación, como seguramente lo hizo en el caso de Pablo VI? Si es así, ¿por qué no dejar que el veredicto se haga en consonancia con la visión de largo plazo que la Iglesia siempre ha considerado en el asunto de las beatificaciones y canonizaciones? Si incluso un gigante como San Pío V no fue canonizado hasta 140 años después de su muerte, no podemos esperar al menos unos cuantos años más a fin de evaluar el legado pontificio más prominente en la decisión de beatificar a Juan Pablo II? ¿La Iglesia no puede esperar hasta los 37 años transcurridos entre la muerte de Pío X y la beatificación de Pío XII en 1951 (seguido por la canonización de 1954)?
¿De hecho, es prudente beatificar ahora -sin una nueva evaluación sobre la base de un milagro único cuya autenticidad está en duda- a un Papa cuyo legado está sin duda marcado por la expansión desenfrenada del mal contra el que San Pío X luchó y derrotó heroicamente en su tiempo? Por todas estas razones, creemos que es justo y apropiado implorar del Santo Padre el aplazamiento de la beatificación de Juan Pablo II hasta un tiempo en que los motivos de este acto solemne se puedan evaluar de manera objetiva y desapasionada a la luz de la historia. El bien de la Iglesia sólo puede ser servido por un retraso prudente, mientras que se puede poner en peligro, por un proceso apresurado, no protegido del error, por el carisma de magisterio infalible de la Iglesia.
Nuestra Señora, Reina de la Sabiduría, Virgo Prudentissima, ¡ruega por nosotros!
Si desea firmar esta declaración, por favor, envíenos un e-mail para que su nombre sea agregado.
Michael J. Matt, editor de The Remnant, y muchas firmas más.
Fuente: The Remnant
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