El Papa Benedicto XVI instó hoy a los católicos a evitar reducir la caridad a un mero “gesto filantrópico”, porque la ayuda a los más débiles, incluso en grandes instituciones, debe expresar el amor de Dios.
El pontífice hizo este llamado durante un mensaje pronunciado ante cientos de personas en el centro Don Orione, al norte de Roma, donde bendijo la imagen gigante de una virgen que fue puesta sobre el monte Mario, luego de su caída hace unos meses a causa de una tormenta.
La caridad es la “mejor apología” de la fe católica porque “arrastra y mueve”, conduce a la espiritualidad y a la esperanza, consideró el Papa tras subrayar que para llevarla a cabo es necesario tener “una vida espiritual auténtica y santa”.
“Las obras de caridad, sean como actos personales o sean como servicios a las personas débiles ofrecidos en grandes instituciones, no pueden reducirse a gesto filantrópico, deben siempre permanecer como expresiones tangibles del amor providente de Dios”, reiteró.
“Sólo así es posible pasar de las obras de la caridad a la caridad de las obras, porque también las obras sin caridad de Dios que las valores ante él nada valen”, sosotuvo.
Tras bendecir la imagen dorada de la “virgencita”, como la llaman coloquialmente los romanos, Benedicto XVI se dirigió al monasterio dominicano de Santa María del Rosario, donde presidió las oraciones de la “ora media”, junto a un grupo de monjas de clausura.
A ellas les pidió rezar de manera cotidiana, ofreciendo sus sacrificios, por la “purificación” de la Iglesia Católica, para que la institución experimente, cada día, las “gracias de santificación”.
El pontífice hizo este llamado durante un mensaje pronunciado ante cientos de personas en el centro Don Orione, al norte de Roma, donde bendijo la imagen gigante de una virgen que fue puesta sobre el monte Mario, luego de su caída hace unos meses a causa de una tormenta.
La caridad es la “mejor apología” de la fe católica porque “arrastra y mueve”, conduce a la espiritualidad y a la esperanza, consideró el Papa tras subrayar que para llevarla a cabo es necesario tener “una vida espiritual auténtica y santa”.
“Las obras de caridad, sean como actos personales o sean como servicios a las personas débiles ofrecidos en grandes instituciones, no pueden reducirse a gesto filantrópico, deben siempre permanecer como expresiones tangibles del amor providente de Dios”, reiteró.
“Sólo así es posible pasar de las obras de la caridad a la caridad de las obras, porque también las obras sin caridad de Dios que las valores ante él nada valen”, sosotuvo.
Tras bendecir la imagen dorada de la “virgencita”, como la llaman coloquialmente los romanos, Benedicto XVI se dirigió al monasterio dominicano de Santa María del Rosario, donde presidió las oraciones de la “ora media”, junto a un grupo de monjas de clausura.
A ellas les pidió rezar de manera cotidiana, ofreciendo sus sacrificios, por la “purificación” de la Iglesia Católica, para que la institución experimente, cada día, las “gracias de santificación”.
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