sábado, 25 de septiembre de 2010

Cardenal Sandoval Iñiguez compara al GDF con una dictadura

Leyes contra el sentido común y la opinión mayoritaria

Estimados lectores:

Quiero hacer algunas reflexiones sobre las leyes que se han aprobado en el Distrito Federal y por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN); reflexiones tranquilas y serenas que hagan luz, sobre todo en la gente de buena voluntad.
Se aprobó el aborto hasta las 12 semanas; la píldora del día después, diciendo que no era abortiva; los matrimonios de personas del mismo sexo; la adopción de niños por parte de estas parejas, y cosas parecidas.
Es una serie de leyes inmorales, muy perjudiciales para el país, que si se ponen en práctica, dañarán sobremanera la vida de esta Nación y la institución del matrimonio.
Lo primero que debo decir es que estas leyes son contrarias al orden natural, a la Ley Natural, que todos llevamos impresa en el corazón, y que está inscrita en la Naturaleza. Ésta nos enseña que los seres vivos corporales son sexuados; las plantas, los animales y el hombre son sexuados: sexo masculino y femenino, sexos que son complementarios y, además, que aportan vida, que son fecundos. Esto es lo primero: se daña el orden natural. Es claro que en un espíritu positivo de legislación no se atiende a lo natural, sino a lo que la mayoría diga.
En segundo lugar, se daña o se contradice a la Sagrada Escritura, a la fe cristiana compartida por la mayoría del pueblo de México. Por lo tanto, da como resultado (y esto es lo tercero), que esas leyes van en contra de la opinión de la mayoría; incluso, hubo encuestas referentes, por ejemplo, a la adopción de niños por parejas de homosexuales, y la mayoría de las personas dijo estar en desacuerdo.
Por lo tanto, esas leyes son dictatoriales, son contrarias a la democracia, denigran la representatividad de los gobernantes y de los legisladores, quienes no tienen poder absoluto, sino el que les da el pueblo al que representan, y no pueden legislar ni en contra de la Ley Natural ni en contra de la voluntad del pueblo, que desaprueba esas cosas. Hay encuestas que son conocidas públicamente, y ponen de manifiesto una dictadura de ese tamaño.
Lo que se hace por las personas particulares les daña a ellas o a un círculo pequeño; pero lo que se hace por los gobernantes, entre más representación tengan, más daña; el círculo de perjuicio es más grande.
El Distrito Federal tiene muchos millones de habitantes que han sido dañados con esas leyes. De hecho, están funcionando las clínicas para los abortos. Se presumen alrededor de 40 mil abortos que se han realizado, y la Suprema Corte legisla para toda la Nación, ¿Cómo es posible que unos cuantos individuos legislen para 110 millones de mexicanos sin tomarlos en cuenta, sin requerir la opinión de la mayoría de los mexicanos?
Vamos a pedir a Dios por el Magistrado que murió, víctima de un infarto, en Londres, vacacionando con su familia. Ojalá que haya pasado a mejor vida. Eso sí, pasó a las manos de Dios para ser juzgado.
Quisiéramos que las leyes injustas se revirtieran; que pudiéramos reflexionar y echar marcha atrás en esas normas, como digo, dictatoriales, y que un pueblo que quiere la democracia no debe permitir.

Que Dios los bendiga.

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