La Iglesia católica inauguró este miércoles en Cuba su primer seminario en medio siglo de gobierno comunista, en un acto al que asistió el presidente Raúl Castro, símbolo de un acercamiento sin precedentes que desembocó en un proceso de liberación de presos políticos.
Vestido de guayabera blanca, el general Raúl Castro y otros altos funcionarios de gobierno asistieron a la ceremonia presidida por el cardenal cubano Jaime Ortega, en uno de los recintos del Seminario San Carlos y San Ambrosio, 17 km al sureste de La Habana.
"Agradezco en nombre de la Iglesia, tanto al antiguo presidente (Fidel Castro) como al actual presidente Raúl Castro, que nos honra con su presencia, que esta obra haya contado hasta su conclusión con el apoyo estatal para poder realizarla convenientemente", dijo Ortega en su mensaje en el acto.
El complejo, para cuya edificación el gobierno dio facilidades de importación y pago de materiales a precio de costo, abre sus puertas en un clima marcado por el diálogo instalado en mayo entre Raúl Castro y Ortega, fruto del cual fue liberado desde julio medio centenar de presos políticos que partieron al exilio en España.
En un mensaje dirigido a Ortega y leído en la ceremonia, el Papa Benedicto XVI saludó la apertura del seminario como "signo y aliciente" a la formación de sacerdotes en Cuba, y agradeció a los que "generosamente" contribuyeron en su construcción.
Con capacidad para albergar a un centenar de seminaristas, el complejo comenzó a edificarse en 2006 en una finca de 22 hectáreas, con donaciones de iglesias de varios países, incluido Estados Unidos, cuya Conferencia Episcopal estuvo en el acto representada por Thomas Wenski, arzobispo de Miami, ciudad bastión del exilio anticastrista.
"Que los sacerdotes que aquí se formen alienten los pequeños y grandes esfuerzos por sacar adelante esta nación (...) y construyan una Iglesia y una patria embellecida por la virtud", expresó Juan de Dios Hernández, obispo auxiliar de La Habana en la oración inicial de la ceremonia.
La primera piedra fue bendecida por el Papa Juan Pablo II en 1998 durante un histórico viaje a Cuba, cuando Fidel Castro, actualmente retirado del gobierno tras haber enfermado en 2006, "prometió apoyo para que este proyecto pudiera realizarse", recordó Ortega.
"Esta promesa se ha cumplido fielmente", subrayó el cardenal.
La visita papal abrió el camino al diálogo tras la larga etapa de tensiones que se inició con el triunfo de la revolución en 1959, y que en su peor momento la Iglesia demonizó el comunismo y el gobierno expulsó a más de un centenar de sacerdotes, nacionalizó colegios y otras propiedades del clero.
Cincuenta años más tarde, la Iglesia devino interlocutora del gobierno, alzando la voz para reclamar "cambios" en la isla y mediando entre las autoridades y la oposición.
"La Iglesia quiere que haya más espacio. Su presencia en este esfuerzo no va a cerrar la posibilidad para que más tarde participen otros grupos de la sociedad civil (disidencia)", dijo Wenski a un diario de Miami antes de viajar a Cuba.
A la inauguración asistieron unos 300 invitados, entre ellos obispos de Estados Unidos, México, Puerto Rico, Italia, Nassau, representantes del Vaticano y de la norteamericana Orden Caballeros de Colón, encabezada por el Caballero Supremo, Carl Anderson.
Cincuenta años más tarde, la Iglesia devino interlocutora del gobierno, alzando la voz para reclamar "cambios" en la isla y mediando entre las autoridades y la oposición.
"La Iglesia quiere que haya más espacio. Su presencia en este esfuerzo no va a cerrar la posibilidad para que más tarde participen otros grupos de la sociedad civil (disidencia)", dijo Wenski a un diario de Miami antes de viajar a Cuba.
A la inauguración asistieron unos 300 invitados, entre ellos obispos de Estados Unidos, México, Puerto Rico, Italia, Nassau, representantes del Vaticano y de la norteamericana Orden Caballeros de Colón, encabezada por el Caballero Supremo, Carl Anderson.
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