viernes, 10 de diciembre de 2010

JUAN XXIII, ANTIPAPA


Muerto Alejandro V, el papa del conciliábulo de Pisa (v.), fue llamado a recoger su herencia el que había sido su confidente y sostén, Baltasar Cossa (17 mayo 1410), el cual fue coronado con el nombre de J. XXIII.


Es difícil formarse una idea exacta sobre su personalidad. Ciertamente no fue el monstruo de corrupción descrito por 'sus enemigos. Poseía una gran capacidad, tal vez mayor para la guerra o la política que para la dirección de las almas. Leonardo de Arezzo lo define, no sin exageración, «grande en las cosas temporales, completamente nulo en las espirituales» (Rerum italicarum scriptores, XIX ed. L. A. Muratori, Milán 1740, 927).


Nacido en Ischia (Nápoles)  1369, se dedicó en su juventud a la piratería, según Dietrich von Niem; pero otros cronistas igualmente contemporáneos lo presentan estudiando en Bolonia, donde se doctoró en Derecho. Fue familiar del cardenal Pedro Tomacelli. Cuando éste subió al trono pontificio con el nombre de Bonifacio IX (1389), Cossa llegó a ser cubiculario suyo, arcediano de Bolonia, cardenal diácono de S. Eustaquio y legado en Bolonia (1402). En este difícil cargo desplegó una rara habilidad política, militar y administrativa, recuperando gran parte de los Estados pontificios.


Abandonó a Gregorio XII en 1408, arrastrando en su defección a otros muchos cardenales, prelados y personas privadas. Trabajó con tesón para que se celebrase el conciliábulo de Pisa (v.) y fue el gran elector en el cónclave que siguió a la deposición de los dos papas rivales. Durante el corto pontificado de Alejandro V, gobernó sin reinar. Pero a partir de su exaltación al trono pontificio la fortuna le volvió las espaldas. Despachó varias embajadas con el fin de quitar adictos a sus rivales. Envió a España a Landolfo de Bari para ganarse la adhesión de los reyes de Aragón, Navarra y Castilla y entender en la conversión de los moros granadinos, pero fracasó completamente. 


Se le dirigieron propuestas de cesión, pero las desechó so pretexto de que su obediencia era mucho más numerosa y sus pretensiones estaban mejor fundadas que las de sus rivales. Revocó los exorbitantes privilegios concedidos por su antecesor, franciscano, a las órdenes mendicantes, que habían provocado una fuerte reacción en el clero secular. Convocó un concilio en Roma para el 1 abr. 1412, de acuerdo con las prescripciones del de Pisa, y creó 15 cardenales, en su mayoría personas eminentes, como D'Ailly, Zabarella y Filastre (6 jun. 1411); dos años después dio el capelo cardenalicio a Simón de Gramaud, arzobispo de Reims. 


El Concilio de Roma no se abrió hasta el 10 feb. 1413. El cardenal Pedro d'Ailly presentó un proyecto de reforma del calendario juliano, pero su estudio se aplazó hasta la terminación del Cisma (v. CISMA III). Contra Huss (v.) y sus amigos el concilio prohibió leer en las escuelas y comentar en el púlpito los libros de Wiclef (v.), que debían ser arrojados a las llamas. Se eludió la cuestión de la reforma. A causa de la escasa concurrencia, el concilio fue suspendido para otro tiempo y lugar. El emperador Segismundo, rey de romanos, exigió que el concilio se celebrase en territorio alemán, en Constanza, y por medio de un edicto fijó su apertura para el 1 nov. 1414.


El Papa pisano no tuvo más remedio que ceder y despachar sus bulas de convocación. El 28 oct. 1414 hizo su entrada en Constanza y trató de dirigir el concilio; pero, cuando vio su causa perdida, se fugó clandestinamente el 20 de marzo de1415. La noticia de la evasión produjo pánico entre los padres. Segismundo evitó una desbandada general y logró capturar a J. XXIII, que se escapaba hacia Aviñón. Tras un corto proceso, fue depuesto el 29 de mayo de 1415. Estuvo prisionero cuatro años en Alemania. 


Liberado mediante un fuerte rescate, se postró a los pies de Martín V (v.) en Florencia, quien lo creó cardenal, pero poco después m. en la misma ciudad (22 dic. 1419). Cosme de Médicis le erigió un suntuoso mausoleo en el baptisterio de S. María de las Flores, obra de Michelozzo y Donatello.

V. t.: CONSTANZA, CONCILIO DE.


BIBL.: Acta concilii Constantiensis, ed. H. FINKE, Munster 1896-1928; G. MOLLAT, lean XXIII, en DTC VIII,641-644; O. BuoNOCORE, Un papa ¡solano, Giovanni XXIII, Porto d'Ischia 1931; CH. J. HEFELE-H. LECLERCQ, Histoire des conciles, VII, París 1916, 76-251.


Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991

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