Ante varios miles de personas en la Plaza de San Pedro elevó al "honor de los altares" a los beatos Mary MacKillop, la primera santa de Australia y André Bessette, el primer canadiense, además de dos religiosas italianas, una española y un sacerdote polaco.
Durante la homilía de la misa, en el idioma propio de cada uno de los nuevos santos, recordó parte de sus biografías y saludó a sus seguidores que llegaron hasta El Vaticano para asistir a la celebración.
El pontífice evocó a MacKillop quien, dijo, se dedicó a la educación de los pobres en la Australia rural y fundó de las Hermanas de San José del Sagrado Corazón. Afirmó que sor Mary "enfrentó dificultades" aunque no citó abiertamente la excomunión temporánea (después rehabilitada) que sufrió por manos el obispo de Adelaida por haber denunciado a un cura pedófilo.
En francés habló de André Bessette, primer santo canadiense, nacido en Quebec, hermano de la Congregación de la Santa Cruz y portero del colegio Notre Dame de Montreal. Hizo lo propio con Stanislaw Kazimierczyk Soltys, religioso polaco que vivió en el siglo XV en Cracovia, trabajando como sacerdote y educador así como con la española Cándida Maria de Jesus Cipitria y Barriola, fundadora de los Hijos de Jesús. En italiano se refirió a Giulia Salzano, vivida en la mitad del siglo XIX, fundadora de la Congregación de las Hermanas Catequistas del Sagrado Corazón de Jesús y a Battista Camilla de Varano, noble de su época y monja clarisa del siglo XV.
También en el sermón el líder católico subrayó la necesidad de rezar siempre, sin cansarse y sin caer en el desánimo pese a las tentaciones. "A veces nos cansamos de orar, tenemos la impresión que el rezo no es tan útil para la vida, que sea poco eficaz. Por ello estamos tentados a dedicarnos a la actividad, de emplear todos los medios para alcanzar nuestros objetivos y no recurrimos a Dios", dijo.
El pontífice evocó a MacKillop quien, dijo, se dedicó a la educación de los pobres en la Australia rural y fundó de las Hermanas de San José del Sagrado Corazón. Afirmó que sor Mary "enfrentó dificultades" aunque no citó abiertamente la excomunión temporánea (después rehabilitada) que sufrió por manos el obispo de Adelaida por haber denunciado a un cura pedófilo.
En francés habló de André Bessette, primer santo canadiense, nacido en Quebec, hermano de la Congregación de la Santa Cruz y portero del colegio Notre Dame de Montreal. Hizo lo propio con Stanislaw Kazimierczyk Soltys, religioso polaco que vivió en el siglo XV en Cracovia, trabajando como sacerdote y educador así como con la española Cándida Maria de Jesus Cipitria y Barriola, fundadora de los Hijos de Jesús. En italiano se refirió a Giulia Salzano, vivida en la mitad del siglo XIX, fundadora de la Congregación de las Hermanas Catequistas del Sagrado Corazón de Jesús y a Battista Camilla de Varano, noble de su época y monja clarisa del siglo XV.
También en el sermón el líder católico subrayó la necesidad de rezar siempre, sin cansarse y sin caer en el desánimo pese a las tentaciones. "A veces nos cansamos de orar, tenemos la impresión que el rezo no es tan útil para la vida, que sea poco eficaz. Por ello estamos tentados a dedicarnos a la actividad, de emplear todos los medios para alcanzar nuestros objetivos y no recurrimos a Dios", dijo.
"Es claro" agregó- "que la oración debe ser expresión de fe, de otra manera no es una verdadera oración. Si uno no cree en la bondad de Dios, no puede rezar en modo verdaderamente adecuado. La fe es esencial como base de la actitud de oración".
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