El número de muertos por las lluvias que castigan desde el lunes la ciudad de Río de Janeiro, así como poblaciones vecinas, aumentó ayer a 133, mientras los rescatistas enfrentan dificultades para salvar a decenas de personas sepultadas por aludes de lodo y derrumbes de casas, informaron las autoridades locales. La situación más grave es la que vive el municipio de Niterói, a 13 kilómetros de Río, donde se han confirmado 67 muertos.
En Río, la sede de los Juegos Olímpicos de 2016, las lluvias dejaron por lo menos 46 muertos, una cifra que temen aumente, ya que socorristas del cuerpo de bomberos todavía buscan desaparecidos en el alud que soterró a más de una decena de viviendas en la favela Morro dos Prazeres.
Tras reunirse con el ministro de Integración Nacional, Joao Santana, el gobernador del estado de Río de Janeiro, Sergio Cabral, anunció que necesitará 370 millones de reales (unos 208 millones de dólares) para obras de recuperación y de prevención de desastres futuros.
El plan de Cabral incluye ofrecer más de 4 mil nuevas casas a las personas que viven en favelas y otras áreas sujetas a derrumbes e inundaciones, que forman la aplastadora mayoría de las víctimas de la catástrofe.
El ministro Santana, sin embargo, no informó si el pedido del gobernador será atendido: “No seremos tan irresponsables como para hablar sobre cifras ahora, pero presentaremos las solicitudes de Río al presidente (Luiz Inácio) Lula (da Silva) y probablemente, hasta mañana (hoy jueves), ya tendremos noticias”.
“Seguramente, ante la sensibilidad del presidente Lula y de su amor por este país, tendremos éxito”, agregó.
Cabral también se reunió con el ministro brasileño de Salud, José Gomes Temporao, para definir acciones preventivas para evitar brotes de enfermedades como hepatitis, leptospirosis y dengue a raíz de la tormenta.
El alcalde Eduardo Paes, quien estima que 10 mil viviendas de Río están ubicadas en áreas amenazadas por derrumbes, ordenó ayer la retirada de los habitantes de 180 inmuebles bajo riesgo inminente y lanzó una campaña de recaudación de medicamentos, vestimentas y alimentos para las víctimas de la lluvia.
Las precipitaciones, que alcanzaron a 288 milímetros en 24 horas —dos veces y media el total esperado para todo abril— han sido las peores que ha enfrentado Río desde la tragedia de la tormenta de 1966, que dejó más de 300 muertos.
Al igual que hace 44 años, la gran mayoría de las muertes ocurrió en las favelas y otras comunidades pobres de la ciudad, capital del estado del mismo nombre, donde se registraron derrumbes de tierra que soterraron chozas.
Ayer, las lluvias amainaron y el sol llegó a brillar por algunos momentos, lo que atenuó el caos vivido en Río este martes.
El alcalde, quien el martes había pedido a los cariocas que permanecieran en sus casas, afirmó ayer que la situación permitía ya el tránsito de personas y vehículos en gran parte de la ciudad.
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