viernes, 31 de diciembre de 2010

LAS FLORES DEL MAL

Charles Baudelaire, Sarah Brihtgman y la Catedral de San Esteban en Viena.


Rock Gótico y el Demonio. 


La canción al parecer está llena de metáforas y figuras poéticas, en la traducción tal vez se pierde el sentido exacto de algunas de ellas pero en resumen, hay una ambivalencia afectiva del amor al odio de la ternura a la violencia. Concierto en la Catedral de Viena en el año de 2008. Todo lleno de simbolismos.
Esta obra musical es una adaptación que se hizo de los poemas de Charles Pierre Baudelaire (9 de abril de 1821 - † 31 de agosto de 1867) poeta, crítico de arte y traductor francés. Autor de las "Flores del Mal".









Las Flores del Mal. (Extracto)
Charles Baudelaire.

I

LA DESTRUCCION

El demonio se agita a mi lado sin cesar;
flota a mi alrededor cual aire impalpable;
lo respiro, siento como quema mi pulmón
y lo llena de un deseo eterno y culpable.

A veces toma, conocedor de mi amor al arte,
la forma de la más seductora mujer,
y bajo especiales pretextos hipócritas
acostumbra mi gusto a nefandos placeres.

Así me conduce, lejos de la mirada de Dios,
jadeante y destrozado de fatiga, al centro
de las llanuras del hastío, profundas y desiertas,

y lanza a mis ojos, llenos de confusión,
sucias vestiduras, heridas abiertas,
¡y el aderezo sangriento de la destrucción!






Charles Baudelaire
Poeta y crítico francés, principal representante de la escuela simbolista. Nació en París el 9 de abril de 1821 y estudió en el Collège Louis-le-Grand. Su infancia y su adolescencia fueron infelices, pues su padre murió cuando tenía sólo seis años. Su madre volvió a casarse y Charles, que odiaba a su padrastro, nunca se lo perdonó. Decididos a poner freno a su carrera literaria, y con la intención de que abandonara sus propósitos, sus padres lo enviaron a la India en 1841. Pero abandonó el barco y regresó a París en 1842, más dispuesto que nunca a dedicarse a la literatura. Con la intención de solucionar sus problemas económicos, empezó a escribir críticas en la prensa nacional. Sus primeras publicaciones importantes fueron dos cuadernillos de crítica de arte, Los salones (1845-1846), en los que analizaba con agudeza las pinturas y los dibujos de artistas contemporáneos franceses como Honoré Daumier, Edouard Manet y Eugène Delacroix. Su primer éxito literario llegó en 1848, cuando aparecieron sus traducciones del escritor estadounidense Edgar Allan Poe. Animado por los resultados, e inspirado por el entusiasmo que en él suscitó la obra de Poe, a quien le unía una fuerte afinidad, Baudelaire continuó traduciendo los relatos de Poe hasta 1857. En 1842 alcanzó la mayoría de edad y heredó la fortuna de su padre, lo que le permitió irse de casa y disfrutar de una vida de lujo. Las grandes sumas de dinero que gastó en su apartamento del Hôtel Lauzun y su estilo de vida decadente le dieron fama de excéntrico, e inmoral y le hicieron endeudarse para el resto de su vida. Durante este periodo de libertad y ocio, Baudelaire fue, sin embargo, enormemente creativo y escribió muchos de sus mejores poemas. La principal obra de Baudeleaire, una recopilación de poemas que lleva por título Las flores del mal, vio la luz en 1857. Inmediatamente después de su publicación, el gobierno francés acusó a Baudelaire de atentar contra la moral pública. A pesar de que la élite literaria francesa salió en defensa del poeta, Baudelaire fue multado y seis de los poemas contenidos en este libro desaparecieron en las ediciones posteriores. La censura no se levantó hasta 1949. Su siguiente obra, Los paraísos artificiales (1860), es un estudio autoanalítico basado en sus propias experiencias e inspirado en las Confesiones de un comedor de opio inglés, del escritor británico Thomas De Quincey. A partir de 1864 y hasta 1866, Baudelaire vivió en Bélgica. En 1867, aquejado de parálisis, regresó a París, donde tras una larga agonía murió el 31 de agosto.  Considerado hoy como uno de los mayores poetas de la literatura francesa, Baudelaire poseía un sentido clásico de la forma, una extraordinaria habilidad para encontrar la palabra perfecta y un gran talento musical; escribió algunos de los poemas más bellos e incisivos de la literatura francesa. Su originalidad, que causaba tanto asombro como malestar, le hace merecedor de un lugar al margen de las escuelas literarias dominantes en su época. Su poesía es para algunos la síntesis definitiva del romanticismo, para otros la precursora del simbolismo y para otros, finalmente, la primera expresión de las técnicas modernas. Baudelaire fue un hombre dividido, atraído con idéntica fuerza por lo divino y lo diabólico. Sus poemas hablan del eterno conflicto entre lo ideal y lo sensual, entre el spleen y el ideal. En ellos se describen todas las experiencias humanas, desde las más sublimes hasta las más sórdidas. Entre sus obras destacan, además de las ya citadas Pequeños poemas en prosa, sus diarios íntimos Cohetes, y Mi corazón al desnudo. Todas ellas se publicaron tras la muerte del autor, en 1867.



LA CATEDRAL DE SAN ESTEBAN EN VIENA

Situada en el centro de Viena, la catedral de San Esteban constituye el alma de la ciudad; no es una mera coincidencia que las urnas donde se guardan los restos mortales de muchos de los miembros de los Habsburgo descansen en el altar mayor, justo bajo la cúpula. Todo lo que queda del templo románico del siglo XIII se reduce a la fachada principal; pues la nave central, el coro y las capillas laterales son de estilo gótico y proceden de la reconstrucción de los siglos XIV y XV.

Las torres de esta catedral son todo un paseo por los distintos períodos de la historia arquitectónica europea; Las Torres de los Paganos son de origen románico, La Torre Septentrional nunca terminada de construir con su estilo gótico y La Steffl la torre aguja gótica de 137 m es todo un emblema de la ciudad. La Steffl tiene unas escaleras de caracol que permiten el ascenso a un mirador desde donde hay unas vistas estupendas de Viena. El tejado de la catedral es también todo un símbolo de la ciudad, con sus más de 250.000 azulejos formando el escudo de Austria y un curioso decorado. Las puertas también son una curiosidad la principal se llama Puerta de los Gigantes y la Lateral Puerta de los Cantores.

Bajo las bóvedas de Stephansdom se guardan innumerables obras de arte de todos los siglos. Hay que destacar la notable escultura gótica, como el púlpito, de exquisita factura, muchas de las figuras que decoran los bancos y los doseles y baldaquinos de diversos altares laterales. A la izquierda del altar mayor se halla el retablo del altar Wiener Neustädter, de principios del siglo XV, con 72 imágenes policromas de santos componen armoniosos grupos escultóricos. El sepulcro de Federico III es la obra renacentista más espectacular, mientras que el altar Mayor añade la nota barroca.

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