"Los jefes del narcotráfico mantienen una falsa adhesión a la fe católica, cuando destruyen al contrario sin mirar el prejuicio que ocasionan a la célula familiar y al componente social. En específico, los sicarios manifiestan un vínculo devocional con santos católicos y cultos como prácticas ritualistas del ocultismo, al profesar la devoción a la “santa” muerte, al “santo” Jesús Malverde, hasta culminar en la magia, santería, brujería y satanismo". Carlos Montiel Autor de: La fe de los sicarios
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“Cuando la cosa se pone fea no queda más que creer y rezar”, afirma doña Juanita, mientras enciende una pequeña veladora de papel y la coloca en el altar dedicado a la Santa Muerte. “Mi niña me protege, pues después de Dios no hay nadie más chingón que ella”, explica la mujer oriunda de Guanajuato.
El culto que profesa doña Juanita es uno de los de mayor expansión en México: 5 millones de personas, según datos de la agrupación religiosa. Sin embargo, el creciente número de seguidores no ha logrado que la "Niña Blanca" llegue a ser reconocida por la Iglesia Católica o que tenga el registro de la Secretaría de Gobernación.
Contrario a eso, los seguidores de la Santa Muerte protestaron por la demolición de sus templos en Nuevo Laredo, Tamaulipas, y en Tijuana, Baja California. Autoridades locales argumentaron que fue parte del combate al narcotráfico. Para David Romo (hoy preso), arzobispo de la Iglesia Santa Católica Apostólica Tradicional Mex-EU, se trató de “un abierto acto de intolerancia religiosa (...) también es un acto de prepotencia”.
Hugo Valdemar Romero, portavoz de la Arquidiócesis de México, aclaró que la Iglesia Católica no tuvo nada que ver con las demoliciones, y agregó que “no es ningún secreto que esa devoción (la Santa Muerte) es identificada con el narcotráfico y la delincuencia organizada... esta denominación no sólo es supersticiosa sino diabólica”.
La polémica sobre la “santidad” no se limita sólo a la Flaca; incluye también a figuras como Jesús Malverde, conocido como el santo de los narcotraficantes —de quien también se destruyeron templos en el norte del país—, a San Benito Juárez, San Pancho Villa y al Niño Fidencio. Más allá de las polémicas, ¿qué necesidades cubren estos llamados santos laicos?
La Santa Muerte
“La muerte es justa y pareja para todos pues todos vamos a morir”, dicen los seguidores de la Niña Blanca, cuya primera aparición ocurrió en 1960 en Catemaco, Veracruz, cuando un hombre vio su imagen dibujada en las láminas de su choza y pidió que el sacerdote del lugar comprobara el hecho; sin embargo, esto no sucedió.
El origen de la visión sagrada de la muerte remite, según antropólogos, a la época prehispánica, siendo la Flaca el resultado de un sincretismo que mezcla diversos elementos del México antiguo y el actual.
La fe en la muerte como una entidad “santa” se acentuó de manera importante en Hidalgo en 1965. A partir de esa fecha, los seguidores de esta figura cadavérica se agruparon en los estados de Guerrero, Veracruz, Tamaulipas, Campeche, Morelos, Nuevo León, Chihuahua, el DF, además de Los Ángeles, California, Estados Unidos, en donde también se reparten 15 mil templos y capillas.
Homero Aridjis comentó, a propósito de su libro La Santa Muerte: “Su propagación ahora se debe, tal vez, a la emergencia de los movimientos católicos mexicanistas, las modas esotéricas del new age, la música metálica, la confusión de valores, la violencia urbana, los temores apocalípticos, la desintegración familiar y el gobierno informal del crimen organizado”.
“Con orígenes similares, es el otro lado de la medalla, el lado siniestro de la Virgen de Guadalupe”, consideró Aridjis. Tal vez en esto coincidan quienes creen que la Niña da cobijo sólo a los ladrones, drogadictos, reclusos, narcos y prostitutas. O los que ven en la Iglesia Santa Católica Apostólica Tradicional Mex-EU un negocio turbio.
Sin embargo, es oportuno decir que a la Santa también le rezan personas que "no le hacen mal a nadie": amas de casa, estudiantes, enfermos, quienes ven en ella “la única posibilidad de remediar sus problemas” y para las que las similitudes con la misa católica no saltan de lo normal.
Octavio Paz, en El laberinto de la soledad, dice que “la muerte nos seduce y nos venga de la vida”. La Santa llega a hechizar a sus creyentes con su guadaña, su balanza, su reloj de arena, sus vestidos “que la hacen más bonita”, afirma doña Juanita, quien como otros creyentes acude el primer día de cada mes al rosario en su honor para agradecer los “favorcitos”.
“La muerte mexicana es el espejo de la vida de los mexicanos”, asegura Paz en su ensayo Todos santos, día de muertos... si esto es cierto ¿qué nos dice el espejo de la Niña Blanca?
Bajo su manto lúgubre podemos encontrar personas acostumbradas, por la razón que guste el lector, a la delincuencia, a la violencia, a la impunidad, a la necesidad; también a la exclusión. Un ambiente sórdido que opaca a quienes acuden sólo por “no perder la fe”. “Un extraño rincón para los excluidos”, según doña Juanita.
Jesús Malverde
Cuentan que existió un bandolero que operaba en Los Altos de Culiacán, Sinaloa. Robaba a hacendados y familias adineradas de la región y repartía el botín entre los pobres. Dicen que la muerte de sus padres —por hambre y abusos de los terratenientes— fue su motivo. Su nombre cobró fama; entonces, Jesús Malverde empezó a ser buscado por el gobierno del compadre de Porfirio Díaz, Francisco Cañedo, y finalmente sería aprehendido y muerto el 3 de mayo de 1909. Así nació el mito de Malverde.
Años después, en 1970, Raymundo Escalante, hijo del capo Julio Escalante, pidió a Malverde su ayuda pues su padre lo había mandado matar, así nació “el Santo de los narcos”. Un “santo” que empezó a ser solicitado por personajes controversiales como Rafael Caro Quintero y Amado Carrillo Fuentes, quienes acudían a las capillas en honor del Robin Hood de Sinaloa.
Ya en los 80 el auge de la fe en este personaje se expandió pese a las críticas de la Iglesia católica, que cuestionaba la existencia y milagros de el bandido generoso. A esto se sumó lo dicho por los encargados de la capilla de Malverde en Sinaloa; Jesús Manuel González afirmó que su vinculación con el narcotráfico es una “deformación del culto”.
Por otra parte, el investigador Luis A. Astorga explicó: “Malverde es parte de las mitologías populares. Lo que se genera ahí es una creencia de tipo popular en una persona que se enfrentaba a la autoridad política antes de que surgiera el tráfico de drogas, por el origen social de los propios traficantes y las creencias de gente con ese origen social”.
“Son los medios los que generan la percepción de que Malverde es el santo de los traficantes”, agregó Astorga. Sea del modo que sea Jesús Malverde es el espejo del bandido generoso, aquel que escucha a los necesitados y los "ayuda" aunque para hacerlo tenga que "incurrir en delitos".
Es venerado por inmigrantes, personas pobres y narcotraficantes que lo celebran cada día 3, siendo el 3 de mayo fecha de la fiesta mayor en la que cada creyente ofrenda dólares, pesos, botellas de tequila, ropa, veladoras y canciones: “Dejo mi suerte en tus manos, tu milagro es generoso, yo volveré hasta el otro año por no ser tan encajoso, gracias por lo que me has dado y por ser tan milagroso”.
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ESTIMADOS AMIGOS:
ResponderEliminarSolicito mi conversion esotérica de la Santa Muerte Blanca NarcoZeta porque tengo el avatar de la Santa Muerte Blanca NarcoZeta.
Atentamente:
Jorge Vinicio Santos Gonzalez,
Cristiano Catolico.