Para conquistar al mundo cristiano, el imperialismo judaico consideró indispensable dominar a su principal baluarte, la Iglesia de Cristo, empleando para ello diversas tácticas que variaron desde los ataques frontales hasta las infiltraciones. El arma favorita de la quinta columna consistió en introducir en las filas del clero a jóvenes cristianos descendientes de judíos que practicaban en secreto el judaísmo, para que una vez ordenados sacerdotes trataran de ir escalando las jerarquías de la Santa Iglesia –ya fuera en el clero secular o en las órdenes religiosas- con el fin de usar luego las posiciones adquiridas dentro de la clerecía en perjuicio de la Iglesia y en beneficio del judaísmo y de sus planes de conquista, así como de sus movimientos heréticos o revolucionarios. En tan delicadas tareas de infiltración, el judaísmo subterráneo emplea jovencitos dotados no sólo de gran religiosidad. Sino de una gran mística y fanatismo de la religión judía y deben estar resueltos a dar su vida por la causa del Dios de Israel y del pueblo escogido.
En el judaísmo abunda esta clase de místicos; y a ellos se deben principalmente los grandes triunfos que ha ido logrando el imperialismo teológico de los hebreos, porque el niño o joven que ingresa en los seminarios del clero cristiano, sabe que va a desempeñar la más santa labor de destrucción contra el enemigo capital del pueblo escogido: el cristianismo, y de manera especial la Iglesia Católica. Sabe que con las actividades que realice, al destruir o debilitar las defensas de la Cristiandad, facilita el cumplimiento de la “voluntad divina”, favoreciendo la consecución del dominio de Israel sobre la Tierra. El clérigo falso cristiano, criptojudío, está realizando –según su criterio-una empresa santa que además le asegura la salvación eterna.
Cuanto mayores males pueda causar a la Iglesia como sacerdote, fraile, canónigo, prior de convento, provincial, obispo, arzobispo o cardenal, mayores méritos tiene –según los israelitas- a los ojos de Dios y de su pueblo escogido. Se puede asegurar que esta legión de místicos y fanáticos criptojudíos fueron los que lograron, a la postre, quebrar la supremacía de la Santa Iglesia en la Edad media, facilitando después el triunfo de las herejías en el siglo XVI, y el de los movimientos revolucionarios judeo-masónicos o judeo-comunistas en los tiempos modernos. La quinta columna judía en el clero es, por lo tanto, uno de los pilares básicos del judaísmo internacional. Los fines que persigue la infiltración de los criptojudíos en el clero son explicados claramente en un interesante documento que dio a la publicidad en Francia el abate Chabauty y que cita el señor Arzobispo de Port-Louis, Monseñor León Meurin, S. J. Se trata de una carta del jefe secreto de los judíos internacionales, radicado a fines del siglo XV en Constantinopla, dirigida a los hebreos de Francia dándoles instrucciones, en contestación a una carta anterior que Chamor, rabino de Arlés, le había dirigido solicitándolas. Este documento cayó en manos de las autoridades francesas y el abate Chabauty lo dio a la publicidad. La carta dice textualmente:
“Bien amados hermanos en Moisés, hemos recibido vuestra carta, en la que nos hacéis conocer las ansiedades e infortunios que os veis obligados a soportar, y nos hallamos penetrados de un dolor tan grande como el vuestro. El consejo de los más grandes rabinos y sátrapas de nuestra Ley, es el siguiente: Decís que el rey de Francia os obliga a haceros cristianos; pues bien, hacedlo, pero guardad la Ley de Moisés en vuestros corazones. Decís que se quiere arrebatar vuestros bienes: haced a vuestros hijos mercaderes, para que ellos despojen de los suyos a los cristianos por medio del tráfico. Decís que se atenta contra vuestras vidas: haced a vuestros hijos médicos y boticarios, a fin de que ellos priven de la suya a los cristianos, sin temor al castigo. Decís que se os hace objeto de otras vejaciones: haced a vuestros hijos abogados, notarios o miembros de otras profesiones que están corrientemente a cargo de los asuntos públicos y, por este medio, dominaréis a los cristianos, os apropiaréis de sus tierras, y os vengaréis de ellos. Seguid esta orden que os damos, y veréis por experiencia que, por abatidos que estéis, llegaréis a la cúspide del poderío.
V.S.S.U.E.F., Príncipe de los Judíos de Constantinopla.
21 de Casleode 1489 “ (227)
Las infiltraciones realizadas por los criptojudíos en el clero francés de esa época fueron muy perjudiciales, ya que facilitaron la expansión del movimiento de los hugonotes en el siglo XVI, secta que estaba impulsada por los judíos secretos, cubiertos con la máscara del cristianismo. A diferencia de la Iglesias luteranas que tomaron incluso derroteros anti judíos. El objeto de la infiltración criptojudía en el clero cristiano es bien claro: la destrucción de la Iglesia por dentro. Lo que dice la carta antes mencionada rectorados de las universidades, como en las sillas de los diocesanos y de los abades y en las dignidades eclesiásticas; solicitando y obteniendo de la corona señoríos y condados, marquesados y baronías, destinados a eclipsar con el tiempo los esclarecidos timbres de la antigua nobleza; en todas partes y bajo todos los conceptos aparecen a la tranquila e investigadora mirada del historiador aquellos ardentísimos neófitos, brindándose bajo multiplicados aspectos, tanto a muy racional admiración como a largos y no estériles estudios.
Hacíase su iniciativa sensible e incontrastable en todas las regiones de la actividad y de la inteligencia: hombres de estado, rentistas, arrendadores, guerreros, prelados, teólogos, legistas, escriturarios
Refiriéndose a los hijos del rabí Salomón Ha-Levi, que adoptó al convertirse el nombre de Pablo de Santa María, tomando las órdenes sacerdotales y escalando el Arzobispo de Burgos, después de mencionar las distinciones alcanzadas por Alvar García de Santa María, Amador de los Ríos dice textualmente: “Igual distinción alcanzaba el primogénito de don Pablo, que lo era Gonzalo García, investido ya en 1412 con el arcedianato de Briviesca. Elegido en 1414 para representar a Aragón en el Concilio de Constanza (ecuménico), tenía la gloria de que los PP. Allí congregados pusieran en él sus ojos, para que, ayudado de otros esclarecidos varones, propusiera y formulara la resolución de las arduas y elevadísimas cuestiones, que en aquella suprema asamblea debían ventilarse. Don Alfonso, nacido después que doña María, apenas entrado en los veinticinco años, lograba apellidarse doctor, y poco después deán de Santiago y de Segovia (Crónica de don Juan II, año 1420, Cap. XVIII.- Es denotar que en dicha `crónica´ se le apellida constantemente, hasta ser elegido obispo, `Deán de las Iglesias de Santiago é de Segovia´, lo cual prueba que acumulaba ambas dignidades). Pedro, todavía en la primera juventud, obtenía el honroso y comprometido cargo de Guardia de la persona del rey...” (235).
En el capítulo siguiente de la obra citada, el historiador José Amador de los Ríos, insistiendo en la captura por los conversos del judaísmo de las jerarquías de la Iglesia dice algo muy ilustrativo al respecto: “Indicamos en el capítulo precedente cómo, en fuerza de la libertad que la conversión les conquistaba y por virtud de su ilustración, sus riquezas y su natural osadía, habían los conversos de Aragón y de castilla escalado, no ya sólo todos los cargos de la república,sino también todas las jerarquías sociales, no perdonadas, y antes bien tomadas cual por asalto, las más altas dignidades de laIglesia” (236).
Este feliz término de tomar por asalto las más altas dignidades de la Iglesia, es interesante por su gran actualidad, ahora que los quinta columnistas al servicio del judaísmo, han tomado verdaderamente por asalto las dignidades en algunas diócesis, moviendo como es natural sus influencias en Roma. Esto explica perfectamente el que en diversas ocasiones quienes verdaderamente merecerían por su virtud y su lealtad a la Iglesia las jerarquías eclesiásticas, sean hechos a un lado, discriminados, para dar preferencia a esos clérigos que defienden al judaísmo, favorecen los triunfos de las masonería o del comunismo y atacan con ferocidad a los verdaderos defensores de la Santa Iglesia. En tales casos, el engranaje de intriga y de influencias de la quinta columna, sorprendiendo con engaños la bondad y buena fe de la Santa Sede, se ha anotado nuevos triunfos no sólo asegurando la sucesión en las diócesis controladas, sino hasta introduciéndose en las diócesis ajenas para controlar en ellas la sucesión, en perjuicio de quienes mayores derechos tendrían para ocuparlas. Por fortuna, este tipo de maniobras ha fracasado por completo en muchos casos. Nosotros esperamos que al conocerse la verdad y desenmascarar al enemigo como lo estamos haciendo, sean mayores en un futuro los fracasos de la quinta columna, ya que además la Santa Iglesia, como en ocasiones anteriores, se salvará nuevamente de las mortales asechanzas de la Sinagoga de Satanás. Cristo Nuestro Señor dijo claramente que la Verdad nos haría libres; por eso nos hemos atrevido a decir la verdad, aunque esto disguste en extremo a los clérigos seglares que en secreto practican el judaísmo, traicionando a la Iglesia y a la Cristiandad.
El ilustre historiador que estamos transcribiendo, al referirse a la ciudad de Zaragoza, capital del reino de Aragón, comenta que: “Los conversos, que se conceptuaron depositarios de la antigua cultura de sus mayores, pusieron la mira no solamente en los cargos menores de la república, sino también en las dignidades eclesiásticas...”
En otro lugar, presenta un dato interesante relativo al importante entronque de una judía con un príncipe de la sangre, como lo era don Alfonso de Aragón, que se enamoró deuna judía pública, hija de Aviatar-Ha Cohen, la cual: “...a las súplicas del príncipe, abrazaba, antes de hacerle dueño de su hermosura, la fe del Salvador; y tomando en el bautismo el nombre de María, hacíale padre de cuatro hijos. Fueron éstos don Juan de Aragón, primer conde de Ribagorza; don Alfonso de Aragón, obispo de Tortosa, y ya en tiempo de los Reyes Católicos, Arzobispo de Tarragona; don Fernando de Aragón, comendador de San Juan y Prior de Cataluña, y doña Leonor de Aragón, esposa del conde de Albaida en el reino de Valencia” (237). Sigue citando, el ilustre historiador, a las familias conversas del judaísmo que se propusieron entroncar con la más rancia nobleza, proceso que no terminó hasta que la Inquisición española sustituyó a los antiguos Tribunales de la Fe.
Hace notar también, el culto literato, que muchas de esas familias de estirpe hebraica hacían alarde de descender de David y de tener parentesco directo con María Santísima (238). Se ve pues, que usaban este truco desde hace quinientos años. Hablando de la familia de la Caballería, constata que fueron hermanos de don Bonafós: “... don Simuel, que recibió, como don Bonafós, el nombre de Pedro; don Achab, que se llamó Mosén Felipe; don Simuel Aben-Jehudáh, Juan; don Isaac, Fernando; don Abrahán, Francisco; don Selemóh, Pedro Pablo; y Luis, cuyo nombre hebraico no llegó a consignarse, por haber recibido muy niño las aguas del bautismo. Bástenos saber, por lo que a estos siete ilustres conversos toca, que abrazada la carrera eclesiástica, gozó Pedro (Simuel) de grande autoridad en el clero, con el priorato de Egea; alcanzó Mosén Felipe la representación de caballeros e infanzones en las Cortes del reino, (especie de Parlamento)... Los hijos de Fernando (don Isahák) tomaban parte, con otros conversos, en los arrendamientos de las rentas públicas, bajo las alas de Luis, su tío; los de éste, que fueron tres, obtuvieron: Luis, el primogénito, la plaza de Camarero de la Seo; Juan una ración en la misma Iglesia, y Gonzalo, distinguido puesto entre los caballeros de la corte”(239).
Tanto en la familia Santa María como en la de la Caballería, hubo después varios procesados por la Inquisición, acusados de practicar el judaísmo en secreto. La familia entera de Vidal de la Caballería fue quemada por el Santo Oficio en Barcelona y hasta el historiador y notable jurista Tomás García de Santa María fue procesado. Quien quiera profundizar más en este interesante asunto puede consultar, además de la obra que citamos, el llamado “Libro Verde de Aragón” de Juan de Anchias, donde vienen interesantísimos detalles de la infiltración judaica en el clero, en el gobierno y en la nobleza; precioso manuscrito que fue después editado y que se encuentra en la Biblioteca Nacional de Madrid.
También es interesante, a este respecto, el libro del siglo XVI, llamado “Tizón de la nobleza española”, del Cardenal Mendoza y Bobadilla, que también seencuentra en dicha biblioteca. Antes de terminar este capítulo, citaremos otras fuentes de autoridad incontrovertible, empezando por otra publicación de la Editorial Israel de Buenos Aires: la obra de Rufus Learsi, titulada “Israel, a History of the Jewish People” elaborada por su autor, con la “generosa ayuda de la Jewish History Foundation Inc.”, la que refiriéndose a los acontecimientos citados, dice literalmente:
“En verdad era contra los cristianos nuevos contra quienes ardía con mayor intensidad y seguía creciendo constantemente la ira general. No era tan sólo que se sospechara que seguían clandestinamente leales a la fea que habían renunciado, aunque a los ojos del clero ningún crimen podía ser más odioso que tal herejía; los cristianos nuevos suscitaban un resentimiento mucho más enconado aún por los éxitos que lograban. Un número demasiado elevado de ellos, ahora que la religión había dejado de obstaculizar su camino, se tornó rico y poderoso. Ocupaban altas posiciones en el gobierno, el ejército, las universidades...¡en la misma Iglesia!. En todos ellos, incluso en los que llevaban los hábitos de la Iglesia, los sacerdotes y los frailes veían herejes, e inflamaban contra ellos las pasiones del pueblo hasta llevarlos a la violencia. En 1440,y nuevamente en 1467, la chusma se desató en Toledo y muchos cristianos nuevos fueron asesinados y sus casas incendiadas. Seis años más tarde volvieron a producirse sangrientos tumultos contra ellos en Córdoba, Jaén y Segovia” (240).
Es natural que el clero viera herejes en los descendientes de judíos que vestían los hábitos de la Iglesia, ya que había datos de sobra para justificar esta creencia, y que medio siglo después, cuando fue fundada la Inquisición española, pudo comprobarse plenamente. Por otra parte, Rufus Learsi culpa al clero de la ola de antisemitismo que se desató contra los cristianos de origen hebreo, pero para comprender esta situación, es preciso conocer en todos sus detalles los motivos que los marranos dieron para que se desataran en su contra esas reacciones.
El historiador israelita, Joseph Kastein, profundiza más en el estudio de tales motivos en su interesante “Historia de los judíos”, al referirse a las grandes y falsas conversiones de hebreos al cristianismo: “Al principio, ambos, el pueblo y la alta sociedad,percibieron a los conversos como un grupo homogéneo; la nobleza y el clero en particular vieron en ellos el fruto de la victoria y en un principio, fueron recibidos con una explosión de júbilo. Numerosos conversos, traspasaron las puertas abiertas a ellos y se introdujeron en la sociedad española y en el clero español...” A continuación el mismo historiador hebreo recalca que los conversos del judaísmo, “empezaron a aparecer...en las más altas y exaltadas posiciones de la organización del clero... Los conversos se convirtieron en miembros de la sociedad española, con iguales derechos, pero ello no trajo por consecuencia que perdieran las cualidades que siempre habían tenido. Previamente habían ejercido sus dotes peculiares como comerciantes,industriales, financieros y políticos. Y ahora lo hacían de nuevo, pero con esta diferencia,que estaban ya dentro de la sociedad española y no fuera de ella. Habían sido forzados a entrar en ella, con el fin de eliminar a un peligrosos extranjero. Y ahora éste se encontraba establecido dentro de la casa. El problema había sido sólo trasladado del exterior,al interior mismo de la estructura social” (241).
Difícilmente se podrá encontrar estudio tan profundo y tan minucioso de lo que en su esencia constituye la infiltración de los judíos en la sociedad cristiana y en el clero por medio de su falsa conversión. Y termina el historiador israelita el párrafo con el más despectivo concepto acerca de la utilidad del bautismo para los judíos,cuando dice, irónicamente, que un apologista judío de esos tiempos afirmaba: “Hay tres modos de desperdiciar el agua: bautizando a un judío; dejando que el agua del río corra al mar, y mezclándola con el vino”. En siguientes párrafos,el historiador hebreo profundizasu estudio sobre los cristianos nuevos, diciendo que los conversos: “Buscaron su ascenso donde los que los habían obligado a convertirse lo buscaron, o sea, en los altos círculos de la corte, en la nobleza y el clero. Su propósito no era tanto adquirir más fuerza económica, sino obtener influencia política y social... Ellos se habían convertido en miembros de la Iglesia pero no en adictos a la fe. Los nexos indisolubles de miles de años de desarrollo religioso, los obligaron a llevar el judaísmo secretamente en su corazón, todavía indestructible, llevándolo consigo en forma más profunda. Tomando precauciones para no ser descubiertos por los miembros de su nueva religión, ellos observaban todos los ritos y leyes, festivales y costumbres de su propia fe, temerosos y ensecreto ellos lucharon por el derecho de hacerlo así y vivían una doble vida y cada hombre llevaba una doble carga”.
Y añade el citado historiador israelita que cuando la Iglesia descubrió lo que estaba ocurriendo: “Un nuevo grito de batalla se levantó: `¡La Iglesia está en peligro! ¡Los judíos han forzado su entrada dentro de la Iglesia y dentro de la sociedad, con el fin de minarlas por dentro!´ La inevitable aunque absurda consecuencia de esto fue que la guerra fue declarada contra el `enemigo interno’. Y para poderla realizar, el clero se armó con la maquinaria de laInquisición; recurrió al pueblo,llevó sus intrigas a la corte e hicieron todo lo posible para influenciar a la alta sociedad. Y los conversos que habían sido con anterioridad el objetivo de la política religiosa nacional, se convirtieron en marranos, una palabra vulgar con el significado de `maldito´, `cerdo´. A partir de esos momentos ya no se hizodistinción entre los verdaderos yfalsos conversos, todos eran considerados marranos y la guerra que hizo la Iglesia contra ellos...se inspiraba más en motivos sociales y económicos que en los religiosos...” (242).
Difícilmente hubiéramos podido describir con tanta exactitud, como lo hace el profundo historiador israelita, lo que es la esencia de la quintacolumna judía introducida en el seno de la Santa Iglesia y de la sociedad cristiana, y los verdaderos motivos que dieronnacimiento a la Inquisiciónespañola, que fue considerada por el pueblo y sus dirigentes como “remedio venido del cielopara remediar tantos males”; pero cuya necesidad y utilidad fueron desvirtuadas después por medio de una campaña generalizada de calumnias que ha durado siglos. La “Enciclopedia Judaica Castellana” dice que: “Daniel Israel Bonafou, Miguel Cardozo (1630-1706), José Querido, Mardoqueo Mojíaj, y otros, defendían al marranismo como un método para socavar los cimientos del enemigo y como un medio que contribuía a hacer más elástica la lucha contra él”.
Y en otro lugar, refiriéndose a los marranos, dice:
“La reina Esther `que no confesó su raza ni su nacimiento´...les parecía su propio prototipo” (243). En cuanto al nombre de cristianos nuevos, que todavía en la actualidad conservan en secreto los falsos cristianos criptojudíos, sobre todo aquellos que son de origen español y portugués, es usado también entre los musulmanes. La referida Enciclopedia Judaica, en su vocablo “Criptojudíos”, citando casos, afirma: “Es de fecha relativamente reciente el criptojudaísmo que surgió cuando el `Shah’ de Persia obligó en 1838 a la comunidad hebrea de Meshed a aceptar el islamismo. Varios centenares de judíos constituyeron entonces una congregación conocida por`Djalid ul-Islam´ (musulmanes nuevos) que mientras aparentaba observar los ritos mahometanos, sin dejar deemprender las peregrinaciones de rigor a la Meca, continuó ensecreto practicando las usanzas religiosas de sus mayores. Los`Djalid ul-Islam´ celebraban reuniones espirituales en sinagogas subterráneas, circuncidaban a sus hijos, santificaban el sábado,respetaban leyes dietéticas y supieron sobrevivir a los peligros a los que así se exponían. Posteriormente, sin embargo, muchos de ellos abandonaron Meshed y fundaron ramificaciones de su secta en Herat (Afganistán), Merv y Samarkanda (Turkestán), Bombay, Jerusalén y hasta en Europa (Londres). Pese a su emigración créese que su número aumentó hasta unos 3.000 en Meshed y que cuentan con medio millar de fieles en Jerusalén. El viajero y orientalista Walter Fischel hizo una descripción de las costumbres y tradiciones de los`Djalid ul-Islam´ en su obra `Una comunidad de marranos en Persia´(en hebreo, 1930)” (244).
Cuídense los ingleses, pues muchos de los musulmanes radicados en Londres son judíos secretos, como muchos otros mahometanos dispersos en el mundo islámico también lo son. Los falsos musulmanes, que en secreto son judíos, constituyen un grave peligro para el Islam y los países afroasiáticos: a ambos tratan de uncirlos al carro comunista.
Complot contra la Iglesia
Maurice Pinay Tomo III
NOTAS
[227] Mons. León Meurin, S.J., Filosofía de la masonería. Madrid: Editorial NOS,1957. p. 223.[228] Abram León Sachar, Historia de los judíos, trad. de la 2ª ed. norteamericana revisada hasta 1940. Santiago de Chile:Ediciones Ercilla, 1945. cap. XVI (Los marranos y la Inquisición), pp. 276, 277.
[229] Abram León Sachar, obra citada,Cap. XVI, p. 277.
[230] Cecil Roth, Historia de los marranos,Buenos Aires: Editorial Israel, 1946(5706). Cap. I, pp. 26, 27.
[231] Cecil Roth, obra citada, edic. citada,Cap. I, nota 3 de la p. 27.
[232] No debe ser confundido con Fray Tomás de Torquemada, Gran Inquisidor,como muchos lo hacen, lamentablemente.
[233] Cecil Roth, obra citada, Cap. I y II,pp. 28, 30, 31, 32, 35, 36.
[234] José Amador de los Ríos, obra citada, tomo III, Cap. I, pp. 12-16.
[235] Crónica de don Juan II, año 1420,Cap. XVIII, citada por José Amador de los Ríos, obra citada, tomo III, Cap. I, pp. 12,16, 20.
[236] José Amador de los Ríos, obra citada, tomo III, Cap. II, p. 88.
[237] José Amador de los Ríos, obra citada, tomo III, Cap. II, pp. 91, 95, 96.
[238] José Amador de los Ríos, obra citada, tomo III, Cap. II, pp. 97, 98, nota 1.
[239] José Amador de los Ríos, obra citada, tomo III, Cap. II, pp. 1000, 101.
[240] Rufus Learsi, Historia del pueblo judío, traducción castellana de Editorial Israel, Buenos Aires. Escrita con la ayuda de la Jewish History Foundation Inc. 1959-5719. Cap. XXXVII, pp. 324, 325.
[241] Josef Kastein, History and Destinyof the Jews. Nueva York, 1936, pp. 290,291.
[242] Josef Kastein, obra citada, pp. 291,292.
[243] Enciclopedia Judaica Castellana, México, 1948. Tomo VII, vocablo Marranos, pp. 292, 294.[244] Enciclopedia Judaica Castellana,tomo III, vocablo Criptojudaísmo, p. 206,col. 1 y 2
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