Monseñor Jorge Livieres, obispo de Alto Paraná (330 km al este), en Paraguay, admitió el jueves haber expulsado a tres sacerdotes de su diócesis, señalados por prácticas homosexuales en 2007.
"El homosexualismo no es un delito, ni se conoce. Lo que hicimos fue devolverles a sus superiores al ser un escándalo en el pueblo. Les retiré las licencias para hacer misas, predicar y hacer bautismos dentro de la diócesis", explicó el prelado.
"Luego me comunicaron que a dos de ellos su congregación les suspendió el ministerio sacerdotal, y del otro no supe más nada", precisó, excusándose de proporcionar sus nombres.
Las declaraciones de Livieres ocurren pocos días después de que el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado del Vaticano, hiciera en Chile unas polémicas declaraciones que vincularon a los homosexuales con la pedofilia.
"Han demostrado muchos psicólogos, muchos psiquiatras, que no hay relación entre celibato y pedofilia, pero muchos otros han demostrado, y me han dicho recientemente, que hay relación entre homosexualidad y pedofilia", aseguró Bertone. Sus declaraciones levantaron enérgicas protestas a nivel mundial en medio de una ola de escándalos que sacuden a la Iglesia por denuncias contra curas pedófilos en Europa y Estados Unidos que alcanzan hasta la más alta jerarquía católica, acusada de haberlos encubierto durante décadas.
En Paraguay, Livieres hizo las declaraciones en el marco de una conferencia de prensa en la que se le preguntó sobre un sacerdote acusado de abuso de menores.
El cura Mario Sotelo es investigado desde el miércoles por la fiscalía ante la denuncia de un joven de 18 años que lo acusó de abuso.
Livieres afirmó que la investigación que realizó la diócesis sobre el caso en base al código canónico no mereció ningún reparo.
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