jueves, 26 de agosto de 2010

El poder inmenso de la esperanza.

El arquitecto uruguayo Eduardo Strauch y el astronauta estadounidense Jerry Linenger conocen bien la cualidad extraordinaria que mantiene animados a los mineros chilenos atrapados a cientos de metros bajo tierra: el poder inmenso de la esperanza.


Linenger y Strauch son pruebas vivientes de supervivencia en el aislamiento. Afirman que esa fortaleza lo es todo.


Strauch fue uno de los 16 jugadores del equipo uruguayo de rugby que sobrevivieron en 1972 a un accidente aéreo en Los Andes de Chile, y tuvieron que esperar 72 días para ser rescatados. Incluso se vieron forzados a comer carne de sus amigos muertos.


"Estoy seguro de que van a salir de allí", expresó Strauch, ahora un arquitecto de 63 años de edad, sobre los mineros. "En esas circunstancias, el instinto se desarrolla al 100%, y de allí emergen cualidades humanas, como la confianza en sí mismos".


Hace 13 años, Linenger llevaba apenas el primero de los cuatro meses en una vetusta estación espacial Mir de Rusia cuando estalló un incendio potencialmente fatal. Eso fue el comienzo de experiencias angustiosas como una posible colisión y reiteradas averías en el sistema de oxígeno. Distaban meses para el regreso. Fue el equivalente espacial a lo que los mineros podrían tener que enfrentar.


"Si la esperanza brota, puede ayudarte a superar esa horrible experiencia", manifestó Linenger, un médico que estuvo con dos rusos en la estación espacial. "Creo que este es un testimonio de nuestra humanidad, nuestro ADN y nuestra capacidad de sobrevivir".


Los 33 mineros quedaron atrapados el 5 de agosto al derrumbarse un yacimiento de oro y cobre en el norte de Chile. Pudieron llegar a numerosas cámaras a casi 700 metros de profundidad y sobrevivieron con dos cucharadas de atún por persona cada día. Se desconoció su paradero durante 17 días hasta que los socorristas perforaron un delgado hoyo que ahora permite la comunicación y el envío de asistencia de emergencia. Está previsto su rescate para dentro de tres o cuatro meses.


Strauch dijo que él y sus compañeros tenían el objetivo de volver a ver a sus seres queridos y "en el caso de los mineros es lo mismo. Existe una gran dosis de fe en los seres humanos".


Pocas personas han pasado por lo que están pasando ahora los 33 mineros, pero la analogía más cercana y más estudiada es lo opuesto del recinto subterráneo en el que los mineros están atrapados. Es en el espacio, donde astronautas y cosmonautas viven por hasta un año, en cabinas pequeñas y con contacto limitado con familiares y amigos en la Tierra. En los últimos veinte años, más de 100 hombres y mujeres han vivido en el espacio durante meses.


El gobierno chileno le pidió a la NASA asesoría sobre asuntos de ciencia y tecnología que puedan ayudar a los mineros, y la agencia espacial va a hacer lo que pueda, dijo el portavoz Mike Currie.


La clave es dar a los mineros la sensación de que controlan sus circunstancias, dijo el profesor de psiquiatría David Dinges, de la Universidad de Pennsylvania. Dinges ha estudiado a astronautas y otros y sus respuestas al aislamiento y el estrés. Es además el único científico estadounidense que trabaja en un ambicioso programa de 520 días en Moscú que tiene a seis voluntarios en aislamiento para recrear las circunstancias de una misión en la Luna.


"La esperanza es un recurso en ese ambiente", dijo Dinges, especialmente si los mineros están tratando de ayudar en su propio rescate. "Si pueden ser agentes de su propio rescate, eso les ayuda enormemente".


Davitt McAteer, que fue secretario asistente del Trabajo para seguridad de minas durante el gobierno de Bill Clinton, dijo que la mayor amenaza a los mineros pudiera ser el estrés que causa estar atrapados bajo tierra durante un largo tiempo.


"Es difícil, pero manejable, se puede lograr", añadió. "Yo me atrevería a decir que tú o yo podríamos hacerlo con la ayuda de consejeros".


Los viajeros del espacio, que a diferencia de los mineros van voluntariamente al aislamiento, dicen que hay formas en que se puede sobrevivir. Carl Walz, que se pasó seis meses en la Estación Espacial Internacional, dijo: "Uno simplemente tiene que hacer lo que requieren las circunstancias y adaptarse lo mejor posible a la situación".


La sensación de que "no hay salida ... es en cierta forma buena", le dijo Linenger a The Associated Press. Dice que eso hace que la gente se concentre en combatir el problema, no pelearse entre sí, y hacer lo que debe hacerse.


Dinges dice que los mineros tienen que seguir el paso del tiempo de forma normal, si es posible, incluso celebrando cumpleaños.


"Parece de locos, pero cosas que le permiten a uno organizarse mantienen un sentido de vida humana normal", dice.


Otro asunto que Walz y Linenger mencionan es duro para 33 personas atrapadas en un área del tamaño de una sala de estar: espacio personal. Linenger respondió al aislamiento retirándose a veces a una esquina de la Mir.


Eso es vital psicológicamente porque "tu tienes que darle a la gente algo que es de ellas", dijo Dinges.


Y eso puede llevar potencialmente a choques dentro de un grupo, un problema grave cuando hay 33 personas, dice el siquiatra. La respuesta, señala, es no permitir que los descontentos "contaminen el carácter sicológico del grupo".


Linenger es más optimista: "La necesidad de sobrevivir y el sentido de que todos tenemos el mismo objetivo lo supera todo".


Cuando los mineros finalmente salgan a la superficie, van a experimentar una nueva sensación de aire fresco y libertad que Linenger recuerda con agrado. "Uno simplemente aprecia las cosas elementales, fundamentales de la Tierra. Y ellos van a tener la misma sensación".



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