jueves, 16 de septiembre de 2010

Primera Misa del Papa en Glasgow


Decenas de miles de personas se reunieron en Glasgow, Escocia, para participar de la primera misa que el papa Benedicto XVI celebró en el marco de su visita de cuatro días al Reino Unido.


Durante la misa el Papa condenó la "dictadura del relativismo" que "amenaza con oscurecer la verdad del hombre". Y aseguró que el hombre tiene derecho a vivir en una sociedad que no sea una "selva de libertades autodestructivas y arbitrarias".


SS Benedicto XVI urgió a los jóvenes católicos escoceses a resistir la "destructiva" tentación de las drogas, el dinero, el sexo, la pornografía y el alcohol.


El Papa llegó a esta ciudad desde Edimburgo, donde fue recibido por la reina británica Isabel II.


Más temprano, SS Benedicto XVI expresó su deseo de "extender la mano de la amistad" a los británicos y urgió al Reino Unido a resistir "las formas más agresivas del secularismo".


El tono del discurso papal en Edimburgo parecía querer demostrar determinación para entender de mejor forma a la sociedad británica, explica David Willey, corresponsal de la BBC en Roma, quien viaja junto al Papa.
Visita de Estado


La misa de este jueves incluyó la presentación de la cantante Susan Boyle, una escocesa que adquirió fama tras presentarse a un concurso de talentos.
El papa Benedicto XVI a su llegada al parque Bellahouston en Glasgow donde celebró una misa


Es la primera visita de Estado de un Papa al Reino Unido.


Unas 70.000 personas recibieron al líder de la Iglesia Católica en su arribo al parque Bellahouston.


La Iglesia escocesa esperaba la presencia de 100.000 seguidores, pero luego tuvo que reducir la capacidad del evento ante la lenta venta de boletos, que costaban US$37.


Casi 30 años atrás, cuando en 1982 el papa Juan Pablo II visitó Glasgow, 300.000 personas se hicieron presentes.


Aquélla fue la la última vez que un líder católico había visitado territorio británico.


Pero esa gira tuvo carácter pastoral, por lo que la de Benedicto XVII ya es histórica por ser la primera visita de Estado de un Papa al Reino Unido, pues el Sumo Pontífice fue invitado por la monarca británica.

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