miércoles, 13 de octubre de 2010

Al rescate de los mineros

MINA SAN JOSE, Chile -- El Campamento Esperanza es algo más que la polvorienta curva donde se asentaron familias de los 33 mineros atrapados en un yacimiento de cobre al norte de Chile.
Es también un microcosmos de intrigas, envidias, ambiciones y rivalidades soterradas, como lava que hierve en un volcán a punto de estallar.


Tras dos meses de espera compartiendo angustias entre las familias, bajo la mirada constante de decenas de reporteros, la convivencia se hizo dura y las divisiones son cada vez mas notorias en las ardientes dunas del desierto de Atacama, al norte de Chile.


A pocas horas del momento en que se espera que los mineros comiencen a salir del socavón, el ambiente en el campamento no es de alegría y fiesta. Es más bien un hormiguero de camarógrafos y fotógrafos donde las familias apenas se distinguen. Algunas rehuyen a la prensa, diciendo en voz baja que están hastiados de responder las mismas preguntas una y otra vez.


Alberto Iturra, el jefe de los sicólogos que atiende a los 33 y a sus familias, asegura que en vista del cansancio de dos meses de espera, recomendó a las familias descansar para recibir en sus casas y en buena forma a los trabajadores.




Las familias "tienen que hacer su aterrizaje también, por eso las mando a dormir", dijo Iturra refiriéndose a que así como los mineros deberán pasar por un proceso de reajuste a la "vida normal", lo mismo deben hacer sus esposas, madres, hermanos.


"Yo les explicaba a las familias que la única manera que uno pueda recibir a alguien es que esté en la casa, para abrir la puerta", agregó.
"Sí, están cansados, (pero) no confundamos cansancio con ansiedad. En el cansancio tus niveles de tolerancia bajan mucho y tu sensibilidad aumenta mucho, entonces eso no es ansiedad, eso es cansancio. Una respuesta normal del organismo", dijo.
Muchos familiares admiten que las tensiones son muchas y en ocasiones mayores que las de abajo en el socavón donde quedaron atrapados los 33 el 5 de agosto tras un derrumbe de cerca de 700.000 toneladas de rocas.


"Acá arriba la tensión es mayor que abajo. Allá están tranquilos trabajando", dijo Verónica Ticona, hermana de Ariel Ticona, de 29 años, uno de los atrapados, y quien maneja máquinas de remoción de escombros.


Verónica aseguró que la tensión es mayor entre las familias por la expectativa de la salida. "Ellos nos superaron a nosotros, tienen más fuerza, son mineros", aseguró la mujer, cuyo hermano es el menor o "la guagua", el bebé, de los cuatro hermanos.
Pero no todos parecen tener esa sensación.


Esta semana Roxana Avalos reveló partes de una carta que le envió, escrita a mano y en papel cuadriculado, Jimmy Sánchez, que con 19 años es el más joven de los atrapados.
"Dios quiso que me quedara acá, no sé, para que yo cambie. Y he pensado y voy a cambiar mucho", dijo el muchacho en su carta. "Ya he sufrido mucho y no quiero sufrir más".
Contando las horas para salir, Sánchez agregó que "todavía no estoy nervioso", pero que cuando le corresponda el turno para salir "los nervios me van a atacar...Pero por el momento estoy feliz y tranquilo. Siempre he estado con este ánimo".


Reservadamente, parientes comentan algunas peleas entre miembros de una misma familia o con otras, por motivos que van desde quién tiene acceso a las tele conferencias con los mineros, hasta quién recibe cartas y porqué, o por el asedio de la prensa o envíos de cámaras fotográficas a los mineros para hacer imágenes del hueco.
También por quiénes serán los parientes, máximo tres, que recibirán a cada minero cuando salga.


Precisamente para evitar problemas, Iturra decidió que el propio minero decidiera a quién quería ver primero.


El gobierno ha divulgado algunas imágenes de los hombres trabajando en la remoción de escombros o en una breve ceremonia de conmemoración del bicentenario de la independencia, el 18 de septiembre, pero no del diario vivir en su experiencia sin igual.
En algunas de esas imágenes tomadas por cámaras de familias se puede ver a los hombres descansando en camas de campaña en un lúgubre ambiente, con pantalones cortos y sin camisa, paredes decoradas con al menos dos recortes de prensa en los que se ven mujeres en bikinis. También, banderas de Chile y cartas enviadas por familiares.


Algunos parientes dicen que muchos familiares aparecieron de la nada para sumarse a la ola de fama y dar entrevistas, a pesar de que poco o nada conocen a un minero. O que buscan recibir regalos, que van desde disfraces para niños hasta ropa interior sexy para hombres y mujeres.
Incluso, voluntarias se ofrecieron a arreglar el cabello de algunas madres, esposas y hermanas para hacerlas verse bien el día en que se encuentren con sus seres queridos, y ahora varias se quejan que no les gustó el arreglo.


Y está el asunto del dinero.


El filántropo chileno de la minería Leonardo Farkas regaló a cada familia un cheque por cinco millones de pesos, unos 10.000 dólares. Luego, las familias demandaron a los dueños de la mina el 30 de septiembre, pidiendo al menos 10 millones de dólares por presunta negligencia y por haber violado normas de seguridad laboral y minera.


Los reportes de prensa y las versiones sobre lo que podrían obtener en dinero a su salida, provocaron molestia entre sus propios compañeros del sindicato de la mina. En una reunión a comienzos de mes en Copiapó, capital de la región de Atacama, donde está el yacimiento, algunos dijeron que ellos deberían haber estado en la mina, porque así podrían cobrar plata.


Recién la semana pasada unos 350 mineros en la superficie cobraron su segunda quincena del salario de setiembre, unos 400.000 pesos cada uno (unos 830 dólares) y recibieron el papel que documenta que salieron de la empresa por razones de fuerza mayor y no por incumplimiento de su trabajo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario