La sanción contra monseñor Lefebvre se produjo en los mismos términos que la aplicada por el cardenal Miranda al padre don Joaquín Sáenz Arriaga; es decir sin juicio alguno. La víctima, en estos casos, no tuvo oportunidad alguna, y semejantes úcases solo tenían similar en el mundo del totalitarismo comunista, con el que se identificaba la "iglesia montiniana".
La suspensión "a divinis" de monseñor Lefebvre fue un eslabón mas de la cadena persecutoria que sufrió el prelado francés desde el Vaticano II, porque la iglesia "conciliar" que inventó el conciliábulo creó un nuevo pecado: EL DE SER FIEL A LA IGLESIA CATÓLICA, la única y verdadera fundada por Cristo.
Monseñor Lefebvre dio una demostración más de fidelidad con motivo de la injusta pena que se le aplicó y -hombre de temple y convicciones, inmune a los desvaríos de la época-, deslindó los campos entre la iglesia "conciliar" y la Iglesia Católica a la que siempre sirvió.
Para los católicos de México -y sobre todo para los no católicos-, el nombre de Monseñor Lefebvre irrumpió como terremoto que sacudió fuertemente las conciencias, en virtud de la visita del padre francés Michel André, quien la mañana del 6 de agosto de 1978 ofició misa de San Pío V en el pueblo de Atlatlahuacan, en la misma diócesis de Cuernavaca, mantenida en ese entonces en poder del progresista Méndez Arceo, gracias a Paulo VI.
El hecho adquirió caracteres de alarma para la jerarquía progresista en México, porque el oficiar misa de acuerdo al rito y dogmas del Concilio de Trento, significó "meterse en la cueva del lobo", es decir en los dominios del agente más activo que tuvo la iglesia conciliar en México.
Primeros sacerdotes mexicanos de la FSSPX |
Méndez Arceo salió del pueblo espantado de sus propias palabras y desde entonces, tanto en ese poblado, como en Julitepec y otros, el "obispo rojo" jamás regresó; además los habitantes de Atlatlahuacan y lugares circunvecinos no le permitieron la entrada.
La mañana en que ofició el padre Michel André, los fieles acusaron a Méndez Arceo de ser uno de los jefes del plan marxista infiltrado en la Iglesia Católica. En grandes mantas, más de tres mil feligreses congregados para oír misa tridentina acusaban lo anterior.
Por su parte, el padre Michel André, durante su visita de 15 días a México, puso los puntos sobre la íes en relación al caos surgido con motivo del Concilio Vaticano II.
Dijo que:
"... los católicos enfrentamos en estos momentos una grave alternativa: obedecer a Paulo VI y a la mayoría de los obispos que han fundado una nueva religión, o bien, ser fieles a la auténtica fe católica, fundada por Nuestro Señor Jesucristo, que no puede cambiar en sus dogmas y verdades inmutables"...
..."el Papa sólo es infalible cuando habla ex-cátedra, en las condiciones definidas en la constitución Pastor Eternus de julio de 1890".
Habló de las deserciones en las filas sacerdotales y religiosas y dijo que otro de los frutos de la iglesia conciliar consiste en que se ha favorecido el procedimiento de anulación de los matrimonios católicos, en tal forma que en 1975, tan sólo en Estados Unidos, hubo 10,000 anulaciones en vez de 70 en otros años. Manifestó que monseñor Lefebvre no tiene nada que temer porque lo excomulguen, "porque grandes santos fieles a la Iglesia Católica, también sufrieron esa pena, como San Atanasio".
Hizo saber que monseñor Lefebvre renuncio como superior al darse cuenta de las desviaciones del Concilio Vaticano II y que éstas iban contra la Doctrina Católica, para no ser cómplice de la subversión y fundó la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X, para dedicarse a la formación de sacerdotes, cuya misión principal es la salvación de las almas.
El impacto que causó en la opinión pública la presencia del padre Michel André en México, obedeció más bien al temor de los progresistas que ocupaban puestos con grandes canonjías en el clero, porque como él mismo dijo traía instrucciones de monseñor de no buscar propaganda, sino identificación en la tarea de salvaguardar la Iglesia Católica.
Cabe mencionar que si en México, el padre Saénz Arriaga presuroso dio la lucha abierta -lo que le costó recibir los primeros impactos del enemigo- encendiendo la antorcha de su inquebrantable fidelidad las conciencias de los católicos, monseñor Lefebvre, actuó como el estratega que se preparó más a fondo para defender la Iglesia de los enemigos que a ella habían penetrado.
Al respecto, el padre Jean Michel Faure, -en 1979-uno de sus discípulos comentó:
"A partir del Concilio se extendió la consigna de libertad , de permisibilidad en materia religiosa. Todo podía ser válido, todo menos lo que se había hecho hasta el Concilio. Como puede verse, hay una notable contradicción no sólo con la doctrina de la Iglesia, sino con el ideal liberal, de absoluta tolerancia, que la jerarquía hace gala desde entonces. Hay un nuevo pecado según estos hombres, el de ser fiel a dos mil años de doctrina lineal de la Iglesia".
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