- ¿Cúales fueron las peticiones de los protestantes y francmasones?
En septiembre de 1961,el Cardenal Bea se reunió secretamente en Mil´n con el pastor Willem A. Visser´t Hooft, secretario general del Consejo Ecuménico de las Iglesias, (organismo de origen protestante, masonizante). La libertad religiosa fue uno de los temas más importantes de la entrevista. Más tarde, el 22 de julio de 1965, en la víspera de de la última sesión conciliar, el mismo Consejo Ecuménico de las Iglesias publicó la lista de sus siete exigencias fundamentales en materia de libertad religiosa. Todas fueron satisfechas por el concilio en el documento Dignitatis Humanae.
- ¿Que conclusiones se pueden sacar de esta política de apertura dirigida por el concilio Vaticano II?
Resulta claramente que el Vaticano II no fue un concilio como los otros. Los textos que promulgó, frutos de un "dialogo" con el mundo, son más textos diplomáticos o "publicitarios" (destinados a dar una buena imagen de la Iglesia) que textos magisteriales (que enseñan con autoridad y precisión las verdades de la fe). Ninguno de estos textos es en sí, infalible.
El Concilio favoreció la crisis en la Iglesia
- ¿Cúal fue la influencia de este concilio sobre la crisis en la Iglesia?
Las fuerzas liberales y modernistas que minaban ya la Iglesia lograron meter la mano en el concilio Vaticano II. Así pues, se puede decir que el Vaticano II fue la chispa que hizo estallar una crisis que se preparaba ya desde hacía mucho tiempo en la Iglesia.
- ¿A cuándo se pueden remontar los orígenes de ésta crisis?
San Pío X constataba ya en la encíclica Pascendi que el modernismo ya no era un enemigo exterior de la Iglesia, sino que ya había penetrado al interior, aunque sus adeptos ocultaran todavía sus verdaderas intenciones.
- ¿El Papa San Pío X no combatió vigorosamente a estos modernistas?
San Pío X combatió enérgicamente el modernismo; sus sucesores hasta Pío XII lo hicieron también, con más o menos vigor; pero no pudieron realmente vencerlo. La encíclica Humani Generis de Pío XII, que condena lo que se llamó la "nueva teología" (en 1950), fue exteriormente aceptada, pero en realidad despreciada por muchos. Se continuó interesándose en las tesis condenadas, y en las casas de formación, se animaba a los futuros sacerdotes a hacer lo mismo.
- ¿Se puede decir que el concilio Vaticano II fue una revolución en la Iglesia?
Que el concilio fue una revolución en la Iglesia, algunos de sus defensores lo proclaman ellos mismos. Así el Cardenal Suenens hizo un paralelo entre el concilio y la revolución francesa, diciendo que el Vaticano II había sido el 1789 en la Iglesia; el padre Yves Congar, teólogo conciliar, comparó el concilio con la revolución bolchevique: "La Iglesia hizo pacíficamente su revolución de octubre.
LOS OBISPOS LIBERALES Y SUS TEÓLOGOS DOMINARON EL CONCILIO
- ¿Cómo metieron la mano los liberales en el concilio?
Gracias al apoyo de Juan XXIII y de Pablo VI, las fuerzas liberales y neomodernistas introdujeron en los textos del concilio un gran número de sus ideas. Antes del concilio, la Comisión preparatoria había preparado con esmero esquemas que eran el eco de la fe de la Iglesia. Sobre estos esquemas la discusión y el voto se debieron haber apoyado, pero fueron rechazados durante la primera sesión del Concilio y reemplazados por nuevos esquemas preparados por los liberales.
- ¿No hubo defensores de la doctrina tradicional en el concilio?
Hubo, en el Concilio, un grupo de alrededor de 250 a 270 obispos decididos a defender la Tradición de la Iglesia. Terminaron por formar el Coetus Internationalis Patrum. Pero por otro lado, ya estaba constituido y perfectamente organizado, un grupo de cardenales y de obispos liberales al que se le llamó la Alianza Renana. Éste nombre viene del hecho de que los dirigentes de éste grupo liberal eran casi todos obispos de diócesis que se encontraban a orillas del río Rin. Este grupo inundaba a diario al Concilio de hojas mecanografiadas, en las cuales se decía a los obispos en que sentido debían votar. Es por eso que un periodista, el padre Ralph Wiltgen, pudo titular su libro que relata el Concilio: El Rin desemboca en el Tíber.
- ¿Los innovadores eran la mayoría?
Como toda revolución, el Vaticano II no fue dirigido por la mayoría, sino por una minoría activa y bien organizada. La mayoría de los obispos estaba indecisa e igualmente lista para seguir a los conservadores. Pero cuando vieron que los dirigentes de la Alianza renana eran los amigos personales del Papa y que algunos de ellos (los Cardenales Döpfner, Suenens y Lercaro) habían sido incluso nombrados moderadores del Concilio; los siguieron.
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