El biólogo y empresario estadounidense Craig Venter anunció hace tres años que se disponía a crear vida artificial en un laboratorio y ayer, pese a todos los incrédulos, presentó en sociedad los resultados: una auténtica bacteria sintética, es decir, fabricada por el hombre. A Venter, que en el año 2000 presentó el primer borrador del genoma humano, le gusta competir con Dios y lo demuestra con hechos. «Estamos entrando en una era en la que nuestro único límite lo impondrá nuestra imaginación», explica el empresario en un comunicado emitido por el instituto que lleva su nombre. La filigrana científica, cuyos detalles publicó anoche la revista, tiene como objetivo fabricar a medida bacterias que funcionen como vacunas, que generen energía o nuevos ingredientes alimentarios y que sean capaces de degradar el petróleo, pone como ejemplos el propio Venter. Todavía le queda mucho trabajo, pero el paso dado era esencial. Grosso modo lo que ha hecho su equipo ha sido fabricar un sencillo genoma artificial a partir de sus componentes básicos, luego lo ha introducido en una bacteria desprovista de ADN y, finalmente, de todo ello ha surgido una célula viable. Los pasos los había realizado con anterioridad el propio Venter, pero nunca el proceso completo. Que el resultado pueda ser considerado vida es otra cuestión porque, obviamente, no se trata más que de células bacterianas.
¿Es ético crear vida artificial?
Algunos críticos han acusado a Venter y a sus colegas de "jugar a ser Dios" y creen que los humanos no deberían contemplar la posibilidad de diseñar vida sintética.
Otros han advertido sobre los problemas de seguridad de esta nueva tecnología.
El profesor de ética aplicada de la Universidad de Oxford, Julian Savulescu, cree que su potencial "se desarrollará en el largo plazo, pero será importante: reducir la contaminación, obtener nuevas fuentes de energía y nuevas formas de comunicación".
"Pero los riesgos son también muy altos", continúa. "Necesitamos fijar nuevas pautas de seguridad para este tipo de investigación revolucionaria que nos protejan de un potencial uso terrorista o de su abuso por los militares".
"Esta tecnología podría servir en el futuro para crear las armas biológicas más potentes jamás imaginadas".
El doctor Venter subraya que él y sus colegas han tenido en cuenta estos problemas éticos y de seguridad desde que comenzaron sus primeros experimentos en el campo de la biología sintética.
"Solicitamos una extensa evaluación ética de la investigación", explicó.
"En 2003, cuando creamos el primer virus artificial, la revisión de sus implicaciones éticas llegó incluso hasta la Casa Blanca y hemos tenido en cuenta la opinión de la Academia Nacional de Ciencias, que redactó un amplio informe sobre este nuevo campo de investigación".
"Pensamos que son cuestiones importantes y llamamos a una discusión continua de la que queremos formar parte".
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