sábado, 29 de mayo de 2010

Espiritualidad y religiosidad en el mundo actual


Un estudio clínico realizado con poco más de 136 adultos, muestra que las creencias religiosas protegen contra los síntomas de la depresión
El mundo y la sociedad actuales presentan características especiales que afectan al ser humano de manera negativa. Esta afirmación se basa en el hecho de que, antropológicamente, la persona tiende siempre a buscar la felicidad y la paz interior --a menos que tenga una mutación genética--.

A veces los caminos que se siguen tienen finales adversos, en los que la vida se presenta como una serie de calamidades y amarguras que persiguen al individuo hasta el final. Las consecuencias corporales pueden variar desde síntomas simples de depresión, hasta episodios de angustia profunda con resultados fatales. En muchas otras ocasiones se llega al alcoholismo, al consumo de drogas y otras adicciones que solamente refuerzan los vacíos existenciales y la infelicidad.

El problema es sumamente complejo y lo realmente operativo es llegar a la raíz de la situación personal. La adicción a las drogas no se cura eliminando al traficante, sino identificando qué es lo que hace que el individuo opte por drogarse, y así poder ofrecerle alternativas de solución a su problema personal. Un análisis objetivo de la historia individual puede arrojar resultados asombrosos. Tomemos el caso de la depresión, la cual se entiende como un trastorno del estado de ánimo que se presenta como abatimiento e infelicidad, los cuales pueden durar poco o mucho tiempo. Concretamente, sus consecuencias incluyen tristeza y decaimiento, irritabilidad, disminución del rendimiento académico o en el trabajo y una limitación de las actividades habituales. En casos más severos, puede derivar en afecciones de tipo somático, con cuadros clínicos importantes.

Un estudio clínico realizado con poco más de 136 adultos, muestra que las creencias religiosas protegen contra los síntomas de la depresión y mejoran notablemente la respuesta de personas depresivas a los tratamientos médicos contra este trastorno. El estudio demostró que las personas que creían en Dios, compasivo, misericordioso y atento a sus necesidades, mejoraron más rápidamente y de mejor manera que aquellos pacientes sin fe. Los resultados de este estudio sugieren que las creencias religiosas podrían resultar de gran importancia como recurso para un tratamiento más efectivo contra la depresión. Esto quiere decir que aun con un diagnóstico acertado y medicación adecuada, el papel de la religión y la espiritualidad de los pacientes es muy significativo para su sanación. Al mismo tiempo se ha encontrado que las personas devotas tienden a obtener mejores rendimientos escolares y laborales, a vivir más tiempo y más sanas y, en general, a ser más felices.

De estos resultados los científicos creen que las personas religiosas tienen mayor capacidad de autocontrol que las no religiosas, al regular de manera más eficiente sus actitudes y emociones por, lo que pueden alcanzar metas y objetivos valiosos para ellas. Esto se debe a que algunas prácticas religiosas. como la oración y la meditación, influyen en el desarrollo de regiones clave de la corteza cerebral en los procesos de autorregulación y autocontrol: la voluntad. Todo se logra porque la religión proporciona al individuo modelos de comportamientos claros y concretos.

Y es de importancia señalar que se trata de comportamientos, es decir de conductas, actos, maneras de proceder. La felicidad, la paz y todos los beneficios corporales que se obtienen como consecuencia, se logran sólo por medio de acciones positivas, de superación de vicios y errores, y de mejora personal. La religiosidad y la vida espiritual proporcionan la mejor vía de acceso, puesto que según dice san Pablo: “el Reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.” (Rom 14, 17) Esto es, las cosas materiales no traen la felicidad verdadera sino los actos de justicia y la procuración de la paz.

¿Significa esto que debemos ignorar las cosas materiales, en aras de una felicidad plena? De ninguna manera. Lo que significa es que lo material ha de considerarse un medio y nunca un fin en sí mismo, pues cuando así ocurre, aparecen la codicia, la envidia y la arrogancia, que desembocan, generalmente, en corrupción decadencia y enfermedad. El Salmo 1 nos presenta los dos caminos de la vida e invita a la opción fundamental por la justicia, en la que encontramos la senda de la felicidad verdadera, “Porque el Señor cuida el camino de los justos, pero el de los injustos lleva a la ruina” (Sal 1, 6). Que el Señor nos bendiga y nos guarde.

CRÉDITOS: Informador Redacción / SERM

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