jueves, 16 de diciembre de 2010

La cabeza del rey francés Enrique IV es declarada auténtica

La cabeza del rey francés Enrique IV (1553-1610), hallada "en buen estado" en 2008 en casa de un jubilado tras siglos de peripecias, fue declarada auténtica por un equipo de científicos, según un estudio publicado por el British Medical Journal (BMJ). Seguir leyendo el arículo




La cabeza está "en buen estado de conservación", tiene cabellos y restos de barba, subraya la revista especializada. "Los ojos están semicerrados y la boca está abierta", agrega.


Entre sus rasgos distintivos, se encuentra "un agujero que muestra que tenía un pendiente en el lóbulo de la oreja derecha, lo cual estaba de moda en la corte de los Valois, y una lesión ósea encima del labio superior izquierdo, un vestigio de un tajo que le hicieron al intentar matarlo el 27 de diciembre de 1594", indica el BMJ.


El estudio fue realizado por 19 científicos y coordinado por un médico forense de la región de París, Philippe Charlier, con quien colaboró el historiador Jean-Pierre Babelon, especialista en Enrique IV. Tras ser asesinado por un católico fanático, François Ravaillac, en mayo de 1610, Enrique IV fue enterrado poco después en la basílica de Saint-Denis, en la región de París, junto con otros reyes de Francia.


En 1793, tras la Revolución Francesa, los revolucionarios abrieron el ataúd y "tiraron el cuerpo en una fosa común", indicó a la AFP un historiador miembro del Círculo de Estudios de las Necrópolis Dinásticas y Reales Europeas, Rodolphe Huguet, quien aclaró ser un apasionado de la historia de Enrique IV.


"Fue ahí, probablemente, cuando la cabeza se separó del resto. Ningún documento dice quién se la quedó. Tras la Revolución, se hallaron en casas particulares un hueso, un dedo, cabellos, un omóplato de Hugo Capeto", quien reinó hace más de 1.000 años, agregó.


Los restos de Enrique IV estaban "en muy buen estado de conservación porque había sido embalsamado. En aquel entonces, la gente no podía creer lo que veía, porque creía que sólo los cadáveres de santos se salvaban de la putrefacción", añadió.


La cabeza de este rey vuelve a aparecer en la colección privada de un conde alemán, en el siglo XIX, y luego se le pierde otra vez el rastro. En 1919 reaparece y un anticuario francés la compra por tres francos en una subasta en París. "Movió cielo y tierra para demostrar que era la cabeza del rey. Se la propuso al museo del Louvre, al de Carnavalet, pero nadie le creía", según Huguet.


Al morir el anticuario, la cabeza seguramente haya quedado en manos de su hermana, tras lo cual se le volvió a perder el rastro. Se la encontró nuevamente "hace dos años en casa de un jubilado de 84 años que la guardaba en secreto desde 1955", indicó una sociedad de producción que está preparando un documental sobre el tema.


Biografía
Enrique IV (1553-1610) fue uno de los más importantes reyes franceses de la Edad Moderna. Su infancia, madurez, acceso al trono y desenlace vital, estuvo marcado profundamente por los enfrentamientos religiosos en Francia, a los que el rey puso fin con habilidad y pragmatismo. Francia, de hecho, se desangraba en una larga confrontación civil como consecuencia de la expansión del calvinismo en su territorio.
Enrique nació en Pau, en el sur de Francia, en 1553, hijo de Antonio de Borbón y Juana de Albret, reina de Navarra. Fue educado como calvinista, pues de hecho los borbones respaldaban ese bando desde el comienzo de las guerras de religión. La temprana muerte de su padre, en 1562, lo convirtió pronto en un joven de influencia, tras heredar de él el ducado de Vendome y de Borbón. La paz de Saint Germain de 1570, que pretendía conseguir la reconciliación entre católicos y protestantes en Francia, establecía su matrimonio con Margarita de Valois, celebrado en 1572 contra la voluntad de ambos cónyuges, matrimonio que, a pesar de durar hasta 1599, no dio herederos al futuro rey Enrique.
La situación en Francia era muy delicada, y el acuerdo alcanzado entre ambos bandos, endeble. La tensión estalló en París contra la influencia de los hugonotes, ahora liderados por Enrique IV, y durante la Noche de San Bartolomé en 1572, la revuelta popular (orquestada desde el bando católico) provocó una masacre entre las poblaciones calvinistas de mayor entidad de Francia, especialmente en la capital. Multitud de nobles calvinistas fueron muertos durante los altercados, aunque Enrique salvó la vida al precio de convertirse al catolicismo y vivir bajo una estrecha vigilancia en la Corte de Carlos IX, hasta que huyó de ella en 1576, para después abjurar del catolicismo y unirse a los protestantes en la Cuarta Guerra de Religión en Francia.
Desde 1574, Enrique III había sucedido a su hermano Carlos IX en el trono de Francia. El heredero del nuevo rey era su hermano menor, Francisco de Alençon, pero la prematura muerte de este en el año 1584 puso directamente en la sucesión a Enrique IV, una vez se extinguiese la vida de Enrique III, que no tenía hijos.
La más que probable sucesión de Enrique IV alteró a los católicos franceses, que liderados por Enrique de Guisa se opusieron fundando la Liga Santa, con el respaldo deFelipe II de España. Esto motivó su expulsión de Francia por Enrique III, y el retorno del de Guisa sobre las armas, respaldado por soldados españoles y Alejandro Farnesio. Fue conocida como la Guerra de los Tres Enriques, entre 1584 y 1588, en la que Enrique de Guisa logró tomar París con el apoyo de la población, expulsando a Enrique III y a Enrique IV. Temerosos ambos del poder de Enrique de Guisa y el respaldo español, convocó el rey los Estados Generales para tender una trampa a Enrique de Guisa, en la que fue asesinado. Poco después, Enrique III caía en un complot católico, siendo también muerto (1589).
Heredaba así el trono francés Enrique IV, en una época de una turbulencia extraordinaria. Los católicos se negaban a reconocerle rey, y los hugonotes lo respaldaban sin ambages. Pero Enrique no podía llegar a París, que estaba en manos de Alejandro Farnesio y cuya población lo rechazaba enérgicamente. Después de muchos esfuerzos infructuosos por recuperar la capital, el rey da un giro maestro y se convierte al catolicismo, tras pronunciar su famosa frase París bien vale una misa. De tal modo, siendo ya católico, era coronado en 1594, aunque la guerra con la Liga Santa no terminó hasta cuatro años después.
A la proclamación del catolicismo como religión del Estado (1598) acompaña el Edicto de Nantes, que reconoce libertad religiosa a los hugonotes, acto que pone fin a las guerras de religión en Francia. En adelante, el rey se centra en fortalecer la figura real y extender la influencia de Francia. También se le reconocen esfuerzos por sanear la hacienda real y mejorar la vida de sus súbditos. Su popularidad, tan dudosa al principio, aumentó considerablemente merced a su hábil administración política.
En 1600 casó en segundas nupcias con María de Medicis, con la que tuvo seis hijos, entre otros el futuro Luis XIII. Había repudiado a Margarita de Valois en 1599, con la que no tuvo descendencia.
La muerte de Enrique IV se produjo en el año 1610, cuando fue abordado en las calles de París por François Revaillac, un católico cuya vida había sido arruinada por los hugonotes, y que apuñaló al rey hasta matarlo, para después ser capturado y cruelmente ajusticiado.
El hijo de Enrique IV, Luis, todavía menor de edad (y hasta 1617) lo sucedió en el trono.

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