jueves, 16 de diciembre de 2010

LA IGLESIA EN MANOS ENEMIGAS IV

Primera parte
Segunda parte
Tercera parte

Hungría: el heroico Cardenal Mindszenty
El odio a lo católico y el amor a lo anticatólico fue el signo característico de "la nueva Iglesia Montiniana" -como acertadamente la designó el Padre Saénz Arriaga- y el caso del cardenal Josef Mindszenty, paladín de la Iglesia Católica y mártir de la fe por su prolongado martirio -ocho años de cautiverio en cárceles comunistas de Hungría y 15 de refugio en la embajada de los Estados Unidos en la capital húngara- es elocuente y corrobora dramáticamente lo afirmado.


En sus memorias, el cardenal Mindszenty afirma que tuvo que salir de Hungría el 28 de septiembre de 1971, porque su persona obstaculizaba la política de Paulo VI de apertura al comunismo.


Al declarar vacante el título de primado de Hungría y arzobispo de Esztergom, cardenal Mindszenty, Paulo VI no solo faltó a su promesa de no hacerlo sino que "cedió visiblemente a las presiones del Estado comunista de mi país", afirma el mártir. Es evidente, cabe subrayar , que monseñor Montini siente disgusto con los católicos fieles a su Credo y que gustaba de hacer causa común con los enemigos de la Iglesia para comunizar al mundo.


Por otra parte, el sincretismo promarxista de Paulo VI, se hizo evidente una vez más con la denuncia del padre Michel André en la publicación francesa "Introibo" del mes de junio de 1976.


En esa ocasión, el padre André reveló que los más cercanos colaboradores de Paulo VI están afiliados a la masonería mundial a fin de utilizarla para los planes de la "nueva iglesia conciliar" favorables al expansionismo de la Revolución Mundial Comunista.


Las revelaciones del padre André señalan concretamente lo siguiente:


Cardenal J. Villot
Cardenal Jean Villot, secretario de Estado del Vaticano, afiliado a la masonería el 6 de septiembre de 1966.


Cardenal Leo Suenens, primado de Bélgica, afiliado a la masonería el 15 de julio de 1967.


Cardenal Hugo Polletti, vicario de Paulo VI en Roma, afiliado a la masonería, el 17 de febrero de 1969.


Cardenal A. Lienard iniciado en la masonería en 1912 en Cambrai. Visitó las logias de París. En 1919 fue nombrado visitador del tercer grado. En 1920 fue elevado al grado 30, séptima clase.


Monseñor Casaroli, embajador de Paulo VI y responsable de la sustitución del cardenal Mindszenty, afiliado a la masonería el 28 de septiembre de 1957.


Cardenal Baggio, se inició en la masonería el 14 de agosto de 1957.


Monseñor M. Pasquale, secretario particular de Paulo VI, se afilió a la masonería el 28 de abril de 1958.


Monseñor A. Bugnini, el estructurador de la "nueva misa" y reformador de la liturgia protestante en la Iglesia Católica, afiliado a la masonería el 23 de abril de 1963.


Virgilio Noé secretario del cardenal Knox de la Congregación de Ritos, se afilió a la masonería el 3 de abril de 1961.


Monseñor Virgilio Levi, responable de Radio Vaticano, se afilió a la masonería el 4 de julio de 1950.


Ser fiel al ideal que se abraza es virtud del hombre limpio que honra a su Patria y a su Credo con la congruencia de pensamiento y acción al servicio de los suyos. Reptar entre dos aguas y servir a fines extraños da la condición de serpiente, jamás la de águila.


En su numero 47 del mes de agosto de 1971, " La Contra-Reforme Catholique au XXe Siclé", afirmaba que si Pío X fue canonizado por la pureza de su doctrina y su fuerza de alma en defender la Fe Católica... "Paulo VI será un día declarado anatema... Es el gran corruptor de la Iglesia del Siglo XX".


Cualesquiera que sean las circunstancias en el presente, el futuro de la Iglesia Católica es el triunfo sobre sus enemigos.


Porque también los seglares somos Iglesia en cuanto que a ella pertenecemos como sus hijos, estamos en la obligación ineludible adherirnos a la Verdad para servirla.


En la presente hora de confusión no debemos olvidar la regla infalible: Por sus frutos los conoceréis y los frutos de la Iglesia "conciliar" anunciada al mundo por Paulo VI desde las Naciones Unidas aquél 4 de octubre de 1965, para sustituirla por la Iglesia Tradicional están a la vista.


No puede haber más que una Iglesia Santa, Católica y Apostólica, de lo cual se desprende que el añadido "conciliar" es una aberración para autodemoler, en cuanto que la Iglesia Católica fundada por Cristo se apoya en tres pilares inconmovibles: La Sagrada Escritura, La Tradición y El Magisterio de la Iglesia. Estas tres bases son inseparables.


Los frutos de la Iglesia "conciliar", "progresista", "liberal", "dialogante", "aperturista", "democrática", etc. están a la vista.


En apretada síntesis de esos frutos puede citarse lo siguiente:


En Francia, por ejemplo -según sondeos de la Alianza Mundial por la Iglesia Católica-, en 1961, antes del Concilio, el 34 por ciento de los católicos franceses iban a Misa. En 1968, sólo acudió el 25. En 1971, después del "Novus Ordo Missae" de Paulo VI, descendió al 22 y en 1974, el porcentaje se redujo al 16 por ciento.


Igual panorama se observó en España y en general, en América Latina, según los datos que reveló la Alianza.


En lo que a seminarios se refiere, el sondeo reveló que en 1963 ingresaron a los seminarios galos 917 seminaristas, a diferencia de 1974 en que hubo tan sólo 155. En Madrid -continúa el estudio-, fue suprimido el Seminario menor, para sustituirlo por un centro eclesial "aggiornado". Muchos de sus alumnos ni siquiera acudían a la misa, en tanto que en el Seminario mayor había 80 alumnos, nada más.


Datos del "Aggiornamenti Sociali", de febrero de 1975, informaban que de 1962 año en que fue abierto el Concilio a 1972, el número de sacerdotes secularizados fue de 21,320, cifra sin precedente.Los motivos para las masivas deserciones, apunta son "dificultades relativas a la fe". ¡Vaya frutos de la Iglesia "conciliar", "liberal", "democrática", "sincretista", etc., que aún pretende prevalecer sobre la Iglesia Católica de siempre.


Entre 1970 y 1974, de acuerdo con análisis de la agencia Kippa -mayo 3 de 1975-, las instituciones religiosas femeninas perdieron el 24.6 por ciento de sus miembros. Muchas de las monjas secularizadas contrajeron matrimonio con sacerdotes también "conciliarizados".


Después del Concilio  y la "iglesia democrática" en el mundo católico fue común que los sacerdotes colaboraran con el comunismo. En 1974 en Francia, con la asistencia del cardenal Marty, de París, la "Juventud Obrera Católica" al clausurar su Congreso Internacional en ese año, tuvo como invitado distinguido al secretario general del Partido Comunista Francés. Terminó la misa con la Internacional entonada por los feligreses, enmedio de una selva de puños en alto.


El cardenal Marty afirmaba en ese entonces que "la Misa es simplemente el memorial de la Pasión". No hay por tanto, sacrificio, con lo que el arzobispo de París, predicaba una doctrina protestante.


Otro fruto de la Iglesia Conciliar es la "Relation" leída en el Sínodo de los Obispos de 1971, en donde se confundió  el sacerdocio ministerial con el ministerio sacerdotal, con lo que se negó el Sacramento del Orden, en contradicción al Concilio de Trento que definió que si alguien dijera que la Sagrada Ordenación no es verdadera sea anatema.


Se propagó por doquier la doctrina errónea sobre la naturaleza de la Iglesia, sobre la Fe, sobre la Revelación. Fue el inicio de la negación  de los principios morales que se redujeron a "mero subjetivismo". Suprimieron los confesionarios, la unción de los enfermos, los sufragios de difuntos, se despreció la confesión individual.


Se inició también la negación de dogmas como el relativo a la infabilidad papal manifestada en el Concilio de Trento. etc.


Ahora bien, para cumplir su misión la Iglesia necesita de sacerdotes debidamente formados para el desempeño de su sacerdocio ministerial, porque fuera de la Iglesia Católica que tiene como pilares, La Sagrada Escritura, La Tradición y El Magisterio, no hay Redención posible.


Debe reiterarse que, como hijos de la Iglesia Católica, nuestro deber es buscar la Verdad y seguirla.


La Regla de Oro, "por sus frutos los conoceréis". 
Analizados los frutos del Concilio Ecuménico Vaticano II, se llega al convencimiento de que mucho de la Iglesia Católica está en manos enemigas.









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