viernes, 6 de mayo de 2011

CONSIDERACIONES SOBRE LOS JUDÍOS





EL PUEBLO JUDÍO ES DEICIDA. Todos los judíos que participaron en la muerte de Nuestro Señor Jesucristo, los que Lo rechazaron y los que callaron obedeciendo a sus a sus jefes son culpables de DEICIDIO, así como todos sus descendientes, hasta el fin de los tiempos, que no hayan aceptado Su doctrina.


NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO ES EL VERBO DE DIOS ENCARNADO, ES POR TANTO, VERDADERO DIOS Y VERDADERO HOMBRE.

HECHOS 3, 1-26: Curación del tullido. Discurso de San Pedro al pueblo judío. Hechos 4, 1-22. Pedro y Juan ante el Sanedrín.


HECHOS, 14: “Mas vosotros ……disteis la muerte al autor de la vida, pero Dios lo ha resucitado de entre los muertos, y nosotros hemos sido testigos de su resurrección”.
San Pablo, I Tesalonisences, 15: “Que han dado muerte al Señor Jesús”. San Pablo, I Corintios, 2,15 “si lo hubieran conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la Gloria”


Es necesario interrogar a la Sagrada Escritura según la mentalidad bíblica y a la luz de la Tradición y no según la mentalidad moderna. Toda la historia de Israel corre sobre el principio de la polaridad: de un lado Dios con sus favores y sus castigos colectivos; y de otro, el “pueblo elegido” con su aceptación o rechazo a los mandatos de Dios por medio de Sus profetas. El pueblo judío entero, siempre ha sido considerado como responsable de las faltas cometidas por sus dirigentes, incluso cuando una gran parte de ese pueblo haya sido ajeno. HAY POR LO TANTO, UNA RESPONSABILIDAD COLECTIVA.


La razón de las parábolas. 


San Mateo, 13, 10 a 17. “En ellos se cumple la profecía de Isaías, que dice: Oiréis, pero no entenderéis, miraréis pero no veréis. 15 Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido, y han cerrado sus ojos para no ver con los ojos ni oír con los oídos, ni entender en su corazón, ni convertirse, ni que yo los sane”.


San Esteban acusa en bloque a los judíos de su época, aunque no todos lo hubiesen merecido personalmente: “Cabezas duras, incircuncisos de corazón y de oídos. Os resistís perpetuamente al Espíritu Santo. Vuestros padres lo hacían, y también vosotros ahora”


HECHOS 7, 52.
San Juan I, II escribe: “Ha venido a los suyos y los suyos no le han recibido”
San Juan, 11, 49 a 52. Caifás dijo a los sacerdotes en el Sanedrín: / “Vosotros no entendéis nada, ni comprendéis que os conviene que muera un solo hombre por el pueblo, y no toda la nación perezca….”
Por tanto, el propio sumo sacerdote de los judíos interpreta la acción del Sanedrín en nombre e interés de toda la nación.


Versículo 25: ¡Caiga!
Y San Mateo escribe en el capítulo 27, vs. 24 a 26.


“SU SANGRE SOBRE NOSOTROS Y SOBRE NUESTROS HIJOS”


RESPONSABILIDAD COLECTIVA:
San Mateo 23, 29-36: Soberbia de los escribas y fariseos, Daños que hacen los fariseos, Su hipocresía: “ y decís: Si nosotros hubiéramos vivido en los días de nuestros padres, no hubiéramos participado con ellos en la muerte de los profetas”. “Así, pues, dais testimonio contra vosotros que sois hijos de aquellos que mataron a los profetas. Colmad, pues, la medida de vuestros padres”
El castigo de los fariseos: “¡Serpientes, raza de víboras!, ¿Cómo podéis escapar de la condenación del infierno? , por esto, mirad: os voy a enviar profetas, sabios y escribas. A unos los mataréis y los crucificaréis, a otros los azotaréis en vuestras sinagogas y los perseguiréis de ciudad en ciudad, para que caiga sobre vosotros toda la sangre inocente derramada en la tierra, desde la sangre del justo Abel hasta la sangre de Zacarías, hijo de Baraquías, a quien matasteis entre el santuario y el altar. En verdad os digo: todo esto vendrá sobre la presente generación”


Quejas contra Jerusalén: “Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que a ti son enviados”


En las siguientes parábolas, Nuestro Señor Jesucristo anuncia a los jefes de los judíos que por la dureza de su corazón, les será quitado el Reino del Espíritu y dado a otros pueblos, (los gentiles que acepten Su doctrina), para que éstos sean Su nuevo pueblo elegido. No elegido por la carne, sino por la Fe.
Por lo cual, todos los judíos que siguieron a sus jefes y se echaron sobre sus cabezas y las de sus hijos, la sangre del Justo, cayeron en desgracia. Y habiendo sido los primeros en la predilección divina; serán los últimos, un puñado, en entrar al Reino hasta que reconozcan a Jesucristo como Dios en unión del Padre y del Espíritu Santo.
En el capítulo 7º. Del Apocalipsis, San Juan, con su lenguaje enigmático, nos da el número, simbólico si se quiere, de los elegidos. Indicando con esto, que no se convertirà la totalidad de los judìos, sino, solamente una pequeña parte.
“Apocalipsis, 7 vs. 3 a 8: “Diciendo: No hagàis daño ni a la tierra, ni al mar, ni a los àrboles hasta tanto que pongamos la señal en la frente a los siervos de nuestro Dios. 4, Oì tambièn el nùmero de los señalados, que eran ciento cuarenta y cuatro mil, de todas las tribus de los hijos de Israel. 5 De la tribu de Judà habìa doce mil señalados: de la tribu de Ruben doce mil señalados, de la tribu de Gad otros doce mil: etc, etc... de la tribu de Josè o Efraìm doce mil señalados: de la tribu de Benjamín otros doce mil señalados”.


Este pequeño grupo de elegidos al fin de los tiempos, basta para que la promesa que Dios les hizo como pueblo de Su elecciòn quede a salvo, y no se pueda argumentar que Dios ha rechazado para siempre a Su pueblo. Este residuo de los judìos convertidos a Cristo constituye, de hecho, el verdadero Israel de Dios.
Sin templo ni sacrificio y con su ciudad Santa destruida, sin rey ni sacerdotes, en suma sin patria, vagaron por el mundo durante 18 siglos hasta en fin de los tiempos (el año de 1948), perdiendo el Reino espiritual, por su inconmensurable crimen. Solamente les ha quedado el reino material, que el Príncipe de este mundo les ha dado. Desde la Pasión y Muerte de Cristo, los judíos talmúdicos y post cristianos han sido los enemigos màs encarnizados de la Cristiandad hasta hoy en día.
El judaísmo de los tiempos posteriores a Nuestro Señor Jesucristo participa objetivamente de la responsabilidad colectiva de deicidio y de reprobaciòn, ya que este judaísmo es la contiuaciòn libre y voluntaria del judaísmo que habìa rechazado a Cristo.


Por último, es importante constatar firmemente, que para nosotros los católicos, EL ÙNICO HOLOCAUSTO VÀLIDO, ES EL SACRIFICIO Y MUERTE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO EN LA CRUZ, no habiendo otro.


CURACIÓN DEL SIERVO DEL CENTURIÓN.
SAN MATEO, 8, 11-13


“Al entrar en Cafamaúm se acercó a Él, un centurión que le suplicaba y decía: Señor, mi siervo yace en la casa, paralítico sufriendo terriblemente, y le dice: yo iré a curarlo, y le contestó el centurión: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; pero di sólo una palabra y mi siervo curará.
Porque yo, que soy un subordinado tengo soldados bajo mis órdenes, y digo a uno: ve, y va: y al otro: ven, y viene: ya mi siervo: haz esto, y lo, hace.
Al oír esto Jesús se admiró y dijo a los que le acompañaban: En verdad os digo, en ninguno de Israel he encontrado tan grande fe. Yo os aseguro que muchos vendrán de Oriente y de Occidente y comerán con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos;
MIENTRAS QUE LOS HIJOS DEL REINO SERÁN ARROJADOS A LAS TINIEBLAS, AFUERA: ALLÍ SERÁ EL LLANTO Y EL CRUJIR DE DIENTES.
Y dijo Jesús al centurión: Vete y que se cumpla conforme a lo, que has creído. Y en aquel momento se curó el siervo”.


PARÁBOLA DE LOS RENTEROS HOMICIDAS. SAN MATEO 21, 38-46


Los labradores, cuando vieron al hijo se dijeron: Este es el heredero; vamos a matarlo y a quedarnos con su herencia.
Lo cogieron, lo echaron fuera de la viña y lo mataron.
Cuando vuelva el amo de la viña, ¿qué hará a aquellos labradores?
Dícenle: Los matará cruelmente, como a malos, y ARRENDARÁ LA VIÑA A OTROS LABRADORES, QUE LE DEN LOS FRUTOS A SU TIEMPO.
 Jesús les responde: ¿No habéis leído nunca en la Escritura:
La piedra que rechazaron los que edificaban, vino a ser la piedra angular: Esto ha sido obra del Señor, admirable a nuestros ojos?" .
POR ESTO OS DIGO QUE EL REINO DE DIOS OS SERÁ QUITADO A VOSOTROS PARA DARSE A UN PUEBLO QUE ENTREGUE SUS FRUTOS.
Todo el que caiga sobre esta piedra se estrellará, y sobre quien ella caiga lo aplastará.
Los príncipes de los sacerdotes y los fariseos, que oyeron sus parábolas, conocieron que se refería a ellos y, aunque deseaban prenderlo, temían al pueblo, que lo tenía por un profeta.

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