viernes, 25 de junio de 2010

Católicas (que no lo son) con mucho dinero para decidir


La campaña del grupo de mujeres denominado “Católicas por el Derecho a Decidir” (CDD) ha llegado cargada de suficientes recursos económicos para hacerse presente en algunos medios de comunicación, incluyendo espectaculares, cuya renta e instalación, por ejemplo, no es económica. Se nota que los católicos ‘tradicionales’ no tienen fondos para hacer el anuncio del Evangelio, pero que ellas sí, por alguna razón de mucho peso.

En la edición pasada dábamos cuenta del origen de esta asociación, haciendo referencia a un texto en el que la Agencia de Noticias ACI ofrece pormenores sobre este tema, y que ahora continuamos. Decíamos que el brasileño Jerson Lourenço Flores Garcia, representante del Movimiento en Defensa de la Vida (MDV), no dudó en revelar la naturaleza nada católica de las CDD, y a qué se dedican, luego de leer un Artículo que se publicó en su país, titulado “Doctrina católica sobre la fidelidad favorece epidemia, afirma teóloga”, en el que una supuesta experta católica criticó a la Iglesia por promover la castidad. La supuesta experta en cuestión era Yury Puello Orozco, representante de este grupo de CDD, en Brasil.

En su análisis, Flores describe uno de los documentos más característicos de CDD, titulado “Mujer… Cuerpo… Deseos… Derechos… Vida, Mucha Vida”, de la autora Carolina Teles Lemos. En esta publicación aparecen sorprendentes interpretaciones de pasajes bíblicos, con frecuencia citados por los católicos para hablar del amor conyugal y de la familia. Así, por ejemplo, Carolina Teles sostiene que cuando Cristo dice que debemos buscar la “vida en abundancia”, quiere decir que “no le gustaría que un bebé nazca con deficiencias ni que las mujeres los tengan en momentos difíciles de su vida”; es decir, que sólo los humanos sin defectos previos, o los concebidos en “determinados momentos”, tienen derecho a vivir.

Flores Garcia, por su parte, no se sorprende con este tipo de argumentos, considerando la historia del grupo fundado por Frances Kissling, una mujer que vivió algún tiempo en un Convento de las Hermanas de San José (EEUU), y al abandonarlo dirigió una clínica de abortos en Nueva York. Las CDD financian sus actividades con millones de dólares, recibidos de grupos estadunidenses abiertamente anti-vida, como la Fundación Ford.

En Latinoamérica, su agenda es clara: apoyar el disenso católico en el tema del aborto y los anticonceptivos, proporcionar a los católicos una “alternativa racional” a la Doctrina de la Iglesia, y “educar” sobre los derechos de salud reproductiva (aborto y anticoncepción sistemática) en América Latina.

Hay que señalar, entonces, que las CDD desvirtúan el sentido de la libertad humana. Al interpretar los crímenes contra la vida como legítimas expresiones de la libertad individual, exigiendo o reconociendo legalmente el derecho de matar, invierten la base de los derechos humanos y se niega el derecho a la vida.
Han encontrado eco en algún público medio de comunicación (y seguirán obteniéndolo, sobre todo ahora que lo mencionamos), porque se privilegia su posición permanente de ambos entes, CDD y medio de comunicación, de tomar una postura diversa a la enseñanza de la Iglesia, lo cual les ha traído buenos dividendos económicos.

Por lo tanto, señalamos que es imposible que los católicos que quieren ser coherentes en este sentido apoyen el aborto, de lo que se deduce que las CDD no pueden llamarse de esa manera. Todos tenemos derecho a decidir, pero cuando se sigue una doctrina, no se trata de una violación de la libertad, sino de una convicción que voluntariamente se ha asumido para denominarse católico.

 

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