"Pedimos perdón insistentemente a Dios y a las personas afectadas, mientras prometemos que queremos hacer todo lo posible para que semejante abuso no vuelva a suceder jamás", dijo el Pontífice durante una misa celebrada el viernes en la Plaza de San Pedro, en el cierre del Año Sacerdotal.
Benedicto XVI pronunció estas palabras frente a 15.000 sacerdotes llegados a Roma desde 91 países. Fue durante la parte inicial de la ceremonia que el Papa reflexionó sobre el daño causado a la Iglesia por unos pocos servidores que provocaron el estallido de un escándalo frente al cual surgieron condenas, pero también llamados a la rectificación y a la necesidad de no lapidar al clero.
Benedicto XVI anunció controles rigurosos a los candidatos al sacerdocio. "Haremos todo lo posible para examinar la autenticidad de la vocación. (...) Si el Año Sacerdotal hubiera sido una glorificación de nuestros logros humanos personales, habría sido destruido por estos hechos", agregó el Papa en su sincera crítica frente a lo ocurrido.
Acompañamos la reflexión del sumo Pontífice en la dirección purificadora de la Iglesia que él propone. Sobre todo por lo que significa como gesto de arrepentimiento y de perdón desde y hacia una comunidad religiosa tan grande y llena de compromisos muy humanos.
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