miércoles, 10 de agosto de 2011
El juicio divino caerá sobre los sacerdotes que no se opongan al aborto y a la homosexualidad
El cardenal Robert Sarah está advirtiendo a los sacerdotes que fallan en su deber de oponerse a la ruptura de la moralidad en la sociedad moderna, en particular a las políticas pro-aborto y anti-familia, que ellos sufrirán la condenación de Dios.
En un sermón pronunciado el 25 de junio a seminaristas de la Comunidad de San Martín, a quienes estaba a punto de ordenar al sacerdocio y al diaconado, Sarah amonestó a sus oyentes, diciendo que “si tenemos miedo de proclamar la verdad del Evangelio, si nos da vergüenza denunciar las graves distorsiones en el área de la moral, si nos acomodarnos a este mundo de laxitud moral y al relativismo religioso y ético, si tenemos miedo de denunciar enérgicamente las leyes abominables referidas a la ética global, en lo que respecta al matrimonio, a la familia en todas sus formas, al aborto, a las leyes en total oposición a las leyes de la naturaleza y de Dios, que las naciones y las culturas occidentales están promoviendo e imponiendo gracias a los medios de comunicación y su poder económico, entonces las palabras proféticas de Ezequiel caerán sobre nosotros como un reproche divino grave”.
Sarah citó la profecía de Ezequiel que se encuentra en el capítulo 34, versículos 2-4: “’Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel a pastor sí mismos. ¿No deben los pastores apacentar el rebaño? Ustedes han sido alimentados con leche y se han vestido con lana. Ustedes no han fortalecido los corderos débiles, ni cuidado de los que estaban enfermos, no han sanado a los que resultaron heridos. Ustedes no han restaurado a los que se han desviado, ni han buscado a aquéllos que se perdieron. Pero ustedes los han gobernado con violencia y dureza’ (Ezequiel 34, 2-4)”.
“Estos reproches son graves, pero más importante es el delito que hemos cometido contra Dios cuando, después de haber recibido la responsabilidad de cuidar el bien espiritual de todos, maltratamos a las almas, privándolas de la verdadera enseñanza de la doctrina respecto a Dios, respecto al hombre y a los valores fundamentales de la existencia humana”, añadió el cardenal. Haga clic aquí para leer el sermón completo (en inglés y francés).
El cardenal Sarah, quien fue designado a la presidencia del Pontificio Consejo Cor Unum en el 2010, está considerando una reestructuración radical de los programas de ayuda internacional para el desarrollo, dependientes de la Iglesia católica. Estos programas han sido criticados por una mentalidad secular que ignora las necesidades espirituales de los beneficiarios, a menudo promocionando valores que se oponen al catolicismo, incluyendo la legalización del aborto y de las uniones homosexuales.
A finales de mayo, Sara pronunció un discurso para la mayor coalición de organizaciones de ayuda de la Iglesia, Caritas Internationalis, en el que señaló un “grave retroceso moral y una gradual ‘apostasía silenciosa’” en el mundo occidental. También señaló que la ayuda extranjera para los católicos “no es simplemente la asistencia filantrópica y humanitaria destinada a aliviar un cierto tipo de sufrimiento, sino también y sobre todo implica devolver a las personas humanas toda su dignidad como hijos de Dios, y promover una antropología que también abarca la dimensión religiosa de la persona humana, específicamente su encuentro con Dios”.
En su homilía del 25 de junio, Sarah destaca que en la sociedad moderna “ya no sabemos lo que es malo y lo que es bueno. Hay una multiplicidad de puntos de vista. Hoy en día, llamamos blanco lo que antes llamábamos negro, y viceversa. Lo que es grave, y no se equivoquen sobre esto, es la transformación del error en una regla de vida”.
“En este contexto, como sacerdotes, pastores y guías del Pueblo de Dios, ustedes deben enfocarse continuamente en ser siempre fieles a la doctrina de Cristo. Es necesario que ustedes se esfuercen constantemente para adquirir la sensibilidad de la conciencia, el respeto fiel a los dogmas y la moral, lo cual constituye el depósito de la fe y el patrimonio común de la Iglesia de Cristo”.
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