jueves, 2 de diciembre de 2010

GRANDE ES MARÍA EN DIGNIDAD


En el Reino de Cristo, como en los reinos del mundo, hay muchas dignidades que superaron y superan las cualidades naturales de aquellas personas que la ostentan. La dignidad de María es infinitamente más elevada que la persona de María , que siempre sigue siendo una criatura y nunca llega a ser diosa ni un ser infinito.

La dignidad de María se basa solamente en la inmensidad de Dios. María, la joven de Nazaret, de quince años, desconocida hasta su aparición en el Evangelio, alcanza tan sublime dignidad que todas las joyas de las emperatrices palidecen ante su esplendor, hasta tal punto, que el ángel, al anunciarle la Buena Nueva se arrodillaría manteniéndose a respetuosa distancia. ¡Una mujer, un sencilla mujer, concibe, da a luz, y alimenta a todo un Dios! "Bendito el vientre que te llevó y el pecho que te alimentó". Esta exclamación de una desconocida, que aparece en las páginas centrales del Evangelio, la repite cada día la Iglesia con la profunda certeza y conocimiento de la maravilla de la dignidad de María. Confundido de asombro ante semejante dignidad, canta un himno en la fiesta de la Madre de Dios: "Quem terra, pontus, sidera -Quien reina sobre los tres mundos, a Quien honran y ensalzan arrodillados la tierra, el mar y el firmamento, se encierra y se hace hombre en el seno de María. A quien todos sirven eternamente, la plateada luna, el disco del sol, Le guardan las delicadas entrañas de una jovencita, cumpliendo la voluntad de Dios"

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