"Este es mi Cuerpo, que se da por vosotros; haced esto en memoria mía" |
En el año 1521 después de Cristo, un mal sacerdote, Martín Lutero, fabricó la herejía protestante para negar la Eucaristía. Todas las sectas actuales (Mormones, Testigos de Jehová, los "supuestos" Cristianos, La "Luz del Mundo"), son invenciones de los siglos XIX y XX. Hacen decir a la Biblia lo que ellos quieren. Pero, Cristo habiendo previsto que el demonio mediante la Biblia robada y adulterada engañaría a los hombres, encargó a los Apóstoles y sus sucesores (Papa y Obispos) para explicarnos correctamente la Biblia y defenderla.
La Iglesia que recibió la fe de viva voz, desde hace 2000 años afirma que la Eucaristía es Cristo presente entre nosotros para alimentarnos, aconsejarnos y fortalecernos. Nuestro Señor dijo: "En verdad os digo: si no comiereis la carne del hijo del hombre y no bebiereis su sangre, no tendréis vida en vosotros. El que come mi Carne y bebe mi Sangre, en Mí permanece y Yo en él" (San Juan 6, 49-57).
Es curioso: los protestantes que pretenden tomar la Biblia al pie de la letra rechazan estas afirmaciones tan claras de Cristo. Seleccionan lo que les gusta y rechazan lo demás. San Pablo nos dice: "Pero aún cuando nosotros mismos, o un ángel del cielo, si posible fuese, os predique un Evangelio diferente del que nosotros os hemos anunciado, sea anatema. Os lo he dicho ya, y os lo repito: Cualquiera que os anuncie un Evangelio diferente del que habéis recibido, sea anatema" (Gal. 1, 8-9).
Por anunciar un Evangelio diferente y seguir iglesias fundadas por hombres, los protestantes se privan de la Eucaristía que es Cristo vivo entre nosotros. Toda iglesia que se fundó después de la muerte de los Apóstoles es necesariamente humana, falsa, ilegítima, fundadas por falsos profetas que robaron la Biblia a la única Iglesia encargada de predicarla e interpretarla. El hecho de seguir a las sectas protestantes es equivocarse de camino, es repudiar la herencia del Cristo verdadero. Los protestantes no tienen nada: ni sacerdocio, ni Cuerpo de Cristo, ni sacrificio, ni perdón de los pecados, ni legitimidad, ni Biblia verdadera, ni jefes legítimos. Tienen un libro robado, pero sellado al cual no entienden nada (Lucas 24, 45).
Se alimentan de la cáscara, nunca llegan a la médula.
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